Muchas
fueron las batallas de la antigüedad entre dioses y demonios, dado que todos
querían la soberanía y total posesión de los tres mundos. Los devas nombraron a
Brihaspati como su sacerdote, maestro de los ritos de sacrificio; los asuras, a
Ushanas. Entre estos dos grandes brahmanes había una enérgica rivalidad, dado
que todos los demonios que eran muertos en la batalla con los dioses eran
traídos a la vida por Ushanas, y luchaban otra vez otro día. Muchos eran
también los dioses muertos por los demonios; pero Brihaspati no conocía la
ciencia de traer a la vida como lo hacía Ushanas, entonces los dioses sufrían
mucho. Ellos fueron, por ello, a Kacha, hijo de Brihaspati y le pidieron que
les prestara un gran servicio, que se convirtiera en discípulo de Ushanas y
estudiara el secreto de traer a la vida. «Entonces debes participar con
nosotros en las ofrendas de sacrificio. Puedes hacerlo fácilmente, dado que
eres más joven que Ushanas, y sería satisfactorio que le sirvieras. También
puedes servir a su hija Devayani, y congraciarte con ambos. De Devayani
seguramente conseguirás esa sabiduría», dijeron. «Que así sea», contestó Kacha
y siguió su camino.
A
Ushanas le dijo: «Recíbeme como tu discípulo.
Soy el hijo de Brihaspati y mi nombre es Kacha. Sé mi maestro y yo practicaré
autocontrol durante mil años.» Ushanas le dio la bienvenida y la promesa fue
hecha. Entonces Kacha comenzó a congraciarse con Ushanas y Devayani. Él era joven y cantaba y tocaba diversos
instrumentos; y ella, que también era joven, no era difícil de complacer. Él le
daba flores y frutos y servía. Ella, también, con canciones y amables maneras
le servía a él. Así pasaron quinientos años, la mitad del tiempo acordado en la
promesa.
Entonces
los propósitos de Kacha fueron conocidos por los demonios, y lo mataron
encolerizados en una zona apartada del bosque, donde él estaba cuidando las
vacas de su maestro. Cortaron su cuerpo en muchos pedazos y se lo dieron a los
lobos y chacales. Cuando llegó el crepúsculo las vacas volvieron al redil
solos. Entonces Devayani dijo a su padre: «El Sol se ha puesto, la luz del
atardecer se ha encendido, las vacas han vuelto solas. Kacha no ha venido; él
está perdido o muerto. Y, oh padre, no viviré sin él.» Entonces Ushanas dijo:
«Yo lo volveré a la vida diciendo: “Deja que él vuelva”», y le llamó.
Inmediatamente Kacha apareció ante su maestro, desgarrando los cuerpos de los
lobos que lo habían devorado. Cuando Devayani le preguntó qué había impedido su
regreso, dijo que los asuras habían caído sobre él en el bosque y dado su
cuerpo a los lobos y chacales, «pero traído a la vida por la llamada de
Ushanas, yo estoy aquí de todas formas».
Otra
vez sucedió que Kacha estuvo en el bosque cogiendo flores deseadas por
Devayani, y los demonios lo encontaron y lo mataron, y moliendo su cuerpo hasta
hacerlo pasta, ellos lo mezclaron con las aguas del océano. Como antes,
Devayani dijo a su padre que Kacha no había vuelto, y Ushanas lo convocó, de modo
que apareció entero y contó todo lo que había sucedido.
Una
tercera vez él fue muerto y los asuras quemaron su carne y huesos y mezclaron
las cenizas con el vino que Ushanas bebía, dado que en esos días los brahmanes
aún bebían vino. Entonces Devayani dijo otra vez a su padre: «Oh padre, Kacha
se ha ido a recoger flores, pero no vuelve. Seguramente está perdido o muerto.
¡No viviré sin él!» Ushanas contestó: «Oh mi hija, seguramente el hijo de
Brihaspati ha ido al reino de la muerte. Pero ¿qué puedo hacer, dado que yo lo
traigo de vuelta a la vida y él es muerto una y otra vez? Oh Devayani, no te
entristezcas, no llores. No deberías llorar por un mortal, dado que tú eres
diariamente adorada por los dioses.» Pero Devayani contestó: «¿Por qué no debo
afligirme por el hijo de Brihaspati, que es un océano de virtud asceta? Kacha
era el hijo y nieto de un rishi. Él, también, observaba la regla de
autocontrol, y siempre estaba alerta y era habilidoso. Yo dejaré de comer y lo
seguiré. Hermoso era Kacha y querido por mí.»
