domingo, 27 de octubre de 2013
Capi Ñaro (Paja Brava)
(Guaraníes)Cuenta la tradición que cuando aún andaban por el
mundo Tupa y Añang, llamando el uno al bien de los
hombres y las bestias, y el otro luchando secretamente concitando el mal,
existía una tribu inquieta, nómade y guerrera, sin arraigo ni paz. Tupá se
llegó hasta esa tribu y alzando sus manos hacia el Sol, les habló llamándoles
al bien y pidiéndoles que dejaran su vida de viajeros eternos y se afincaran,
fundando el suelo y dando organización a sus familias y chozas. Les aconsejó
que buscaran terreno fértil y levantaran sus toldos, que él les daría ingenio y
voluntad, que desarrollaran normalmente sus vidas. Y fueron buenos esos
hombres. Pero Añang no descansaba, y cuando Tupá abandonó tierras para seguir
su camino, aquél, ciego de ira lanzó un anatema terrible a la tribu buena; y
allí mis convirtió cada familia en una macizo de paja brava, hirientes,
ríspidas, agresivas y ariscas. Realizada su obra de mal, se alejó de los campos
y se hundió en los Infiernos, enojado con Tupá. Cuando este regresó de su largo
viaje y contempló la obra del Demonio, de nuevo con dulzura se dirigió a las
plantas y dijo: - Añang castigó con
crueldad mi obra en vosotras. Os hizo malas, agresivas, hirientes... Yo sin
embargo os volveré buenas, cordiales, útiles. Floreceréis como todas las
plantas, tendréis un penacho altivo y bello, que será símbolo de pureza, y
tendrán utilidad vuestras hojas. Serán ellas las que protejan al hombre de la
intemperie y el frió... Y volvió a
caminar por el mundo, enseñando a indios y criollos a quinchar con paja
brava".
Cachin
Es una enfermedad que se caracteriza por la aparición
de una dermatopatía ulcerosa en los miembros inferiores, se decía que era
transmitida por los brujos y que para ello se valían de las hormigas. En
Neuquén se da este nombre a la Parotidits Urleana (paperas) a la que también
llaman PUCA o PAIPILLCO estas dos ultimas palabras son de origen Quichua.
Caa je Hen
Planta de savia dulce que se encuentra en el norte y
noroeste argentinos, y países vecinos. Una vieja leyenda indígena narra su
origen: Dos naciones de indios se odiaban a través de las edades y generaciones,
luchando encarnizadamente entre sí. Cierto día, en que la lucha era más
cruenta, apareció ONAGAIT, el espíritu supremo, tratando de que se apaciguaran
los odios y la paz reinara entre las tribus.
Como verdadero milagro renacieron el amor y la comprensión. Muerto ONAGAIT, los viejos rivales le sepultaron. Con verdadero estupor vieron que sobre su tumba nació al poco tiempo una planta desconocida: el CAA JHE EN, en cuya savia por su dulzura reconocieron al supremo espíritu.
Como verdadero milagro renacieron el amor y la comprensión. Muerto ONAGAIT, los viejos rivales le sepultaron. Con verdadero estupor vieron que sobre su tumba nació al poco tiempo una planta desconocida: el CAA JHE EN, en cuya savia por su dulzura reconocieron al supremo espíritu.
Brujas (America del Sur)
La leyenda de las brujas es una herencia de Europa,
que aun conserva los ecos de las creencias medievales de viejo cuño. Nuestras brujas
son seres de la noche, mujeres de aspecto
tétrico y de alma perversa. Aseguran, que las brujas se quitan la piel
antes de volar, que la ponen en remojo en una tinaja, y que luegon alzan el
vuelo diciendo ¡Sin Dios ni Santa Maria! para acceder a las fuerzas mas
oscuras. Cuenta la gente que cuando vuelan, emiten risas y cantos
incomprensibles, cuando no resoplan al viento un claro fo-fo-fo, que utilizan
también para ahuyentar a los que las descubren. Dicen los campesinos que
cuando las brujas no vuelan por las noches, descansan bajo las matas de platano
de los conucos. Las brujas se reúnen bajo nogales (árbol de la nuez), succionan
la sangre de los niños, y la extraen directamente del ombligo o del dedo gordo
del pie, a traves del peciolo hueco de una hoja de higuereta Ricinus comunis, o
del de una hoja de lechoza, Papaya carica en su Aquelarre o ritual de
brujas. Se cree que las brujas no atacan a los hijos de sus compadres, ni
a los mellizos o gemelos. En todas las comunidades rurales hay historias de
brujas que fueron descubiertas en pleno vuelo. El proceso de atrapar a una
bruja se conoce como "tumbar a una bruja", y los
"tumbadores" son personas con cierto poder, que conocen las
oraciones y los rituales especiales para este fin. Dicen que cuando se atrapa a
una bruja hay que esperar el amanecer, pues cuando sale el sol el encantamiento
se rompe y se puede descubrir la identidad de la maligna mujer. Otra forma de
atraparlas es tomándola por su larga cabellera y decerle al oido “ven mañana
que te dare sal” y a a mañana siguiente regresaran a recibir lo prometido,
donde podrá revelarse su verdadero rostro. Aseguran que cuando llueve con sol,
en algun lugar escondido se esta casando una bruja, una vieja solterona o una
mujer virgen...
Biembienes
Ligado al mito de la ciguapa y al de los indios, aparece
la leyenda de los biembienes o vienvienes. Desde el siglo XVIII, la existencia
de estos seres se sitúa en unas montañas llamadas Bahoruco, donde se refugiaban
los negros cimarrones que huían de la esclavitud colonial y algunos indios
levantados contra la ocupación española. Junto con algunas similitudes
lingüísticas con el indiene francés y el vienvien haitiano, (vocablos que
designaban al indio y al mestizo de negro e india respectivamente) todo lleva a
pensar que a estos hombres alzados los transformó la fantasía popular en seres
de leyenda. Los biembienes son seres salvajes, conformados en clanes escondidos
en las montañas. Viven desnudos y de forma irracional, y emiten gruñidos como
único lenguaje. Su aspecto es feo y desagradable, tienen el cuerpo enjuto,
deforme y de muy baja estatura. Dicen que son ágiles trepadores de árboles
y barrancos y que atacan en grupos desordenados. Aseguran las leyendas que
estos hombrecitos de las cordilleras, salen de noche de sus escondrijos a
proveerse de alimentos en los conucos, y que como la ciguapa, dejan huellas al
revés para que no se les descubra el paradero. Se asegura que entre los
biembienes hay algunos que comen carne humana obtenida por sacrificio. Se
llaman "mondongos" y tienen el pelo rojo amarillento. Añade la
leyenda que cuando alguna persona se acerca al territorio de los biembienes
estos lo espantan con gritos y alaridos amenazadores...
Benteveo
Ave de la familia de los Tiránidos (Pitangus
sulphuratus bolivianus) que según una leyenda correntina es la encarnación de
una anciana abandonada por su familia por ser quejosa. También se dice que es
un nieto desalmado que por no querer alcanzarle un vaso de agua a su abuelo,
este lo maldijo convirtiéndolo en ave.
Basilisco
Huevo pequeño que ocasionalmente ponen las gallinas.
Estos huevos deben ser destruidos y quemados para evitar que nazca el
basilisco, un engendro con forma de serpiente.
Este animal trae desgracias. Al nacer busca un rincón de la casa, y mata con la mirada a las personas que lo ven. Para conjurar el mal es necesario tener espejos en todas las habitaciones, pues cuendo el monstruo ve su propia imagen muere de inmediato.
"La creencia muy antigua del mounstruo que mata con la mirada, pero que puede ser muerto si se mira en un espejo, el Basilisco, pervive en la leyenda", que "recuerda el poder de la Gorgona de la mitología griega". BASILISCO: m. Gallo culebrón, atratrao. Culebrón, con cresta de gallo, originado de un huevo pequeñísimo puesto por una gallina vieja o un gallo colorado. Es temido porque se aposenta bajo las casas y desde allí sale, mientras duermen sus moradores, a extraerle la flema -y con ello el aliento, la energía- hasta causarles la muerte. //2 fig. Insulto familiar equivalente a ¡condenado!, ¡diablillo! y también ¡Fiura ! Var.:fasilisco. Ver: chauchao. La creencia deriva del mundo europeo, donde se le conoce como un ser fabuloso que mataba con la sola mirada, característica que todavía conservan algunas versiones chilotas. Sin embargo, aquí generalmente se le conoce como un culebrón con cresta de gallo, originado de un huevo puesto por una gallina vieja o un gallo colorado. Por eso al encontrarse con esos huevos pequeños la gente siente pánico y los pone al fuego de inmediato. Dicen que de allí sale un gusanillo colorado que se aposenta bajo la casa y permanece hasta volverse balilisco, antes de un año. En ese estado ingresa a los dormitorios por las noches emitiendo un monótono canto, parecido al del gallo, y comienza a comerles la flema a las personas y con ello el alien-to, la energía. La víctima enflaquece, tose, "se va ponendo maganta... se va secando" y, finalmente muere, si no se toman medidas para echar al culebrón. ô El basilisco chilote, tanto por su nombre como por su morfología mixta entre gallo y reptil, en tal versión, es de indubitable ascendencia europea, la cual se mezcló al bestiario araucano al producirse un sincretisino con el colo- colo y el piguchén en el mestizaje de los mitos y culturas entre conquitadores y conquistados. También, como en el basilisco del Vieio Mundo, nace el de Chiloé de un huevo pequeño y sin yema, proveniente de gallina vieja o cansada ponedora, que al ponerlo canta como gallo, el cual la gente sencilla e ignorante achaca a un gallo. Este huevo es llamado "huevo de picaflor" o "huevo de piuchén", es decir, del mítico culebrón alado que, según Lenz, silba y da la muerte a quien lo mira /.../ Cuando ha sido un gallo el que ha puesto el huevo la gallina más vieja del corral se pone a cantar como gallo. Se recomienda entonces matar en el acto al ave "aucionera", como también al gallo /.../. Por desgracia, no hay manera de combatir al basilisco, ya que ni los brujos mas experimentados pueden destruir este flajelo: la manera tradicional de liberarse es incendiando la casa. Existe una receta que aplican solamente algunos brujos muy expertos para desalojarlo: "Se colocan dos varillas de mechay /.../ en forma de cruz en las cuatro esquinas de la casa, A continuación se riega el piso con agua bendita hirviente". La receta anterior se aplica cuando hay algún enfermo de "tos seca" en la vivienda y se presume que su mal es causado por la presencia de un basilisco. De tal modo, puede escu-charse el silbido del engendro y lograr desalojarlo. Empero, esta "machina" no mejora al paciente, pero se tiene así la certeza de que el día en que fallezca también morirá el basilisco, salvándose el resto de la familia de tan peligroso enemigo. El basilisco no solamente seca a los moradores de una vivienda. Por ej., cuando hay una madre que amamanta a una criatura la sorprende cuando duerme y le succiona la leche del seno, mientras entretiene al infante dándole a chupar su cola. En la región central de Chile existe igual creencia respecto a la culebra común. Quién mire al basilisco, muere, pero el bicho fallece si es visto primero. En el caso de que el basilisco divise una parte del cuerpo la persona quedará con dicha región paralizada para el resto de su vida. El monje alemán Teófilo en su tratado Schedula Diversarum Artium aconseja utilizar polvos de basilisco para fabricar "oro hispánico",en una mezcla con cobre rojo, vinagre y sangre de hombre pelirrojo: "En una cueva de piedra apenas iluminada, se encierran gallos viejos y se les deja una cantidad abundante de alimentos. Se aparean y ponen huevos, que se hacen incubar por sapos: de estos huevos nacen basiliscos bajo forma de pollos con cola de dragón.Al cabo de seis meses se queman los pollos y se trituran sus cenizas con un tercio de sangre de hombre pelirrojo, en un recipiente muy limpio. Se extiende esta mixtura sobre las dos caras de una delgada placa de cobre que, después de haber sido puesta al rojo