. Tantos príncipes visitaron Argos con la esperanza de casarse con
Egiea o Deípile, las hijas del rey Adraste, que, temiendo hacerse enemigos si
escogía a dos de ellos como yernos, consultó con el oráculo de Delfos. La
respuesta de Apolo fue: «Unce a un carro de dos ruedas el jabalí y el león que
luchan en tu palacio.»
b. Entre los menos afortunados de esos pretendientes se hallaban
Polinices y Tideo. Polinices y su mellizo Eteocles habían sido elegidos
co-reyes de Tebas después del destierro en Edipo, su padre. Convinieron en
reinar durante años alternados, pero Eteocles, a quien le tocó el primer plazo,
no quiso entregar el trono al final del año, alegando la mala disposición
mostrada por Polinices, y lo desterró de la ciudad. Tideo, hijo de Éneo de
Calidón, había matado a su hermano Melanipo en una cacería; aunque alegaba que
se trataba de una accidente, se había profetizado que Melanipo le mataría a él
y en consecuencia los calidonios sospechaban que había tratado de prevenir su
destino y lo desterraron a él también.
c. Ahora bien, el emblema de Tebas es un león y el de Calidonia un
jabalí, y los dos pretendientes fugitivos exhibían esas figuras en sus escudos.
Esa noche, en el palacio de Adrasto, comenzaron a disputar sobre las riquezas y
las glorías de sus ciudades respectivas y habría habido un asesinato si Adrasto
no los hubiera separado y reconciliado. Luego, teniendo en cuenta la profecía,
casó a Egiea con Polinices y a Deípile con Tideo, con la promesa de restablecer
a ambos príncipes en sus reinos, pero dijo que primeramente marcharían sobre
Tebas, que quedaba más cerca.
d. Adrasto reunió a sus jefes argivos: Capaneo, Hipomedonte, su
cuñado Anfiarao el adivino, y su aliado arcadio Partenopeo, hijos de Meleagro y
Atalanta, y les pidió que se armaran y partieran hacia el este. Sólo uno de
esos paladines se mostró mal dispuesto a obedecer: era Anfiarao, quien,
previendo que todos ellos, excepto Adrasto, morirían luchando contra Tebas, al
principio se negó a ir.
e. Sucedió que Adrasto había disputado anteriormente con Anfiarao
respecto a los asuntos de estado argivos y los dos hombres enfurecidos habrían
podido matarse mutuamente de no ser por Enfile, la hermana de Adrasto, que
estaba casada con Anfiarao. Tomando su rueca, se interpuso entre ellos, les
sacó las espadas a golpes y les hizo jurar que acatarían siempre su decisión en
cualquier disputa futura. Informado de este juramento, Tideo llamó a Polinices
y le dijo:
—Enfile teme que esté perdiendo su belleza; ahora bien, si tú le
ofreces el collar mágico que fue el regalo de boda de Afrodita a tu antepasada
Harmonía, la esposa de Cadmo, pronto arreglaría la disputa entre Anfiarao y
Adrasto obligándole a él a venir con nosotros.
f. Esto se hizo discretamente y partió la expedición encabezada
por los siete paladines: Polinices, Tideo y los cinco argivos.
Pero algunos dicen que Polinices no era uno de los siete y agregan el nombre
del argivo Eteoclo, hijo de Ifis.
g. Su marcha los llevó a través de Nemea, donde reinaba Licurgo.
Cuando pidieron permiso para que sus soldados pudieran beber en su región,
Licurgo se lo dio y su sierva Hipsípila los condujo al manantial más próximo.
