jueves, 1 de agosto de 2013

112 Agamenón y Clitemestra

a. Algunos dicen que Agamenón y Menelao tenían ya edad suficiente para detener a Tiestes en Delfos; otros, que cuando Egisto mató a Atreo eran todavía infantes y que su nodriza tuvo la serenidad necesaria para salvarlos. Tomándolos uno bajo cada brazo, huyó con ellos al palacio de Polifides, el vigesimocuarto rey de Sición, a instancias del cual fueron confiados luego a Éneo el etolio. Se conviene, no obstante, en que después de haber pasado algunos años en la corte de Éneo, el rey Tindáreo de Esparta les devolvió sus bienes. Marchó sobre Micenas y obligó a Tiestes, que se había refugiado en el altar de Hera, a jurar que legaría el cetro a Agamenón, como heredero de Atreo, e iría al destierro para no volver jamás. Tiestes partió inmediatamente para Citera, mientras Egisto, temiendo la venganza de Agamenón, huía al palacio del rey Cilarabes, hijo del rey argivo Esténelo.

b. Se dice que Zeus dio poder a la casa de Éaco, sabiduría a la casa de Amitaón y riqueza a la casa de Atreo. Y ciertamente tenía riqueza: los reyes de Micenas, Corinto, Cleonas, Orneia, Aratírea, Sición, Hiperasia, Gonoesa, Pelene, Egium, Egíalo y Hélice pagaban tributo a Agamenón, tanto en la tierra como en el mar.

c. Agamenón hizo primeramente la guerra contra Tántalo, rey de Pisa, hijo de su feo tío Bróteas, le mató en batalla, y se casó por la fuerza con su viuda Clitemestra, hija de Leda y del rey Tindáreo de Esparta. Los Dioscuros, hermanos de Clitemestra, marcharon por lo tanto sobre Micenas, pero Agamenón había acudido ya como suplicante a su benefactor Tindáreo, quien le perdonó y le permitió que se quedara con Clitemestra. Después de la muerte de los Dioscuros, Menelao se casó con su hermana Helena y Tindáreo abdicó en su favor.

d. Clitemestra dio a Agamenón un hijo, Orestes, y tres hijas: Electra o Laódice, Ifigenia o Ifianasa, y Crisótemis; aunque algunos dicen que Ifigenia era sobrina de Clitemestra, hija de Teseo y Helena, de la que se compadeció y a la que adoptó.

e. Cuando París, el hijo del rey Príamo de Troya, raptó a Helena y con ello provocó la guerra troyana, Agamenón y Menelao estuvieron diez años ausentes de su patria, pero Egisto no se unió a la expedición y prefirió quedarse en Argos para buscar la forma de vengarse de la Casa de Atreo.

f. Ahora bien, Nauplio, el marido de Clímene, al no obtener satisfacción por parte de Agamenón y de los otros caudillos griegos por la lapidación de su hijo Palamedes, se alejó de Troya y recorrió la costa del Ática y el Peloponeso incitando al adulterio a las esposas solitarias de sus enemigos. Cuando Egisto se enteró de que Clitemestra figuraba entre las más ansiosas de dejarse convencer por Nauplio, se propuso no sólo hacerse su amante, sino también matar a Agamenón con su ayuda tan pronto como terminara la guerra de Troya.

g. Hermes, enviado a Egisto por el omnisciente Zeus, le aconsejó que renunciara a su proyecto, basándose en que cuando Orestes llegara a la edad viril sin duda vengaría a su padre. Pero a pesar de toda su elocuencia Hermes no pudo disuadir a Egisto, quien fue a Micenas con valiosos regalos pero odio en el corazón. Al principio Clitemestra rechazó sus requerimientos, porque Agamenón, informado de la visita de Nauplio a Micenas, había ordenado al bardo de su corte que la vigilara atentamente y le comunicara por escrito la menor señal de infidelidad. Pero Egisto se apoderó del viejo bardo y lo abandonó sin alimentos en una isla solitaria, donde las aves no tardaron en picotear sus huesos. Entonces Clitemestra se entregó a los brazos de Egisto y él celebró su inesperado triunfo con holocaustos a Afrodita y regalos de tapices y oro a Ártemis, quien sentía rencor por la Casa de Atreo.

