a. La reina de las amazonas Pentelisea, hija de Otrere y Ares, se
había refugiado en Troya huyendo de las Erinias de su hermana Hipólita (llamada
también Glauce o Melanipa), a la que había matado accidentalmente, bien durante
una cacería, o bien, según los atenienses, en la lucha que siguió al casamiento
de Teseo con Fedra. Purificada por Príamo, se distinguió mucho en la batalla y
dio muerte a numerosos griegos, entre ellos (según se dice) a Macaón, aunque la
versión más común hace que le mate Eurípilo, hijo de Télefo.
Sacó a Áquiles del campo de batalla en varias ocasiones, y algunos pretenden
incluso que ella lo mató y que Zeus, atendiendo a la súplica de Tetis, le
devolvió la vida, pero al final él la atravesó con la lanza, se enamoró de su
cadáver y cometió necrofilia con él allí mismo.
Cuando Áquiles pidió voluntarios para enterrar a Pentesilea, Tersites, un hijo
del etolio Agrio y el más feo de los griegos que luchaban delante de Troya, y
que había vaciado los ojos de Pentesilea con su lanza cuando ella yacía
moribunda, acusó burlonamente a Áquiles de lujuria inmunda y contranatural.
Áquiles se volvió y asestó a Tersites un golpe tan fuerte que le rompió todos
los dientes y envió su alma al Tártaro.
b. Esto causó una gran indignación entre los griegos y Diomedes,
que era primo de Tersites y deseaba mostrar su desdén por Áquiles, arrastró el
cuerpo de Pentesilea tirándolo de los pies y lo arrojó en el Escamandro; pero
lo sacaron del río y lo enterraron en la orilla con grandes honores: algunos
dicen que lo hizo Áquiles, y otros que los troyanos. Áquiles se embarcó luego
para Lesbos, donde hizo sacrificios a Apolo, Artemis y Leto; y Odiseo, enemigo
jurado de Tersites, le purificó del asesinato. Pentesilea moribunda, sostenida
por Aquiles, aparece grabada en el trono de Zeus en Olimpia.
Su nodriza, la amazona Cleta, al enterarse de que había huido a Troya después de
la muerte de Hipólita, salió en su busca, pero los vientos contrarios la
llevaron a Italia, donde fijó su residencia y fundó la ciudad de Cíete.
c. Príamo había convencido ya a su hermanastro Titono de Asiría
para que enviase a Troya a su hijo el etíope Memnón; le sobornó con una vid de
oro.
En Etiopía se muestra un supuesto palacio de Memnón, aunque cuando Titono
emigró a Asiría y fundó Susa, Memnón, que era entonces un niño, había ido con
él. A Susa se la llama ahora comúnmente la Ciudad de Memnón, y a sus habitantes
asíanos, por Cisia, la madre de Memnón. Su palacio en la Acrópolis subsistió
hasta la época de los persas.
d. Titono gobernaba la provincia de Persia para el rey asirio
Téutamo, el señor de Príamo, quien puso a Memnón al mando de un millar de
etíopes, un millar de susanos y doscientos carros. Los frigios muestran todavía
el camino escabroso pero directo, con lugares para acampar cada viente la ilómetros más o menos, por el que Memnón,
después de subyugar a todas las naciones intermedias, marchó a Troya. Era negro
como el ébano, pero el hombre más bello existente, y, como Aquiles, llevaba una
armadura forjada por Hefesto.
Algunos dicen que condujo un gran ejército de etíopes e indios a Troya por
Armenia, y que otra expedición partió por mar de Fenicia a sus órdenes y
mandada por un sidonio llamado Falante. Cuando desembarcó en Rodas, los
habitantes de la cual estaban en favor de la causa griega, le preguntaron a
Falante en público: «¿No te avergüenza, señor, ayudar al troyano París y a otros
enemigos declarados de tu ciudad natal?» Los marineros fenicios, que entonces
se enteraron por primera vez de adonde iban, lapidaron a Falante por traidor y
se establecieron en Yáliso después de repartirse el tesoro y las municiones de
guerra que llevaba Falante.
e. Entretanto, en Troya, Memnón mató a vanos griegos destacados,
entre ellos a Antíloco hijo de Néstor, cuando acudió a salvar a su padre, pues
París había matado a uno de los caballos del carro de Néstor y el terror hacía
inmanejable a su compañero de yunta.
