Los eslavos ofrecían a esos ídolos de madera tosca que, según sus creencias, encarnaban a sus míticas deidades, sacrificios cruentos de anímales; pero también mantenían activo un ritual salvaje que consista en ajusticiar, para mayor gloria de sus rústicos dioses, a todos aquellos que capturaban como prisioneros en los campos de batalla. Todo lo cual les diferencia de otros pueblos europeos cuya civilización no daba pie a tamañas atrocidades. Esta etnia dispersa por Europa se componía de diversos grupos que no tenían en común más que su propia barbarie, materializada en las continuas luchas que manteníanentre ellos.
Durante el medievo las continuas incursiones de pueblos germanos por occidente, de guerreros tártaros por oriente y de otomanos por el sur, hicieron a los eslavos aferrarse aún más a un género de vida patriarcal y tribal, desechando toda clase de relación, por lo que los germanos les llamaban "slav", concepto que derivó en el término "esclavo". En realidad eran esclavos de sus propias costumbres cargadas de cerrazón e ignorancia, sin apenas orden ni cohesión sociales.
Practicaban, además, el enterramiento o la cremación de sus cadáveres y se instaba a las mujeres de los muertos a perecer quemadas en la misma hoguera que sus difuntos esposos, con lo que apenas tenían aquéllas tiempo de estrenar su viudedad. Se organizaban juegos y banquetes durante el tiempo que duraban los funerales, y no importaba que la comida fuera abundante, puesto que existía la creencia de que los propios cadáveres comerían las sobras.
Unidos por una misma lengua.
Los eslavos se hallan tan diversificados, desde el punto de vista étnico, que se hace necesario hallar un criterio único para su clasificación; y, por lo mismo, todos los investigadores coinciden en afirmar que únicamente la lengua cumple el requisito de universalidad. Todos los pueblos eslavos —los eslavos bálticos,los del norte, los orientales o balcánicos, es decir, rusos, ucranianos y rusos blancos, los eslavos occidentales, es decir, checos, eslovacos, polacos, etc., los eslavos meridionales, o sea, servios, croatas, búlgaros...— pertenecen a una misma familia lingüística que, a su vez, compone una de las más numerosas comunidades de hablantes dentro del grupo de lenguas indoeuropeas.
El origen de los eslavos no está muy claro, aunque se acepta por lo común que provienen de la zona occidental rusa y que, enseguida, fueron extendiéndose y acotando unos territorios que quedaban bajo su influencia. Por ejemplo, los eslavos fueron asentándose en Ucrania, Polonia y Rusia Blanca. Historiadores
como Plinio y Tácito nos dan testimonio de la existencia de eslavos en las zonas que hemos citado. Debido a su primitivismo, y a su paganismo, algunos evangelizadores cristianos hablaban de ellos en tono despreciativo y los colocaban como una "de las razas humanas más viles y repugnantes". Tal juicio de valor, vertido por un cualificado apóstol que vivió en el siglo VII (d. C.),parece que, cuando menos, no se halla acorde con los principios que el cristianismo defiende, especialmente con el concepto de persona humana.
También algunos narradores griegos de la época clásica nos hablan de los pueblos eslavos; y aluden, también, a este pueblo numeroso y excesivamente tribal, geógrafos árabes y astrónomos de fama, como es el caso de Ptolomeo.
Ancestro guerrero.
Aunque es frecuente hallar opiniones acerca de la organización de los eslavos, que niegan a éstos todo tipo de ilación social y, por lo mismo, no se les reconoce apertura alguna hacia otros pueblos vecinos, con lo cual se resentirían sus creencias míticas y su pautas rituales, lo cierto es que los eslavos mantuvieron vínculos con otros pueblos de su misma área de influencia. Esto se demuestra al conocer la impronta mítica y legendaria que impregnaba casi todo el que hacer de este legendario pueblo, Además, muchas de sus personificaciones, supersticiones y prácticas mágicas, son muy similares a las de los pueblos vecinos.
Por tanto, podemos afirmar que los eslavos mantenían cierta vinculación con los pueblos germanos y,también, se relacionaban con los hunos y los turcos.
