jueves, 14 de diciembre de 2017

LA SEGUNDA BATALLA DE MAG TURED Y LA MITOLOGÍA GRIEGA

 1. El Cronos griego y sus tres equivalentes irlandeses Tethra, Bress y Balar. 2. Forma irlandesa de la idea griega de la raza de oro. Tigernmas, desdoblamiento de Balar, de Bress y de Tethra. 3. Balar y el mito de Argos o Argus. Lug y Hermes. 4. lo y Buar-ainech. Balar y Poseidón. 5. Lug, matador de Balar, y el héroe griego Belerofonte. 6. Lug y el héroe griego Perseo. 7. El Balar popular de Irlanda. Balar y Acrisio. Ethné, hija de Balar, y Dánae, hija de Acrisio. Los tres hermanos y el triple Gerión. Su vaca y el rebaño de Gerión o de Caco. El hijo de Gavida y Perseo. 8. Los tres obreros de los Tuatha De Danann y los tres Cíclopes de Zeus según Hesíodo.


1.

El Cronos griego y sus tres equivalentes, irlandeses Tethra, Bress y Balar.


Tethra —rey de los Fomoré que, en Mag Tured, huyó dejando su espada en manos de los triunfantes Tuatha De Danann y que a continuación se convirtió en rey de los muertos— es idéntico al Cronos de Hesíodo y de Píndaro. Este, vencido y destronado por Zeus, obtiene un nuevo reino en el país maravilloso donde los héroes difuntos vuelven a encontrar, junto con una segunda vida, las alegrías de la patria perdida.[1]
Según la fábula griega, antes de su derrota Cronos había sido rey del cielo: en la época en que la raza de oro vivía sobre la tierra no había en todo el mundo otro amo que él. Ya sabemos que la raza de oro de los griegos es idéntica a los Tuatha De Danann de la mitología irlandesa. En la leyenda de Bress, rey Fomoré que reinó sobre los Tuatha De Danann, encontramos asimismo en Irlanda una parte del mito de Cronos. Ya hemos explicado cómo, después de la sátira del file Corpré, la rebelión de los vasallos de Bress hizo caer del trono a este príncipe mítico y arrancó a los Fomoré la soberanía de Irlanda mediante una revolución cuyos resultados adquirieron carácter definitivo cuando aquellos fueron derrotados en la batalla de Mag Tured. Bress es idéntico a Cronos, pero se trata de un Cronos incompleto, ya que, si bien es el rey del mundo en la época de la raza de oro, no es en cambio rey de los muertos, y no vemos que haya combatido en la batalla de Mag Tured, como lo hizo Cronos en la batalla de los dioses contra los Titanes.

2.

Forma irlandesa de la idea griega de la raza de oro. Tigernmas, desdoblamiento de Balar, de Bress y de Tethra.


La asociación del oro con el reinado de Cronos constituye una doctrina característica en la mitología griega. La raza de oro de los hombres dotados de palabra —dice Hesíodo— fue creada por los inmortales que habitan el Olimpo. Existió cuando Cronos imperaba en los cielos y sus integrantes se asemejaban a dioses.[2] Esas palabras, con las que Hesíodo comienza su pintura de lo que llamamos la edad de oro, nos transportan al dominio de la mitología irlandesa en la época en que los Tuatha De Danann habitaban Irlanda bajo la dominación de los Fomoré.. Ahora bien, uno de los nombres del jefe de los Fomoré es Tigernmas. Tal como hemos visto anteriormente, Tigernmas es un desdoblamiento de Balar: como aquél, por medio de Ethné o Ethniu, es abuelo de Lug, el Hermes céltico; y constituye asimismo un desdoblamiento de Bress y de Tethra. Tigernmas es uno de los nombres de Cronos en la leyenda irlandesa.
Se cuenta que Tigernmas fue antaño rey de Irlanda; y, según un poeta del siglo XI, fue el primero en tener la gloria de fundir el oro extraído de las minas de esta isla. En Irlanda, la idea griega de la raza de oro se convierte en la de la explotación de minas de oro. Los extraños trabajos cronológicos de los sabios irlandeses del siglo XI han situado a Tigernmas en la última época del período mítico que estamos relatando. Lo han convertido en un personaje totalmente distinto de Balar y cronológicamente separado de aquél por un largo intervalo. Pero no tenemos por qué preocuparnos de las combinaciones de la falsa ciencia que, al transformar en anales la mitología irlandesa, cubrió de ridículo durante tanto tiempo a esas viejas leyendas célticas.

