jueves, 1 de agosto de 2013

106 Los siete contra Tebas

. Tantos príncipes visitaron Argos con la esperanza de casarse con Egiea o Deípile, las hijas del rey Adraste, que, temiendo hacerse enemigos si escogía a dos de ellos como yernos, consultó con el oráculo de Delfos. La respuesta de Apolo fue: «Unce a un carro de dos ruedas el jabalí y el león que luchan en tu palacio.»

b. Entre los menos afortunados de esos pretendientes se hallaban Polinices y Tideo. Polinices y su mellizo Eteocles habían sido elegidos co-reyes de Tebas después del destierro en Edipo, su padre. Convinieron en reinar durante años alternados, pero Eteocles, a quien le tocó el primer plazo, no quiso entregar el trono al final del año, alegando la mala disposición mostrada por Polinices, y lo desterró de la ciudad. Tideo, hijo de Éneo de Calidón, había matado a su hermano Melanipo en una cacería; aunque alegaba que se trataba de una accidente, se había profetizado que Melanipo le mataría a él y en consecuencia los calidonios sospechaban que había tratado de prevenir su destino y lo desterraron a él también.

c. Ahora bien, el emblema de Tebas es un león y el de Calidonia un jabalí, y los dos pretendientes fugitivos exhibían esas figuras en sus escudos. Esa noche, en el palacio de Adrasto, comenzaron a disputar sobre las riquezas y las glorías de sus ciudades respectivas y habría habido un asesinato si Adrasto no los hubiera separado y reconciliado. Luego, teniendo en cuenta la profecía, casó a Egiea con Polinices y a Deípile con Tideo, con la promesa de restablecer a ambos príncipes en sus reinos, pero dijo que primeramente marcharían sobre Tebas, que quedaba más cerca.

d. Adrasto reunió a sus jefes argivos: Capaneo, Hipomedonte, su cuñado Anfiarao el adivino, y su aliado arcadio Partenopeo, hijos de Meleagro y Atalanta, y les pidió que se armaran y partieran hacia el este. Sólo uno de esos paladines se mostró mal dispuesto a obedecer: era Anfiarao, quien, previendo que todos ellos, excepto Adrasto, morirían luchando contra Tebas, al principio se negó a ir.

e. Sucedió que Adrasto había disputado anteriormente con Anfiarao respecto a los asuntos de estado argivos y los dos hombres enfurecidos habrían podido matarse mutuamente de no ser por Enfile, la hermana de Adrasto, que estaba casada con Anfiarao. Tomando su rueca, se interpuso entre ellos, les sacó las espadas a golpes y les hizo jurar que acatarían siempre su decisión en cualquier disputa futura. Informado de este juramento, Tideo llamó a Polinices y le dijo:
—Enfile teme que esté perdiendo su belleza; ahora bien, si tú le ofreces el collar mágico que fue el regalo de boda de Afrodita a tu antepasada Harmonía, la esposa de Cadmo, pronto arreglaría la disputa entre Anfiarao y Adrasto obligándole a él a venir con nosotros.

f. Esto se hizo discretamente y partió la expedición encabezada por los siete paladines: Polinices, Tideo y los cinco argivos. Pero algunos dicen que Polinices no era uno de los siete y agregan el nombre del argivo Eteoclo, hijo de Ifis.

g. Su marcha los llevó a través de Nemea, donde reinaba Licurgo. Cuando pidieron permiso para que sus soldados pudieran beber en su región, Licurgo se lo dio y su sierva Hipsípila los condujo al manantial más próximo. Hipsípila era una princesa lemnea, pero cuando las mujeres de Lemnos juraron matar a todos sus hombres en venganza por el daño que les habían hecho, ella salvó la vida de su padre Toante, por lo que la vendieron inmediatamente como esclava, y allí estaba, como niñera de Ofeltes, el hijo de Licurgo. Dejó al niño un momento mientras guiaba al ejército argivo al manantial, ocasión que aprovechó una serpiente para enroscarse alrededor de la criatura y morderla mortalmente. Adrasto y sus soldados volvieron del manantial demasiado tarde para hacer otra cosa que matar a la serpiente y enterrar al niño.

