Había
un pastor de vacas llamado Vajashrava; deseando un obsequio de los dioses, hizo
todo tipo de ofrendas de todo lo que poseía. Pero el rebaño que tenía era
viejo, no rendía leche y era inservible; no era como para conseguir al devoto
un sitio en el cíelo. Vajashrava tenía un hijo; él haría que su padre hiciera
una mejor ofrenda. A su señor le dijo: «¿A qué dios me ofrecerás?» «A la Muerte
yo te doy.»
Nachiketas
pensó: «No seré el primero ni el último que va hasta Yama. Sin embargo, ¿qué
hará él conmigo? Será conmigo como con otros; como la hierba un hombre se
descompone, como una hierba renace otra vez.» Así Nachiketas emprendió su
camino a la amplia casa de Muerte, y esperó allí tres días, dado que la Muerte
estaba de viaje. Cuando la Muerte llegó sus sirvientes dijeron: «Un huésped
brahmán arde como un fuego; Nachiketas espera tres días sin ser bienvenido;
cálmalo con una ofrenda de agua, porque todo está perdido para aquel en cuya
morada un brahmán espera sin alimentar.»
Entonces
la Muerte habló a Nachiketas: «Dado que tú eres un huésped de honor, has
esperado en mi casa tres días sin alimentos, pídeme tres deseos a cambio, y yo
te los otorgaré.» Entonces él primero pidió: «Otorga a mi padre paz y que me
reconozca y me reciba cuando vuelvo.» La Muerte contestó: «Que así sea.»
Nachiketas
habló otra vez: «En el mundo del cielo el pueblo se ha deshecho de ti: no hay
hambre, ni vejez, ni miedo a la muerte. Revélame el fuego sagrado que conduce
al cielo.» Entonces la Muerte describió el fuego sagrado —qué piedras para su
altar y cómo dispuestas-.---, y Nachiketas lo repitió, estudiando la lección
enseñada por la Muerte. La Muerte habló otra vez: «Te garantizo más aún, que
este fuego sagrado será conocido para siempre por tu nombre; tuyo es el fuego
que lleva al cielo, tu segundo deseo.»
Nachiketas
preguntó otra vez: «El gran misterio de qué es lo que viene después de la
muerte: él existe, algunos dicen; otros dicen, no está más. Esta gran duda te
pido que me la resuelvas.» La Muerte respondió: «Ni siquiera los dioses de la
antigüedad; ésta es una materia difícil de estudiar; pídeme, oh Nachiketas,
cualquier otro deseo, aunque sea cien hijos, o inmensa riqueza, o amplias
tierras, o alargar tu vida. Todo lo que un hombre puede desear será tuyo:
reinado, riquezas, los más hermosos cancioneros del cielo de Indra; pero no me
preguntes de la muerte.» Nachiketas contestó:
«Estos
son asuntos de un día y destruyen la ardiente energía del hombre: tuya sea la
riqueza; tuya la danza y canciones. ¿De qué vale la riqueza cuando tú apareces?
¿Cómo disfrutará un hombre en la vida, cuánto tiempo, cuándo ha observado la
dicha de aquellos que no perecen? Esta duda del Gran Después te pido me la
resuelvas; no quiero ningún otro deseo.»
La
Muerte respondió: «El deber es uno, el goce otro; estos dos conducen al hombre
por diversos caminos. Está bien escoger el deber; se aparta del buen camino el
que busca el goce. Estos dos, sabiduría y tontería, apuntan a fines diversos.
Bien ha hablado Nachiketas, buscando sabiduría, no estimulado por los deseos.
Aun los instruidos viven en la desilusión; ciegos conducidos por ciegos; mientras
para el tonto nada es revelado. Piensan en este mundo y no en otro, y así caen
una y otra vez bajo mi poder.
»Pero
es grande quien habla de Él, de quien muchos nunca van a oir, de quien muchos,
aunque oyen, pueden nunca saber; una maravifia es quien conoce al brahmán. El
no informado nunca llegará a él.
»Habiéndolo
oído y bien comprendido a él que tiene comprensión, alcanzando el sutil uno, un
mortal es alegrado y goza con buena causa. Ancha es la puerta de Nachiketas, yo
creo.»
Nachiketas
respondió:
«Otra
cosa que el bueno, otra cosa que el malo, otra cosa que lo que no tiene forma o
que la tiene, otra que el pasado y el futuro, declara tu Eso.»
La
Muerte retorna:
«¡Aquella
meta de sabiduría sagrada, de trabajos bondadosos y fe, es Orn! Esta palabra es Brahmán, el supremo. El que comprenda esta
palabra conseguirá cualquier cosa que desee.
»Dado
que no ha nacido el cantante, ni muere él alguna vez. El no va a ninguna parte,
él no era nada. No nacido, eterno, perpetuo, antiguo; no muerto, aunque el
cuerpo sea muerto.
»Si
el verdugo piensa que mata, o el muerto considera que está muerto, ellos se
equivocan; aquel nunca matado no está muerto.
»Más
pequeño que pequeño, mayor que grande, ese mismo vive en el corazón de toda las
criaturas.
»Sentado,
él viaja lejos; tumbado, él se apresura a ir a todos sitios; quien lo conoce a
él no tiene más pena.
»Este
mismo no es obtenible por explicación, no por intelecto, no por mucho oír a las
escrituras; a quien él elige, a él Éste le es revelado. Pero él había sabido
que todas la cosas eran el mismo, ¿por él la apena, por él la desilusión tarda
en desaparecer, sabiendo que todas las cosas son Ése?
»Cuando
todos los deseos que demoran en desaparecer en el corazón se hacen avanzar, el
mortal se hace inmortal, se convierte en brahmán.
»Cuando
cada mudo en el corazón se suelta entonces él gana el Ser inmortal. Hasta aquí
la enseñanza.»
Así,
habiendo aprendido la sabiduría enseñada por la Muerte, y encontrando a
Brahmán, Nachiketas fue liberado de la muerte. Así realmente estará libre quien
conozca al mismo Supremo.
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