a. El noveno trabajo de Heracles fue conseguir para Admete, la hija
de Euristeo, el cinturón de oro de Ares que llevaba Hipólita, la reina de las
Amazonas. En un barco, o, según dicen algunos, en nueve, y con una compañía de
voluntarios, entre los que se hallaban Yolao, Telamón de Egina, Peleo de Yolco
y, según algunas versiones, Teseo de Atenas, Heracles se embarcó para el río
Termodonte.
b. Las amazonas eran hijas de Ares y la náyade Harmonía, nacidas
en los valles de la Acmonia frigia; pero algunos llaman a su madre Afrodita, u
Otrere, hija de Ares.
Al princopio vivían junto al río Amazonio, que ahora lleva el nombre de Tanáis,
en honor a un hijo de la amazona Lisipe, quien ofendió a Afrodita con su
desprecio del matrimonio y su afición a la guerra. En venganza, Afrodita hizo
que Tanáis se enamorara de su madre, pero en vez de ceder a una pasión
incestuosa se arrojó al río y se ahogó. Para evitar los reproches de su ánima
Lisipe condujo a sus hijas alrededor de la costa del Mar Negro a una llanura
situada junto al río Termodonte, que nace en las altas montañas amazonias. Allí
formaron tres tribus, cada una de las cuales fundó una ciudad.
c. Entonces, como ahora, las amazonas sólo reconocían la
descendencia materna y Lisipe había dispuesto que los hombres debían realizar
todas las tareas domésticas, mientras las mujeres luchaban y gobernaban. En
consecuencia rompían los brazos y las piernas de los niños recién nacidos con
el fin de incapacitarlos para pelear o viajar. Estas mujeres contranaturales, a
las que los escitas llamaban eórpatas, no mostraban respeto por la justicia ni
por la decencia, pero eran guerreras famosas y las primeras que emplearon la
caballería.
Llevaban arcos de bronce y cortos escudos en forma de media luna; sus yelmos,
ropas y ceñidores estaban hechos con pieles de fieras.
Lisipe, antes de emprender la lucha, fundó la gran ciudad de Temiscira y venció
a todas las tribus hasta el río Tañáis. Con el botín de sus campañas erigió
templos a Ares y otros a Artemis Taurópola, cuyo culto estableció. Sus
descendientes extendieron el imperio amazónico hacia el oeste, a través del río
Tanáis, hasta Tracia, y en la costa meridional hacia el oeste, a través del
Termodonte, hasta Frigia. Tres famosas reinas amazonas, Marpesa, Lampado e
Hipo, se apoderaron de gran parte del Asia Menor y Siria y fundaron las ciudades
de Efeso, Esmirna, Cirene y Mirina. Otras fundaciones de las amazonas son Thiba
y Sinope.
d. En Efeso erigieron una imagen de Artemis debajo de un haya,
donde Hipo ofreció sacrificios, después de lo cual sus acompañantes realizaron
primeramente una danza de escudos y luego una danza en círculo, con aljabas
ruidosas, golpeando la tierra al unísono, con acompañamiento de caramillos,
pues Atenea no había inventado todavía la flauta. El templo de Artemis Efesia,
construido posteriormente alrededor de su imagen y al que no iguala en
magnificencia ni siquiera el de Apolo en Delfos, figura entre las siete
maravillas del mundo; dos arroyos, ambos llamados Seleno y que fluyen en
direcciones opuestas, lo rodean. Fue en esa expedición cuando las amazonas se apoderaron
de Troya. Príamo era todavía un niño. Pero mientras algunos destacamentos del
ejército de las amazonas volvían a su país cargados con un botín cuantioso, las
demás, que se quedaron para consolidar su poder en el Asia Menor, fueron
expulsadas por una alianza de tribus bárbaras y perdieron a su reina Marpesia.
e. Cuando Heracles fue a visitar a las amazonas todas ellas habían
vuelto ya al río Termodonte y sus tres ciudades eran gobernadas por Hipólita,
Antíope y Melanipa. En el camino se detuvo en la isla de Paros, famosa por su
mármol, que el rey Radamantis había legado a Alceo, un hijo de Androgeo; pero
cuatro hijos de Minos, Eurimedonte, Grises, Nefalión y Filolao, se habían
establecido también allí. Cuando un par de los tripulantes de Heracles desembarcaron
para ir en busca de agua, los hijos de Minos los asesinaron y Heracles,
indignado, mató a los cuatro y apremió a los parios de tal modo que le mandaron
enviados ofreciéndole, en compensación por la muerte de los marineros, a
cualesquiera dos hombres que eligiera para que fuesen sus esclavos. Satisfecho
con esta propuesta, Heracles levantó el sitio y eligió al rey Alceo y a su
hermano Esténelo, a quienes llevó a bordo de su barco. Luego navegó a través
del Helesponto y el Bosforo hasta Mariandino en Misia, donde le hospedó el rey
paflagonio Lico, hijo de Dáscilo y nieto de Tántalo.