Hipsípila era una princesa lemnea, pero cuando las mujeres de Lemnos juraron
matar a todos sus hombres en venganza por el daño que les habían hecho, ella
salvó la vida de su padre Toante, por lo que la vendieron inmediatamente como
esclava, y allí estaba, como niñera de Ofeltes, el hijo de Licurgo. Dejó al
niño un momento mientras guiaba al ejército argivo al manantial, ocasión que
aprovechó una serpiente para enroscarse alrededor de la criatura y morderla
mortalmente. Adrasto y sus soldados volvieron del manantial demasiado tarde
para hacer otra cosa que matar a la serpiente y enterrar al niño.
h. Cuando Anfiarao les advirtió que ésa era una señal de mal
agüero, ellos instituyeron los Juegos Nemeos en honor del niño, llamándole
Arquémoro, que significa «el iniciador de la condena»; y cada uno de los
paladines tuvo la satisfacción de ganar una de las siete pruebas. Los jueces de
los Juegos Nemeos, que se celebran cada cuatro años, llevan desde entonces
túnicas negras en duelo por Ofeltes y la corona del vencedor está tejida con
perejil infausto.
i. Cuando llegaron a Citerón, Adrasto envió a Tideo como heraldo
para que exigiese a los tebanos que Eteocles abdicase el trono en favor de
Polinices. Al ser rechazada esa exigencia, Tideo desafió a sus jefes a combate
singular, uno después de otro, y salió victorioso de todos los encuentros;
pronto no hubo ya más tebanos que se atreviesen a presentarse. Entonces los
argivos se acercaron a las murallas de la ciudad, y cada uno de los paladines
se apostó delante de una de las siete puertas.
j. El adivino Tiresias, con quien consultó Eteocles, profetizó que
los tebanos saldrían victoriosos sólo si un príncipe de la casa real se ofrecía
voluntariamente como sacrificio a Ares; inmediatamente Meneceo, el hijo de
Creonte, se dio muerte delante de las puertas, así como su homónimo y abuelo se
había arrojado de cabeza desde las murallas en una ocasión anterior. La
profecía de Tiresias se realizó: los tebanos fueron derrotados en una escaramuza
y se retiraron a la ciudad, pero tan pronto como Capaneo colocó una escala de
sitio contra la muralla y comenzó a subir por ella, Zeus lo mató con un rayo.
Al ver eso, los tebanos se envalentonaron, hicieron una salida furiosa y
mataron a otros tres de los siete paladines; y uno de ellos, que por casualidad
se llamaba Melanipo, hirió a Tideo en el vientre. Atenea sentía afecto por
Tideo y, compadecida de él cuando yacía medio muerto, se apresuró a pedir a su
padre Zeus un elixir infalible que muy pronto le habría puesto de nuevo en pie.
Pero Anfiarao odiaba a Tideo porque había obligado a los argivos a marchar y,
como era perspicaz, corrió adonde estaba Melanipo y le cortó la cabeza. «¡Esta
es tu venganza!» —exclamó— «¡Abre el cráneo y trágate los sesos!» Tideo lo
hizo, y Atenea, que llegó en aquel momento con el elixir, lo vertió en tierra y
se retiró disgustada.
k. Sólo Polinices, Anfiarao y Adrasto quedaban de los siete
paladines; y Polinices, para evitar más muertes, propuso que se decidiera la
sucesión al trono mediante un combate singular con Eteocles. Eteocles aceptó el
desafío y en una lucha enconada cada uno de ellos hirió mortalmente al otro.
Creonte, su tío, se hizo cargo del mando del ejército tebano y venció a los
argivos desalentados. Anfiarao huyó en su carro por la ribera del río Ismeno, y
estaba a punto de ser atravesado por la espalda por un tebano que le perseguía
cuando Zeus abrió la tierra con un rayo y Anfiarao desapareció sin dejar
rastro, con carro y todo, y ahora reina vivo entre los muertos. Batón, su
auriga, desapareció con él.
l. Al ver que habían sido derrotados, Adrasto montó en su caballo
alado Arión y huyó; pero cuando más tarde se enteró de que Creonte no permitía
que se enterrara a los enemigos muertos, fue a Atenas como suplicante y
convenció a Teseo para que marchara sobre Tebas y castigara la impiedad de
Creonte. Teseo tomó la ciudad en un ataque sorpresa, encarceló a Creonte y
entregó los cadáveres de los paladines muertos a sus parientes, quienes
hicieron una gran pira para quemarlos. Pero Evadne, la esposa de Capaneo,
puesto que su marido había sido convertido en héroe por el rayo de Zeus, no
quiso separarse de él. Como la costumbre exigía que el hombre herido por un
rayo fuese enterrado aparte de los demás, y se cercase su tumba, se arrojó a la
pira ge
neral y se quemó viva.