3.

Balar y el mito de Argos o Argus. Lug y Hermes.


El combate de los dioses —encabezados por Zeus— contra Cronos y los Titanes, no es el único relato mitológico griego en el que aparece la doctrina dualista que enfrenta a las bienhechoras divinidades del día, el buen tiempo y la vida, contra los poderes maléficos de la muerte, la tormenta y la noche. Uno de los más conocidos entre aquellos en los que la imaginación griega nos ofrece ejemplos de dicha doctrina es el mito de Argos, el de los cien ojos. Esos ojos son las estrellas, y Argos constituye una personificación de la noche estrellada. Hermes lo mató de una pedrada.[3] Cuando Homero compuso la "Ilíada", es decir, alrededor de ocho siglos antes de nuestra era, este mito ya era conocido por los griegos. En dicha obra, Hermes es apodado "matador de Argos", , o bien el título de matador de Argos,  , se emplea como sinónimo de Hermes.[4] Hermes es el crepúsculo; y esa piedra que, al ser lanzada por Hermes, mata a Argos o la noche, es el sol que una mano invisible arroja cada mañana desde el Oriente hacia lo alto del cielo. Lug es el Hermes céltico; y, como el Hermes griego, personifica el crepúsculo y mata a su adversario de una pedrada. Lanza su piedra con una honda y, con un golpe mortal, alcanza el ojo de Balar, el Argos céltico (es decir, una personificación de los poderes malignos, entre los que, para el celta, la noche ocupa un lugar principal, junto con el rayo y la muerte).

4.

Io y Buar-ainech, Balar y Poseidón.


Según el príncipe de los trágicos de Atenas, Argos o Argus es el guardián de Io, la virgen cornuda[5] a la que Esquilo, en otra parte, ha representado como una vaca[6] y en la que los gramáticos griegos han reconocido la personificación de la luna. La noche, personificada por Argos, es el vigilante guardián a cuyo cuidado ha sido confiada la luna, la vaca errante. Lo mismo que la griega, la leyenda céltica convierte a la luna en un personaje cornudo: Buar-ainech, un hombre, o más bien un dios con cara de vaca o de toro. El dios céltico con cara de vaca o toro es idéntico a Io, la virgen cornuda de la poesía trágica griega; como Io, Buar-ainech es la luna divinizada; pero, al revés que Io, no se encuentra sometido a la vigilancia del dios que personifica la noche —o sea Balar, que equivale, en Irlanda, al Argos o Argus griego—. En lugar de ser, como Argos, el guardián de la divinidad cornuda, Balar es hijo de este extraño dios. De Buar-ainech, el dios lunar con cara de vaca o toro, nació Balar, dios de la noche muerto de un golpe por la piedra solar de Lug, dios del crepúsculo en la mitología céltica como Hermes Io es en la griega. No se debe separar a Buar-ainech, el dios Fomoré de cabeza de toro, de los dioses de cabeza de cabra, gobor-chind, a los que un documento anteriormente citado asocia con los Fomoré.
El texto que menciona a Buar-ainech, padre de Balar, nos dice que este último era quien construía los fuertes de Bress. Se recordará Io que hemos dicho de Bress, ese Fomoré que, después de haber sido rey y tirano de los Tuatha De Danann, los dioses solares, fue más tarde destronado por ellos; y que Balar, enemigo también de los dioses solares, trató en vano de reponerlo en el trono, ya que justamente perdió la vida cornil batiendo por Bress. Así pues, Balar construía los fuertes de Bress tal como en la leyenda griega Poseidón, dios del mar —ese dios irritado cuya implacable venganza persigue al héroe solar Odiseo— construyó los muros de Troya, la ciudad enemiga.[7]

5.