blanco, se templa de nuevo en la mezcla, durante bastante tiempo para que esta penetre bien el cobre, el cual adquiere el peso y el color del oro. Este oro es empleado para toda clase de usos". (Isidoro El basilisco chilote, tanto por su nombre como por su morfología mixta entre gallo y reptil, en tal versión, es de indubitable ascendencia europea, la cual se mezcló al bestiario araucano al producirse un sincretisino con el colo - colo y el piguchén en el mestizaje de los mitos y culturas entre conquitadores y conquistados. También, como en el basilisco del Vieio Mundo, nace el de Chiloé de un huevo pequeño y sin yema, proveniente de gallina vieja o cansada ponedora, que al ponerlo canta como gallo, el cual la gente sencilla e ignorante achaca a un gallo. Este huevo es llamado "huevo de picaflor" o "huevo de piuchén" es decir del mítico culebrón alado que, según Lenz, silba y da la muerte a quien lo mira /.../ Cuando ha sido un gallo el que ha puesto el huevo la gallina más vieja del corral se pone a cantar como gallo. Se recomienda entonces matar en el acto al ave "aucionera", como también al gallo /.../. Por desgracia, no hay manera de combatir al basilisco, ya que ni los brujos mas experimentados pueden destruir este flajelo: la manera tradicional de liberarse es incendiando la casa. Existe una receta que aplican solamente algunos brujos muy expertos para desalojarlo: "Se colocan dos varillas de mechay /.../ en forma de cruz en las cuatro esquinas de la casa, A continuación se riega el piso con agua bendita hirviente". La receta anterior se aplica cuando hay algún enfermo de "tos seca" en la vivienda y se presume que su mal es causado por la presencia de un basilisco. De tal modo, puede escucharse el silbido del engendro y lograr desalojarlo. Empero, esta "machina" no mejora al paciente, pero se tiene así la certeza de que el día en que fallezca también morirá el basilisco, salvándose el resto de la familia de tan peligroso enemigo. El basilisco no solamente seca a los moradores de una vivienda. Por ej., cuando hay una madre que amamanta a una criatura la sorprende cuando duerme y le succiona la leche del seno, mientras entretiene al infante dándole a chupar su cola. En la región central de Chile existe igual creencia respecto a la culebra común. Quién mire al basilisco, muere, pero el bicho fallece si es visto primero. En el caso de que el basilisco divise una parte del cuerpo la persona quedará con dicha región paralizada para el resto de su vida. El monje alemán Teófilo en su tratado Schedula Diversa-rum Artiumaconseja utilizar polvos de basilisco para fabricar "oro hispánico",en una mezcla con cobre rojo, vinagre sangre de hombre pelirrojo: "En una cueva de piedra apenas iluminada, se encierran gallos viejos y se les deja una cantidad abundante de alimentos. Se aparean y ponen huevos, que se hacen incubar por sapos: de estos huevos nacen basiliscos bajo forma de pollos con cola de dragón. Al cabo de seis meses se queman los pollos y se trituran sus cenizas con un tercio de sangre de hombre pelirrojo, en un recipiente muy limpio. Se extiende esta mixtura sobre las dos caras de una delgada placa de cobre que, después de haber sido puesta al rojo blanco, se templa de nuevo en la mezcla, durante bastante tiempo para que esta penetre bien el cobre, el cual adquiere el peso y el color del oro. Este oro es empleado para toda clase de usos". (Isidoro Vázquez. Imitación...s/p.).
Este animal trae desgracias. Al nacer busca un rincón de la casa, y mata con la mirada a las personas que lo ven. Para conjurar el mal es necesario tener espejos en todas las habitaciones, pues cuendo el monstruo ve su propia imagen muere de inmediato.
"La creencia muy antigua del mounstruo que mata con la mirada, pero que puede ser muerto si se mira en un espejo, el Basilisco, pervive en la leyenda", que "recuerda el poder de la Gorgona de la mitología griega". BASILISCO: m. Gallo culebrón, atratrao. Culebrón, con cresta de gallo, originado de un huevo pequeñísimo puesto por una gallina vieja o un gallo colorado. Es temido porque se aposenta bajo las casas y desde allí sale, mientras duermen sus moradores, a extraerle la flema -y con ello el aliento, la energía- hasta causarles la muerte. //2 fig. Insulto familiar equivalente a ¡condenado!, ¡diablillo! y también ¡Fiura ! Var.:fasilisco. Ver: chauchao. La creencia deriva del mundo europeo, donde se le conoce como un ser fabuloso que mataba con la sola mirada, característica que todavía conservan algunas versiones chilotas. Sin embargo, aquí generalmente se le conoce como un culebrón con cresta de gallo, originado de un huevo puesto por una gallina vieja o un gallo colorado. Por eso al encontrarse con esos huevos pequeños la gente siente pánico y los pone al fuego de inmediato. Dicen que de allí sale un gusanillo colorado que se aposenta bajo la casa y permanece hasta volverse balilisco, antes de un año. En ese estado ingresa a los dormitorios por las noches emitiendo un monótono canto, parecido al del gallo, y comienza a comerles la flema a las personas y con ello el alien-to, la energía. La víctima enflaquece, tose, "se va ponendo maganta... se va secando" y, finalmente muere, si no se toman medidas para echar al culebrón. ô El basilisco chilote, tanto por su nombre como por su morfología mixta entre gallo y reptil, en tal versión, es de indubitable ascendencia europea, la cual se mezcló al bestiario araucano al producirse un sincretisino con el colo- colo y el piguchén en el mestizaje de los mitos y culturas entre conquitadores y conquistados. También, como en el basilisco del Vieio Mundo, nace el de Chiloé de un huevo pequeño y sin yema, proveniente de gallina vieja o cansada ponedora, que al ponerlo canta como gallo, el cual la gente sencilla e ignorante achaca a un gallo. Este huevo es llamado "huevo de picaflor" o "huevo de piuchén", es decir, del mítico culebrón alado que, según Lenz, silba y da la muerte a quien lo mira /.../ Cuando ha sido un gallo el que ha puesto el huevo la gallina más vieja del corral se pone a cantar como gallo. Se recomienda entonces matar en el acto al ave "aucionera", como también al gallo /.../. Por desgracia, no hay manera de combatir al basilisco, ya que ni los brujos mas experimentados pueden destruir este flajelo: la manera tradicional de liberarse es incendiando la casa. Existe una receta que aplican solamente algunos brujos muy expertos para desalojarlo: "Se colocan dos varillas de mechay /.../ en forma de cruz en las cuatro esquinas de la casa, A continuación se riega el piso con agua bendita hirviente". La receta anterior se aplica cuando hay algún enfermo de "tos seca" en la vivienda y se presume que su mal es causado por la presencia de un basilisco. De tal modo, puede escu-charse el silbido del engendro y lograr desalojarlo. Empero, esta "machina" no mejora al paciente, pero se tiene así la certeza de que el día en que fallezca también morirá el basilisco, salvándose el resto de la familia de tan peligroso enemigo. El basilisco no solamente seca a los moradores de una vivienda. Por ej., cuando hay una madre que amamanta a una criatura la sorprende cuando duerme y le succiona la leche del seno, mientras entretiene al infante dándole a chupar su cola. En la región central de Chile existe igual creencia respecto a la culebra común. Quién mire al basilisco, muere, pero el bicho fallece si es visto primero. En el caso de que el basilisco divise una parte del cuerpo la persona quedará con dicha región paralizada para el resto de su vida. El monje alemán Teófilo en su tratado Schedula Diversarum Artium aconseja utilizar polvos de basilisco para fabricar "oro hispánico",en una mezcla con cobre rojo, vinagre y sangre de hombre pelirrojo: "En una cueva de piedra apenas iluminada, se encierran gallos viejos y se les deja una cantidad abundante de alimentos. Se aparean y ponen huevos, que se hacen incubar por sapos: de estos huevos nacen basiliscos bajo forma de pollos con cola de dragón.Al cabo de seis meses se queman los pollos y se trituran sus cenizas con un tercio de sangre de hombre pelirrojo, en un recipiente muy limpio. Se extiende esta mixtura sobre las dos caras de una delgada placa de cobre que, después de haber sido puesta al rojo blanco, se templa de nuevo en la mezcla, durante bastante tiempo para que esta penetre bien el cobre, el cual adquiere el peso y el color del oro. Este oro es empleado para toda clase de usos". (Isidoro El basilisco chilote, tanto por su nombre como por su morfología mixta entre gallo y reptil, en tal versión, es de indubitable ascendencia europea, la cual se mezcló al bestiario araucano al producirse un sincretisino con el colo - colo y el piguchén en el mestizaje de los mitos y culturas entre conquitadores y conquistados. También, como en el basilisco del Vieio Mundo, nace el de Chiloé de un huevo pequeño y sin yema, proveniente de gallina vieja o cansada ponedora, que al ponerlo canta como gallo, el cual la gente sencilla e ignorante achaca a un gallo. Este huevo es llamado "huevo de picaflor" o "huevo de piuchén" es decir del mítico culebrón alado que, según Lenz, silba y da la muerte a quien lo mira /.../ Cuando ha sido un gallo el que ha puesto el huevo la gallina más vieja del corral se pone a cantar como gallo. Se recomienda entonces matar en el acto al ave "aucionera", como también al gallo /.../. Por desgracia, no hay manera de combatir al basilisco, ya que ni los brujos mas experimentados pueden destruir este flajelo: la manera tradicional de liberarse es incendiando la casa. Existe una receta que aplican solamente algunos brujos muy expertos para desalojarlo: "Se colocan dos varillas de mechay /.../ en forma de cruz en las cuatro esquinas de la casa, A continuación se riega el piso con agua bendita hirviente". La receta anterior se aplica cuando hay algún enfermo de "tos seca" en la vivienda y se presume que su mal es causado por la presencia de un basilisco. De tal modo, puede escucharse el silbido del engendro y lograr desalojarlo. Empero, esta "machina" no mejora al paciente, pero se tiene así la certeza de que el día en que fallezca también morirá el basilisco, salvándose el resto de la familia de tan peligroso enemigo. El basilisco no solamente seca a los moradores de una vivienda. Por ej., cuando hay una madre que amamanta a una criatura la sorprende cuando duerme y le succiona la leche del seno, mientras entretiene al infante dándole a chupar su cola. En la región central de Chile existe igual creencia respecto a la culebra común. Quién mire al basilisco, muere, pero el bicho fallece si es visto primero. En el caso de que el basilisco divise una parte del cuerpo la persona quedará con dicha región paralizada para el resto de su vida. El monje alemán Teófilo en su tratado Schedula Diversa-rum Artiumaconseja utilizar polvos de basilisco para fabricar "oro hispánico",en una mezcla con cobre rojo, vinagre sangre de hombre pelirrojo: "En una cueva de piedra apenas iluminada, se encierran gallos viejos y se les deja una cantidad abundante de alimentos. Se aparean y ponen huevos, que se hacen incubar por sapos: de estos huevos nacen basiliscos bajo forma de pollos con cola de dragón. Al cabo de seis meses se queman los pollos y se trituran sus cenizas con un tercio de sangre de hombre pelirrojo, en un recipiente muy limpio. Se extiende esta mixtura sobre las dos caras de una delgada placa de cobre que, después de haber sido puesta al rojo blanco, se templa de nuevo en la mezcla, durante bastante tiempo para que esta penetre bien el cobre, el cual adquiere el peso y el color del oro. Este oro es empleado para toda clase de usos". (Isidoro Vázquez. Imitación...s/p.).