En recompensa, apoyó a Lico, en una guerra con los bébrices y mató a muchos,
incluyendo a su rey Migdón, hermano de Amico, y reconquistó gran parte de la
Paflagonia que estaba en poder de los bébrices; se la devolvió a Lico, quien
llamó al territorio Heraclea en su honor. Más tarde Heraclea fue colonizada por
los megarenses y tanagrenses por consejo de la Pitonisa de Delfos, quien les
dijo que instalaran una colonia junto al Mar Negro, en una región dedicada a
Heracles.
f. Cuando llegó a la desembocadura del río Termodonte, Heracles
ancló su barco en el puerto de Temiscira, donde Hipólita le hizo una visita y,
atraída por su cuerpo musculoso, le ofreció el cinturón de Ares como prenda de
amor. Pero entretanto Hera había ido de un lado a otro, disfrazada de amazona,
difundiendo el rumor de que aquellos extranjeros se proponían raptar a
Hipólita, en vista de lo cual las guerreras, irritadas, montaron en sus
caballos y se lanzaron contra el navio. Heracles, sospechando una traición,
mató a Hipólita inmediatamente, le quitó el cinturón, se apoderó de su hacha y
de otras armas y se preparó para defenderse. Dio muerte una tras otra a todas
las caudillas de las amazonas y puso en fuga a su ejército tras una gran
matanza.
g. Algunos dicen, sin embargo, que Melanipa cayó en una emboscada
y fue rescatada por Hipólita al precio del cinturón; o viceversa. O que Teseo
se apoderó de Hipólita y regaló su cinturón a Heracles, quien, en cambio, le
permitió hacer a Antíope su esclava. O que Hipólita se negó a dar a Heracles su
cinturón y ambos libraron una batalla campal; ella fue derribada de su caballo
y él se lanzó sobre ella con la clava en la mano y le ofreció perdonarle la
vida, pero Hipólita prefirió morir antes que rendirse. Inclusive se dice que el
cinturón pertenecía a una hija de Briareo, el de las Cien Manos.
h. A su regreso de Temiscira, Heracles pasó otra vez por
Mariandino e intervino en los juegos fúnebres de Priolao, el hermano del rey
Lico, quien había sido muerto por los misios y por quien se entonan todavía
cantos fúnebres. Heracles libró un pugilato con el campeón mariandino Ticia, le
arrancó todos los dientes y lo mató con un golpe en la sien. En prueba de su
pesar por este accidente subyugó a los misios y los frigios en beneficio de
Dáscilo, pero también venció a las bitinios hasta la desembocadura del río
Rebas y la cumbre del monte Colone, y reclamó su reino para él. Los paflagonios
de Pélope se le rindieron voluntariamente. Sin embargo, tan pronto como se fue
Heracles los bébrices a las órdenes de Ámico, hijo de Posidón, se apoderaron de
nuevo del territorio de Lico y extendieron su frontera hasta el río Hipio.
i. Desde allí Heracles se dirigió a Troya y liberó a Hesíone de un
monstruo marino; luego continuó su viaje a Eno, en Tracia, donde le hospedó
Poltis; y en el momento en que se iba a hacer a la mar otra vez mató en la
playa de Eno al insolente hermano de Poltis, Sarpedón, un hijo de Posidón.
Luego venció a los tracios establecidos en Tasos y donó la isla a los hijos de
Androgeo, a los que había llevado de Paros; y en Torone le desafiaron a una
lucha Polígono y Telégono, hijos de Proteo,
y mató a los dos.
j. Cuando volvió por fin a Micenas, Heracles entregó el cinturón a
Euristeo, quien se lo dio a Admete. En cuanto al resto del botín tomado a las
amazonas, ofreció sus ricas túnicas al templo de Apolo en Delfos, y el hacha de
Hipólita a la reina Ónfale, quien la incluyó entre las regalías sagradas de los
reyes lidios. Posteriormente la llevaron a un templo cario de Zeus Labrador y
la colocaron en la mano de su imagen divina.
k. Todavía hay amazonas en Albania, cerca de Cólquide, pues las
llevaron allá desde Temiscira al mismo tiempo que a sus vecinos los gargarenses.