Lug, matador de Balar, y el héroe griego Belerofonte.


El fenómeno de la salida del sol, uno de los que han inspirado la leyenda céltica del feliz combate de Lug contra Balar —o del crepúsculo contra la noche—, es justamente lo que también la imaginación griega ha querido representar mediante la muerte de Argos a manos de Hermes. El Hermes victorioso, como Lug, representa el crepúsculo, mientras que tanto Argos como Balar personifican la noche. Pero existe un fenómeno análogo al crepúsculo matinal y a la salida del sol, y que la mitología a menudo confunde con éstos: el triunfo del sol cuando, después de la borrasca, atraviesa las nubes y aparece radiante en el cielo. La leyenda de Belerofonte y la Quimera nos ofrece una de las formas mitológicas de que ha sido revestido ese fenómeno en los monumentos del arte y la literatura griegos.
La Quimera, simultáneamente león, cabra y serpiente, es uno de los monstruos que personifican la tempestad, la oscuridad proveniente de la tormenta, el mal. Pertenece a la raza divina y un héroe la mata con la ayuda de los dioses. En recuerdo de esta victoria, ese héroe recibe el apodo de ; o matador de Belleros, de donde se desprende que el monstruo, además del nombre de Quimera, recibía también el de Belleros. Belleros es la misma palabra que Balar, nombre del dios de los Fomoré muerto por Lug en la batalla de Mag Tured. Belleros, en griego, deriva de la misma raíz que el verbo , "yo lanzo", y el sustantivo , "dardo, venablo".
¿Qué lanzaba el monstruo de la mitología griega llamado Quimera o Belleros? Un terrible chorro de fuego ardiente:[8] el rayo. Según el mito irlandés, la mirada que arroja sobre sus enemigos el ojo habitualmente cerrado de Balar —y que los mata—, también es el rayo. El rayo es un ojo que, ordinariamente cerrado, se abre durante la tormenta y cuya mirada precipita a los hombres en la noche de la muerte, mientras que el sol es un ojo abierto todo el día y que derrama la vida sobre los seres animados. Obsérvese que, en la leyenda irlandesa, Balar es a la vez dios del rayo y de la noche. Ambas fábulas, céltica la una y griega la otra, que relatan la muerte de Balar a manos de Lug y la de la Quimera a las de Belerofonte, provienen de un fondo común; y un extraño azar ha conservado, en el relato irlandés, el nombre de Balar, idéntico al Belleros que los poemas de Homero[9] y Hesíodo[10] han mantenido en la palabra compuesta , en castellano Belerofonte, "matador de Belleros", forma que se encuentra en muchos otros monumentos de la literatura griega.[11]

6.

Lug y el héroe griego Perseo.


La fábula griega de Perseo y Medusa se ha basado en un tema idéntico. Perseo, en griego Perseus, es un desdoblamiento de Belerofonte, en griego Bellerophontes. Mata a Medusa como Belerofonte mató a la Quimera o Belleros y Lug a Balar. Medusa misma es un desdoblamiento de la Quimera. La Quimera es un monstruo a la vez león, cabra y serpiente, y exhala un fuego mortífero. Medusa es una mujer alada que tiene serpientes por cabellos, detesta a los hombres y aniquila a quien la contempla.[12]
El "Prometeo encadenado" de Esquilo, que nos proporciona este espantoso detalle' acerca del temible poder de Medusa, fue representado por primera vez en Atenas hacia mediados del siglo V a.J.C. Por entonces se decía en Grecia que no se podía mirar a Medusa sin perder la vida. Vemos aquí una sustitución del papel activo por el pasivo, ya que, en la doctrina primitiva, era la mirada de Medusa la que mataba, así como, en la mitología irlandesa, lo hace la de Balar, imagen poética del rayo.
Perseo, el matador de Medusa, ya fue conocido por Homero y Hesíodo;[13] pero para encontrar el relato completo de su leyenda es  preciso consultar a los mitógrafos posteriores.
Perseo —que, como Lug, había de matar un día a su abuelo—, es nieto de Acrisio, rey de Argos, por parte de su madre Dánae. Prevenido por un oráculo de que su nieto lo matará, y para asegurarse de no tener nieto alguno, el rey Acrisio encierra a su hija Dánae en una habitación subterránea cuyos muros están reforzados con bronce.
¡Vano esfuerzo! Dánae concibe —según unos, por obra del mortal Proitos; y, a estar de los textos más antiguos, con la intervención de Zeus—[14] y da a luz un varón que será el héroe Perseo. Acrisio manda que la encierren en un cofre junto con su hijo y los arrojen al mar. Las olas llevan el cofre hasta Serifo, donde ambos llegan con vida. Ya adulto, Perseo realizó numerosas hazañas, entre las que se cuenta la muerte de Medusa; más tarde, la fatalidad le llevó a matar a su abuelo Acrisio.[15]