Bairoletto
Gaucho Bairoletto o
Baioleto o Juancito Bairoletto, se le rinde culto en distintos pueblos de
Argentina: en las Provincias de Córdoba, San Luis, Mendoza y San Juan.
Juan Bautista Bairoletto nació el 11 de Noviembre de 1894, como tantos otros "gauchos" es una especie de adaptación del personaje Robin Hood, era "bueno para los pobres" y "malo para los ricos" su muerte violenta trajo aparejado el culto que se manifiesta especialmente los días 2 y 11 de Noviembre de cada año, en que sus "devotos" encienden velas en la tumba, costeada por colecta popular y le piden desde trabajo y salud hasta la solución de problemas sentimentales, taras una vida entre el heroísmo y la delincuencia, amado o combatido por distintos grupos sociales, según las circunstancias de la época.
Murió en un tiroteo con una partida policial el 14 de Septiembre de 1941.
Juan Bautista Bairoletto nació el 11 de Noviembre de 1894, como tantos otros "gauchos" es una especie de adaptación del personaje Robin Hood, era "bueno para los pobres" y "malo para los ricos" su muerte violenta trajo aparejado el culto que se manifiesta especialmente los días 2 y 11 de Noviembre de cada año, en que sus "devotos" encienden velas en la tumba, costeada por colecta popular y le piden desde trabajo y salud hasta la solución de problemas sentimentales, taras una vida entre el heroísmo y la delincuencia, amado o combatido por distintos grupos sociales, según las circunstancias de la época.
Murió en un tiroteo con una partida policial el 14 de Septiembre de 1941.
Aun
Ritual funerario de los mapuches que se realizaba
antes de la sepultura del cadáver. De acuerdo a la importancia del fallecido
variaba la importancia del rito. Su objeto era el de alejar a los malos
espíritus que pudieran llevarse el alma .
Según Aída Kurteff el ritual consistía en "realizar carreras a rienda suelta alrededor de la persona fallecida, danzar y entonar ciertas salmodias en prueba de la más alta distinción que podía brindársele al ser amado que dejaba esta vida".
"El AUN -continúa diciendo la Kurteff- también tenía el propósito de espantar la sombra de los CALCU o brujos que merodeaban por los cementerios para apoderarse del ALHUE, el fantasma del muerto, y poder utilizarlo en sus hechizos. Algunos hombres estaban a cargo de cubrir de lajas y mantas el fondo de la huesa donde se apoyaría el cadáver, y una vez colocado en su lugar, los deudos comían y bebían poniendo en la sepultura parte de los víveres para que el AM o alma participe del ritual." "También se sepultaban junto al muerto todas sus pertenencias más preciadas, así como vasijas con granos de cereal que servirían al Am de alimento mientras no abandonase los despojos para dirigirse al RANGUIÑHUENU, el medio cielo, pues aseguraban que tras el firmamento visible había otro mundo, y esto que los humanos alcanzaban a ver es tan sólo la mitad del cielo, estando reservada la otra mitad al HUENU, cielo o más allá donde habría de ser recibido el ALHUE del difunto".
Según Aída Kurteff el ritual consistía en "realizar carreras a rienda suelta alrededor de la persona fallecida, danzar y entonar ciertas salmodias en prueba de la más alta distinción que podía brindársele al ser amado que dejaba esta vida".
"El AUN -continúa diciendo la Kurteff- también tenía el propósito de espantar la sombra de los CALCU o brujos que merodeaban por los cementerios para apoderarse del ALHUE, el fantasma del muerto, y poder utilizarlo en sus hechizos. Algunos hombres estaban a cargo de cubrir de lajas y mantas el fondo de la huesa donde se apoyaría el cadáver, y una vez colocado en su lugar, los deudos comían y bebían poniendo en la sepultura parte de los víveres para que el AM o alma participe del ritual." "También se sepultaban junto al muerto todas sus pertenencias más preciadas, así como vasijas con granos de cereal que servirían al Am de alimento mientras no abandonase los despojos para dirigirse al RANGUIÑHUENU, el medio cielo, pues aseguraban que tras el firmamento visible había otro mundo, y esto que los humanos alcanzaban a ver es tan sólo la mitad del cielo, estando reservada la otra mitad al HUENU, cielo o más allá donde habría de ser recibido el ALHUE del difunto".
Aña
En la mitología guaraní: genio del mal. También
llamado AÑANGA, es un equivalente del ZUPAY del noroeste
argentino.
Es el espíritu malo por excelencia, que molesta a los hombres y se lleva a los niños. Una de las peores ofensas para los pueblos de habla guaraní es llamar a alguien AÑA MEMBY (hijo del diablo).
Es el espíritu malo por excelencia, que molesta a los hombres y se lleva a los niños. Una de las peores ofensas para los pueblos de habla guaraní es llamar a alguien AÑA MEMBY (hijo del diablo).
Antonio María
Antonio Maria era un paisano correntino natural de
Yaguareté-Corá; nombre Guaraní de la actual Concepción, su destino lo llevo a
establecerse en un islote de la Laguna Iberá y con el tiempo se hizo un afamado
curandero de la zona, amigo de "los pobres".
Practicaba el abigeato y tenía habitos pendencieros. Posiblemente en estado de ebriedad mato a la que era su compañera porque supuestamente estaba embarazada por el Diablo. Fue perseguido por la policía y luego muerto junto con varios de sus compinches.
Sin embargo, la superstición popular creó un culto a Antonio María y al pie de un TIMBO' bajo el cual solía guarecerse, levantaron varias cruces (Curuzú Jhetá significa muchas cruces).
Todos los tres de Mayo (Día de la Cruz) acceden allí muchos "promesantes" que han deificado al citado individuo, con el objeto de encender velas, formular pedidos, y cumplir promesas. Con ramitas del timbó hacen cruces que estiman milagrosas, así como las aguas de un arroyo cercano.
Practicaba el abigeato y tenía habitos pendencieros. Posiblemente en estado de ebriedad mato a la que era su compañera porque supuestamente estaba embarazada por el Diablo. Fue perseguido por la policía y luego muerto junto con varios de sus compinches.
Sin embargo, la superstición popular creó un culto a Antonio María y al pie de un TIMBO' bajo el cual solía guarecerse, levantaron varias cruces (Curuzú Jhetá significa muchas cruces).
Todos los tres de Mayo (Día de la Cruz) acceden allí muchos "promesantes" que han deificado al citado individuo, con el objeto de encender velas, formular pedidos, y cumplir promesas. Con ramitas del timbó hacen cruces que estiman milagrosas, así como las aguas de un arroyo cercano.
Anta
Tapirus Terresctris. Según la leyenda recogida por
Juan B. Ambrosetti, este animal sólo se alimenta de hojas y frutas porque
cuando KADJURUKRE les dió vida (como a otros animales de la selva misionera)
las ANTAS no escucharon bien qué alimentos debían tener, porque sus oídos son
pequeños y había mucho ruido en el bosque. De esta manera, volvieron luego
hasta su creador para
preguntarle cuál debía ser su comida, y entonces KADJURUKRE (apurado porque estaba dándole vida a otros animales) les dijo en tono severo: "Vayan a comer hojas y ramas de los árboles".
En la región misionera se cree que las correas hechas con el cuero de este animal transmite a quien la usa fuerza extraordinaria. Con polvo de sus pezuñas se hacía una infusión para los males del corazón, y para detener las hemorragias del parto.
preguntarle cuál debía ser su comida, y entonces KADJURUKRE (apurado porque estaba dándole vida a otros animales) les dijo en tono severo: "Vayan a comer hojas y ramas de los árboles".
En la región misionera se cree que las correas hechas con el cuero de este animal transmite a quien la usa fuerza extraordinaria. Con polvo de sus pezuñas se hacía una infusión para los males del corazón, y para detener las hemorragias del parto.
Ampivé
(Araucanos). Herbolario conocedor de las cualidades curativas,
formas de administración y lugares donde crecen las hierbas de su
"farmacopea".
Receta verbalmente cantidades y forma de preparación, además de hierbas, utiliza otros elementos como heces humanas o de animales; secreciones purulentas de pústulas o heridas infectadas (no deja de ser una forma violenta de vacunar o crear anticuerpos, recordemos que los romanos se aplicaban pequeñas dosis de diversos venenos para inmunizarse contra los envenenamientos de los enemigos personales, por otra parte, durante la Guerra de Secesión en USA muchos médicos militares aplicaban a las heridas bosta o queso roquefort, lamentablemente estos productos estaban contaminados con muchas clases de microorganismos, pero fundamentalmente poseen hongos del género penicillinum del que se pueden obtener antibióticos); papillas hechas con arañas; veneno de escorpión, sesos de sapo... (De los lípidos del SAPO se puede obtener y también usándolo directamente substancias útiles para dermatología) otros productos utilizados son semen, flujo menstrual, papilla de gusanos, sangre, ceniza de alguna persona fallecida.
La palabra ampivé esta formada por AM = espíritu acompañante del muerto y pive o puve = firme en contra de algo, en este caso el espíritu que viene a acompañar al muerto.
Receta verbalmente cantidades y forma de preparación, además de hierbas, utiliza otros elementos como heces humanas o de animales; secreciones purulentas de pústulas o heridas infectadas (no deja de ser una forma violenta de vacunar o crear anticuerpos, recordemos que los romanos se aplicaban pequeñas dosis de diversos venenos para inmunizarse contra los envenenamientos de los enemigos personales, por otra parte, durante la Guerra de Secesión en USA muchos médicos militares aplicaban a las heridas bosta o queso roquefort, lamentablemente estos productos estaban contaminados con muchas clases de microorganismos, pero fundamentalmente poseen hongos del género penicillinum del que se pueden obtener antibióticos); papillas hechas con arañas; veneno de escorpión, sesos de sapo... (De los lípidos del SAPO se puede obtener y también usándolo directamente substancias útiles para dermatología) otros productos utilizados son semen, flujo menstrual, papilla de gusanos, sangre, ceniza de alguna persona fallecida.
La palabra ampivé esta formada por AM = espíritu acompañante del muerto y pive o puve = firme en contra de algo, en este caso el espíritu que viene a acompañar al muerto.
Amorarintun
(Araucanos)Movimientos, sonidos y palabras con que la MACHI presenta y aplica sus
conocimientos herborísticos, y poderes mágicos MURMURACIONES ININTELIGIBLES,
ESCUPITAJOS, PARPADEOS VELOCES GRITOS, DANZAS al son del CULTRUM. (La palabra
significa "andar con bastante cortesía" de amun = andar; marin =
cortesía, ofertorio y tun o tum = abundante).