Este Antíloco había sido abandonado cuando era niño en el monte Ida por su
madre Anaxibia, o Eurídice, y le había amamantado una perra. Aunque era
demasiado joven cuando la expedición zarpó de Aulide al comienzo de la guerra,
la siguió algunos años después y pidió a Aquiles que aplacara la ira de Néstor
ante su llegada inesperada. Aquiles, complacido con el ánimo belicoso de
Antíloco, se comprometió a mediar entre ellos y, por deseo suyo, Néstor
presentó su hijo a Agamenón.
Antíloco era uno de los griegos más jóvenes, bellos, rápidos y valientes que
luchaban en Troya y Néstor, a quien un oráculo había advertido que debía
protegerlo contra un etíope, designó a Calionte como su guardián, pero en vano.
Los huesos de Antíloco fueron enterrados junto a los de sus amigos Aquiles y
Patroclo, a cuyas ánimas acompañó a los Campos de Asfódelos.
f. Ese día, con la ayuda de los etíopes de Memnón, los troyanos
casi consiguieron incendiar las naves griegas, pero llegó la noche y se
retiraron. Después de enterrar a sus muertos, los griegos eligieron a Ayax el
Grande para que se enfrentase con Memnón; y a la mañana siguiente había
comenzado ya el combate singular cuando Tetis fue en busca de Aquiles, quien
estaba ausente del campamento, y le dio la noticia de la muerte de Antíloco.
Aquiles se apresuró a volver para vengarse, y mientras Zeus, quien había pedido
una balanza, pesaba su destino contra el de Memnón,
apartó a un lado a Ayax y ocupó su lugar en el combate. E1 platillo que
contenía el destino de Memnón descendió en las manos de Zeus, Aquiles asestó a
su adversario el golpe mortal
y poco después una cabeza negra y una armadura brillante coronaban
la pira ardiente de Antíloco.
g. Sin embargo, algunos dicen que los tesalios le tendieron una
emboscada a Memnón, y que los etíopes, después de quemar su cuerpo, llevaron
las cenizas a Titono; y que ahora están enterradas en una colina que domina la
desembocadura del río Esepo, donde una aldea lleva su nombre.
Eos, considerada como la madre de Memnón, imploró a Zeus que le otorgase la
inmortalidad y algunos honores más. En consecuencia, varias aves hembras
fantasmas, llamadas Memnónidas, se formaron con las ascuas y el humo de su
pira, se elevaron al aire y volaron tres veces a su alrededor. En la cuarta
vuelta se dividieron en dos bandadas, lucharon entre ambas con las garras y los
picos y cayeron sobre las cenizas como un sacrificio fúnebre. Las Memnónidas
siguen luchando
y cayendo sobre su tumba cuando el Sol ha recorrido todos los
signos del Zodíaco.
h. Según otra tradición, estas aves son las muchachas compañeras
de Memnón, las cuales lamentaron su muer te tan excesivamente que los dioses,
compadecidos, las transformaron en aves. Hacen una visita anual a su tumba,
donde lloran y se laceran hasta que algunas de ellas caen muertas. Los
helespontinos dicen que cuando las Memnónidas visitan la tumba de Memnón junto
al Helesponto utilizan las alas para rociarla con agua del río Esepo; y Eos
sigue derramando lágrimas de rocío por él todas las mañanas. Polignoto pintó a
Memnón haciendo frente a su rival Sarpedón y vestido con un manto bordado con
esas aves. Se dice que los dioses observan los aniversarios de la muerte de
ambos como días de luto
i. Otros creen que los huesos de Memnón fueron llevados a Pafos en
Chipre, y desde allí a Rodas, donde su hermana Himera, o Hemera, fue a
buscarlos. Los fenicios que se habían rebelado contra Falante permitieron que
se los llevara con la condición de que no exigiera la devolución .del tesoro
robado. Ella accedió a eso y llevó la urna a Fenicia; allí la enterró en
Palioquis y luego desapareció.
Otros dicen que la tumba de Memnon se halla cerca de Faltón, en
Siria, junto al río Badas. Su espada de bronce cuelga de la pared del templo de
Asclepios en Nicomedia; y la Tebas egipcia es famosa por una colosal estatua
negra —una figura de piedra sentada— que produce un sonido parecido al del
rompimiento de la cuerda de una lira todos los días al salir el
sol. Todos los pueblos de habla griega lo llaman Memnón, pero no los egipcios.
j. A continuación Aquiles derrotó a los troyanos y los persiguió
hacia la
ciudad, pero su destino estaba ya también decidido. Posidón y Apolo se
comprometieron a vengar la muerte de Geno y Troilo y a castigar ciertas
jactancias insolentes que Aquiles había pronunciado sobre el cadáver de Héctor,
y se cosultaron. Velado con una nube y apostado junto a la
Puerta Escea, Apolo buscó a París en lo más reñido del combate, dirigió
su arco y guió la flecha fatal. Fue a clavarse en la única parte vulnerable del
cuerpo de Aquiles, el talón derecho, y murió con terribles dolores.