7.

El Balar popular de Irlanda. Balar y Acrisio. Ethné, hija de Balar, y Dánae, hija de Acrisio. Los tres hermanos y el triple Gerión. Su vaca y el rebaño de Gerión o de Caco. El hijo de Gavida y Perseo.


En un cuento irlandés, recogido actualmente de boca del pueblo, se encuentran los rasgos fundamentales de la leyenda de Perseo; y el dios Fomoré Balar resulta ser el abuelo que, como Acrisio, muere a manos de su nieto.
O'Donovan nos cuenta que el nombre de ese personaje vive aún en la tradición de toda Irlanda; y que, en ciertas partes de la isla, ese nombre —que antaño se escribía Balar Balcheimnech, "Balar el de los golpes poderosos", y hoy se ha convertido en Balor Beimeann, "Balor el de los golpes" — constituye el terror de los niños. Era un guerrero que vivía en la isla de Tory, antiguamente Torinis. Esta isla está situada al noroeste, en el océano Atlántico, pero a corta distancia de Irlanda. Allí es donde los evemeristas de cierta época situaron la residencia de los Fomoré, adversarios de la raza de Nemed, y la torre de Conann, en el intento de tomar la cual fue aniquilada dicha raza. Así pues, el Balar —o, más exactamente, el Balor— popular moraba en Tory, tal como lo hiciera el temible Conann de los manuscritos épicos.
Tenía un ojo en medio de la frente y otro en la parte posterior del cráneo. La mirada de este último era mortal, por lo que Balor lo mantenía permanentemente oculto y sólo lo descubría cuando quería desembarazarse de algún enemigo. De ahí que en Irlanda se use la expresión "ojo de Balor", suil Baloir, para dar a entender lo que en castellano llamamos "mal de ojo". Es el ojo cuya mirada, según el relato de la batalla de Mag Tured, hiere de muerte a Nuadu, rey de los Tuatha De Danann.
Un druida le predijo a Balor que sería muerto por su nieto. En este caso, el druida desempeña el mismo papel que el oráculo en la leyenda griega de Acrisio y Perseo. Como Acrisio, Balor sólo tenía una hija que se llamaba Ethné, o Ethniu, genitivo Ethnenn, según la antigua ortografía de este nombre. Tal es el nombre que en el siglo XI le atribuye el "Libro de las conquistas" a la hija de Balar. Como vemos, dicho nombre había permanecido vivo en la tradición popular. En Grecia, Ethné se llamaba Dánae.
Para desmentir la predicción del druida y no ser muerto por su nieto, Balor resolvió actuar de manera que ese nieto no llegara a existir jamás. Encerró a su hija en una torre inexpugnable construida en la cima de una roca casi inaccesible cuyo extremo se perdía entre las nubes y cuya base era azotada por las olas en la costa oriental de la isla de Tory. Aún hoy se muestra esa torre a los curiosos, y se la llama la gran Torre, Tor mor. Allí relegó Balor a la bella Ethné, dándole por compañeras y guardianas a doce mujeres cuya misión consistía en impedir que se acercara hombre alguno e incluso que Ethné llegara a sospechar que en este mundo existían hombres.
Ethné permaneció prisionera largo tiempo y se convirtió en una mujer de cumplida belleza; y, fieles a su consigna, sus compañeras jamás le hablaron de hombres. Sin embargo, desde lo alto de su torre, Ethné veía pasar navíos a menudo; y observó que esos navíos eran conducidos por seres humanos que no tenían exactamente el mismo aspecto que las mujeres que la rodeaban. Más de una vez pidió que le explicaran ese misterio, pero sus discretas compañeras se negaron a complacerla.
Hasta aquí, la tradición popular irlandesa coincide con la leyenda griega de Acrisio y Perseo y con el relato que, en el siglo XI, nos ofrece la tradición erudita irlandesa conservada por el "Libro de las conquistas". La torre situada en las costas de Irlanda donde se dice que Ethné fue encerrada por su padre es idéntica a las habitaciones de muros reforzados de bronce[16] donde, según el relato griego, el rey Argos retuvo prisionera a su hija Dánae. Pero una vez llegados a este punto, en el cuento que repite el pueblo irlandés encontramos intercalada una leyenda originariamente ajena al mismo: se trata de la que ha proporcionado a la mitología griega el combate de Heracles contra Gerión, el del triple cuerpo.