Cuando estuvieron a salvo en las montañas de Albania los dos pueblos se
separaron: las amazonas se instalaron al pie de las montañas del Caucase,
alrededor del río Mermodas, y los gargarenses inmediatamente al norte. En un
día señalado de cada primavera grupos de jóvenes amazonas y de jóvenes
gargarenses se reúnen en la cumbre de la montaña que separa sus territorios y
después de realizar un sacrificio conjunto, pasan dos meses juntos gozando del
trato sexual durante la noche. Tan pronto como una amazona queda encinta vuelve
a su territorio. Las niñas que nacen se hacen amazonas y a los niños los envían
a los
gargarenses,
quienes, como no tienen medio de averiguar su paternidad, los distribuyen
echando suertes entre sus chozas.
En tiempos recientes la reina de las amazonas Minicia salió de su corte
albanesa al encuentro de Alejandro Magno en Hircania, lugar frecuentado por los
tigres y pasó en su compañía trece días, con la esperanza de tener hijos con
él, pero murió poco después sin haberlos tenido.
l. A estas amazonas del Mar Negro hay que distinguirlas de las
aliadas libias de Dioniso que en un tiempo habitaban en Héspera, una isla del
lago Tritonis tan rica en árboles frutales, ovejas y cabras que no necesitaban
cultivar cereales. Después de apoderarse de todas las ciudades de la isla, con
excepción de la sagrada Mene, la sede de los comedores de pescado etíopes (que
explotan minas de esmeraldas, rubíes, topacios y sarda) vencieron a los libios
y nómadas de la vecindad y fundaron la gran ciudad de Quersoneso, llamada así
por estar edificada en una península.
Desde esta base atacaron a los atlantes, la nación más civilizada al oeste del
Nilo, cuya capital se halla en la isla atlántica de Cerne. Mirina, la reina
amazona, contaba con una fuerza de treinta mil guerreras a caballo y tres mil
de infantería. Todas ellas llevaban arcos que, cuando se retiraban, utilizaban
para lanzar flechas certeras a sus perseguidores, y estaban acorazadas con las
pieles de las casi increíblemente grandes serpientes libias.
m. Mirina invadió el país de los atlantes, les infligió una
derrota decisiva, pasó a Cerne y se apoderó de la ciudad; luego pasó a cuchillo
a todos los hombres, esclavizó a las mujeres y los niños y arrasó las murallas
de la ciudad. Cuando los restantes atlantes accedieron a rendirse, los trató
con justicia, se hizo amiga de ellos y, en compensación por la pérdida de
Cerne, construyó la nueva ciudad de Mirina, donde instaló a los cautivos y a
todas las otras personas que deseaban vivir allí. Como los atlantes se
ofrecieron a rendirle honores divinos, Mirina los protegió contra la tribu
vecina de los gorgones, a muchos de los cuales mató en una batalla campal,
además de tomar no menos de tres mil prisioneros.
Pero aquella noche, mientras las amazonas celebraban la victoria con un
banquete, los prisioneros les robaron las es- padas y, a una señal, el cuerpo
principal de los gorgones que se había reunido y ocultado en un robledal, se
lanzó desde todos lados y dio muerte a las compañeras de Mirina.
n. Mirina consiguió escapar —sus seguidoras muertas yacen
enterradas bajo tres grandes túmulos llamados todavía los Túmulos de las
Amazonas— y, después de atravesar la mayor parte de Libia, entró en Egipto con
un nuevo ejército, protegió al rey Horus, el hijo de Isis, y emprendió la
invasión de Arabia. Algunos sostienen que fueron estas amazonas libias, y no
las del Mar Negro, quienes conquistaron el Asia Menor; y que Mirina, después de
elegir los lugares más convenientes de su nuevo imperio, fundó varias ciudades
en la costa, entre ellas Mirina, Gime, Pitane, Priene y otras tierra más
adentro. También se apoderó de algunas de las islas del Egeo, entre ellas
Lesbos, donde construyó la ciudad de Mitilene, el nombre de una hermana que la
había acompañado en la campaña. Mientras Mirina se dedicaba todavía a
conquistar las islas una tormenta alcanzó a su flota, pero la Madre de los
Dioses hizo que todas las naves llegaran a salvo a Samotracia, entonces
deshabitada, y que Mirina consagró a la diosa, erigiéndole altares y
ofreciéndole sacrificios espléndidos.
o. Mirina pasó luego a la Tracia, donde el rey Mopso y su aliado,
el escita Sípilo, la vencieron en un gran combate en el que murió Mirina. El
ejército de las amazonas no se recuperó de esa derrota; vencidas por los
tracios en frecuentes encuentros, las amazonas sobrevivientes se retiraron
finalmente a Libia.