Am
(Araucanos) Es uno de los nombres
del habla monosilábico de los Araucanos, cuyo significado no es fijo,
prestándose a interpretaciones diversas; estrechamente vinculado con ALHUE: alma, el AM es el alma del finado,
también de presencia invisible, pero vigilante infaltable de la que es su
tumba, desplazándose sin ser advertido entre las personas que concurren a
rendir homenaje a la memoria del muerto.
Se tiene la certeza de que este curioso ente, participa de las reuniones
sociales y familiares y en cualquier acto que tenga como finalidad la
recordación del finado. Pero cuando el recuerdo piadoso decrece y los deudos
dejan de concurrir a su tumba, el AM cambia su forma y se vuelve PULLU, retirándose
del lugar para engrosar las legiones en el País de Occidente o Morada de los
Espíritus. Entre las varias curiosas costumbres postmortem practicadas por los
indígenas es interesante citar las hogueras que encienden sobre el túmulo para
que el muerto no tenga frío. Se cree que el AM regresa para tomar algunas
chispas que luego lleva a regiones remotas donde solamente impera el olvido.
Alhue
Entre los mapuches, alma, fantasma o espectro de los
muertos, que permanece junto a ellos hasta su total disolución. Según Aída Kurteff los misioneros
que acompañaron a los conquistadores en el Nuevo Mundo se empañaron en hacer
creer a los indios que el Alhuen era el diablo.
Ailen Mulelo
Fuegos fatuos a los
que el indígena considera manifestaciones de ultratumba. Cuando en el camino
aparece uno de estos fuegos, el mismo deja de ser transitado por largo tiempo.
Los Criollos por lo general, los llaman LUZ MALA son reales y obedecen a varios fenómenos naturales: pueden ser emanaciones de metano, comunes en terrenos pantanosos (ej. región de la Provincia de Buenos Aires, cerca de la Bahía de Samborombon) otras veces producidos por gases de la descomposición de sustancias orgánicas (sobre todo grasas) enterradas muy cerca de la superficie y también por la fosforescencia de las sales de calcio componentes de esqueletos de animales esparcidos en el campo (osamentas).
En los dos primeros casos la luminosidad es tenue e intermitente oscilando o trasladandose de un punto a otro, impulsadas por la mas leve brisa, en el caso de la fosforescencia de las "osamentas" pese a estar fija, concurren varios factores, como el agotamiento visual, el miedo, la falta de puntos de referencia en la oscuridad y la imaginación que hacen que el observador las vea moverse.
Esos movimientos (virtuales o reales, hacen que las "Luces Malas" sean referidas a "Almas en Pena", que por ese medio manifiestan su deseo de vincularse a un alma viva para que le sirva de compañía. Estas almas andan errantes porque sus pecados no le permiten entrar al cielo, pero tampoco son tan graves como para merecer el infierno. Según la superstición, buscan esta compañía hasta que algún familiar realicen algún acto que las redima.
AILEN MULELO significa "Brasa ardiente que anda o camina"; pues AILLIÑ es brasa y AMULEN es andar, deambular, caminar. También se lo conoce con el nombre de BOY TATA.
Para liberarse de la LUZ MALA el paisano reza y luego muerde la vaina de su cuchillo, ya que el arma blanca es la única defensa posible.
Los Criollos por lo general, los llaman LUZ MALA son reales y obedecen a varios fenómenos naturales: pueden ser emanaciones de metano, comunes en terrenos pantanosos (ej. región de la Provincia de Buenos Aires, cerca de la Bahía de Samborombon) otras veces producidos por gases de la descomposición de sustancias orgánicas (sobre todo grasas) enterradas muy cerca de la superficie y también por la fosforescencia de las sales de calcio componentes de esqueletos de animales esparcidos en el campo (osamentas).
En los dos primeros casos la luminosidad es tenue e intermitente oscilando o trasladandose de un punto a otro, impulsadas por la mas leve brisa, en el caso de la fosforescencia de las "osamentas" pese a estar fija, concurren varios factores, como el agotamiento visual, el miedo, la falta de puntos de referencia en la oscuridad y la imaginación que hacen que el observador las vea moverse.
Esos movimientos (virtuales o reales, hacen que las "Luces Malas" sean referidas a "Almas en Pena", que por ese medio manifiestan su deseo de vincularse a un alma viva para que le sirva de compañía. Estas almas andan errantes porque sus pecados no le permiten entrar al cielo, pero tampoco son tan graves como para merecer el infierno. Según la superstición, buscan esta compañía hasta que algún familiar realicen algún acto que las redima.
AILEN MULELO significa "Brasa ardiente que anda o camina"; pues AILLIÑ es brasa y AMULEN es andar, deambular, caminar. También se lo conoce con el nombre de BOY TATA.
Para liberarse de la LUZ MALA el paisano reza y luego muerde la vaina de su cuchillo, ya que el arma blanca es la única defensa posible.
Aho Aho
Mito de la región guaraní, representado por un animal
cuyo pelo se asemeja a un poncho (ahó significa ropa en guaraní). El ahó ahó
devora a los que se pierden en el monte, salvándose sólo quienes se subían a
una palmera.
Abrazada
Ceremonia del noroeste argentino que consiste en
celebrar un "matrimonio" entre dos animales para lograr mayor
fertilidad en el ganado. Dentro del ritual -celebrado en honor a la PACHA MAMA- se le pone a los
animales hojas de coca en la boca para que la mastiquen y se les da de beber
chicha.
Los ciclos mitólogicos galeses (IV)
LA HISTORIA DE BENDIGEIT
VRAM Y SU HERMANA BRANWEN
El
rey Bendigeit Vran, más popular por su apodo de "Bran el Bienaventurado",
fue considerado por muchos como el monarca más prudente y sabio de toda
Britania. Su característica física principal era su colosal estatura, que le
impedía vivir en una morada normal, ya que no existía ninguna que tuviera
cabida suficiente para él. En sus acciones de gobierno, si bien vivían con
Bendigeit su hermano Manawyddan, hijo como él de Llyr, y su hermana Branwen, el
rey confiaba ciegamente en el consejo de sus dos hermanastros Nissyen y
Evnissyen, ambos hijos de su misma madre, Penardun, pero concebidos por ella
con Eurosswyd. Sin embargo, sus dos medio hermanos tenían caracteres totalmente
opuestos: mientras Nissyen era un joven gentil, amable y de naturaleza moderada
e indulgente, Evnyssien tenía un temperamento violento, amigo de la venganza y
la brutalidad. Conociendo estas características, cuando Bendigeit solicitaba su
consejo, hecho muy frecuente, siempre llegaba a la conclusión de que el término
medio entre ambos era el más justo y equitativo, y era el que siempre adoptaba.
Como resultado de esta mediación, Bendigeit se había granjeado la fama de ser
el rey más sabio y más justo de toda Europa, mientras que sus hermanastros
parecían odiarse, pues constantemente se encontraban compitiendo entre sí por
el favor real.
Una tarde, encontrándose el rey con su familia y parte de la corte
sentados en una roca del acantilado de Harlech, al norte de Gales, pudieron ver
desde allí la llegada de una enorme flota que se acercaba desde Erín, a través
del Mor Irwerddon.' Los barcos parecían nuevos y bien equipados, y
cuando estuvieron más cerca, pudieron ver, de pie sobre la cofa, a un marinero
sosteniendo en alto el gran umbo, un escudo colocado boca arriba, en
señal de paz.
Como lo indicaba la tradición, el monarca destacó inmediatamente una
comisión protocolar hacia el puerto, a los efectos de averiguar a quién
pertenecía aquella gran flota y darles la bienvenida correspondiente. Así se
enteró por los mensajeros que los navios pertenecían al rey Matholwch, de
Irwerddon, que había llegado desde su país con el único propósito de pedir la
mano de Branwen, la hermana del rey, en matrimonio. Ante este pedido, Bran no
pudo menos que alegrarse, al igual que Nissyen —quien le aconsejó prontamente
que aceptara— ya que de esa forma se sellaría una sólida alianza entre Irlanda
y Britania, unión que aseguraba a ambos países un halagüeño porvenir. Evnissyen
se encontraba momentáneamente fuera de la ciudad, pero ni Bran ni Nissyen
dudaron por un momento que el hermano mellizo de este último compartiría su
decisión.
Para festejar el acontecimiento, Bendigeit ordenó preparar un opíparo
banquete, en el que las bendiciones y los deseos de felicidad se prodigaron
entre ambas facciones y, hacia la hora de las canciones y las libaciones, como
era la costumbre, se estableció que la boda se celebraría en la ciudad de
Aberffraw, donde se alojarían en tiendas, ya que ningún edificio de la región
era capaz de albergar el gigantesco físico de Bran. Y así, hasta el final de la
noche, aquel primer encuentro se desarrolló en medio de mutuas demostraciones
de alegría y amistad, y Branwen se convirtió en el centro de la fiesta, como
prometida del rey de Irwerddon, con quien esa noche consumó su matrimonio.
Y todo habría continuado del mismo modo, si no hubiera sido porque
Evnissyen, a su regreso, manifestó su total oposición a la decisión tomada por
Bendigeit. En realidad, Evnissyen no veía con malos ojos la idea de la boda,
pero le molestaba terriblemente el hecho de que el rey hubiera tomado una
determinación sin esperar su consejo. Y dado que Bendigeit no parecía dispuesto
siquiera a considerar una retractación, Evnissyen decidió sabotear el
compromiso.
Para ello, esa noche se introdujo furtivamente en los establos de
palacio, donde se encontraban los caballos de Matholwch, y mutiló a las
indefensas bestias, cortándoles los belfos hasta las encías, de modo que
mostraran sus dentaduras, les seccionó las orejas a ras del cráneo y les
arrancó los párpados para que no pudieran volver a dormir en su vida.
Por supuesto, cuando el rey de Irwerddon descubrió a sus caballos tan
brutalmente mutilados se sintió a la vez engañado y furioso, de modo que mató a
los pobres animales y de inmediato se hizo a la mar, llevándose a toda su
comitiva, no sin antes jurar que se vengaría de sus ofensores galeses. Sin
embargo, antes de que zarparan, Bendigeit hizo un nuevo intento de
concertación, enviando a su hermano Manawyddan y un séquito de nobles, entre
los que se contaban Iddic, hijo de Anarawc, y Eveydd Hir, con el propósito de
ofrecer a los irlandeses una reparación.
Como medida de buena voluntad, los mediadores ofrecieron un acuerdo:
los hombres de Matholwch obtendrían, por cada caballo que habían perdido, uno
mejor que el que había sido maltratado, y al rey, por su parte, le sería
ofrendado un lingote de plata tan alto y tan grueso como su propio cuerpo y una
bandeja de oro rojo del diámetro de su rostro. Desafortunadamente, Bran nada
pudo hacer acerca de Evnissyen, como el reygwyddyl2 pretendía,
ya que, por ser hijo de su propia madre, no podía hacerlo decapitar como se lo
merecía y era también su deseo.