h. Cuando Anfiarao les advirtió que ésa era una señal de mal agüero, ellos instituyeron los Juegos Nemeos en honor del niño, llamándole Arquémoro, que significa «el iniciador de la condena»; y cada uno de los paladines tuvo la satisfacción de ganar una de las siete pruebas. Los jueces de los Juegos Nemeos, que se celebran cada cuatro años, llevan desde entonces túnicas negras en duelo por Ofeltes y la corona del vencedor está tejida con perejil infausto.

i. Cuando llegaron a Citerón, Adrasto envió a Tideo como heraldo para que exigiese a los tebanos que Eteocles abdicase el trono en favor de Polinices. Al ser rechazada esa exigencia, Tideo desafió a sus jefes a combate singular, uno después de otro, y salió victorioso de todos los encuentros; pronto no hubo ya más tebanos que se atreviesen a presentarse. Entonces los argivos se acercaron a las murallas de la ciudad, y cada uno de los paladines se apostó delante de una de las siete puertas.

j. El adivino Tiresias, con quien consultó Eteocles, profetizó que los tebanos saldrían victoriosos sólo si un príncipe de la casa real se ofrecía voluntariamente como sacrificio a Ares; inmediatamente Meneceo, el hijo de Creonte, se dio muerte delante de las puertas, así como su homónimo y abuelo se había arrojado de cabeza desde las murallas en una ocasión anterior. La profecía de Tiresias se realizó: los tebanos fueron derrotados en una escaramuza y se retiraron a la ciudad, pero tan pronto como Capaneo colocó una escala de sitio contra la muralla y comenzó a subir por ella, Zeus lo mató con un rayo. Al ver eso, los tebanos se envalentonaron, hicieron una salida furiosa y mataron a otros tres de los siete paladines; y uno de ellos, que por casualidad se llamaba Melanipo, hirió a Tideo en el vientre. Atenea sentía afecto por Tideo y, compadecida de él cuando yacía medio muerto, se apresuró a pedir a su padre Zeus un elixir infalible que muy pronto le habría puesto de nuevo en pie. Pero Anfiarao odiaba a Tideo porque había obligado a los argivos a marchar y, como era perspicaz, corrió adonde estaba Melanipo y le cortó la cabeza. «¡Esta es tu venganza!» —exclamó— «¡Abre el cráneo y trágate los sesos!» Tideo lo hizo, y Atenea, que llegó en aquel momento con el elixir, lo vertió en tierra y se retiró disgustada.

k. Sólo Polinices, Anfiarao y Adrasto quedaban de los siete paladines; y Polinices, para evitar más muertes, propuso que se decidiera la sucesión al trono mediante un combate singular con Eteocles. Eteocles aceptó el desafío y en una lucha enconada cada uno de ellos hirió mortalmente al otro. Creonte, su tío, se hizo cargo del mando del ejército tebano y venció a los argivos desalentados. Anfiarao huyó en su carro por la ribera del río Ismeno, y estaba a punto de ser atravesado por la espalda por un tebano que le perseguía cuando Zeus abrió la tierra con un rayo y Anfiarao desapareció sin dejar rastro, con carro y todo, y ahora reina vivo entre los muertos. Batón, su auriga, desapareció con él.

l. Al ver que habían sido derrotados, Adrasto montó en su caballo alado Arión y huyó; pero cuando más tarde se enteró de que Creonte no permitía que se enterrara a los enemigos muertos, fue a Atenas como suplicante y convenció a Teseo para que marchara sobre Tebas y castigara la impiedad de Creonte. Teseo tomó la ciudad en un ataque sorpresa, encarceló a Creonte y entregó los cadáveres de los paladines muertos a sus parientes, quienes hicieron una gran pira para quemarlos. Pero Evadne, la esposa de Capaneo, puesto que su marido había sido convertido en héroe por el rayo de Zeus, no quiso separarse de él. Como la costumbre exigía que el hombre herido por un rayo fuese enterrado aparte de los demás, y se cercase su tumba, se arrojó a la pira ge
neral y se quemó viva.