De ahí que muchas de las leyendas de todos estos pueblos, de fuerte ancestro guerrero, tengan en común precisamente ese aspecto bruto, o despiadado, que emana de sus deidades y héroes. Aunque, por otro lado, también los dioses de la mitología clásica, es decir, de Grecia y Roma, eran crueles y duros, pues con
frecuencia infligían terribles castigos a la población, Luego, esto de presentar a las diversas deidades, y a los distintos héroes, plenos de crueldad, en muchos casos, es una constante en la historia de las distintas razas y etnias. Acaso se deba a la costumbre de los seres humanos —tan antigua como ellos mismos— de atribuir a los seres superiores las cualidades que los mortales añoran, y los defectos que desprecian; lo que se conoce, en definitiva, con el nombre de antropomorfismo.
No tan desordenados
En ocasiones, los historiadores, al igual que los estudiosos del rito y del mito, se limitan a seguir y aceptar las tesis y opiniones de sus antecesores, sin haber comprobado antes por sí mismos los datos y pruebas que se aportan en una determinada investigación, con lo cual nunca darían pábulo a ciertos asertos que, a medio plazo, se han demostrado espurios y, por lo mismo, faltos de toda objetividad. Tal ha sucedido con los pueblos eslavos, de los que siempre se ha dicho que carecían de la más mínima sensibilidad por el orden social; cuando lo cierto es que acaso sucediera todo lo contrario.
Y, así, los pueblos eslavos se organizaban en clanes y grupos, y se constituían en federaciones para, a continuación, formar las diferentes tribus que ocuparían grandes extensiones de terreno, necesario para el cultivo de forma Mancomunada. Esto constituirá el soporte de míticas leyendas sobre el denominado espíritu del grano. Y, así, cuando los eslavos iban a la siega existía la costumbre de poner un mote a quien atara la última gavilla. Esta, por lo demás, recibía el nombre de "la baba" (término que significa "la vieja"), porque
se suponía que en ella se hallaba sentada una vieja bruja —a la que se atribuía cierto poder maléfico— que traerá desgracias sin cuento a quien se atreviera a retirar esa última gavilla que servía de mullido asiento a tan singular personaje.
Si le corresponda a una mujer recoger la última gavilla, podría sobrevenirle, dentro de ese mismo año, un imprevisto serio como, por ejemplo, quedarse preñada.
No solo pueblos guerreros
Es cierto que los eslavos terminaron por convertirse en una gran potencia guerrera, en parte porque tenían que defenderse de las continuas acechanzas de sus enemigos y, en parte, porque su sistema social, de fuerte raigambre patriarcal y, por lo demás muy peculiar, no permitía la formación de grupos numerosos. Lo
cual, acaso atomizaba excesivamente la población tribal pero, por otro lado, aseguraba una autónoma a los diferentes clanes y tribus que conducía, sin lugar a dudas, hacia la constitución de una especie de diversidad dentro de la unidad que, por lo mismo, resultaba muy práctica en todo momento. Los eslavos no sólo vivían de la agricultura sino que también practicaban la caza y la pesca, además de ser expertos apicultores y ganaderos. Y aquí estará la base de una leyenda eslava referida a la protección de las reses por los árboles y la vegetación. Al igual que entre los romanos se hacía necesario expulsar al ViejoMarte, a principios de año, lo cual simbolizaba la expulsión de la destrucción y la muerte, los eslavos hacían algo similar con los espíritus del bosque; creían necesario que sólo los árboles —entre los que consideraban más sagrados a la encina y al nogal— protegerían con sus tupidas ramas a todo su ganado. Por lo mismo, habría que expulsar a la muerte de aquellos bosques, la cual se materializaba en el dios de la vegetación; aunque también existía otra
interpretación que explicaba que todo el ritual consistía, a la postre, enconmemorar la llegada de un año nuevo, para lo cual se hacía necesario apartar y alejar al año viejo hacia tierras lejanas y, a poder ser,pobladas por etnias enemigas.
El alba del mito eslavo
Puesto que los germanos terminaron por colonizar toda la ribera del Danubio, y se extendieron hacia el este del macizo alpino, bien que presionados por diversas hordas y tribus que provenían de oriente y necesitaron emigrar a otras zonas más bajas, acaeció que los pueblos eslavos quedaron divididos en dos partes, la occidental y la meridional. Por esto no puede generalizar se nunca al hablar de los mitos y leyendas eslavas, ni mucho menos uniformar la idiosincrasia propia de estos pueblos.
Lo cierto es que, en un principio, los eslavos se asentaron en la zona este del río Elba y, por lo mismo, sus incipientes mitos guardan relación con el espacio inmenso, y lleno de luz, con los extensos bosques y la apretada vegetación, con las fuentes, ríos y torrentes, con las montañas y las nubes...