Finalmente, al ver las vacilaciones y cabildeos de los nobles de
Irwerddon, Bendigeit decidió agregar a los regalos prometidos un gran caldero
mágico con un poder invalorable para un rey: si se colocaba dentro de él a un
hombre que hubiera sido recientemente herido o muerto en combate, saldría del
caldero por sus propios pies y completamente sano, excepto por haber perdido el
don de la palabra. A todas luces, se trataba de un objeto sumamente valioso
para un rey, de modo que Matholwch olvidó sus reclamos y preguntó a Bendigeit
cómo había obtenido el caldero, ya que alguna vez había oído hablar de uno
semejante en su propia tierra, Irwerddon, pero nunca en poder de un mortal.
—Es muy probable que se trate del mismo, señor —confirmó Bendigeit—,
ya que lo obtuve de dos personas que provenían de Irwerddon: Llassar Llaes
Gyngwyd y su esposa Kynidei Kymeinvoll.
—Por supuesto que los conozco a ambos —replicó Matholwch—, pues los
alojé una vez como invitados y resultaron la pareja más sucia y villana que he
conocido en mi vida. El hombre, Llassar, no es más que un borracho fanfarrón, y
su mujer, una cerda lujuriosa que trató de seducir a todos mis nobles, aunque
ninguno de ellos quiso yacer con ella, por su falta de higiene y su mal
aliento.
—Entonces —preguntó Bran— ¿cómo fue que permitisteis que se quedaran?
—Los toleré porque son demasiado importantes y poderosos para ser
echados, y porque la mujer puede, por artes mágicas, dar a luz cada seis
semanas a un guerrero aguerrido y valiente, completamente armado, aunque no
totalmente humano, debo decir. De hecho, tres de esas criaturas han venido
conmigo en este viaje —acercándose a la ventana señaló a su través a tres
monstruosas criaturas absolutamente idénticas, tan fuertes como robles y tan
altas como los muros del castillo.
—Tan sólo cuando mis súbditos me amenazaron con una revuelta para
destronarme —finalizó Matholwch— consentí en deshacerme de esa malhadada
pareja.
—Para librarme definitivamente de ellos —recordó Matholwch—hice
construir en secreto una enorme estancia de placas de hierro, disfrazada como
un salón de banquetes, e invité a Llassar y Kynidei a un gran festín, a los
cuales eran muy aficionados. Una vez que ambos estuvieron completamente ahitos
y abotagados por el mead, los demás comensales se escabulleron
secretamente, tras de lo cual hice que los sirvientes tapiaran las puertas y
prendieran un gran número de hogueras que estaban preparadas y disimuladas
alrededor del salón. De ese modo, la habitación se transformó en un enorme
horno en el que los dos desgraciados comenzaron a quemarse como si fueran
trozos de cordero —concluyó riendo el rey de Irwerddon.
—Pero antes de quemarse del todo— continuó Matholwch—, Llassar y su
esposa comenzaron a bramar como toros en celo, lanzándose contra los muros de
metal y, si bien éstos al principio resistieron los embates, al poco tiempo
comenzaron a ablandarse con el calor, y Llassar, cubriéndose la cabeza con el
caldero, embistió contra ellos, atravesándolo y precipitándose ambos al Mar de
Irlanda para enfriarse, tras de lo cual se marcharon utilizándolo como
embarcación.
El rey Bendigeit se rió y retomó el relato:
—Recuerdo perfectamente su llegada. Se quedaron impresionados por mi
estatura, pero parecían haber escarmentado por el tratamiento que habían
recibido en Erín, así que aceptaron retirarse a vivir tranquilamente en las
colinas detrás de Harlech y engendrar un nuevo soldado para mis ejércitos cada
seis semanas, a cambio de que yo les proporcionara comida y alojamiento.
Finalmente, la promesa de nuevos caballos para su caballeros, los
regalos en metálico para él mismo y la distendida y amena charla sobre las
experiencias pasadas con la monstruosa pareja lograron calmar al enojado
monarca, quien aceptó de buena gana sus preseas y embarcó con su esposa de
regreso a Irlanda, donde Branwen fue calurosamente recibida por los nobles y
cortesanas de la corte. Y al cabo de un año cabal, Branwen proporcionó al reino
un heredero al trono, que fue bautizado con el nombre de Gwern y enviado fuera
del reino para su educación, como lo dictaba la tradición .
Sin embargo, y aunque el rey estaba más que influido por la impactante
belleza de Branwen, el paso del tiempo y las maquinaciones e intrigas de los
nobles irlandeses, que no olvidaban la injuria infligida por Evnissyen,
lograron por fin su cometido, y Branwen fue poco a poco relegada a las tareas
de las cocinas de palacio, como una humilde sirvienta. Sin embargo, Matholwch
no las tenía todas consigo y, temeroso de las consecuencias que su acción podía
desencadenar, especialmente si lograba despertar las iras de Bendigeit ante el
insulto sufrido por su hermana, prohibió todo tipo de navegación, hasta el más
pequeño curragh,4 entre Irlanda y cualquier puerto de
Britania, y cualquiera que llegaba de esas tierras era deportado sin
permitírsele el ingreso a Irwerddon.
Pero Branwen no era mujer de quedarse con los brazos cruzados ante una
afrenta semejante, y utilizó como correo a un pequeño estornino que había
recogido al caerse del nido, al cual, ayudada por las artes mágicas heredadas
de su madre Penardun, había enseñado a hablar. Así, cuando el pichón estuvo en
condiciones de entenderla, le contó todos sus padecimientos y le rogó que
cruzase el Mor Irwerddon para revelarle a su hermano la situación en que se
encontraba.
El ave, que la adoraba por haberle salvado la vida, voló sin descanso
hasta llegar al palacio de Bendigeit en Harlech y le contó lo que sucedía con
su hermana, ante lo cual el monarca montó en una cólera tal, que las murallas
de la fortaleza temblaron ante su furia. Inmediatamente ordenó que se alistaran
las naves .le guerra y partieran a hacer pagar caro a los irlandeses su inmenso
insulto. El mismo rey comandaría las acciones, y por primera vez en su vida
Nissyen y Evnissyen estuvieron de acuerdo que aquélla era la decisión más
adecuada, aunque el último de ellos, coherente con su carácter, agregó que
"no debía dejarse piedra sobre piedra de ese país de bárbaros".
La flota galesa que se puso al servicio de Bendigeit era tan numerosa
que sus barcos impedían que se pudieran ver las aguas, y si bien el rey era
demasiado grande para poder trasladarse en barco, lo solucionó rápidamente,
vadeando el Mor Iwerddon sobre sus propios pies, y dejando Britania bajo la
regencia de su hijo Caradawc y otros seis jefes de Estado.
Cuando la armada galesa comenzó a acercarse a la costa de Leinster, en
la región oriental de la Isla Esmeralda, contradictorios informes comenzaron a
llegar a los oídos de Matholwch; uno de los soldados la divisó a la luz del
atardecer, pero las dimensiones de la flota, el número de barcos y la penumbra
le impidieron precisar lo que estaba viendo, por lo que informó al rey que
"había visto acercarse algo monstruoso, que parecía un bosque navegando a
favor del viento, junto al cual se desplazaba una enorme montaña con un elevado
risco en su parte central, con un lago a cada lado".
Ante la imposibilidad de saber de qué se trataba, uno de los nobles
recordó a la antigua esposa del rey, exiliada en la cocina, y aconsejó que
enviaran a alguien en su busca, porque aquello "era algo que venía de
Gales, y ella, como galesa, debía saber de qué se trataba". Siguiendo su
consejo, Branwen fue mandada a buscar, y se le pidió que explicara, si podía,
qué era aquella monstruosidad que se acercaba desde Britania.
—Eso significa, simplemente, que ahora conoceréis el poder de los
galeses que vienen a vengarse de la injuria que me habéis infligido —explicó a
Matholwch, hermosa y atractiva aún, a pesar de su apariencia sudorosa y despeinada
por los trajines de la cocina—. Esos árboles que han creído ver tus hombres no
son sino los mástiles y las vergas de la flota de Britania, tan apretados sobre
el mar que se asemejan a un bosque. Y la cordillera con lagos al norte y al sur
es, sencillamente, el enorme rostro de mi hermano; el risco central es su
nariz, y los lagos, sus ojos azules. Pobre Matholwch, ha llegado la hora de que
empieces a temer por tu reino y quizás también por tu vida.
Inmediatamente, el rey de Irlanda convocó a todos sus nobles a un
consejo de guerra y, tras largas horas de deliberación, decidieron retirarse
hacia las fuentes del Liffy, destruir el puente y tratar de interceptar a los
galeses en el río, aprovechándose de su profundidad y evitando que lo cruzaran.
En un primer momento, la estrategia pareció funcionar ya que, cuando los
soldados de Bran quisieron remontar el Liffy con sus embarcaciones, éstas no
podían vencer la fuerza de la corriente y eran arrastradas hacia el mar.
Pero los recursos de Bendigeit estaban muy lejos de haberse agotado y,
cuando vio que sus tropas se encontraban estancadas, tomó una decisión heroica:
se calzó su fuerte casco de combate, colocó un escudo sobre su espalda, como un
caparazón, y se acostó sobre el río, de manera que sus pies quedaron
sólidamente afirmados en la margen del lado de sus hombres y su cabeza
firmemente apoyada en la otra orilla. De esa forma, construyó un verdadero
puente humano que permitió a sus tropas cruzar al otro lado para atacar a los
irlandeses por sorpresa. En recuerdo de esta gesta, el escenario de la batalla
fue bautizado con el nombre de Baile Atha Cliath ("que el que es
jefe, sea puente"), nombre con el que aún se lo conoce.5
Cuando el rey Matholwch comprendió que sus tropas eran impotentes para
resistir el ataque gales, decidió probar con el engaño: mandó construir una
estancia suficientemente espaciosa para albergar a Bendigeit, e invitó al jefe
enemigo a un gran banquete, con la excusa de negociar un cese de las
hostilidades. Según dejó entrever por intermedio de sus emisarios, Matholwch
estaba dispuesto a abdicar el trono de Irlanda en favor de Bendigeit, idea que,
en realidad, fue sugerida por Branwen, con el propósito de poner fin a la
guerra.
Sin embargo, los jefes irlandeses decidieron agregar un pequeño
detalle al plan de Branwen: para ello, fijaron dos sólidos ganchos de cada uno
de los cien pilares que sostenían el techo de la gigantesca habitación, y de
cada gancho se colgó una bolsa de cuero, con un guerrero armado escondido
dentro de ella; de esta forma, cuando Bendigeit y sus capitanes se encontraran
cenando y hubieran consumido suficiente mead, doscientos de los hombres
de Matholwch caerían sobre ellos y los asesinarían a mansalva.
Al proponérsele la tregua, Bendigeit aceptó encantado, en parte porque
él también quería terminar con la guerra, y en parte porque jamás había estado
dentro de una habitación techada en la que cupiera holgadamente, y eso era algo
que deseaba fervientemente experimentar.
Pero lo que los ancianos del Consejo gwyddyl no pudieron
prever, fue que Evnissyen, el hermanastro de Bran y uno de sus asesores,
ingresara al enorme salón antes que la comitiva galesa y notara un extraño
movimiento en uno de los sacos de cuero colgados de las columnas.
—¿Qué hay en esas bolsas? —preguntó, llevado por su espíritu suspicaz.
—Alimentos, mi señor —respondió prontamente el encargado del salón.