Sabemos que Gerión es un personaje de tres cabezas[17] e incluso tres cuerpos[18] que poseía un rebaño de vacas. Vivía junto con su rebaño en una isla situada más allá del Océano, y mantenía encerradas a sus vacas en un establo oscuro. Heracles lo derrotó y se llevó las vacas.[19] Heracles es una personificación del sol y las vacas representan los rayos de ese astro, mantenidos en la oscuridad por el dios de la noche y liberados al amanecer por el dios solar cuando el astro del día, hasta entonces privado momentáneamente de su brillo diurno, se alza luminoso sobre el horizonte. La fábula de Heracles y Gerión pertenece tanto a la mitología griega como a la latina, en la cual Gerión recibe el nombre de Caco. Pero volvamos a la leyenda irlandesa.
En el cuento popular irlandés, y conforme con la tradición antigua, hasta ese punto de la narración Balar personifica a la noche; pero de ahí en adelante y durante cierto tiempo, debido a una de esas alteraciones frecuentes en las literaturas populares modernas, va a confundirse con el dios del día y desempeñar el papel del semidiós griego Heracles.
En la costa irlandesa que se enfrenta a la isla en cuestión vivían juntos tres hermanos: Gavida, Mac Samhthainn y Mac Kineely, el primero de los cuales era herrero, mientras que el tercero tenía una vaca a la que llamaban Glas Gaivlen (o mejor Glas Goibhnenn), es decir, la vaca "azul del herrero". Su leche era tan abundante que despertaba la envidia de todos los vecinos; muchas veces trataron de robarla, por lo que era necesario vigilarla continuamente.
Fácil resulta reconocer al triple Gerión en los tres hermanos; y, si bien las vacas de aquél, en este caso, han sido reducidas a una sola, ésta produce, en compensación, una prodigiosa cantidad de leche. Balor quiso apoderarse de esta vaca maravillosa. Hasta entonces había adquirido fama mediante numerosas hazañas: había capturado varios navíos, había encadenado a muchos guerreros vencidos y sus expediciones a la vecina costa de Irlanda le habían procurado abundante botín. Pero le faltaba algo: poseer la Glas Gaivlen, la vaca azul del herrero.
Para conseguirla recurrió a la astucia: se presentó en la forja en el momento en que la vaca era guardada por uno de los tres hermanos, quien cometió la imprudencia de confiar en Balar y dejar el cabestro de la preciosa vaca en manos de este ambicioso sin escrúpulos que, rápido como el relámpago y tirando de la vaca por la cola, regresó a su isla. Penetró en ü;            ella por el puerto que hoy se llama Port na Glaise, "el puerto
de la Azul". En este relato aparece un rasgo perteneciente a la leyenda romana de Caco. Caco, desdoblamiento de Gerión, arrastra las vacas de Heracles por la cola.[20]
 Mac Kineely, el propietario de la vaca, quiso vengarse de Balor. Guiado por los consejos de un druida y un hada, se disfrazó de mujer y el hada lo llevó en alas de la tempestad hasta el otro lado del estrecho que separaba su morada de la isla donde vivía Balor. El hada se detuvo con él sobre la cima de la roca donde se elevaba la torre en que vivía prisionera la hija de Balor, la bella Ethné, y habló así: Vengo acompañada de una noble dama a la que he rescatado de las manos de un hombre tan cruel como audaz que la había arrancado de su familia. Vengo a pedirte asilo para ella. Las guardianas de Ethné no se atrevieron a ignorar el pedido del hada, quien penetró en la torre con Mac Kineely y sumió en un sueño mágico a las doce matronas. Cuando despertaron, tanto el hada como su pretendida compañera habían desaparecido. El hada se había elevado por los aires con Mac Kineely y lo había trasladado fuera de la isla, hasta la costa opuesta, por la misma ruta aérea que emplearan para llegar a ella. Así pues, al despertar, las doce matronas encontraron sola a Ethné; pero ésta, como Dánae, estaba encinta.
Sus guardianas le dijeron que la visita del hada y su compañera sólo había sido un sueño, y le recomendaron que no se lo mencionara jamás a Balar. Pero, pese a tales recomendaciones, el noveno mes tocó a su fin; y, fenómeno poco común, Ethné dio a luz tres hijos. Desde luego, fue imposible ocultarle este hecho a Balar, quien se apoderó de ellos y mandó que los envolvieran en una sábana sujeta con un alfiler y los arrojaran en un abismo marino. Para alcanzarlo era preciso que la persona a la que se le confió esta misión atravesara un pequeño golfo; y justamente cuando lo surcaba, el alfiler se desprendió de la sábana y cayó al agua junto con uno de los niños. Cuando el portador de la carga llegó al abismo, en la sábana sólo quedaban dos niños. Así pues, los ahogó y volvió donde Balar, quien creyó que su despiadada orden había sido debidamente cumplida.