h. Clitemestra tenía pocos motivos para amar a Agamenón, quien, después de dar muerte a su anterior marido Tántalo y al hijo recién nacido que estaba amamantando, se había casado con ella por la fuerza y luego se había marchado a una guerra que prometía no terminar nunca; también había autorizado el sacrificio de Ingenia en Áulide y —lo que para ella era aún más difícil de soportar— se decía que llevaba de vuelta a la hija de Príamo, la profetisa Casandra, como su esposa en todo menos en el nombre. Es cierto que Casandra había dado a Agamenón dos hijos mellizos: Teledamo y Pélope, pero no parece que él tratara de afrentar a Clitemestra. El informante de ésta era Éax, el hijo sobreviviente de Nauplio, quien, para vengar la muerte de su hermano, le provocaba maliciosamente a cometer el asesinato.

i. En consecuencia, Clitemestra conspiró con Egisto para matar a Agamenón y Casandra. Pero temiendo que llegaran inesperadamente, escribió a Agamenón una carta pidiéndole que encendiera una señal luminosa en el monte Ida cuando cayese Troya; ella, por su parte, dispuso una cadena de fuegos que transmitirían la señal hasta Argólide pasando por el cabo Hermeo en Leamos, y los montes de Athos, Macisto, Mesapio, Qterón, Egiplancto y Aracne. Apostó también un vigía en el techo del palacio de Micenas; era un fiel servidor de Agamenón que pasó un año entero agazapado como un perro, mirando hacia el monte Aracne y lleno de tristes presentimientos. Por fin, una noche oscura, el vigía vio el resplandor distante de la señal luminosa y corrió a despertar a Clitemestra. Ella celebró la noticia con sacrificios de acción de gracias, aunque, en verdad, habría deseado que el sitio de Troya durara eternamente. Egisto apostó inmediatamente a uno de sus hombres en una atalaya cerca del mar y le prometió dos talentos de oro por la primera noticia del desembarco de Agamenón.

j. Hera había salvado a Agamenón de la violenta tormenta que destruyó muchas de las naves que regresaban a Grecia y arrastró a Menelao a Egipto; por fin un viento favorable le llevó a Nauplia. Tan pronto como desembarcó se inclinó para besar la tierra, llorando de alegría. Entretanto el vigía corrió a Micenas para recibir su gratificación y Egisto eligió veinte de los guerreros más valientes, los apostó en una emboscada dentro del palacio, mandó preparar un gran banquete y luego, montando en su carro, fue a recibir a Agamenón.

k. Clitemestra recibió a su marido cansado por el viaje simulando que se hallaba muy contenta, hizo tender para él una alfombra de púrpura y lo condujo a la casa de baños, donde las esclavas le habían preparado un baño caliente; pero Casandra se quedó fuera del palacio, sumida en un arrobamiento profético, y se negó a entrar gritando que olía sangre y que la maldición de Tiestes pendía sobre el comedor. Cuando Agamenón se lavó y hubo sacado un pie de la bañera, dispuesto a participar en el banquete ya servido en las mesas, Clitemestra se le acercó como para envolverlo en una toalla, pero en lugar de eso le arrojó a la cabeza una prenda de malla tejida por ella misma y que no tenía aberturas para el cuello y los brazos. Y así, enredado en esa red como un pez, Agamenón pereció a manos de Egisto, quien le hirió dos veces con una espada de doble filo. Cayó hacia atrás en el baño de paredes de plata, donde Clitemestra vengó sus agravios cortándole la cabeza con un hacha. Luego corrió afuera para matar a Casandra con la misma arma, sin molestarse en cerrar los ojos y la boca de su marido, pero se limpió en su cabello la sangre que le había salpicado, para dar a entender que él mismo había sido el causante de su muerte.

l. Una feroz batalla se libraba en el palacio entre la guardia de Agamenón y los partidarios de Egisto. Los guerreros eran muertos como cerdos para el banquete de un rico, o yacían heridos y gimiendo junto a las mesas servidas revolcándose en la sangre; pero Egisto triunfó. Afuera, la cabeza de Casandra rodó por el suelo y Egisto tuvo también la satisfacción de matar a los dos hijos mellizos que la profetisa había tenido con Agamenón; sin embargo, no consiguió deshacerse de otro de los bastardos de Agamenón, llamado Haleso o Halisco. Haleso logró escaparse y, después de andar largo tiempo errante en el destierro, fundó la ciudad italiana de Falerios y enseñó a sus habitantes los Misterios de Hera, que todavía se celebran allí a la manera argiva.