Pero Evnissyan, no conforme con la respuesta, palpó disimuladamente
uno de los sacos, hasta que localizó la cabeza del soldado oculto en su interior
y le apretó el cráneo hasta que sus dedos atravesaron el cerebro del hombre,
matándolo inmediatamente, sin que pudiera emitir el más mínimo sonido. Luego,
Evnissyen se acercó a la segunda bolsa y repitió la operación, haciendo lo
mismo, sucesivamente, con el ocupante de cada una de las ciento noventa y ocho
bolsas restantes. Muchos de los soldados irlandeses que se encontraban
presentes se dieron cuenta de la maniobra del consejero, pero ¿qué podían hacer
para contrarrestarla? Gritar pidiendo ayuda hubiera sido tanto como reconocerla
traición, así que no tuvieron otro remedio que permanecer callados mientras
Evnissyen acababa silenciosamente con los doscientos hombres, uno tras otro.
Poco tiempo después llegaron los reyes con sus correspondientes
comitivas y se dio comienzo al banquete, durante el cual ambos soberanos se
manifestaron su mutuo aprecio y se juraron amistad y respeto eternos, tras de
lo cual Matholwch envío en busca de Branwen, quien entró en el salón vestida
con un lujoso vestido dorado y abundantes joyas, para demostrar a Bendigeit que
se encontraba bien. Sin embargo, para evitar que el rey gales fuera engañado en
su buena fe, Evnissyen le contó en un aparte la traición de los soldados
ocultos en los sacos, poniendo de manifiesto la artera intención de los
irlandeses.
Pero Nissyen, por su parte, fiel a su carácter apaciguador y sereno,
imploró al rey gales que aceptara la paz que Matholwch le ofrecía, y resultó
tan convincente y sensato, que Bendigeit finalmente aceptó la rendición que el
monarca gwyddyl le ofrecía. Sin embargo, Evnissyen, que no terminaba de
asimilar lo que consideraba una traición de los irlandeses, intervino diciendo:
—Mi señor Bendigeit, aceptemos el trato, pero a condición de que
vuestro sobrino Gwern, hijo de Matholwch y Branwen, sea nombrado rey de Irlanda
y vos os convirtáis en su regente.
La propuesta de Evnissyen le pareció justa a Bendigeit, como homenaje
a lo que su hermana había sufrido, y fue aceptada por Matholwch, tras lo cual
el príncipe Gwern recorrió todo el perímetro del salón, siendo abrazado por
todos los presentes, hasta llegar al sitial en que se encontraba Evnissyen,
quien, antes que nadie pudiera impedirlo, lo atrapó por los pies y lo arrojó en
dirección a la chimenea. El niño cayó sobre las piedras, quebrándose el cráneo
y sus sesos ardieron sobre las piedras del hogar.
Inmediatamente se desató una cruenta batalla dentro de la habitación.
Los irlandeses, furiosos por la afrenta, se arrojaron contra los galeses,
confiados en la ayuda de los hombres ocultos en las bolsas que, para su
desconcierto, nunca llegó. La batalla, furiosa y sin cuartel, se prolongó hasta
la caída de la noche y los jefes irlandeses, comprendiendo que se encontraban
en inferioridad de condiciones, calentaron el caldero mágico que Bendigeit
había regalado a Matholwch y, aunque los galeses mataban más soldados de los
que perdían, esa ventaja se veía compensada con creces con los hombres que
regresaban de la muerte.
Pero entonces, Evnissyen, viendo que había matado al mismo hombre dos
veces, comprendió la táctica de los irlandeses y se sintió profundamente
acongojado por haber puesto a sus compañeros en esa situación. Para
compensarla, luchó hasta llegar junto al caldero, se zambulló dentro y presionó
con los pies y la espalda contra las paredes hasta que el recipiente se partió
en mil pedazos. Desafortunadamente, el esfuerzo realizado fue demasiado para su
corazón y el hermano de Nissyen pagó con su vida el tremendo error de haber
matado al príncipe heredero.
Finalmente, ante la imposibilidad de revivir a sus huestes, los
soldados irlandeses fueron cayendo uno a uno, hasta que todos perecieron,
mientras que por el lado gales sólo sobrevivieron, además de Bran, quien había
sido herido en un pie por una flecha envenenada, siete guerreros: Prydery,
Mannawyddan, Gliuieri eil Taran, Talyessin, Ynawc, Grudyen eil Murespel y
Heilyn eil Gwyn Hen.6 Sintiéndose al borde de la muerte y
dirigiéndose a los dos primeros entre los sobrevivientes galeses, Bendigeit les
ordenó:
—Deseo que, cuando muera, me cortéis la cabeza y la llevéis con
vosotros a Llundein (Londres), donde deberéis enterrarla en el Gwynn Vryn
(Monte Blanco), mirando hacia Francia. Mientras ella permanezca allí, ningún
enemigo podrá invadir el territorio de Britania. Durante el viaje, mi cabeza
conversará con vosotros, y se convertirá en una compañía tan amable y amena
como yo mismo lo he sido en vida. Sin embargo, tardaréis ochenta y siete años
en llegar a destino, pues encontraréis innumerables motivos de demora a lo
largo de vuestro camino. La primera demora se producirá en Harlech, donde
pasaréis siete años entre fiestas y torneos, jactándoos de vuestras hazañas en
Irlanda, mientras los pájaros de Rhyannon cantan dulcemente para vosotros.
"Luego partiréis hacia Penvro (Pembroke), en Gwales (Cornwall),
donde os demoraréis los otros ochenta años en el castillo del hospitalario rey
Myldrweyd, mientras mi cabeza permanece incorruptible, recordándoos los
detalles de la batalla de Irlanda, hasta que abráis la puerta que da hacia
Cornwall y Aber Henvelyn. En ese momento deberéis apresuraros en partir hacia
Llundein y enterrar mi cabeza".
Y la profecía se cumplió al pie de la letra; tan pronto como Bendigeit
murió, sus amigos separaron su cabeza del gigantesco cuerpo y partieron en
cumplimiento de su pedido, llevando consigo a Branwen, pero ésta, tan pronto
como pisó tierra en Aber Alaw, exclamó:
—¡Desdichada de mí por haber nacido! ¡Dos islas han sido totalmente
destruidas por mi culpa! —Y diciendo esto, emitió un desgarrador gemido y su
corazón cesó de latir.
A su muerte, los siete jefes galeses, portando la cabeza, se
dirigieron a Harlech, donde permanecieron siete años escuchando los trinos de
los pájaros de Rhyannon; luego partieron rumbo a Cornwall, y allí se alojaron
durante ochenta años en un hermoso castillo, olvidando durante ese período
todas las penurias pasadas y conversando con la cabeza como si fuera un
contertulio más. Acorde con la profecía, el salón principal del castillo
contaba con tres puertas, de las cuales dos estaban abiertas, y la tercera, la
que conducía hacia Cornwall y Aber Henvelyn, permanecía cerrada. Pero al cabo
de cierto tiempo (ellos no lo sabían, pero habían transcurrido exactamente
ochenta años) Heilyn, hijo de Gwyn, exclamó:
—¡Que los dioses me condenen si no abro la tercera puerta, para ver si
lo que fue dicho se ha cumplido!
Y con estas palabras la abrió, y de inmeditato la pena y el recuerdo
cayeron sobre ellos, que se apresuraron a emprender el camino hacia Londres,
donde enterraron la cabeza en Gwynn Vrynn, asegurando así que el territorio de
Britania no sería afectado por plaga o enemigo alguno mientras la cabeza
permaneciera en su escondite.
La verde Irwerddon había quedado deshabitada, con la sola excepción de
cinco mujeres embarazadas, que se habían ocultado de la guerra en una gruta de
las montañas de Wicklow. Esas mujeres parieron en la misma época cinco hijos
varones, a los cuales criaron y educaron hasta que llegaron a una edad en que
comenzaron a pensar en mujeres y a desearlas. Entonces, cada uno de ellos yació
con la madre de otro y repoblaron la isla. También gobernaron el país, para lo
cual lo dividieron en cinco reinos, que dieron origen a las cinco partes en que
se divide actualmente Irwerddon.
Y así culmina esta rama del Mabinogion, que trata de la afrenta
que Matholwch infiriera a Branwen, la lucha de Bandigeit Vran por vengarla y
del viaje de su cabeza que durara ochenta y siete años.
Los ciclos mitológicos galeses (III)
EL ENSUEÑO DE
MAXEN WLEDlC
Maxen
Wledic era emperador en Ruvein (Roma) y estaba considerado por sus subordinados
como el más atractivo, simpático y sabio de los hombres, y el más adecuado para
el cargo de todos los que habían regido el imperio antes que él.
Hasta que en una ocasión en que se encontraba en una partida de caza,
homenajeando a treinta y dos reyes de otros tantos países aliados, llegó junto
con ellos al valle del río Tíber, donde se detuvieron a descansar. El sol se
hallaba alto en el cielo, y el emperador decidió descabezar un sueñecito,
protegido del resplandor del astro por los escudos de sus soldados, colgados de
los cabos de sus picas de caza.
Nunca sabría luego Maxen Wledic si lo que sucedió a continuación fue
un sueño o una visión, pero lo cierto es que le pareció remontar el valle del
río hasta llegar a sus fuentes, y luego más allá aún, ascendiendo a la montaña
más alta del mundo, cuya cima le pareció tan elevada como el mismo cielo. Pero
su viaje no se detuvo allí; una vez superada la montaña, descendió a los valles
y llanos de más allá, donde pudo contemplar grandes ríos que bajaban
tumultuosamente de sus laderas, para perderse en su camino hacia el océano.
Siguió el cauce del mayor de ellos hasta llegar a su desembocadura, y
allí encontró una fastuosa ciudad y, dentro de ella, una gigantesca fortaleza
custodiada por un sinfín de torres y almenas de diferentes colores. Junto a la
muralla más alta podía verse un activo puerto, en el centro del cual se
destacaba airosamente un navío de mayor porte que los demás, ricamente decorado
con paneles dorados y plateados, al cual permitía el acceso un puente de madera
de ébano y ricas cuerdas de raso, que lo unía a la ribera cercana. Mientras lo
miraba, le pareció que él mismo subía a bordo; al momento, las velas se
hincharon, se soltaron las amarras, y el barco zarpó a través de las mansas y
redondeadas olas.
Varios días transcurrieron antes de volver a avistarse tierra, esta
vez la de una isla, al pasar junto a la cual Maxen Wledic pudo distinguir
tantas maravillas que su mente se resistía a aceptarlas: angostas cañadas por
las que serpenteaban susurrantes arroyuelos, precipicios insondables, llanuras
tan extensas como el océano y bosques en los que podían recogerse todo tipo de
frutas.
Cuando la barca amarró en el muelle de un lujoso palacio, Maxen pudo
entrar y recorrer maravillado un inmenso salón cuyo techo era de oro y los
muros estaban tachonados de piedras preciosas. Las puertas eran de bronce, las
mesas de plata y los divanes forrados en seda recamada en oro; sobre uno de
ellos se tendían dos muchachos morenos jugando al gwyddbwyll.1
En el centro del salón, junto a una de las inmensas columnas de ébano,
sentado en una silla de marfil adornada con dos águilas de oro, se encontraba
un anciano de cabellos blancos. Frente a él se sentaba una muchacha tan
hermosa, que su vista encandilaba como la del sol en todo su esplendor. Lucía
una camisa de seda blanca cerrada sobre el pecho con dos broches de oro rojo, y
un vestido de seda dorada, recamado en piedras preciosas.