Entonces
Ushanas estaba afligido y gritó contra los asuras, que habían matado al
discípulo bajo su protección, y ante la petición de Devayani comenzó a convocar
a Kacha de vuelta desde las garras de la muerte. Pero él contestó débilmente
desde el estómago de su maestro: «Sé amable conmigo, oh maestro; soy Kacha el
que te ha servido. Considérame como tu único hijo.» Ushanas dijo:
«j,Cómo,
oh brahmán, has entrado en mi estómago? ¡Sin duda dejaré a los asuras y me
uniré a los dioses!» Kacha respondió:
«Tengo
la memoria y toda la virtud de mi disciplina, pero sufro intolerable dolor.
Muerto por los asuras y quemado hasta ser hecho cenizas, fui mezclado en tu
vino.»
Entonces
Ushanas dijo a Devayani: «j,Qué puedo hacer por ti, dado que es con mi muerte
de la forma en que puede devolver a Kacha a la vida? Él está dentro de mí y no
podrá salir sin destrozar mi estómago.» Ella respondió: «Ambas desgracias son
similares para mí. Si Kacha muere, no viviré; y si tú mueres, también moriré.»
Entonces Ushanas dijo a Kacha: «El triunfo es tuyo ya que Devayini te mira con
tanto cariño. Recibe, por ello, de mí el poder de traer a la vida; entonces
cuando tú sales de dentro de mí me restituirás a su vez la vida.» Entonces
Kacha salió del estómago de su maestro como una Luna llena en el atardecer; y
viendo a su maestro yaciendo sin vida, lo revivió con la ciencia que había
recibido y le adoró, llamándole padre y madre como dador de conocimiento. Ante
esto Ushanas decretó que ningún brahmán debía nunca beber vino. También convocó
a los asuras, y les anunció: «Vosotros, tontos demonios, sabed que Kacha ha
alcanzado su voluntad. Desde ahora vivirá conmigo. Él, que ha estudiado la
ciencia de traer a la vida, es además un brahmán.» Los demonios estaban
asombrados, y partieron a sus hogares; pero Kacha se quedó con su maestro unos
mil años hasta que llegó el momento de regresar con los dioses. Recibió permiso
de Ushanas para partir, pero Devayani, viendo que estaba por partir, le dijo:
«Óyeme: recuerda mi afecto hacia ti durante tu juramento de autocontrol; ahora el tiempo se ha acabado, pon tu
amor sobre mí y coge mi mano según los ritos sagrados.» Pero Kacha respondió:
«Mira, yo te honro a ti tanto, no más que a tu padre; más querida que la vida tú eres, hija de mi maestro. Sin embargo,
tú no deberías decirme estas palabras.» Ella contestó otra vez: «Tú eres
igualmente el hijo del maestro de mi padre, y yo debo honrarte. Recuerda mi
afecto cuando los asuras te mataron. Soy toda tuya; no me abandones si no tengo
culpa.» Ka-cha respondió: «No me tientes a pecar; sé amable conmigo, tú de
hermosa frente. Donde tú has estado en cuerpo de un sabio, allí yo también he
estado: sé mi hermana. Por ello no hables así. Hemos pasado días felices
juntos, tú de tierna cintura; déjame ir a mí casa ahora y bendíceme para que mi
viaje sea seguro. Piensa en mí como en una persona que nunca pecaría.» Entonces
Devayani lanzó una maldición y le insultó: «Dado que me has rechazado, tu
sabiduría no será fructífera.»
Kacha
respondió: «Sólo te he rechazado porque eres la hija de mi maestro y mi
hermana, no por ningún defecto. Dime una maldición si debes, aunque no lo
deseo. Pero has hablado de pasión, no por el bien del deber, y tu deseo puede
fallar. Observa, también, ningún hijo de un rishi se casará contigo. Tú has
dicho que mi sabiduría no tendrá frutos; que sea así, pero tendrá fruto en
quien la imparta.» Entonces Kacha emprendió su camino a la morada de los dioses
y fue saludado por Indra, quien le honró, diciendo: «Grande es el deseo que has
conseguido para nosotros; participa entonces en las ofrendas del sacrificio: tu
fama nunca morirá.»
Hasta
aquí la historia de Kacha y Devayani.