1.
Si
Admete era el nombre de la princesa por la cual Heracles realizó todos estos
trabajos nupciales, la acción de quitarle el ceñidor en la cámara matrimonial
debía haber señalado el final de sus trabajos. Pero primeramente Admete habría
tenido que luchar con él, como luchó Hipólita, y como luchó Pentesilea con
Aquiles (véase 164.a y 2), o Thetis con Peleo (véase 81.k), cuya introducción
en la fábula se explica así. En ese caso habría pasado por sus transformaciones
habituales, lo que indica que la Hidra semejante al pulpo era Admete —la
serpiente guardiana del oro a la que venció como Ladón (véase 133.a)— y que
puede haberse transformado también en un cangrejo (véase 124.e), una cierva
(véase 125.c), una yegua salvaje (véase 16.l) y una nube (véase 126.b) antes que él consiguiera conquistar su
virginidad.
2.
Una
tradición acerca de sacerdotisas armadas subsistía todavía en Éfeso y otras
ciudades del Asia Menor; pero los mitógrafos griegos, habiendo olvidado la
existencia anterior de colegios análogos en Atenas y otras ciudades de la
Grecia misma, enviaron a Heracles en busca del cinturón de Hipólita al Mar
Negro, donde seguían activas las tribus matriarcales (véase 100.1). Un sistema
de tres tribus es la regla general en la sociedad matriarcal. Que el cinturón
perteneciera a una hija de Briareo («fuerte»), uno de los gigantes de cien
manos, indica una versión primitiva de la fábula de las pruebas nupciales en la
Grecia septentrional.
3.
Admete
es otro nombre de Atenea, quien sin duda aparecía en las ilustraciones
aguardando y armada, observando las hazañas de Heracles y ayudándole cuando se
hallaba en dificultades. Atenea era Neith, la diosa del Amor y la Batalla de
los libios (véase 8.1); su equivalente en el Asia Menor era la gran diosa Luna
Marian, Mirina, Ay-Mari, Mariamne o Marienna, que dio su nombre a Mariandina
—«Duna de Marian»— y a Mirian, la ciudad de los lemnios ginocráticos (véase
149.1) y a quien adoraban los troyanos como «Mirina Saltadora» (Homero: Ilíada
ii.814). «Esmirna» es también «Mirina» precedida por el artículo definido, Ma
rienna, la forma sumeria, significa «Madre muy fértil», y la Artemis efesía era
una diosa de la fertilidad.
4.
Se
dice que a Mirina le sorprendió una tormenta y le salvó la Madre de los Dioses
—en honor de la cual erigió altares en Samotracia—, porque ella misma era la
Madre de los Dioses y sus ritos salvaban a los marineros del naufragio (véase
149.2). Casi del mismo modo se adoraba en la antigüedad a la diosa madre en
Tracia, la región del río Tanáis (Don), Armenia y toda el Asia Menor y Siria.
La expedición de Teseo a Amazonia, mito que sigue el modelo del de Heracles,
confunde el tema y ha inducido a los mitógrafos a inventar la ficticia invasión
de Atenas por las amazonas y los escitas unidos (véase l00.c).
5.
Que las amazonas instalaron una imagen bajo un
haya efesia es un error cometido por Calimaco, quien, por ser egipcio, no sabía
que las hayas no se dan tan al sur; debió de ser una palmera datilera, símbolo
de fertilidad (véase 14.2) y un recuerdo del origen libio de la diosa, pues su
estatua estaba adornada con grandes dátiles dorados, a los que generalmente se
cometía el error de tomar por pechos. La derrota de las amazonas por Mopso es
la fábula de la derrota de los hititas por los mosquianos alrededor de 1200 a.
de C.; los hititas eran originalmente patriarcales, pero bajo la influencia de
las sociedades matriarcales del Asia Menor y Babilonia habían aceptado el culto
de la diosa. En Hattusas, su capital, Garstang ha descubierto recientemente une
relieve escultórico que presenta a una diosa de la batalla; Garstang opina que
el culto de la Artemis efesia es de origen hitita. Las victorias sobre las
amazonas obtenidas por Heracles, Teseo, Dioniso, Mopso y otros recuerdan, en
realidad, los reveses sufridos por el sistema matriarcal en Grecia, Asia Menor,
Tracia y Siria.
