Antonio Maria era un paisano correntino natural de
Yaguareté-Corá; nombre Guaraní de la actual Concepción, su destino lo llevo a
establecerse en un islote de la Laguna Iberá y con el tiempo se hizo un afamado
curandero de la zona, amigo de "los pobres".
Practicaba el abigeato y tenía habitos pendencieros. Posiblemente en estado de
ebriedad mato a la que era su compañera porque supuestamente estaba embarazada
por el Diablo. Fue perseguido por la policía y luego muerto junto con varios de
sus compinches.
Sin embargo, la superstición popular creó un culto a Antonio María y al pie de
un TIMBO' bajo el cual solía guarecerse, levantaron varias cruces (Curuzú Jhetá
significa muchas cruces).
Todos los tres de Mayo (Día de la Cruz) acceden allí muchos
"promesantes" que han deificado al citado individuo, con el objeto de
encender velas, formular pedidos, y cumplir promesas. Con ramitas del timbó
hacen cruces que estiman milagrosas, así como las aguas de un arroyo cercano.
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