Nota sobre Kacha y Devayani
Hasta
los planetas deben haber participado tarde o temprano en el proceso general de
la espiritualización de los mitos estelares, y una instancia significativa
parece ser la historia de Kacha y Devayani del volumen inicial del Mahabharata. Aquí parecería que tenemos
un fragmento muy antiguo, dado que como episodio poético la historia resulta
vagamente conectada con una relación genealógica arcaica —no diferente al
cuento semita de Sara y Hagar— en que aparecen matrimonios mixtos entre brahmanes
y kshatriyas, poligamia, y la costumbre matriarcal e ideal de proposición hecha
por una mujer sostiene el vínculo sobre el hombre. Todas estos rasgos de la
leyenda el editor siente que son muy anómalos, y el tiempo y las palabras son
poco artísticamente utilizadas en argumentos para su justificación por los
caracteres involucrados. Pero éste es un rasgo muy común durante la preparación
de antiguas historias para integrar una nueva producción, y los argumentos sólo
convcncen la perfecta naturalidad de los hechos cuando fueron contados por
primera vez. Como Devayani, la hija del planeta Shukra, de rango brahmán, se convierte en el
ancestro de ciertos príncipes y tribus reales o asura y como el rey con quien
ella se casa era también el progenitor de otras tres razas o dinastías, estas
cosas pueden haber sido los atesorados linajes de familias y clanes. Desde un
punto de vista nacional puede haber estado limitando a los analistas para
incluirlos en una versión real de las crónicas épicas. Como un poeta, sin
embargo, el punto que interesa al último editor del Mahabharata fue un asunto que también nos interesa a nosotros —un
romance que ocurrió a Devayani en su juventud, y la marca como una hija de un
orden planetario, aun que casada con un rey.
El
mito viene de la época en que había constantes luchas por la supremacía ente
dioses (devas) y demonios (asuras). ¿Quiénes eran estos asuras? ¿Eran ellos
habitantes largamente establecidos en la India, o eran nuevos invasores desde
el Noroeste? No se agrupan con las tribus aborígenes, o referidas como dasyus o
esclavos. Aún subsisten en el país ciertas comunidades antiguas de trabajadores
del metal que pueden representar a estos asuras en sangre, como realmente lo
hacen con su nombre. Y el nombre de Asiria es un testigo que soporta la
posibilidad de su origen extranjero. En cualquier caso aparecería como un hecho
aceptado, de la historia de Devayani, que los asuras eran expertos en magia. Se
dice que ellos obtuvieron un brahmán para actuar como su sacerdote de
sacrificios, quien era en una vaga forma una encamación de Shukra, el planeta
Venus. Los dioses, por otra parte —tal vez significando los arios, que hablaban
sánscrito—, eran servidos en ese mismo asunto por un brahmán representando la
influencia de Brihaspati o Júpiter. Las alusiones planetarias en estos nombres
son confirmadas por la declaración en reproche de los dioses que «Shukra
siempre protege a los asuras, y nunca los protege a ellos, sus oponentes».
Nadie podría quejarse de que al arzobispo de los rivales no le protegieran.
Pero la protesta de que una divinidad adorada por ambos bandos ejerce
influencias protectoras sobre una sola es razonable.
¿Cuáles
eran los fragmentos originales a partir de los cuales se dibuja la historia?
¿Era todo el asunto un registro genealógico, cuya inclusión en una historia
nacional ciertas tribus y clanes tenían el derecho de pedir? ¿Y era todo el
incidente de Devayani y Kacha un mero invento del último editor para explicar
lo que en ese tiempo se había convertido en una tradición anómala del
matrimonio de Devayani, hija de un brahmán, con Vayati, de la casta real? Puede
ser así. Y aun en contra de esto tenemos la afirmación, como un genuino eco del
pasado, de que «había en tiempos pasados frecuentes contiendas entre dioses y
demonios por la posesión completa de los Tres Mundos». Al conseguir la
condición de estrecha conjunción que actualmente tiene la historia podemos
estar seguros de que el último poeta ha tenido gran participación, pero con
toda probabilidad las mismas partes, aún este romance de Kacha y Devayani, son
ahora como eran en el largamente heredado saber tradicional.
El
último poeta siente su propio sentimiento tan ultrajado como nosotros por la
poco femenina insistencia de Devayani en la aceptación de su mano por Kacha.
Pero, de hecho, es probable que el cuento haya llegado a él, como a nosotros de
la época del matriarcado, cuando era algo adecuado para un hombre convertirse
en un miembro de la familia de su esposa; y Devayani, en el primer comienzo de
su romance, puede no haberse esforzado para hacer de Kacha su marido tanto como
para asegurarle su permanencia entre los asuras. Aun en esto ella estaba más
instigada por el propósito, debemos suponer, de preservar de ser traicionados
los conocimientos mágicos de su gente más que sus propios motivos personales. Y
Kacha, similarmente, cualquiera cosa sea en la que haya insistido, en las manos
del último narrador, como razón de su negativa, estaba realmente movido, en la
versión más primitiva que ésta era la última y suprema tentación que enfrentaba
su misión. Su único deber, a sus propios ojos, era completar la tarea como la
había concebido en su juventud, esto es, dejar los demonios y volver a los
dioses para impartirles el conocimiento para conseguirlo cual ellos lo habían
enviado. Y finalmente, la historia en esta su completa presentación tiene más
que una traza de aquella poetización de las influencias planetarias de las
cuales el antiguo arte de la astronomía puede ser entendido como la
perfeccionada floración y fruto.
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