¿Qué se hizo del niño caído en el golfo? Antes de responder a esta pregunta, diremos que todavía hoy se muestra el lugar donde se dice que se produjo este accidente, lugar conocido como "Puerto del alfiler", Port-a-Deilg. Cuando el alfiler se desprendió y el niño cayó al agua, allí se encontraba, invisible, el hada a la que debía su nacimiento, la cual lo tomó en sus brazos, se elevó por los aires, atravesó el estrecho, ganó la costa de Irlanda y llegó a la morada de Mac Kineely, a quien entregó el recién nacido a la vez que le informaba que se trataba de su hijo. Mac Kineely confió la criatura a su hermano Gavida, el herrero, quien la crió y le enseñó su oficio.
Entretanto, Balor creía haber derrotado al destino; pero no había perdonado la injuria infligida a su hija y que recaía sobre él mismo. Cuando supo por su druida el nombre del culpable, decidió vengarse. Un día atravesó el estrecho con una tropa de guerreros y sorprendió a Mac Kineely. Lo tomó por los cabellos, mientras que otros guerreros sostenían los pies y manos del desdichado, imposibilitado de defenderse. La cabeza de Mac Kineely, extendido sobre una piedra blanca, fue cortada por Balor: su sangre corrió sobre la piedra y trazó vetas rojas que todavía hoy se muestran a los curiosos, y que, según los campesinos irlandeses, constituyen testimonios irrecusables de ese lúgubre y antiguo episodio. Se la llama piedra de Neely, por abreviatura de piedra de Kineely. Da nombre a dos parroquias; y, en 1794, un anticuario local, sin cambiarla de lugar, la hizo colocar sobre un pilar de dieciséis pies de altura: a sus ojos, constituía uno de los más respetables y serios monumentos de la historia irlandesa.
Pero volvamos a Balor. La muerte de Mac Kineely había borrado de su espíritu cualquier huella que pudiera quedar de la pena provocada por el parto de Ethné. Su felicidad era completa y ninguna nube turbaba el claro cielo de sus esperanzas. Gavida, hermano del desdichado Mac Kineely, se había convertido en herrero suyo; y, desde luego, Balor no sabía que uno de los tres hijos de Ethné había escapado de la muerte, y que ese hijo era el joven obrero que ayudaba a Gavida. Era preciso que se cumpliera la profecía del druida, y ese joven era quien debía materializarla matando a su abuelo. El joven sabía muy bien lo que Balor ignoraba: que era hijo de Mac Kineely y que éste había perecido a manos de Balor. Visitaba a menudo el lugar donde se había cometido el asesinato; sentía correr sus lágrimas y no regresaba a su casa sin haber jurado vengar a su padre.
Un día Balor fue a la forja. Gavida estaba ausente y el joven obrero se encontraba solo. Balor se puso a conversar con él y le contó sus hazañas, sin omitir el asesinato de Mac Kineely, del que se jactó como si se tratara de una de sus proezas más honrosas. Había llegado el momento que los decretos del destino fijaran para la venganza. El joven herrero sintió hervir en sus venas la sangre de su padre. Estaba junto a la fragua, donde unas barras de hierro enrojecían a la espera del golpe del martillo. Tomó una y, golpeando a Balor por detrás, introdujo el hierro candente en el ojo mágico habitualmente cerrado que sólo se abría para aniquilar a los infortunados a quienes alcanzara su mirada. Balor cayó: estaba muerto. Así como en Grecia Perseo mató a su abuelo Acrisio, también el joven herrero mató al suyo, y ese acontecimiento justificó la profecía del druida igual que el otro confirmara la predicción del oráculo griego; y en Irlanda, además, se satisfizo a la justicia, ya que el crimen cometido por Balor al matar a Mac Kineely fue legítimamente castigado. Como se puede ver, en este cuento que nos ha conservado la tradición aparecen dos de los nombres propios contenidos en los monumentos del siglo XI: el de Balar, hoy Balor, y el de su hija Ethniu, hoy Ethné. Pero parece que los narradores populares han olvidado cómo se llamaba el joven matador de Balor. Por nuestra parte, ya hemos visto que ese joven fue Lug, el Hermes griego, el Mercurio grecorromano; en fin, uno de los Tuatha De Danann.

