Cuando el dios
Sol decidió marchar de Egipto, la gente que se había salvado de la furia de
Hathor sentía rabia y miedo.
Cuando la
tierra se oscureció todos echaban la culpa al vecino. Los hombres fabricaron
las primeras armas y atacaron a todo aquel que pudiera ser un enemigo del dios
Sol. Ra miró hacia atrás y comprendió que, de ahora en adelante, el hombre
siempre mataría al hombre en Egipto. Habló con tristeza a la
Vaca Divina :
-Llévame
adonde me sea posible ver a la humanidad, pero que sea lejos de su alcance.
Entonces el
cuerpo de la Vaca Divina
se convirtió en el cielo, sostenido como un gran arco sobre la tierra, y Ra
hizo las estrellas y las derramó por el vientre de Nut. A continuación, el Rey
de los Dioses creó el Campo de la
Paz y el Campo de las Cañas, residencias de los
bienaventurados difuntos. Nut empezó entonces a temblar, pues se hallaba muy
arriba. Y Ra creó a los dioses Heh, los Dos Crepúsculos, para que la
sostuvieran y mandó al aéreo Shu que permaneciera entre el cielo y la tierra.
Después, Ra
llamó a Thot y le dijo:
-Mira, desde
estas alturas deseo brillar e iluminar el cielo de arriba y al cielo de abajo.
Tú me representarás en la tierra y serás el responsable de registrar las
acciones de los hombres.
Entonces creó
la forma de ibis para Thot y lo hizo encargado del registro.
Cuando Ra
iluminaba el cielo de abajo, la tierra estaba a oscuras y los hombres tenían
miedo y lloraban la pérdida del dios Sol. Ra les oyó y también transformó a
Thot n el Gran Mandril Blanco. Thot brilló con una luz plateada y la humanidad
ya no tuvo nunca más miedo de una puesta de sol, porque Ra les había regalado a
la Luna. Y
así, Thot con la cabeza de ibis fue el sabio Escribiente de los Dioses, y Thot
como mandril brilló en el cielo de la noche. De esta forma fue como Ra se
compadeció de los hijos de sus lágrimas.
Finalmente, Ra
ordenó a Nun y Geb que protegieran la tierra de las serpientes del caos e hizo
a Osiris rey de Egipto y a Isis reina.
Osiris
demostró ser un soberano sabio y bondadoso, enseñó al pueblo de Egipto la forma
de labrar la tierra, les dio leyes y les enseñó también a adorar a los dioses.
Incluso emprendió un viaje por los demás países de la Tierra para favorecerles
con los mismos dones.
Seth estaba
celoso de él y le hubiera gustado apoderarse de Egipto mientras su hermano
estaba fuera, pero Isis se había quedado para gobernar el reino. Ella nunca se
había fiado de Seth.
Cuando Osiris
hubo regresado sano y salvo de Egipto, hubo una gran alegría e incluso Seth
simuló estar contento. Ya había empezado a conspirar contra su hermano y había
encontrado un grupo de hombres ambiciosos y descontentos que deseaban ayudarle.
Seth esperó pacientemente a que llegara su oportunidad y finalmente, una noche
fue invitado a un banquete en casa de su hermano, en el cual Isis no iba a
estar.
En el mismo
instante de llegar, el hermano del rey se puso a hablar de una caja maravillosa
que le habían acabado de hacer. Cuando todos ya habían bebido mucho vino, Seth
mandó a buscar la caja y todos los invitados admiraron la exquisita madera y
los ricos dorados. Con una sonrisa en los labios, Seth prometió que daría la
caja a aquel que encajara en ella perfectamente.
Seth sabía que
solo había un hombre a quien la caja ajustara perfectamente, porque había
sobornado a uno de los criados para saber las medidas exactas del rey. Después
de que todos los invitados hubieron fracasado, los conspiradores rodearon a
Osiris e insistieron para que la probara.
Confiadamente,
Osiris se metió en la caja. Se tendió en su interior y todos vieron que entraba
en ella perfectamente, con la cabeza y los talones que tocaban justo los
extremos de la caja. Los más inocentes
rieron al pensar que Seth había perdido la apuesta en favor de su hermano. Osiris
mismo también sonrió a Seth y empezó a hablar, pero su hermano, en ese justo
instante, hizo una señal a los conspiradores y de repente, la tapa de la caja
se cerró y los cerrojos se deslizaron. Mientras los conspiradores retenían a
los invitados, Seth selló la caja con plomo fundido y de esta forma Osiris
murió.
La caja,
convertida en ataúd, fue llevada de noche cerca de uno de los numerosos brazos
del Nilo, desde donde los conspiradores la lanzaron al agua, esperando que la
corriente la arrastrara hasta el mar y allí se perdiera para siempre. Después,
Seth anunció la muerte de su hermano y se coronó como nuevo rey.
Cuando Isis
oyó la terrible noticia, se volvió como loca de pena. Se cortó un mechón de
cabellos y se vistió con ropa oscura. Después salió a buscar el cuerpo de su
marido.
Corrían
rumores extravagantes por todas partes, pero durante mucho tiempo nada pudo
descubrir. Fue a pie de un pueblo a otro, interrogando a todos los que
encontraba y, finalmente, habló con unos niños que habían visto cómo tiraban la
caja al Nilo y se alejaba río abajo.
La diosa
siguió aquel brazo del Nilo hasta el mar. De cuando en cuando daba con alguien
que le decía que hacía unos días le había parecido ver una caja dorada que iba
hacia el Norte, e Isis salió de Egipto y cruzó países desconocidos siguiendo la
costa, hasta que llegó al reino de Biblos. Las gentes de la zona no pudieron
decirle mucho, aparte de que un árbol milagroso había crecido de repente en la
playa.