Casi todos los mitos eslavos se resuelven en forma de aporías o pares decontrarios y, así, lo primero que personalizaron y deificaron fue la luz y lasombra, de donde saldrán el dios blanco y el dios negro. El primero de ellos será benéfico y protegerá los campos y las cosechas; también guiará a todos aquellos que se adentren en el bosque —siempre que no hayan cortado árbol alguno, ya que el espíritu de lo arbóreo perseguirá para siempre al leñador y le infligir desgracias sin cuento; y es que los eslavos, al igual que los germanos y otros pueblos de la antigua Europa, tenían un concepto animista de la naturaleza y, por lo mismo, pensaban que los árboles, por ejemplo, sufrían si se cortaban. Además estaban considerados como sagrados e intocables— y no encuentren la salida.
Deidad blanca Deidad de la luz
El dios negro, en cambio, es una deidad que mora en las tinieblas —algo similar al dios griego Hades, considerado como el soberano de los oscuros abismos subterráneos— y, por tanto, se la tiene por maligna y peligrosa. Sin embargo, es necesario saber que está ahí puesto que, según los brujos o adivinos —la misión de éstos, entre los eslavos, era similar a la de los sacerdotes griegos y romanos, y a la de los druidas célticos y galos—, hay un dios arriba y otro abajo. El más esencial de los asertos herméticos —que entre los alquimistas cobra especial importancia a la hora de descubrir la proporción exacta de sus mezclas con distintos metales— viene a decir algo muy parecido, a saber, que lo que está arriba es como lo que está abajo, o lo mismo es afuera que adentro.
Las plegarias más simples de los eslavos se dirigen al dios blanco, que habita en el cielo y nos regala la luz. De aquí que en la cosmología de estos pueblos se dé tanta importancia al Sol, considerado como la luminaria por excelencia, merced a la cual nunca triunfan las tinieblas, ni el frío. Además, el Sol será la personificación de un dios justiciero, que hostigará a los malos y, por el contrario, premiará a quienes hayan seguido una conducta ejemplar. La acción virtuosa, por tanto, tiene preferencia dentro de la sociedad eslava sobre la conducta pícara e interesada, todo lo cual parece indicar la existencia de atisbos míticos que caracterizarán a los herederos de aquella etnia eslava tribal.
Dios sol
Ese dios Sol recibirá el nombre de "Dazbag" o Majbog" y se le relacionará con la otra luminaria, es decir, con la Luna. Tendrán, según la mitología eslava, hasta descendientes, que serán las estrellas.
El dios blanco, o bondadoso, enviaba a las hadas que moraban en las nubes, en los montes y en los bosques. Eran las "Wilas" que tenían poderes para ordenar a los ríos que abandonaran su cauce y se desbordaran; también tenían la capacidad de producir tormentas y, si se lo ordenaba el espíritu de los bosques, de los ríos o de las montañas, no permitían que ningún viajero transitara por esos
lugares.
También adoraban a "Vorusú" o "Volosse", al que consideraban protectorde sus rebaños y ganados. Celebraban la llegada de la primavera con ofrendas al dios "Yarovi" o "Yarilo" al que tenían por una deidad que hacía llegar a los campos la fuerza para que fertilizaran frutos y cereales; era el dios de la
primavera.
Cuando los eslavos se reunían para conmemorar ciertas efemérides, brindaban y bebían de una misma copa, mientras evocaban el nombre de las dos deidades esenciales, pues así lo prescribían sus brujos y sus ritos; es decir, llamaban al dios blanco y al dios negro, o al dios benéfico y al dios maléfico pues, de lo contrario, no se cumplirá ninguno de los deseos expresados en semejantes rituales. El miedo a los fenómenos naturales, como huracanes, tormentas, diluvios, terremotos, etc., hizo que los eslavos crearan sus propios
dioses y héroes.