6.
Estéfano
de Bizancio (sub Paros) constata la tradición de que Paros era una colonia
cretense. La expedición de Heracles allá se refiere a una ocupación helena de
la isla. Su dádiva de Tasos a los hijos de Androgeo, es una referencia a su
captura por una fuerza de parios mencionada en Tucídides iv.104: esto sucedió
hacia el final del siglo VIII a. de C. Los cúbeos colonizaron Torone más o
menos en el mismo tiempo; se representa a Torone («reina chillona») como una
hija de Proteo (Estéfano de Bizancio sub Torone). El hacha doble de Hipólita
(labrys) no fue colocada, sin embargo, en la mano de Zeus Labrador en lugar de
un rayo; era ella misma un rayo y Zeus la llevaba con permiso de la diosa
cretense que gobernaba en Libia.
7.
Los
gargarenses son los gogarenios a los que Ezequiel llama Gog (Ezequiel xxxviii y
xxxix).
8.
En
este relato de Mirina, Diodoro Sículo cita tradiciones libias primitivas que
habían adquirido ya un viso de cuentos de hadas; se ha establecido, no
obstante, que en el tercer milenio a. de C. emigrantes neolíticos salieron de
Libia en todas direcciones, probablemente expulsados por una inundación de sus
campos (véase 39.3-6). El Delta del Nilo estaba poblado en gran parte por
libios.
9.
Según
Apolonio de Rodas (i. 1126-9), Ticia era «uno de los tres únicos dáctilos
(«dedos») ideos que pronuncian sentencias». Nombra a otro dáctilo, «Cilenio».
He demostrado (La Diosa Blanca p. 393) que en la magia de los dedos Ticia, el
dáctilo, representaba al dedo del corazón; que Cilenio, alias Heracles, era el
pulgar, y que Dáscilo, el tercer dáctilo, era el índice, como implica su nombre
(véase 53.1). Estos tres dedos levantados, mientras el cuarto y el meñique
están vueltos hacia abajo, hacían la «bendición frigia». Originalmente dada en
nombre de Mirina, ahora la emplean los sacerdotes católicos en nombre de la
Trinidad cristiana.
10. Ticio, a quien mató Apolo (véase 21.d),
puede ser una doble etimología de Ticia. La toma de la isla de Cerne por Mirina
parece una adición tardía y no autorizada de la fábula. Cerne ha sido
identificada con Fedallah, cerca de Fez; o con Santa Cruz, cerca del cabo Ghir,
o (más verosímilmente) con Arguin, un poco al sur de Cabo Blanco. Fue
descubierta y colonizada por el cartaginés Hanno, quien dijo que se hallaba tan
lejos de las Columnas de Heracles como se hallan éstas de Cartago, y se
convirtió en el gran emporio del comercio del África Occidental.
11. Ya basta en cuanto a los elementos míticos
del noveno trabajo. Sin embargo, la expedición de Heracles a Termodonte y sus
guerras en Misia y Frigia no deben ser descartadas como completamente
antihistóricas. Como el viaje del Argo (véase 148.10) registran las aventuras
comerciales griegas en el Mar Negro, quizás hasta una época que se remonta a
mediados del segundo milenio a. de C; y la intrusión de los minias desde
Yolcos, los aqueos desde Egina y los argivos en esas aguas indican que, aunque
Helena puede haber sido bella y haberse fugado con Paris de Troya, no fue su
rostro el que hizo hacerse a la mar a un millar de naves, sino los intereses
mercantiles. Aquiles, el hijo de Peleo; Ajax, el hijo de Telamón, y Diomedes el
argivo se hallaban entre los aliados griegos de Agamenón que insistían en que
Príamo debía concederles el libre paso por el Helesponto del que gozaban sus
padres, a menos que quisiese que su ciudad fuera saqueada como lo había sido la
de Laomedonte y por la misma razón (véase 137.1). De aquí la dudosa pretensión
de los atenienses de que habían estado representados en la expedición de
Heracles por Teseo, en el viaje del Argo por Palero y en Troya por Menesteo,
Demofonte y Acamante. Con esto se proponían justificar su eventual dominio del
comercio en el Mar Negro que les había dado la destrucción de Troya y la
decadencia de Rodas (véase 159.2, 160.2-3 y 162.3).
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