Pero algunos dicen que Apolo, asumiendo la semejanza de Paris, mató
personalmente a Aquiles; y ésta fue la versión que aceptó Neoptólemo, el hijo
de Aquiles. Durante todo el día se libró sobre el cadáver una batalla feroz.
Áyax el Grande mató a Glauco, lo despojó de su armadura, envió ésta al
campamento y, a pesar de una lluvia de flechas, llevó el cadáver de Aquiles a
través de los enemigos, mientras Odiseo le cubría la retaguardia. Una tempestad
enviada por Zeus puso entonces fin a la lucha.
k. Según otra tradición, Aquiles fue víctima de un complot. Príamo
le había ofrecido a Políxena en matrimonio con la condición de que levantase el
sitio de Troya, pero Políxena, que no podía perdonar a Aquiles el que hubiera
asesinado a su hermano Troilo, hizo que revelara la vulnerabilidad de su talón,
pues no hay secreto que las mujeres no puedan arrancar a los hombres como
prueba de amor. A pedido de ella, descalzo y desarmado, a ratificar el acuerdo
mediante sacrificios a Apolo Timbreo; luego, mientras Deífobo le abrazaba
simulando amistad, Paris, oculto detrás de la imagen del dios, le atravesó el
talón con una flecha envenenada o, según algunos, con una espada. Pero antes de
morir Aquiles tomó del altar unas teas y las lanzó vigorosamente a su
alrededor, matando a muchos tróvanos y servidores del templo.
Entre tanto, Odiseo, Ayax y Diomedes, sospechando una posible traición de
Aquiles, le habían seguido al templo. Paris y Deífobo se cruzaron con ellos
corriendo en la puerta; entraron y Aquiles, al expirar en sus brazos, les pidió
que después de la caída de Troya sacrificaran a Políxena en su tumba. Ayax sacó
el cadáver del templo en sus hombros; los troyanos trataron de apoderarse de
él, pero los griegos consiguieron llevárselo y lo condujeron a las naves.
Algunos dicen, por otra parte, que los troyanos vencieron en la pelea y no
entregaron el cadáver de Aquiles hasta que les devolvieron el rescate que
Príamo había pagado por Héctor.
l. Esa pérdida desalentó a los griegos. Sin embargo, Posidón
prometió a Tetis que concedería a Aquiles en el Mar Negro una isla en la que
las tribus de la costa le ofrecerían sacrificios divinos durante toda la
eternidad. Un grupo de nereidas fue a Troya para llorar con ella y
permanecieron desoladas alrededor de su cadáver mientras las nueve Musas
entonaban el canto fúnebre. El duelo duró diecisiete días y noches, pero aunque
Agamenón y los otros caudillos griegos derramaron muchas lágrimas, ninguno de
los soldados rasos lamentó mucho la muerte de un traidor tan notorio. El
decimoctavo día el cuerpo de Aquiles fue quemado en una pira y sus cenizas,
mezcladas con las de Patroclo, fueron guardadas en un cofre de oro hecho por
Hefesto, regalo de boda de Dioniso a Tetis; el cofre fue enterrado en el
promontorio Sigeo, que dormina el Helesponto, y sobre él los griegos erigieron
un alto túmulo como mojón.
En una aldea vecina llamada Aquilea hay un templo dedicado a Aquiles y su
estatua lleva un arete de mujer.
m. Mientras los aqueos realizaban juegos fúnebres en su honor
—Eumelo ganó la carrera de carros, Diomedes la pedestre, Ayax el lanzamiento de
discos y Teucro la competencia en el disparo de arcos— Tetis sacó el alma de
Aquiles de la pira y la llevó a Leucea, una isla de unos veinte estadios de
circunferencia, boscosa y llena de animales salvajes y domesticados que se
halla frente a la desembocadura del Danubio y que ahora le está consagrada. En
una ocasión, cuando cierto crotoniano llamado Leónimo, que había sido herido
gravemente en el pecho mientras luchaba con sus vecinos, los locrios
espicefirios, hizo una visita a Delfos para preguntar cómo podía curarse, la
Pitonisa le dijo: «Ve a Leucea. Allí Ayax el Pequeño, a cuya ánima invocaron
sus enemigos para que luchase en su favor, aparecerá y te curará la herida.»
