domingo, 13 de octubre de 2013

Los nueve dioses

Shu y Tefenet fueron los primeros de los hijos de Ra-Atum. Ellos se quisieron con un amor tan grande y profundo que, al cabo de poco tiempo, Tefenet dio a luz unos gemelos. El primero en nacer fue Geb, el dios de la tierra, y el segundo, Nut, diosa del cielo.

Geb amaba a su hermana apasionadamente, la bella Nut, y durante muchísimo tiempo permanecieron fuertemente abrazados. Como consecuencia de tal efusión el cielo se mantenía estrecho contra la tierra y entre ellos no quedaba espacio para que pudiera alguien vivir o crecer.

Al final, Ra-amun cogió enormes celos del gran amor de Nut por Geb y con gran ira tomó la decisión de que nunca más pudieran estar juntos. Para ello ordenó al padre de ambos, Shu, que hiciera algo para separarlos definitivamente. Así se lo hizo saber y el poderoso dios pisó a Geb para que no pudiera elevarse. Luego levantó a Nut con las manos y la mantuvo, de esta forma, muy por encima de su hermano, de manera que les mantenía separados. A pesar de que Nut esperaba un hijo, Ra-Amun la maldijo, como castigo por su actitud anterior, para que fuera incapaz dar a luz ninguno de los días del año.

Al verse separados de una forma tan violenta, Geb luchaba sin descanso y con gran valentía bajo los pies de su padre, mientras que Nut intentaba abalanzarse hacia abajo para acercarse a él, pero no había forma de que se pudieran alcanzar y con ello su tristeza y desesperación fue en aumento.

Mientras tanto, el Creador había ido dando vida a muchos otros seres, entre ellos a Thot, el más sabio de los dioses. Un día, Thot levantó los ojos y vio el bonito cuerpo de Nut encima del mundo, mientras se debatía por regresar hasta su amado, y la amó de una forma tan pura y profunda que se compadeció de ella.

Decidió prestar su ayuda a la infeliz diosa para que al menos pudiera dar a luz a sus hijos, e inmediatamente inventó el juego de las damas. Entonces, decidió desafiar a los demás dioses a que jugaran contra él siempre y cuando utilizaran el tiempo a modo de apuesta. Poco a poco, el sabio dios consiguió ir ganando a sus contrincantes hasta obtener de ellos cinco días.

El Creador había fijado la duración del año en trescientos sesenta y cinco días, pero Thot le añadió el tiempo que había ganado y lo alargó en cinco días más. Este periodo no estaba sometido al curso de Ra-Atum, y de esta forma Nut pudo finalmente dar a luz a sus hijos.

El primer día dio a luz a un niño ya coronado, que fue llamado Osiris. El segundo día llegó Haroeris y el tercero, después de grandes dolores, Seth. Los días cuarto y quinto llegaron al mundo las dos hijas, Isis y Neftis.

Osiris e Isis se habían enamorado en el interior del vientre de su madre y no tardaron demasiado en convertirse en marido y mujer.

Seth y Neftis también se casaron con el tiempo, pero nunca existió un verdadero amor entre ambos.

Las dos hijas de Nut eran totalmente diferentes de carácter. Isis era valiente, bella y astuta, la Señora de la Magia, más sabia que millones de hombres, mientras que Neftis era leal y dócil.

Los hermanos Osiris y Seth tenían, si cabe, todavía más diferencias. Osiris era hermoso, gallardo noble y generoso, mientras que Seth tenía la cabeza de bestia salvaje y ello ya delataba su naturaleza, porque era ambicioso, maligno y cruel. Nunca pudo perdonar a Osiris que fuese su hermano mayor y, por tanto, el destinado a ocupar el trono.

Ra-Atum, con sus hijos Shu y Tefenet, sus nietos Geb y Nut y sus biznietos Osiris e Isis, Seth y Neftis, fueron adorados como los nueve grandes dioses bajo el nombre de la Enéada.

El Creador fue dando existencia a muchos otros dioses y diosas y llenó el cielo de encima y debajo de la Tierra de espíritus, demonios y divinidades menores. Vivieron todos ellos bajo el poder del primero de todos.

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