m. Ahora bien, antes de la llegada de Teseo a Tebas, Antígona, hermana de Eteocles y Polinices, había desobedecido las órdenes de Creonte encendiendo secretamente una pira y colocando sobre ella el cadáver de Polinices. Pero al mirar por la ventana de su palacio, Creonte advirtió un resplandor distante que parecía provenir de una pira ardiente, fue a investigar y sorprendió a Antígona en su acto de desobediencia. Llamó a su hijo Hemón, con quien Antígona estaba comprometida en casamiento, y le ordenó que la enterrara viva en la tumba de Polinices. Hemón fingió que se apresuraba a hacer lo que se le ordenaba, pero en lugar de eso se casó con Antígona en secreto y la envió a vivir entre sus pastores. Ella le dio un hijo, que muchos años después, fue a Tebas e intervino en ciertos juegos fúnebres, pero Creonte, que seguía siendo rey de Tebas, sospechó su identidad por la marca de una serpiente que tenía en el cuerpo y que llevaban todos los descendientes de Cadmo, y le condenó a muerte. Heracles intercedió en favor de su vida, pero Creonte se mostró inflexible, por lo que Hemón mató a Antígona y se dio muerte a sí mismo.

1.      El oráculo del león y el jabalí de Apolo sin duda expresaba originalmente el buen criterio de constituir reinos dobles para evitar la lucha política entre el rey sagrado y su heredero, como la que provocó la caída de Tebas (véase 69.1). Pero el emblema de Tebas era un león, debido a su diosa anterior, la Esfinge con cuerpo de león; y el emblema de Calidón era un jabalí, probablemente porque a Ares, que tenía un templo allí, le gustaba adoptar ese disfraz (véase 18.j). Por tanto, el oráculo se ha aplicado a una situación diferente. Escudos con dibujos de animales se utilizaban regularmente al comienzo de la época clásica (véase 98.3 y 160.n).

2.      Los mitógrafos se valen con frecuencia de la sílaba eri de un nombre alegando que significa era, «lucha», más bien que «abundante». De aquí el mito de Erictonio (véase 25.1) y Erígone (véase 79.3). Erifile significaba originalmente «muchas hojas» más bien que «lucha tribal». Hesíodo (Los trabajos y los días 161 y ss.) dice que Zeus exterminó a dos generaciones de héroes, la primera en Tebas en la guerra por los rebaños de Edipo, y la segunda en Troya, en la guerra causada por la rubia Helena. No se explica lo de los «rebaños de Edipo», pero Hesíodo se refería, sin duda, a esta guerra entre Eteocles y Polinices, en la que los argivos apoyaron a un candidato sin suerte para el trono de Tebas. La causa de una disputa análoga entre hermanos fue el vellocino de oro, por el que contendieron Atreo y Tiestes (véase 111.c-d); su posesión puso a su dueño en el trono de Micenas. También Zeus tenía carneros con vellón de oro en el monte Lafistio, los cuales parecen haber sido la insignia regia de la vecina Orcómeno y causaron mucho derramamiento de sangre (véase 70.6).