m. Ahora bien, antes de la llegada de Teseo a Tebas, Antígona,
hermana de Eteocles y Polinices, había desobedecido las órdenes de Creonte
encendiendo secretamente una pira y colocando sobre ella el cadáver de
Polinices. Pero al mirar por la ventana de su palacio, Creonte advirtió un
resplandor distante que parecía provenir de una pira ardiente, fue a investigar
y sorprendió a Antígona en su acto de desobediencia. Llamó a su hijo Hemón, con
quien Antígona estaba comprometida en casamiento, y le ordenó que la enterrara
viva en la tumba de Polinices. Hemón fingió que se apresuraba a hacer lo que se
le ordenaba, pero en lugar de eso se casó con Antígona en secreto y la envió a
vivir entre sus pastores. Ella le dio un hijo, que muchos años después, fue a
Tebas e intervino en ciertos juegos fúnebres, pero Creonte, que seguía siendo
rey de Tebas, sospechó su identidad por la marca de una serpiente que tenía en
el cuerpo y que llevaban todos los descendientes de Cadmo, y le condenó a
muerte. Heracles intercedió en favor de su vida, pero Creonte se mostró
inflexible, por lo que Hemón mató a Antígona y se dio muerte a sí mismo.
1.
El
oráculo del león y el jabalí de Apolo sin duda expresaba originalmente el buen
criterio de constituir reinos dobles para evitar la lucha política entre el rey
sagrado y su heredero, como la que provocó la caída de Tebas (véase 69.1). Pero
el emblema de Tebas era un león, debido a su diosa anterior, la Esfinge con
cuerpo de león; y el emblema de Calidón era un jabalí, probablemente porque a
Ares, que tenía un templo allí, le gustaba adoptar ese disfraz (véase 18.j).
Por tanto, el oráculo se ha aplicado a una situación diferente. Escudos con
dibujos de animales se utilizaban regularmente al comienzo de la época clásica
(véase 98.3 y 160.n).
2.
Los
mitógrafos se valen con frecuencia de la sílaba eri de un nombre alegando que
significa era, «lucha», más bien que «abundante». De aquí el mito de Erictonio
(véase 25.1) y Erígone (véase 79.3). Erifile significaba originalmente «muchas
hojas» más bien que «lucha tribal». Hesíodo (Los trabajos y los días 161 y ss.)
dice que Zeus exterminó a dos generaciones de héroes, la primera en Tebas en la
guerra por los rebaños de Edipo, y la segunda en Troya, en la guerra causada
por la rubia Helena. No se explica lo de los «rebaños de Edipo», pero Hesíodo
se refería, sin duda, a esta guerra entre Eteocles y Polinices, en la que los
argivos apoyaron a un candidato sin suerte para el trono de Tebas. La causa de
una disputa análoga entre hermanos fue el vellocino de oro, por el que
contendieron Atreo y Tiestes (véase 111.c-d); su posesión puso a su dueño en el
trono de Micenas. También Zeus tenía carneros con vellón de oro en el monte
Lafistio, los cuales parecen haber sido la insignia regia de la vecina Orcómeno
y causaron mucho derramamiento de sangre (véase 70.6).
3.
Hipsípile
(«puerta alta») era probablemente un título de la diosa Luna, cuyo curso
describe un alto arco en el firmamento; y los Juegos Nemeos, como los
Olímpicos, debían celebrarse al final del período del rey sagrado, cuando había
reinado durante sus cincuenta meses lunares como marido de la suma sacerdotisa.