Cuando Maxen se aproximó, la muchacha abandonó su silla, le echó los
brazos al cuello, y ambos volvieron a sentarse en la silla, tan juntos que el
mueble no pareció más ocupado que antes. Pero los sonidos del salón, suaves y
armónicos, fueron trocándose en ruidos discordantes: los perros sacudían sus
correas, los escudos se entrechocaban contra las espadas y los caballos
piafaban y relinchaban inquietos, anticipando la trompa de caza.
Pero el daño ya había sido hecho y el emperador ya no recuperaría su
reposo. Desde ese día no habría en él una molécula de su cuerpo que no se estremeciera
y vibrara por su amor por la desconocida muchacha de la isla. Con un esfuerzo,
logró comprender las palabras de su asistente:
—Majestad, ya es hora de que regresemos a palacio.
En silencio, Maxen Wledic montó su brioso palafrén y se dirigió hacia
Roma, en medio de un triste y ominoso silencio. Así pasaron los días, que
pronto se convirtieron en semanas; su único alivio era el sueño, porque en él
podía volver a ver a su amada. Pero cuando despertaba no quedaban rastros de
ella, y no tenía forma alguna de saber dónde podría hallarla. Y así siguió,
hasta que un día su lugarteniente le dijo compungido:
—Mi señor, el pueblo ha comenzado a murmurar. No logran obtener
respuestas a sus peticiones ni a sus necesidades. Se sienten abandonados y no
saben qué hacer.
—Reúne al Consejo de Sabios —respondió el Emperador—; ellos me
ayudarán a tomar una decisión sobre mi problema.
—Majestad —resumió el portavoz del Consejo luego de la deliberación de
sus miembros—, ya que nos has honrado al consultarnos, te daremos nuestra
opinión sincera. Creemos que tu estado de ánimo actual no resulta beneficioso
para tu pueblo, para tus nobles y ni siquiera para ti mismo. Pensamos que sería
más provechoso para todos que abandonaras temporalmente Roma y te dedicaras a
buscar a la dama desconocida, ya que eso te devolverá la paz de espíritu que
necesitas para recomponer tu imperio.
Rápidamente se reclutaron los guerreros más experimentados del reino,
se los puso a las órdenes de los capitanes más diestros en el combate y en
pocos días se logró reunir un ejército pequeño, pero avezado y dispuesto para
una misión extraña y delicada: encontrar a la enigmática doncella entrevista
por el emperador en el transcurso de su ensueño mágico.
La expedición de búsqueda se inició sin contratiempos; ascendieron una
escarpada montaña que con sus dedos de roca arañaba los confines del cielo;
recorrieron un río hasta su desembocadura en el mar, junto a una gran ciudad de
torres coloreadas, y allí abordaron una nave que surcó las olas redondeadas y suaves
para, finalmente, desembarcar en una isla desconocida para todos los
integrantes de la expedición.
Sin embargo, desde el momento mismo de poner su pie en la dorada arena
de la playa, las brillantes tonalidades de verde del paisaje parecieron liberar
de un extraño sortilegio la mente de Maxen Wledic, quien inmediatamente supo,
como por arte de magia, que se encontraban en la isla que sus habitantes
llamaban Bretaña.
Recuperado de su letargo, el emperador reorganizó rápidamente a sus
tropas y marchó sobre el territorio dominado por Beli, hijo de Manogan, y sus
hijos, haciéndolos retroceder hacia el mar. Luego avanzó hacia Arvon, cuyos
habitantes se rindieron sin luchar, y finalmente se encontró frente a la
fortaleza de Aber Sein, en cuya sala penetró sin dificultad. Como en un sueño
repetido pudo ver en el interior de la estancia a Kynan y Adeon, hijos de
Eudav, jugando su partida de gwyddbwyll y al propio Eudav, sentado en su
silla de marfil y tallando pacientemente sus trebejos. Intencionadamente demoró
en volver sus ojos hacia el fondo de la sala... ¡y allí estaba ella: Elen, la
doncella que había entrevisto en su sueño y que desde ese mismo momento había
ocupado la totalidad de sus pensamientos, hasta el punto de hacerle postergar
sus deberes de emperador!
Lentamente, Maxen se acercó hasta la silla de oro y, sin que mediara
una sola palabra entre ellos, tomó las manos de la joven entre las suyas y la
guió sin demora hacia sus aposentos, donde esa misma noche consumó su ansiado
matrimonio.
A cambio de la virginidad que le había concedido, Maxen le ofreció que
solicitara su agweddi,2 a lo que ella prudentemente respondió
que deseaba la isla de Bretaña para que fuera regida por su padre, desde el Mor
Rudd hasta el Mor Iwerddon,3 dejando las tres islas
restantes bajo la hegemonía de Roma; además solicitó la construcción de tres
fortalezas, a erigirse en los lugares que ella designara. El emperador accedió
sin demora a su pedido, y el primero de los fuertes fue levantado en Arvon,
donde Maxen Wledic radicó la corte principal de su imperio. Para ello se hizo
traer tierra desde Roma, para que así resultasen más sanas para el emperador
las tareas de dormir, sentarse o pasear. Para las restantes fortalezas se
eligieron las regiones de Kaer Llion y Kaer Virddyn.
Siete años permaneció Maxen Wledic en Bretaña sin que surgieran
contratiempos apreciables en su reinado, pero por aquel entonces las costumbres
romanas establecían que todo emperador que permaneciera en el extranjero por
más de siete años, debía quedarse en el lugar y perdía el derecho de regresar a
Roma, donde se nombraba un reemplazante. Con tal motivo, Maxen recibió en Kaer
Llion una carta amenazante escrita por el nuevo regente, en la que le prevenía
que no volviera, so pena de ser ajusticiado.
Pero la carta tuvo un efecto contrario al previsto y despertó la ira
de Maxen, que inmediatamente se puso en marcha con sus tropas en dirección a
Roma. En el camino sometió a Francia, Borgoña y a todas las comarcas que se
encontraban en su camino hacia la capital, a la que puso bajo asedio durante
más de un año, aunque sin obtener resultados positivos.
Al cabo de ese año infructuoso, los hermanos de Elen Lluyddawc se
agregaron al ejército de Maxen con una armada pequeña en número, pero compuesta
por guerreros de tal envergadura que su efectividad era mayor que la de una de
doble cantidad de soldados romanos. El emperador de la ciudad sitiada fue
advertido de esta contingencia cuando sus observadores vieron a esta pequeña
pero disciplinada tropa adosarse al ejército enemigo y desplegar sus
pabellones.
Lo primero que Kynan y Adeon, hijos de Eudav y hermanos de Elen,
hicieron al reunirse con el ejército de Maxen fue ir a recibir órdenes de su
cuñado, pero mientras miraban juntos la forma desmañada en que los soldados
romanos se lanzaban al asalto de las murallas, decidieron, de común acuerdo,
intentar otro método menos esforzado y más efectivo de romper el cerco.
Para ello, midieron durante la noche la altura de las murallas y
enviaron al bosque a sus carpinteros, con la orden de construir escalas, una
para cada cuatro soldados.
Según las costumbres de la época, durante el mediodía los dos jefes
enemigos tomaban sus comidas diurnas, por lo que las acciones bélicas se
detenían por ambas partes, hasta que ambos terminaban de comer. En aquella
oportunidad, sin embargo, los hombres de la isla de Bretaña tomaron su almuerzo
más temprano, y bebieron hasta sentirse entonados para la batalla; y entonces,
aprovechando el momento de tregua para el almuerzo, los bretones avanzaron contra
las murallas y pusieron sus escaleras, logrando penetrar a la fortaleza al
amparo de la sorpresa. Y antes que el nuevo emperador tuviera tiempo de
reagrupar a sus tropas, lo sorprendieron y lo mataron, al igual que a la
mayoría de los jefes y capitanes que pudieron encontrar. A pesar del factor
sorpresa, sin embargo, invirtieron tres días con sus respectivas noches para
someter a la totalidad de los hombres y apoderarse de la fortaleza. Mientras
tanto, parte de la tropa bretona se ocupaba de impedir el acceso a las murallas
a todo soldado de la armada de Maxen, antes de finalizar la tarea de limpieza
que se habían adjudicado. Sorprendido por aquella actitud, Maxen comentó a
Elen:
—Me extraña mucho que no haya sido en mi nombre que tus hermanos
conquistaran la ciudad.
—Emperador —contestó ella—, mis hermanos son los hombres más valientes
y más sabios del mundo. Ve tú mismo a reclamársela, y si son ellos quienes se
han apoderado de ella, seguro que te la ofrecerán gustosos.
Así que ambos se dirigieron a pedirles que le entregaran la ciudad
sometida, y los hermanos respondieron que la conquista de Roma y su rendición
incondicional sólo se debían al esfuerzo de los soldados bretones, pero luego
las puertas fueron abiertas de par en par y el emperador se sentó nuevamente en
su trono, donde los romanos conquistados le rindieron el debido homenaje.
En agradecimiento a los servicios prestados, Maxen se reunió con Kynan
y Adeon, y les dijo:
—Caballeros, ha sido gracias a vuestra astucia y valentía que he
recobrado enteramente mi imperio. Por lo tanto, os ofrezco esta armada para que
sometáis cualquier parte del mundo que deseéis.
Siguiendo su consigna, los hermanos de Elen se pusieron en campaña y
sometieron feudos, fortalezas y ciudades amuralladas, donde mataban a los
hombres pero dejaban con vida a las mujeres. Y así continuaron hasta que los
jóvenes que con ellos se habían iniciado en las artes de la guerra fueron
hombres de cabellos grises, cansados ya de luchas y de conquistas.
Llegados a ese punto, Kynan preguntó a Adeon, su hermano menor, si
prefería quedarse exiliado en esas lejanas regiones, o si prefería retornar a
la patria. El menor eligió la última opción, y muchos de sus jefes principales
opinaron igual, por lo que Kynan permaneció en el último país sojuzgado, con el
resto de las fuerzas.
Y así es como culmina esta narración, llamada "El ensueño de
Maxen Wledic, emperador de Roma".
Los ciclos mitológicos galeses (II)
PWYLL Y RHYANNON,
HIJA DE HEFFEYDD EL SABIO
Cierto
día en que Pwyll, príncipe de Dyffedd, se encontraba nuevamente de cacería en
los alrededores de Arberth, su corte principal, manifestó sus deseos de
recorrerlos cotos de las alturas del Gorsedd Wulbann,1 al cual no
había subido nunca.
—Señor —le advirtió su jefe de halconeros—, es preciso que sepáis que
ese cerro tiene un encantamiento, por el cual todo noble que se siente en su
cima no podrá bajar de allí hasta sufrir antes golpes o heridas, o haber sido
testigo de un hecho maravilloso.
—Los golpes y las heridas son algo a lo que un guerrero debería estar
acostumbrado —respondió el príncipe—; en cuanto al hecho maravilloso, no me
disgustaría ser testigo de uno. —Tras lo cual se dirigió al cerro, llevando consigo
a algunos hombres de su comitiva. Y allí permanecían, contemplando el
atardecer, cuando vieron acercarse por la pradera vecina a una mujer montada
sobre un enorme caballo blanco. La desconocida vestía una larga túnica dorada y
brillante, y el níveo animal parecía avanzar con un paso lento y cansino,
aunque en muy corto tiempo llegó al pie de la colina en que se encontraban.