3.      Hipsípile («puerta alta») era probablemente un título de la diosa Luna, cuyo curso describe un alto arco en el firmamento; y los Juegos Nemeos, como los Olímpicos, debían celebrarse al final del período del rey sagrado, cuando había reinado durante sus cincuenta meses lunares como marido de la suma sacerdotisa. El mito conserva la tradición de que anualmente se sacrificaban niños a la diosa como sustitutos del rey; aunque a la palabra Opheltes, que significa simplemente «benefactor», se le ha dado aquí un sentido forzado: «enrollado por una serpiente», como si se derivara de ophis, «serpiente», y eilein, «juntar apretando». Tampoco Archemorus significa «el comienzo de la condena», sino más bien «tronco de olivo original», y está referido a plantones del olivo sagrado de Atenea (véase 16.c), probablemente los que se utilizaban en los juegos como coronas para los vencedores en las diversas pruebas. Después de los desastres de la guerra persa, el empleo del olivo se interrumpió en los Juegos Nemeos en favor del perejil, una señal de luto (Escoliasta sobre Argumento de los Juegos Nemeos de Píndaro). El perejil era infausto, quizás a causa de su notoriedad como abortivo. El proverbio inglés dice: «parsley grows rank in cuckolds' gardens» (el perejil crece exuberante en los jardines de los maridos cornudos). Crecía exuberante en la isla de la muerte de Ogigia (véase 170.w).

4.      Él engullimiento por Tideo de los sesos de Melanipo es relatado como una anécdota moral. Este antiguo medio de mejorar la capacidad para la lucha, introducido por los helenos y que todavía practicaban los escitas en la época clásica (Herodoto: iv.64), había llegado a ser considerado bárbaro. Pero el icono del que los mitógrafos dedujeron su fábula mostraba probablemente a Atenea haciendo una libación al espíritu de Melanipo, para mostrar que aprobaba la acción de Tideo. La epopeya perdida de Los Siete contra Tebas debía parecerse mucho al Mahabbarata indio, que glorifica a la casta militar de los Maryannu; el mismo tema de la lucha entre parientes se da en esta epopeya, la conducta de los combatientes es más noble y más trágica que en la Ilíada, los dioses no desempeñan un papel malévolo, se honra la costumbre de inmolar a la viuda en la hoguera funeraria del marido, y Bhishma, como Tideo, bebe la sangre de su enemigo (véase 81.8).

5.      Él fin de Ánfiarao es otro ejemplo más de la muerte del rey sagrado a consecuencia de estrellarse su carro (véase 71.a; 101.g; 105.d; 109.j, etc.). El descenso de Batón («zarzamora») al Tártaro en su compañía parece relatado para explicar la difundida prohibición europea de comer moras, asociadas con la muerte.

6.      La autoinmolación de Evadne recuerda el mito de Alcestes (véase 69.d). Las reliquias de una cremación regia encontradas en una tumba-colmena de Dendra, cerca de Micenas, indican que, en este caso particular, el rey y la reina fueron enterrados al mismo tiempo; y A. W. Persson cree que la reina murió voluntariamente. Pero los dos pueden haber sido asesinados, o haber muerto de la misma enfermedad, y no hay noticia de un entierro micénico análogo en ninguna otra parte. La inmolación de la viuda en la hoguera del marido, que parece haber sido una práctica helénica, pasó pronto de moda (véase 74.8). Él rayo era una prueba de la presencia de Zeus, y como «sagrado» e «impuro» significan casi lo mismo en la religión primitiva —los animales proscriptos en el Levitico eran impuros porque eran sagrados— la tumba de un hombre muerto por un rayo era aislada por una cerca, como la de un ternero que muere de ántrax en una granja moderna, y se le concedían ritos heroicos. El cementerio de las cercanías de Eleusis en el que, según Pausanias, fueron enterrados finalmente los paladines, ya ha sido identificado y abierto por el profesor Mylonas. Encontró una tumba doble rodeada por un cerco de piedra y cinco tumbas individuales; los esqueletos, como se acostumbraba en el siglo XIII a. de C., a los que se puede atribuir los fragmentos de jarrones, no mostraban señales de cremación. Ladrones de tumbas primitivos se habían llevado, evidentemente, las armas de bronce y otros objetos metálicos, originalmente enterrados con los cuerpos; y puede haber sido su hallazgo de dos esqueletos dentro del círculo de piedra lo que sugirió a los habitantes de Eleusis que aquélla era la tumba de Capaneo, herido por el rayo, y de su fiel esposa Evadne.


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