El mito conserva la tradición de que anualmente se sacrificaban niños a la diosa
como sustitutos del rey; aunque a la palabra Opheltes, que significa
simplemente «benefactor», se le ha dado aquí un sentido forzado: «enrollado por
una serpiente», como si se derivara de ophis, «serpiente», y eilein, «juntar
apretando». Tampoco Archemorus significa «el comienzo de la condena», sino más
bien «tronco de olivo original», y está referido a plantones del olivo sagrado
de Atenea (véase 16.c), probablemente los que se utilizaban en los juegos como
coronas para los vencedores en las diversas pruebas. Después de los desastres
de la guerra persa, el empleo del olivo se interrumpió en los Juegos Nemeos en
favor del perejil, una señal de luto (Escoliasta sobre Argumento de los Juegos
Nemeos de Píndaro). El perejil era infausto, quizás a causa de su notoriedad
como abortivo. El proverbio inglés dice: «parsley grows rank in cuckolds'
gardens» (el perejil crece exuberante en los jardines de los maridos cornudos).
Crecía exuberante en la isla de la muerte de Ogigia (véase 170.w).
4.
Él
engullimiento por Tideo de los sesos de Melanipo es relatado como una anécdota
moral. Este antiguo medio de mejorar la capacidad para la lucha, introducido
por los helenos y que todavía practicaban los escitas en la época clásica
(Herodoto: iv.64), había llegado a ser considerado bárbaro. Pero el icono del
que los mitógrafos dedujeron su fábula mostraba probablemente a Atenea haciendo
una libación al espíritu de Melanipo, para mostrar que aprobaba la acción de
Tideo. La epopeya perdida de Los Siete contra Tebas debía parecerse mucho al
Mahabbarata indio, que glorifica a la casta militar de los Maryannu; el mismo
tema de la lucha entre parientes se da en esta epopeya, la conducta de los
combatientes es más noble y más trágica que en la Ilíada, los dioses no
desempeñan un papel malévolo, se honra la costumbre de inmolar a la viuda en la
hoguera funeraria del marido, y Bhishma, como Tideo, bebe la sangre de su
enemigo (véase 81.8).
5.
Él
fin de Ánfiarao es otro ejemplo más de la muerte del rey sagrado a consecuencia
de estrellarse su carro (véase 71.a; 101.g; 105.d; 109.j, etc.). El descenso de
Batón («zarzamora») al Tártaro en su compañía parece relatado para explicar la
difundida prohibición europea de comer moras, asociadas con la muerte.
6.
La
autoinmolación de Evadne recuerda el mito de Alcestes (véase 69.d). Las
reliquias de una cremación regia encontradas en una tumba-colmena de Dendra,
cerca de Micenas, indican que, en este caso particular, el rey y la reina
fueron enterrados al mismo tiempo; y A. W. Persson cree que la reina murió
voluntariamente. Pero los dos pueden haber sido asesinados, o haber muerto de
la misma enfermedad, y no hay noticia de un entierro micénico análogo en
ninguna otra parte. La inmolación de la viuda en la hoguera del marido, que
parece haber sido una práctica helénica, pasó pronto de moda (véase 74.8). Él
rayo era una prueba de la presencia de Zeus, y como «sagrado» e «impuro»
significan casi lo mismo en la religión primitiva —los animales proscriptos en
el Levitico eran impuros porque eran sagrados— la tumba de un hombre muerto por
un rayo era aislada por una cerca, como la de un ternero que muere de ántrax en
una granja moderna, y se le concedían ritos heroicos. El cementerio de las
cercanías de Eleusis en el que, según Pausanias, fueron enterrados finalmente
los paladines, ya ha sido identificado y abierto por el profesor Mylonas.
Encontró una tumba doble rodeada por un cerco de piedra y cinco tumbas
individuales; los esqueletos, como se acostumbraba en el siglo XIII a. de C., a
los que se puede atribuir los fragmentos de jarrones, no mostraban señales de
cremación. Ladrones de tumbas primitivos se habían llevado, evidentemente, las
armas de bronce y otros objetos metálicos, originalmente enterrados con los
cuerpos; y puede haber sido su hallazgo de dos esqueletos dentro del círculo de
piedra lo que sugirió a los habitantes de Eleusis que aquélla era la tumba de
Capaneo, herido por el rayo, y de su fiel esposa Evadne.
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