La caja de
Osiris había sido arrastrada hasta tierra por el agua y había quedado pegada
entre las raíces de un arbolito. Fortalecido por el dios asesinado, ese vegetal
se transformó en una sola noche en un árbol grande.
Cuando el rey
de Biblos se enteró de aquel prodigio, envió a los carpienteros a cortar el
árbol y les ordenó que lo llevaran a palacio para utilizarlo como pilar. Los
carpinteros obedecieron. Pero nadie sospechaba que en el interior del árbol
estaba escondido el féretro de un dios.
Cuando Isis
tuvo conocimiento de este hecho, gracias a unos hombres que estaban deseosos de
entablar conversación con una forastera, se dirigió rápidamente al centro de la
ciudad de Biblos y se sentó al lado de una fuente que estaba muy cercana al
palacio real.
Cuando unas
criadas de la reina de Biblos fueron a la fuente a buscar agua, vieron a Isis y
le preguntaron quién era. La diosa les dijo simplemente que era egipcia y una
gran peluquera. Allí mismo les trenzó con ingenio los cabellos a las muchachas
y les lanzó su aliento en la piel para que se impregnaran de fragancia divina.
Cuando
regresaron a palacio, todos se admiraron de los fantásticos peinados y del
maravilloso perfume. Las criadas hablaron a su señora, la reina Atenais, de la
mujer egipcia de la fuente, y la soberana mandó que la fueran a buscar para
traerla a su presencia.
La diosa le
trenzó sus hermosos cabellos y la reina quedó tan encantada que le pidió a Isis
que se quedara en palacio. La reina Atenais no tardó en tomarle un gran afecto
y confianza a la forastera egipcia e Isis se convirtió en la nodriza del más
pequeño de los dos príncipes de biblos.
Cada noche,
cuando todo el palacio se ponía a dormir, Isis se deslizaba a la habitación
donde estaba el pilar con el ataúd de su marido y lloraba. Durante el día
cuidaba al príncipe infante.
Isis le tomó
afecto al pequeño y decidió hacerlo inmortal. Una noche se lo llevó a la
habitación del pilar y allí encendió un fuego. Pronunció encantamientos y
colocó al niño medio dormido en medio de las llamas. El fuego empezó a quemar
al pequeño príncipe, pero Isis no lo vigilaba. Se convirtió en una golondrina y
voló y voló alrededor del pilar, lamentándose del asesinato de su marido con la
voz aguda y triste del pájaro.
La reina
Atenais, que dormía en la habitación de al lado, se despertó por el ruido de
las llamas y se levantó para investigar de dónde venía. Abrió la puerta de la
sala del pilar y chilló horrorizada al ver que su propio hijo se estaba
quemando. La golondrina se convirtió en el acto en mujer y las llamas mágicas
se extinguieron.
Isis contó a
la horrorizada reina quién era y le advirtió que su hijo el pequeño príncipe
nunca jamás podría ser inmortal.
Atenais lloró
su error y le preguntó a la diosa cómo la podría servir. Isis le pidió el pilar
y lo sacó del techo con facilidad, de la misma forma que hubiera podido coger
un loto. La divinidad separó el tronco, derramó aceite en las maderas y las
envolvió con un lienzo antes de darlas a Atenais para que las guardara y
venerara en el templo de Biblos.
Le dio a Isis
el mejor barco del puerto y una tripulación para gobernarlo, y luego subieron
el féretro a bordo. Al llegar a las costas de Egipto, Isis mandó bajar el
féretro a tierra, en un lugar solitario. Entonces quitó los sellos de la tapa.
El cuerpo de
Osiris parecía que estuviera durmiendo e Isis lo abrazó con ternura, mientras
sollozaba desconsoladamente.
Volvió a
cerrar el ataúd y se dirigió hacia el Sur, a travé de las ciénagas del bajo
Egipto. Una noche, mientras Isis dormía, Seth fue a cazar a las ciénagas y se
encontró la caja. La reconoció en seguida y tuvo miedo. El cruel dios la abrió
y al ver el cuerpo de su hermano lo despedazó. Luego los esparció por todo
Egipto.
Cuando Isis
descubrió la caja vacía, su grito de angustia llegó al cielo y su hermana
Neftis se acercó a ayudarla. Si bien era la mujer de Seth, Neftis siempre había
preferido a Isis y Osiris, y por tanto las dos hijas de Nut se pusieron juntas
a buscar el cuerpo que había sido desparramado.
Durante años,
largos y tristes, la fiel Isis y la dulce Neftis recorrieron Egipto de cabo a
rabo, y en todos los sitios donde encontraban un fragmento de Osiris erigían un
santuario.
Finalmente,
consiguieron reunir todos los trozos e Isis se sirvió de un encantamiento más
poderoso para volver a unirlos. Las dos diosas vigilaron el cuerpo en forma de
halcones, haciéndole sombra con las alas, mientras Isis rogaba para que Osiris
se recuperara.
Lo intentó
todo, ayudada de todos los encantamientos que sabía, y consiguió resucitar a
Osiris para una noche de amor con la esperanza de concebir el hijo prometido.
Después, el cuerpo de Osiris quedó definitivamente muerto, pero su espíritu
continuó vivo. Ra-Atum hizo a Osiris rey de los Muertos en el reino del Bello
Oeste y desde entonces todo Egipto supo que no tenía que temer a la muerte, porque
su espíritu continuaría en l reino de Osiris.
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