Leyendas eslavas
Numerosas historias, supersticiones, leyendas, ritos y magia, jalonan la actividad mitológica de los pueblos eslavos. Aparte de adorar a las fuentes, a los árboles, a las diferentes ninfas que poblaban la naturaleza, y que cautivaban con su baile y su belleza a los viandantes que atravesaban los bosques o que se paraban a beber el agua fresca de un manantial, los eslavos tenían otras divinidades, que cumplían la misma función que las denominadas "divinidades mayores" en el mundo clásico. Ya hemos citado a su dios supremo Perunú,
considerado como dueño y señor de las tempestades y de la lluvia, y que tenía por atributo al rayo. Numerosos ídolos de madera representaban a tan poderosa deidad. En ocasiones eran efigies tetramorfas, con cuatro rostros, cuatro cuellos o cuatro cabezas; en sus manos llevaban armas poderosas y otros utensilios,tales como cuernos que les servían para saciar su sed y para catar el vino que los brujos, o sacerdotes, tenían que ofrendarles una vez al año, para lo cual organizaban una especie de rito iniciático, denominado rito del vino.
Entre los germanos asentados en las orillas del mar Báltico, esa divinidad tetramorfa de cuatro cabezas era invocada con el nombre de "svitovi" y, cada una de las cabezas que aparecía representada en ídolos o figuras labradas, apuntaba en dirección a otros tantos puntos cardinales.
En ocasiones, los ídolos tenían, además de las cuatro caras aludidas, unaquinta en el pecho y, junto a ellos, aparecía una silla de montar y una brida que pertenecían al corcel blanco de la deidad.
Simbolismo del caballo
Todo lo anterior nos lleva a considerar que al igual que los celtas y los galos, que tenían al caballo como un animal sagrado, y existía la prescripción de no comer su carne, los eslavos también valoraban al caballo hasta el punto de deificarlo. Y, así, uno de sus dioses superiores era el dios—caballo "Svantovi", que protegía a los guerreros en las batallas. También se le atribuía la particularidad de conocer el porvenir y, en tal sentido, existían una especie de rituales prebélicos, en los que se sacrifica un animal para que, en sus resuellos y jadeos, se interpreta por los brujos todo lo que sucedería en la batalla que se iba a librar. En cierto modo, esta especie de magia no resolvía claramente las cuestiones planteadas, sino que toda respuesta dada en las condiciones apuntadas resultaba, cuando menos, ambigua; era algo similar a lo que ocurría con los oráculos griegos.
Lo cierto es que, entre los eslavos, el caballo encerraba una gran significación mítica y, con frecuencia, este animal aparecía relacionado con las respuestas de los oráculos, y con toda clase de augurios, a los cuales era muy aficionado el pueblo eslavo.
Siempre estaban considerados los caballos como animales sagrados, que respondían a sus peticionarios con frases cargadas de significación emblemática y simbólica, las cuales debían ser descifradas, después de emitidas, exclusivamente por los brujos o sacerdotes de las distintas tribus o grupos.
Leyenda del fuego
Como otros muchos pueblos de ascendencia tribal, los eslavos también adoraban al fuego y tenían a un dios del fuego al que denominaban "Svarogich".
En torno a él circulaban numerosas leyendas, trasmitidas de viva voz, y celosamente guardadas y memorizadas por los más ancianos de las diversas tribus. Existía la prohibición de vocear cuando el fuego chispeaba y crepitaba; todos los jóvenes eran instruidos al respecto para que guardaran silencio mientras el fuego estaba reavivado. Tampoco debían realizarse ningún tipo de promesas o juramentos mientras el fuego estuviera vivo y chispeante. Todo esto formaba parte de un ritual del fuego que, aún en la actualidad, permanece — acaso con algunas variantes — en muchos lugares de Europa.
Algunos estudiosos de los ritos y costumbres de los pueblos eslavos, por ejemplo el prestigioso investigador Frazer, nos describen la importanciasimbólica, mítica y emblemática que, para determinadas tribus eslavas, tienen el fuego y sus residuos. Así, en "La Rama Dorada" podemos leer lo siguiente: "Los Huzules, pueblo eslavo de los Cárpatos, encienden el fuego por fricción de madera en la víspera de Navidad (cómputo antiguo el cinco de enero) y lo mantienen ardiendo hasta la noche duodécima.
Es verdaderamente notable cuán corriente parece haber sido la creencia de que si se guardan los restos del leño de Pascua durante todo el año, tendrán poder para proteger la casa contra incendios y especialmente contra los deslumbramientos y destellos. ( .... ) Que las virtudes curativas y fertilizantesatribuidas a las cenizas del leño de Pascua, del que se cree que sana tanto al ganado como a las personas, que habilita a las vacas para tener terneros y que promueve la fertilidad de la tierra, puedan derivarse o no de la misma fuente
antigua, es una cuestión que merece considerarse".
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