m. Esta matanza se realizó el día 13 del mes Gamelión [enero] y, sin temor al castigo divino, Clitemestra decretó que se celebrara en ese día un festival mensual con danzas y ofrendas de ovejas a sus deidades guardianas. Algunos aplauden su resolución, pero otros sostienen que infligió una deshonra eterna a todas las mujeres, incluso a las virtuosas. También Egisto dio gracias a la diosa que le había ayudado.

n. Los espartanos pretenden que Agamenón está enterrado en Amidas, ahora no más que una aldea, donde muestran la tumba y la estatua de Clitemestra, así como el templo y la estatua de Casandra; los habitantes incluso creen que Agamenón fue muerto allí. Pero la verdad es que la tumba de Agamenón se halla entre las ruinas de Micenas, cerca de las de su auriga, sus compañeros asesinados por Egisto y los mellizos de Casandra.

o. Más tarde Menelao fue informado del crimen por Proteo, el profeta de Faros, y, después de ofrecer hecatombes al ánima de su hermano, construyó un cenotafio en su honor junto al río de Egipto. Cuando volvió a Esparta, ocho años después, erigió un templo a Zeus Agamenón; hay otros templos como ése en Laperse, Ática, y Clazómenas, Jonia, aunque Agamenón nunca reinó en ninguno de esos lugares.

1.      El mito de Agamenón, Egisto, Clitemestra y Orestes ha sobrevivido en una forma dramática tan estilizada que casi se han borrado sus orígenes. En una tragedia de esta clase la clave la da habitualmente la manera en que muere el rey; si es arrojado desde un risco como Teseo, quemado vivo como Heracles, destrozado en un carro como Enómao, devorado por caballos salvajes como Diomedes, ahogado en un estanque como Tántalo, o herido por un rayo como Capaneo. Agamenón muere de una manera particular: con una red que le han arrojado encima, un pie todavía en el baño y el otro en el piso, y en la casa de baños anexa, es decir, «ni vestido ni desnudo, ni en el agua ni en la tierra seca, ni en su palacio ni fuera de él», situación que recuerda la muerte en el solsticio de verano, en el Mabinogion, del rey sagrado Llew Llaw, a manos de su esposa traidora, Blodeuwedd, y a su amante Gronw. Una fábula análoga relatada por Saxo Grammaticus a fines del siglo XII en su Historia de Dinamarca, sugiere que Clitemestra puede también haber dado a Agamenón una manzana para que la comiera, matándole cuando se la llevaba a la boca, de modo que «ni ayunaba ni banqueteaba». Fundamentalmente, en consecuencia, éste es el mito familiar del rey sagrado que muere en el solsticio estival, la diosa que le traiciona, el heredero que le sucede y el hijo que le venga. El hacha de Clitemestra era el símbolo cretense de la soberanía, y el mito tiene afinidades con el asesinato de Minos, que también tuvo lugar en un baño. Las señales luminosas de Egisto, una de las cuales, según Esquilo, estaba hecha con brezos (véase 18J), son las fogatas del sacrificio del solsticio estival. La diosa en cuyo honor fue sacrificado Agamenón aparece en tríada como sus «hijas» Electra («ámbar»), Ifigenia («sirviendo de madre a una raza fuerte») y Crisótemis («orden áurea»)

2.      Esta antigua fábula se ha combinado con la leyenda de una disputa entre dinastías rivales en el Peloponeso. Clitemestra era una heredera real espartana; y la pretensión de los espartanos de que su antepasado Tindáreo elevó a Agamenón al trono de Micenas, indica que fueron los vencedores en una guerra contra los raicemos por la posesión de Amidas, donde recibían honores tanto Agamenón como Clitemestra.

3.      «Zeus Agamenón», «Zeus muy resuelto», sería un título divino que llevaban no sólo los reyes de Micenas, sino también los de Laperse y Clazómenas; y, probablemente, también los reyes de una colonia dánaa o aquea junto al Río de Egipto, al que no hay que confundir con el Nilo. El Río de Egipto es mencionado en Josué xv.4 como marcando la frontera entre Palestina y Egipto; más arriba de la costa, en Ascalón y cerca de Tiro, había otras colonias dánaas o aqueas (véase 169.f).

4.       El día 13, observado también como día festivo en Roma, donde se le llamaba los Idus, coincidía con la luna llena en una época en que el mes del calendario era una simple lunación. Parece que el sacrificio del rey se realizaba siempre en la luna llena. Según la leyenda, la flota griega, al volver a fines de año de Troya, encontró tormentas invernales; por lo tanto, Agamenón murió en enero y no en junio.

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