8.

Los tres obreros de los Tuatha De Danann y los tres Cíclopes de Zeus según Hesíodo.


Gavida el herrero y sus dos hermanos forman una tríada cuyo origen se encuentra en un detalle de la segunda batalla de Mag Tured. Recordemos a los tres obreros que fabricaban las armas de los Tuatha De Danann y cuya habilidad constituyó una de las causas de la derrota de los Fomoré. El primero de ellos era Goibniu, herrero; su nombre deriva del irlandés antiguo goba (genitivo gobann), "herrero", que actualmente se pronuncia gava; de ahí el moderno derivado Gavida de la leyenda popular. Esos tres obreros asociados a la victoria de los dioses del día y de la vida —en irlandés Tuatha De Danann— sobre los de la noche y la muerte —en irlandés Fomoré—, son idénticos a los tres Cíclopes de poderoso coraje, Brontes, Estéropes y Arges, quienes dotaron a Zeus con el trueno y fabricaron para él el rayo,[21] es decir, los dardos que aseguraron la victoria del dios solar Zeus en su combate contra los dioses de la muerte y la noche, a quienes los griegos denominaban Titanes.[22] No debemos olvidar los procedimientos maravillosos que, durante la batalla de Mag Tured, emplearon Goibniu y sus dos compañeros para fabricar las lanzas con que los victoriosos Tuatha De Danann atravesaban a sus desdichados enemigos los Fomoré. En el cuento popular, el herrero Gavida y sus dos hermanos se oponen a Balor o Balar, el guerrero Fomoré; y la barra de hierro al rojo con que Balar resulta mortalmente herido proviene justamente de la forja de Gavida. Existe allí un fondo de tradiciones comunes, así como una teoría dualista genéricamente más desarrollada en Irlanda que en Grecia. A veces, sin embargo, ocurre lo contrario: así, por ejemplo, en Irlanda no encontramos los desdoblamientos griegos de los Cíclopes —Coto, Briareo y Giges—, esos tres guerreros de cien brazos cuyo concurso, según Hesíodo, contribuye a la victoria de Zeus contra los Titanes.[23]




