a. Algunos años antes de estos acontecimientos, durante el festival
de Posidón en Onquesto, un incidente trivial molestó a los tebanos, y con ese
motivo el auriga de Meneceo arrojó una piedra que hirió mortalmente al rey
minia Clímeno. Éste fue conducido moribundo, a Orcómeno, donde, al morir,
encargó a sus hijos que le vengaran. El mayor de ellos, Ergino, cuya madre era
la princesa beoda Budea, o Búcige, reunió un ejército, marchó sobre los tebanos
y los derrotó por completo. Según las estipulaciones de un tratado que
confirmaron con sus juramentos, los tebanos debían pagar a Ergino un tributo
-anual de cien reses vacunas durante veinte años como pena por la muerte de
Clímeno.
b. Heracles, a su regreso del Helicón, se encontró con los
heraldos minias que iban a recoger el tributo tebano. Cuando les preguntó cuál era
su misión le contestaron desdeñosamente que iban una vez más a recordar a los
tebanos la clemencia de Ergino al no haber cortado las orejas, la nariz y las
manos a todos los hombres de la ciudad. «¿Desea realmente Ergino ese tributo?»,
les preguntó airadamente Heracles. Acto seguido mutiló a los heraldos de la
manera que habían descrito y los envió de vuelta a Orcómeno con sus órganos
ensangrentados atados con cuerdas alrededor del cuello.
c. Cuando Ergino ordenó al rey Creonte de Tebas que entregara al
autor de ese ultraje, éste se mostró totalmente dispuesto a obedecer, porque
los minias habían desarmado a Tebas, y además no podía esperar la intervención
amistosa de ningún vecino en tan mala causa. Pero Heracles persuadió a sus
juveniles compañeros para que luchasen en favor de la libertad. Recorrió los
templos de la ciudad y se apoderó de todos los escudos, yelmos, petos, grebas,
espadas y lanzas dedicados a ellos como botín. Atenea, admirando grandemente
tal resolución, concedió esas armas a él y sus amigos. Así armó Heracles a
todos los tebanos en edad de luchar, les enseñó a emplear sus armas y asumió
personalmente el mando. Un oráculo le prometió la victoria si la persona de
mayor alcurnia de Tebas se quitaba la vida. Todos los ojos se volvieron expectativamente
hacia Antípeno, descendiente de los Hombres Sembrados, pero cuando se mostró
renuente a morir por el bien común, sus hijas Androclea y Alcis lo hicieron de
buen grado en su lugar, y en adelante fueron honradas como heroínas en el
templo de Ártemis Famosa.
d. Poco después los minias marcharon sobre Tebas, pero Heracles
les tendió una emboscada en un paso estrecho y mató a Ergino y a la mayoría de
sus capitanes. Esta victoria, ganada casi sin ayuda, la explotó cayendo
súbitamente sobre Orcómeno, cuyas puertas derribó, saqueando luego el palacio y
obligando a los minias a pagar un doble tributo a Tebas. Heracles había cerrado
además los dos grandes túneles que habían construido los minias en la
antigüedad y por los que el río Cefiso desembocaba en el mar inundando así las
ricas tierras de cereales de la llanura copaica.
Su propósito era inmovilizar a la caballería de los minias, su arma más
formidable, y llevar la guerra a las montañas, donde podía luchar con ellos en
igualdad de condiciones, pero como era amigo de todo la humanidad,
posteriormente volvió a abrir los túneles. El templo de Heracles Atador de
Caballos en Tebas conmemora un episodio de esta campaña: Heracles penetró de
noche en el campamento minia, y despues de robar los caballos de los carros, a
los que ató a árboles a una gran distancia, dio muerte a los soldados dormidos.
Por desgracia, Anfitrión, su padre adoptivo, murió en el combate.
e. Cuando regresó a Tebas, Heracles dedicó un altar a Zeus
Preservador; un león de piedra a Artemis Famosa, y dos imágenes de piedra a
Atenea Ceñidora de Armas. Como los dioses no habían castigado a Heracles por
haber maltratado a los heraldos de Ergino, los tebanos se atrevieron a honrarle
con una estatua, llamada Heracles Cortador de Narices.
f. Según otra versión, Ergino sobrevivió a la derrota de los
minias y fue uno de los argonautas que volvieron de Cólquide con el Vellocino
de Oro. Después de pasar muchos años recuperando su anterior prosperidad, se
encontró rico, ciertamente, pero viejo y sin hijos. Un oráculo le aconsejó que
pusiera un zapato nuevo en la reja del arado destartalado y él interpretó el
consejo casándose con una esposa joven que le dio a Trofonio y Agamedes, los
célebres arquitectos, y a Aceo.
1.
La
manera como trata Heracles a los heraldos minias es tan vil —pues a la persona
de un heraldo se la considera universalmente sacrosanta cualquiera que sea la
insolencia con que actúe— que en este caso tiene que representar a los
conquistadores dorios de 1050 a. de C, quienes hacían caso omiso de todas las
costumbres civilizadas.
2.
Según
Estrabón (ix.2.18) ciertos canales de piedra caliza naturales por los que
corrían las aguas del Cefiso quedaban bloqueados a veces y otras abiertos por
los terremotos; pero con el tiempo toda la llanura Copaica se convirtió en un
pantano, a pesar de dos grandes túneles que habían abierto los minias de la
edad de bronce —pelasgos minoizados— para hacer más eficaces los canales
naturales. Sir James Frazer, quien hizo una visita a la llanura hace unos cincuenta
años, descubrió que tres de los canales habían sido cerrados artificialmente
con piedras en la antigüedad, quizá por los tebanos que destruyeron Orcómeno en
368 a. de C., pasaron a cuchillo a todos los habitantes varones y vendieron a
las mujeres como esclavas (Pausanias: ix.15.3). Recientemente una compañía
británica ha desecado los pantanos y devuelto la llanura a la agricultura.
3.
Cuando
la ciudad de Tebas se hallaba en peligro (véase 105.i y 106.j) el oráculo
tebano exigía con frecuencia un pharmacos regio, pero sólo en una sociedad
completamente patriarcal se habrían arrojado a la muerte Androclea y Alcis. Sus
nombres, como los de las hijas de Erecteo, de las que se dice que se
sacrificaron del mismo modo (véase 47.d), parecen ser títulos de Deméter y
Perséfone, quienes exigían sacrificios de varones. Parecería que dos princesas
«pagaron la pena en vez de» el rey sagrado —al que más tarde se le dio el nuevo
nombre de Antípeno—, quien se negó a seguir el ejemplo de Meneceo. En este
sentido la Esfinge saltó desde el risco y murió destrozada (vase 105.6).
4.
«Heracles
Atador de Caballos» puede referirse a su captura de las yeguas salvajes de
Diomedes y todo lo que implicaba esta hazaña (véase 130.1).
5.
Atenea
Cefiidora de Armas era la Atenea primitiva que distribuía armas a sus hijos
predilectos; en los mitos celtas y germanos la entrega de armas es una
prerrogativa matriarcal ejercida oportunamente en un casamiento sagrado (véase
95.j).
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