Volvió algunos meses después, sano y salvo, e informó que había visto a
Aquiles, Patroclo, Antíloco, Ayax el Grande y finalmente Ayax el Pequeño, quien
le había curado. Helena, ahora casada con Aquiles, le había dicho: «Te ruego,
Leónimo, que vayas a Himera y le digas al difamador de Helena que la pérdida de
su vista se debe al desagrado de ella.» Los marineros que navegan rumbo al
norte desde el Bosforo hasta Olbia oyen con frecuencia a Aquiles que canta los
versos de Homero al otro lado del agua, y al sonido de su voz acompañan el
ruido de cascos de caballos, gritos de guerreros y entrechocar de armas.
n. Aquiles yació por vez primera con Helena, no mucho antes de su
muerte, en un sueño dispuesto por su madre Tetia. Esta experiencia le causó tal
placer que pidió a Helena que se descubriese ante él en la vida real en la
muralla de Troya. Ella lo hizo y Aquiles se enamoró desesperadamente. Como él
fue su quinto marido, lo llaman Pempto, que quiere decir «quinto», en Creta;
Teseo, Menelao, París y Deífobo habían sido sus predecesores.
o. Pero otros sostienen que Aquiles sigue bajo el poder de Hades y
se queja amargamente de su suerte mientras se pasea por los Campos de
Asfódelos; otros, que se casó con Medea y vive regiamente en los Campos Elíseos
o en las Islas de los Bienaventurados.
p. Por orden de un oráculo se erigió un cenotafio a Aquiles en el
antiguo gimnasio de Olimpia; allí, al comienzo del festival, cuando el sol se
pone, las eleanas le honran con ritos fúnebres. Los tesalios, por orden del
oráculo de Dodona, hacen también sacrificios anuales a Aquiles; y en el camino
que lleva de Esparta hacia el norte hay un templo que le construyó Prax, su
bisnieto, y que está cerrado al gran público; pero los muchachos a los que se
exige que luchen en el cercano bosquecillo de sicómoros entran en él y hacen
sacrificios a Aquiles de antemano.
1.
Pentesilea
era una de las amazonas vencidas por Teseo y Heracles: es decir, una de las
sacerdotisas combatientes de Atenea, derrotadas por los invasores eolios de
Grecia (véase 100.1 y 131.2). El episodio ha sido situado en Troya porque,
según se dice,, la confederación de Príamo comprendía a todas las tribus del
Asia Menor. Pentesilea no aparece en la Ilíada, pero el ultraje de su cadáver
por Aquiles es característicamente homérico, y como se la menciona en otros
muchos textos clásicos, un pasaje acerca de ella pudo muy bien haber sido
suprimido por los compiladores de Pisístrato. Dictys Cretensis (iv.2-3) moderniza
la fábula: dice que cabalgaba al frente de un gran ejército y que, al encontrar
a Héctor muerto, habría vuelto a su país si París no la
hubiera sobornado con oro y plata para que se quedase. Aquiles atravesó
con la lanza a Pentesilea en su primer encuentro y la hizo caer de la silla
tirándole del cabello. Cuando yacía en tierra moribunda los soldados griegos
gritaron: «¡Arroja a esa virago a los perros como castigo por sobrepasar la
naturaleza de la mujer!» Aunque Aquiles pidió que se le hiciese un funeral
honorable, Diomedes tomó el cadáver por los pies y lo arrastró para arrojarlo
al Escamandro. En la leyenda griega las viejas nodrizas representan
habitualmente a la Diosa como Anciana (véase 24.9) y la nodriza de Pentesilea,
Cleta («invocada») no es una excepción.
2.
