Una vez
creados todos los seres que debían hacer compañía a los dioses, se dio la vida
al hombre.
Hubo quien
dijo que la humanidad había brotado directamente de las lágrimas de alegría que
había volcado Ra-Atum cuando recuperó a Shu y Tefenet de las aguas del caos.
Otros contaban
que el primer hombre había sido modelado por Khnum, el dios con cabeza de
cordero, en su torno de ceramista. Después de haber dado la vida a sus nuevas
criaturas, el Creador les hizo una tierra para que vivieran en ella: se trataba
del reino de Egipto.
Ra-Atum
protegió Egipto de posibles peligros con enormes barreras de desierto, pero
decidió crear también el río Nilo para que sus aguas lo inundasen
periódicamente y así sus habitantes podrían tener ricas y abundantes cosechas.
Después fue haciendo el resto de países y precisamente para ellos puso un Nilo
en el cielo, lo que denominamos lluvia.
Ra hizo a su
vez que existieran las estaciones y las divisiones temporales (meses) y cubrió
la tierra de árboles, hierbas, flores y vegetales de todo tipo. Finalmente creó
todas las especies de insectos y peces, de pájaros y animales terrestres, y les
infundió el aliento de la vida.
Ra-Atum,
contento y satisfecho con cuanto veía a su alrededor, es decir, su propia
creación, se paseaba cada día sin descanso por su reino o bien navegaba por el
cielo con la Barca
de Millones de Años.
Cada vez que
veían el Sol, las criaturas vivientes de las tierras de Egipto se alegraban y
alababan a su poderoso Creador.
Finalmente,
para poder frenar todas las fuerzas del caos y el mal, así como para poder
defender el orden, la justicia y el bien, Ra-Atum inventó lo que se denominó
realeza. Él fue el primero y más grande rey de Egipto y gobernó durante siglos
y siglos con alegría y paz.
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