[1] "Los trabajos y los días", verso 169; Píndaro, "Olímpicas", II, versos 70, 76; edición Teubner-Schneidewin, t.I, p. 17.
[2] "Los trabajos y los días", versos 109-112.
[3]      Apolodoro, "Biblioteca", libro II, c. I, sec, 3, par. 4. Didot-Müller, "Fragmenta historicorum graecorum", l.1, p. 126.
[4]      "Ilíada", l. II, versos 103, 104, l. XXIV, verso 24, etcétera. Ver también "Odisea", l. I, verso 84; "Himno a Histia", verso 7; Hesíodo, "Los trabajos y los días", verso 77. Apolodoro, a quien debemos la conservación de la fábula que explica el compuesto , escribió hacia mediados del siglo II antes de nuestra era. La corrección ; es una concepción relativamente moderna que, a pesar de la autoridad de que están revestidos los sabios actuales que la aceptan, nos parece inadmisible. Sobre las representaciones figurativas, ver el artículo "Argus", en el "Dictionnaire des antiquités grecques et romaines", de MM. Daremberg y Saglio.
[5]      : Esquilo, "Prometeo encadenado", verso 588.
[6]      : Esquilo, "Las suplicantes", versos 18, 275.
[7]    
"Ilíada", XXI, 446-447. En la "Ilíada", VII, 452, 453, Poseidón tiene por socio a Febo; pero, en el libro XXI, Febo era pastor del rey de Troya, mientras que Poseidón era albañil al servicio de ese príncipe.
[8]      « , » "Ilíada" l. VI, verso 182.
[9]      Sobre Belerofonte y la Quimera, ver "Ilíada", libro VI, versos 155-183.
[10]     Hesíodo, "Teogonia", verso 325.
[11]     Ver los artículos "Bellerophon" y "Chimæra" en el "Dictionnaire des antiquités" de MM. Daremberg y Saglio.
[12]     Esquilo, "Prometeo", versos 798-800 de la edición Didot. Cf. Hesíodo, "Teogonia", versos 274-280.
[13]     "Ilíada", libro XIV, versos 319, 320. "Escudo de Heracles", versos 223 y siguientes.
[14]     "Ilíada", libro XIV, versos 313-320. Herodoto, VII, 61. Ver también el pasaje de Sófocles que citamos en la nota siguiente.
[15]     Apolodoro, libro II, c. IV. Este autor escribió en el siglo II a.J.C Pero sobre ciertos detalles existen testimonios más antiguos, tales como los versos de Simónides sobre el viaje de Dánae a través del mar, encerrada en su cofre. Bergk, "Anthologia lyrica", editio altera, p. 444. Lo mismo vale para el pasaje de la "Antígona" de Sófocles, versos 944-950, donde se habla de la prisión de Dánae y de la lluvia de oro de Zeus que la hizo concebir. El primero de esos dos autores, Simónides, murió el año 468 a.J.C; Sófocles, el segundo, terminó su carrera en 406.
[16]     . Sófocles, "Antígona", verso 945.
[17]     . Hesíodo, "Teogonia", verso 287.
[18]     ;. Esquilo,   "Agamenón",  verso   870.   Según   Apolodoro. "Biblioteca", libro II, c. V, sec. 10, par. 2, esos cuerpos habrían estado reunidos por su parte media, compartiendo un vientre común. "Fragmenta historicorum graecorum", t. I, p. 140.
[19]     Hesíodo, "Teogonia", versos 287-294.
[20]     Cauda in speluncam tractos, versisque viarum
        Indiciis raptos, saxo occultabat opaco.
"Eneida", l. VIII, versos 210-211.
[21]     Hesíodo, "Teogonia", versos 139-141. Cf. Ibidem, versos 504, 505.
[22]     El trueno y el rayo son llamados los dardos, , de Zeus en los versos 707 y 708 de la "Teogonia" de Hesíodo, versos que forman parte del relato de la batalla sostenida entre Zeus y los Titanes.
[23]     Hesíodo, "Teogonia", versos 147-159, 618-628, 644-663, 669-675, 713-718, 734, 735, 815-819. Sobre Briareo, ver también la "Ilíada", 1, I, versos 401-407.

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