Cisia
(«hiedra») parece ser un título primitivo de la diosa, llamada de diversos
modos, que presidía las orgías de hiedra y vid en Grecia, Tracia, Asia Menor y
Siria (véase 168.j); los «cisianos» de Memnón, sin embargo, son una variante de
«susianos» («hombres-lirio»), llamados así en honor de la diosa Lirio, Susannah
o Astarté. Probablemente Príamo pidió ayuda, no a los sirios, sino a los
hititas, que muy bien podían haberle enviado refuerzos por tierra, y también
por mar, desde Siria. «Memnón» («resuelto»), un título común de los reyes
griegos —intensificado en «Agamemnón» («muy resuelto»)— ha sido confundido aquí
con Mnemón, un título del asirio Artajerjes, y con Amenofis, el nombre del
Faraón en honor del cual se construyó en Tebas la famosa estatua negra y
cantante. Los primeros rayos del sol calentaban la piedra hueca y hacían que el
aire interior se expandiese y saliera por la estrecha garganta.
3.
Aquiles
en su nacimiento, juventud y muerte es aceptable mitológicamente como el antiguo
rey sagrado pelasgo, destinado a convertirse en el héroe oracular «sin labios».
Su adversario mítico llevaba varios nombres, como «Héctor», «Paris» y «Apolo».
Aquí es Memnón, hijo de Cisia. El duelo de Aquiles con Memnón, cada uno de
ellos apoyado por su madre, estaba tallado en el Cofre de Cipselo (Pausanias:
v.19.1) y en el trono de Apolo en Amidas (Pausanias: iii.18.7); además figura
en un gran grupo del pintor Licio que los habitantes de Apolonia le dedicaron
en Olimpia (Pausanias: v.22.2). Los dos representan al rey sagrado y su
sucesor: Aquiles, hijo de la diosa del Mar, brillante Espíritu del Año
Creciente; y Memnón, hijo de la diosa;
Hiedra, oscuro Espíritu del Año Menguante, al que se consagra la vid dorada. Se
matan el uno al otro alternativamente, en los solsticios invernal y estival; el
rey muere siempre a consecuencia de una herida en el talón, y su sucesor es
decapitado con una espada. Aquiles, en este sentido antiguo, no corrompido por
el comportamiento escandaloso de los caudillos aqueos y dorios que usurparon su
nombre, era honrado como héroe en muchos lugares; y la
fábula no homérica de la traición de que fue objeto por Políxena, quien
le arrancó el secreto de su talón vulnerable, lo coloca junto a Llew Llaw,
Cuchulain, Sansón y otros héroes de la Edad de Bronce de buena reputación. Es
probable, por tanto, que su lucha con Pentesilea fuera de la misma clase que la
de su padre, Peleo, con Tetis (véase 81.d). Quien recibió el mensaje de Helena
desde Leucea —que ahora es una isla prisión rumana sin árboles— fue el poeta
Estesícoro (véase 31.9 y 159.1).
4.
Debido
a que Memnón fue del Oriente para ayudar a Príamo se le llamó «hijo de Eos»
(«la aurora»); y como necesitaba un padre, Titono, el amante de Eos, pareció la
elección natural (véase 40.c). Una lucha en el solsticio de invierno entre
muchachas disfrazadas de aves de la que da fe Ovidio, es una explicación más
probable de las Memnónidas que el que sean encarnaciones fantásticas de chispas
que ascienden de un cadáver colocado en la pira; la lucha se libraría
originalmente por el cargo de suma sacerdotisa, al estilo libio (véase 8.1).
5.
Aquiles,
como rey sagrado de Olimpia, era llorado después del solsticio estival, cuando
se realizaban en su honor los juegos fúnebres olímpicos; a su sucesor, llamado
Idealmente «Crono», se le lloraba después del solsticio de invierno (véase
138.4). En las Islas Británicas estas fiestas caían en el primero de agosto y
el día de San Esteban, respectivamente; pero aunque el cadáver del reyezuelo de
cresta dorada, el pájaro de Crono, es llevado todavía en procesión por los
distritos rurales el día de San Esteban, las Memnónidas británicas suspiran y
sollozan sólo por el petirrojo, no por su víctima, el reyezuelo: por el sucesor
y no por el rey sagrado.
6.
El
templo de héroe de Aquiles en Creta debió de ser construido por inmigrantes
pelasgos, pero el sicómoro es un árbol cretense. Puesto que la hoja de sicómoro
representaba la mano verde de Rea, quizá se llamara a Aquiles Pempto («quinto»)
para identificarlo con Acésidas, el quinto de sus Dáctilos, es decir el dedo
meñique oracular, del mismo modo en que identificaba a Heracles con el primero,
el viril pulgar (véase 53.1).
7.
La
vid de oro de Príamo, con la que sobornó a Titono para que enviara a Memnón,
parece haber sido la que dio Zeus a Tros como compensación por el rapto de
Ganimedes (véase 29.6).
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