—¿Alguien reconoce a la amazona? —preguntó Pwyll, y ante la respuesta
negativa, envió a uno de sus nobles a que lo averiguara. Uno de los caballeros
se levantó rápidamente y salió al encuentro de la desconocida, pero no había
llegado a la mitad del camino, cuando la dama espoleó su caballo, dejando al
noble atrás.
—Majestad —explicó el hombre—, sería inútil tratar de seguirla a pie.
—Pues entonces corre a la corte, torna el caballo más rápido que
encuentres y sal a buscarla —ordenó el rey, intrigado.
El noble fue por su caballo, lo montó y partió en persecución de la
amazona, que parecía estar esperándolo un trecho más allá. Pero cuanto más
rápido avanzaba el jinete, más lejos se encontraba de la mujer. Finalmente
desistió y, casi desfalleciente por la carrera, regresó hasta donde se
encontraba el rey aguardando.
—Señor, ni un gamo podría alcanzar a ese caballo. Es el animal más rápido
que he visto en mi vida —se excusó.
—No te culpes por haber fracasado en su seguimiento, Hadel —repuso el
rey—. La única explicación posible es que estamos frente a un caso de
hechicería.
Pero aquel episodio había quedado grabado muy profundamente en la
mente de Pwyll, y al día siguiente regresó al Gorsedd Wulbann, acompañado, por
expreso pedido suyo, de la misma comitiva del día anterior. Sólo que en aquella
oportunidad había ordenado a su escudero que llevara consigo el caballo más
rápido que hubiera en todo Dyffedd.
Y no habían tenido siquiera tiempo de llegar a la cima, cuando
nuevamente apareció la amazona, siempre al paso tardo y mesurado que había
llevado la tarde anterior. Nuevamente salió el escudero en su persecución, y
una vez más, todo fue en vano; el caballo blanco, sin siquiera agitarse,
mantuvo fácilmente la distancia que los separaba.
Al día siguiente, terminado un breve y ligero refrigerio, Pwyll reunió
nuevamente a su comitiva y todos ascendieron al cerro prodigioso.
—Allí está nuestra intrigante amazona —dijo el príncipe al poco rato,
y agregó—: pero esta vez seré yo mismo quien parta en su busca. ¡Ensíllame bien
mi caballo y tráeme las espuelas!
Pero tan pronto como comenzó a descender la ladera, ella se hallaba ya
al pie de ésta. En vano fue que Pwyll espoleara brutalmente a su caballo,
aflojándole las riendas; ella permaneció fuera de su alcance hasta que él le
gritó:
—¡Escucha! ¡Por lo que más quieras, detente!
—Lo haré con mucho gusto —dijo,
deteniéndose y levantando el velo que cubría su rostro—, pero a mi caballo le
hubiera agradado que me lo hubieras pedido hace mucho tiempo.
—Dime, señora —pidió Pwyll —¿de dónde vienes y adonde te diriges?
—Sigo mi propio camino —respondió ella—, y me siento muy complacida de
haberte conocido. En realidad —agregó, antes de que él pudiera interrumpirla—,
tú eres el motivo de mi presencia aquí. Mi nombre es Rhyannon, hija de Heffeydd
el Sabio, quien me ha prometido en matrimonio a un hombre al dual desprecio.
Pero, aunque te sorprenda escucharlo, no existe en el mundo hombre alguno con
quien desee desposarme, excepto contigo.
—¡Yrof y a Duw!2 —exclamó Pwyll, utilizando su
expresión favorita—. Por supuesto que me sorprende, pero además, te diré que
ahora ya no existe fuerza en el Universo que me pueda obligar a unirme a otra
mujer, así me den a elegir entre todas las vírgenes y damas del mundo entero.
—Entonces, hagamos un pacto —sugirió Rhyannon—; de aquí a un año
exacto, en la corte de mi padre Heffeydd, yo misma prepararé un festín en tu
honor, al que acudirás sin falta. ¿Aceptas?
—¡No habrá fuerza en el mundo que pueda impedírmelo! —respondió el
príncipe al instante. Y habiendo concretado el próximo encuentro, se
despidieron afectuosamente hasta el año siguiente.
Pwyll pasó el año en Arberth, y cuando se acercaba la fecha de la cita
eligió a dos de sus compañeros más allegados y se dirigió con ellos a la corte
de Heffeydd El Sabio, donde fueron recibidos calurosamente. La alegría reinaba
en toda la región y se notaba que los preparativos se encontraban muy
adelantados.
Pero cuando se sentaron a la mesa —Heffeydd El Sabio en el centro de
la cabecera, con Pwyll a un lado y Rhyannon al otro—vieron entrar en el salón a
un hombre joven y fuerte, de impactantes cabellos rojos y ropa de seda del
mismo color, que ya desde la entrada se había dirigido cortés, pero firmemente
a Pwyll y sus compañeros.
—Que los dioses te sean propicios —respondió el príncipe a su saludo,
invitándolo a sentarse. Pero el recién llegado se negó, diciendo:
—No lo haré, a menos que me concedas lo que he venido a pedir.
—Tendrás lo que desees —respondió Pwyll, algo apresuradamente.
—¿Por qué has respondido de esa forma? —exclamó Rhyannon, aunque
demasiado tarde.
—Debe mantener la palabra que comprometió frente a tantos nobles
—terció el pelirrojo.
—Pero ¿qué es lo que deseas, amigo? —reaccionó el príncipe.
—Parecería estar decidido que después de este festín te acostarás con
la mujer a quien más amo en el mundo —explicó el joven—, y estoy aquí para
tomar tu lugar.
Las palabras parecieron huir de la boca de Pwyll, y Rhyannon dijo,
fulminándolo con la mirada:
—Este es Gwawl, hijo de Clud, un pretencioso rico y pendenciero a
quien querían entregarme contra mi voluntad, y ahora deberás hacerlo, so pena
de quedar deshonrado. —Pero luego, bajando la voz susurró—: Debes simular que
accedes a su pedido, y yo me encargaré del resto.
—¿Cómo podrás lograrlo? —preguntó Pwyll, en el mismo tono de voz.
—Espera y lo verás. Le fijaré un lapso de un año a partir de esta
noche para acostarme con él. Pasado ese año, deberás acudir con esta bolsa y
cien caballeros, al huerto ése que se ve desde aquí —dijo, señalándoselo, para
luego continuar—: Deberás venir vestido de mendigo, con la bolsa en la mano,
que pedirás te llenen de comida. Al ver que no se llena nunca, pues es una
bolsa mágica, Gwawl preguntará qué sucede y tú le dirás que nunca se llenará, a
menos que algún noble poderoso se pare sobre la comida dentro del saco y diga:
"Han puesto demasiado alimento aquí". Entonces yo lo enviaré a él, a
que prense con sus pies la comida, momento que aprovecharás para encerrarlo en
la bolsa y cerrar las correas de cuero de la boca. Asegúrate de tener contigo
una buena trompa de caza, pues ésa será la señal que deberán esperar tus
hombres para entrar todos en la corte. —Y luego, alzando la voz en dirección a
Gwawl, que seguía esperando, dictaminó:
—Este festín lo he preparado en honor de Pwyll, rey de Dyffedd, de sus
hombres, de mi familia y de mis hombres, y no aceptaré en él a nadie más. Tú,
Gwawl, en un año exacto a partir de esta noche, tendrás preparado tu propio
festín en este mismo salón, y esa noche seré tuya.
Justo un año después de aquel día, Gwawl, hijo de Clud, se presentaba
en el salón de banquetes en busca de lo prometido, mientras que Pwyll, príncipe
de Dyffedd y Regente de Annwynn, llegaba con sus caballeros al huerto, provisto
de la bolsa que le había entregado Rhyannon, y vistiendo pesados harapos y
rústicas sandalias de cuero. Cuando se le informó que habían terminado de
comer, y comenzaban las canciones y la bebida de sobremesa, se dirigió
directamente hacia la mesa principal.
—Que los dioses te protejan — lo saludó cortésmente Gwawl.
—Y que a vos os den prosperidad —respondió Pwyll, para luego
continuar—: Señor, tengo necesidad de pediros algo.
—Nada te será negado, si está dentro de mis posibilidades —contestó
Gwawl—, y ésa será tu bienvenida.
—Sólo la necesidad me empuja a pedir, mi señor, pero nada de lo que
pido es imposible para vos. Os ruego que llenéis de comida esta bolsa que aquí
veis.
—Pues no me parece un pedido excesivo —accedió Gwawl, y dirigiéndose a
los sirvientes, exclamó— ¡Traedle comida hasta llenar la bolsa!
Inmediatamente los sirvientes pusieron manos a la obra, pero el talego
parecía no llenarse nunca, lo que hizo exclamar al pelirrojo:
—Oye, ¿es que no va a llenarse nunca?
—Yrof y a Duw, te juro que, por más que
lo carguen no se llenará, a menos que un caballero poderoso, dueño de tierras y
siervos se pare sobre él, prense mis alimentos con sus pies y declare que ya es
bastante.
—Oh, mi hombre valiente —exclamó zalamera Rhyannon, aprovechando la
oportunidad—, levántate y haz lo que dice, así nos veremos libres de su
presencia.
—¡Con mucho gusto! —exclamó el pelirrojo. Se levantó y puso sus dos
pies dentro de la bolsa, ocasión que aprovechó Pwyll para levantar y atar la
boca con tanta rapidez que Gwawl quedó encerrado en ella. El príncipe hizo
sonar entonces su cuerno de caza, con lo que aparecieron sus hombres, apresaron
a los servidores de Gwawl y formaron un corro alrededor de la bolsa.
—¿Qué hay en este saco? —preguntó uno de ellos.
—Un tejón —respondió otro—, y el juego consiste en dar un golpe a la
bolsa, ya sea con el pie, con una estaca o con cualquier otra cosa, y si el
animal grita, el que le ha pegado tiene derecho a una ración extra de mead.3
Y así continuó el juego, hasta que el hombre dentro del saco protestó
diciendo:
—Después de todo, soy un noble como ustedes y no merezco ser tratado
de esta forma.
Ante esta justa petición, con la que el rey Heffeydd coincidió
plenamente, Rhyannon y Pwyll acordaron dejarlo en libertad, pero sólo si antes
prometía solemnemente no volver a pretender la mano de la hermosa princesa, ni
intentar tomar venganza por los hechos ocurridos esa noche. Una vez que el
pelirrojo hubo accedido a todo lo que le ordenaron, lo dejaron libre, y partió
hacia su hogar, arrastrando tras de sí una pierna dolorida y la vergüenza de
haber sido burlado en presencia de todos sus nobles.
Rhyannon y Pwyll, por su parte, permanecieron el resto de la noche en
el salón de banquetes, hasta que llegó la hora de retirarse a sus aposentos,
donde finalmente pudieron consumar su matrimonio, ya largamente postergado.
Dos días más tarde, Pwyll y Rhyannon dejaron el palacio del padre de
ésta y se dirigieron hacia Arbert, donde el príncipe retomó sus funciones de
Regente de Dyffedd y Anwynn, reinos que ambos gobernaron con prosperidad y
justicia durante los años que les quedaron de vida.
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