En
otra ocasión Buda visitó el devaloka o
cielo conocido como el Tavatimsa y
permaneció allí tres meses. Indra se apresuró a preparar el trono para que Buda
se sentara en él, pero temía que fuera demasiado grande; realmente, éste medía
cerca de quince leguas de altura, mientras que la altura de Buda era de doce
codos. Sin embargo, no bien Buda se acercó, se encogió hasta una altura
conveniente. Permaneció, sin embargo, con su largo original, y Buda, por ello,
hizo el milagro de extender su traje de todos lados por una distancia de más de
mil millas, de modo que el trono parecía especialmente hecho para el
predicador. Los devas, conducidos por Matru, que había sido recientemente madre
de Buda, pidieron a Buda que expusiera el abhidharma.
Muchos miles de devas y brahmanes entraron por las sendas.
Cuando
llegó el momento en que Buda debía regresar a la Tierra, hidra hizo que tres
escaleras se extendieran desde el cielo a la Tierra, dos de oro y una de plata.
Por una de las escaleras de oro, cuyos escalones eran alternativamente de oro,
plata, coral, rubí, esmeralda y otras piedras preciosas, descendió Buda,
precedido de Indra soplando su concha. Por la otra escalera de oro bajaron los
devas con instrumentos de música, y por la escalera de plata los bramanes,
llevando paraguas. Así Buda volvió a su propia ermita.
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