domingo, 4 de agosto de 2013

142 Deyanira

a. Después de pasar cuatro años en Feneo, Heracles decidió dejar el Poleponeso. Al frente de una gran fuerza arcadia fue por mar a Calidón, en Etolia, donde fijó su residencia. Como no tenía en aquel momento hijos legítimos ni esposa, cortejó a Deyanira, la supuesta hija de Éneo, cumpliendo así la promesa que le había hecho al ánima de su hermano Meleagro. Pero Deyanira era realmente la hija del dios Dioniso con Altea, la esposa de Éneo, como se había hecho evidente cuando murió Meleagro y Artemis transformó a sus dolientes hermanas en pintadas, pues Dioniso convenció entonces a Artemis para que permitiera que Deyanira y su hermana Gorge conservaran su forma humana.

b. Muchos pretendientes acudían al palacio de Éneo en Pleurón para pedir la mano de la hermosa Deyanira, quien conducía un carro y practicaba el arte de la guerra, pero todos abandonaron sus pretensiones cuando se encontraron en rivalidad con Heracles y el dios fluvial Aqueloo. Todos saben que el inmortal Aqueloo aparece en tres formas: como toro, como serpiente moteada y como hombre con cabeza de toro. Corrientes de agua fluyen constantemente de su barba hirsuta y Deyanira habría preferido morir a casarse con él.

c. Cuando Éneo llamó a Heracles para que defendiera su petición, Heracles se jactó de que si se casaba con Deyanira, ella no sólo tendría a Zeus como suegro, sino además gozaría de la gloria refleja de sus doce trabajos. Aqueloo (entonces en forma de hombre con cabeza de toro) se burló de eso, haciendo notar que también él era un personaje muy conocido, padre de todas las aguas griegas, y no un extranjero andariego como Heracles, y que el oráculo de Dodona había ordenado a todos los visitantes que le ofrecieron sacrificios. Luego insultó a Heracles diciendo:
—¡O bien no eres hijo de Zeus o tu madre es adúltera
Heracles le replicó con el ceño fruncido:
—Soy más hábil en la lucha que en la discusión ¡y no soporto que se insulte a mi madre!

d. Aqueloo se quitó su vestidura verde y luchó con Heracles hasta que cayó de espaldas y entonces hábilmente se transformó en una serpiente moteada y se escapó culebreando. «¡Yo estrangulé serpientes cuando estaba en la cuna!», rió Heracles, y se agachó para asirle por la garganta. Entonces Aqueloo se transformó en un toro y le embistió. Heracles se hizo ágilmente a un lado y, asiéndole por los cuernos, lo derribó con tanta fuerza que le partió el cuerno derecho. Aqueloo se retiró avergonzado y ocultó su desperfecto bajo una corona de ramas de sauce. Algunos dicen que Heracles repuso el cuerno roto a Aqueloo a cambio del cuerno de la Cabra Amaltea; y otros que las náyades transformaron el cuerno en el de Amaltea y que Heracles se lo ofreció a Éneo como regalo de boda. Otros dicen que durante el duodécimo trabajo llevó el cuerno al Tártaro, llenado por las Hespérides con los frutos de oro, y al que ahora se llama Cornucopia, como un regalo para Plutón, ayudante de Tique.

e. Después de casarse con Deyanira, Heracles marchó con los calidonios sobre la ciudad tesprota de Éfira —más tarde Cíquiro—, donde venció y mató al rey Fileo. Entre los cautivos estaba la hija de Fileo, Astíoque, por la que Heracles se convirtió en padre de Tlepólemo; aunque algunos dicen que la madre de Tlepólemo era Astidamía, hija de Amintor, a la que Heracles raptó en la Éfira elea, ciudad famosa por sus venenos.

f. Por consejo de un oráculo Heracles avisó entonces a su amigo Tespio: «Conserva a siete de tus hijos en Tespia, envía tres a Tebas y ordena a los otros cuarenta que colonicen la isla de Cerdefia.» Tespio obedeció. Los descendientes de los que fueron a Tebas siguen recibiendo honores allí, y los descendientes de los que se quedaron en Tespia, los llamados Demuchos, gobernaron la ciudad hasta tiempos recientes. Las fuerzas que condujo a Cerdeña Yolao incluían contingentes tespianos y atenienses y esa fue la primera expedición colonial griega en la que los reyes pertenecían a un linaje distinto del de la gente común. Después de vencer a los habitantes de Cerdeña en una batalla Yolao dividió la isla en provincias, plantó olivos y la hizo tan fértil que desde entonces los cartagineses han estado dispuestos a soportar inmensas dificultades y peligros para apoderarse de ella. Fundó la ciudad de Olbia, y estimuló a los atenienses a fundar la de Ogrila. Con el consentimiento de los hijos de Tespio, quienes consideraban a Yolao como su segundo padre, impuso a los colonos su propio nombre y los llamó Yoleeos, y ellos todavía hacen sacrificios al Padre Yolao como los persas al Padre Ciro. Se ha dicho que Yolao volvió más tarde a Grecia pasando por Sicilia, donde algunos de sus seguidores se establecieron y le concedieron ritos de héroe; pero según los tebanos, que deberían saberlo, nunca volvió ninguno de los colonios.

g. En un banquete celebrado tres años después Heracles se enojó con un joven pariente de Éneo llamado variamente Eunomo, Eurínomo, Enomo Arquías o Querias, hijo de Arquíteles, a quien le dijeron que vertiera agua en las manos de Heracles y torpemente le salpicó las piernas. Heracles golpeó al muchacho en las orejas con más fuerza que la prevista y lo mató. Aunque Arquíteles le perdonó el accidente, Heracles decidió sufrir el castigo debido en el destierro y se fue con Deyanira
y con el hijo de ambos, Hilo, a Traquis, la residencia de Ceix, el sobrino de Anfitrión.

h. Un accidente análogo había ocurrido en Fliunte, ciudad situada al este de Arcadia, cuando Heracles volvía del Jardín de las Hespérides. Como no le gustó la bebida que le sirvió, golpeó a Ciato, el copero, con un dedo solamente, pero no obstante lo mató. Una capilla en memoria de Ciato se construyó contra el templo de Apolo en Fliunte.

i. Algunos dicen que Heracles luchó con Aqueloo antes del asesinto de Ifito, que fue la causa de su traslado a Traquis; otros, que fue allá la primera vez que le desterraron de Tirinto. De todos modos, fue con Deyanira al río Eveno, entonces en plena creciente, y allí el centauro Neso, alegando que era el barquero autorizado por los dioses y que lo habían elegido a causa de su rectitud, se ofreció, por una pequeña retribución, a transportar a Deyanira sin que se mojara a través del río mientras Heracles nadaba. Heracles accedió, y pagó a Neso el precio, arrojó su clava y su arco al otro lado del río y se sumergió en él. Pero Neso, en vez de cumplir lo prometido, echó a correr en la dirección opuesta con Deyanira en los brazos; luego la arrojó a tierra y trató de violarla. Ella gritó pidiendo ayuda a Heracles, que se apresuró a recoger su arco, apuntó cuidadosamente y le atravesó a Neso el pecho desde casi un  la ilómetro de distancia.

j. Al arrancarse la flecha, Neso le dijo a Deyanira: «Si mezclas el semen que he derramado en la tierra con la sangre de mi herida, le añades aceite de oliva y untas secretamente la camisa de Heracles con la mezcla, no volverás a tener motivos para quejarte de su infidelidad.» Deyanira se apresuró a recoger los ingredientes en un tarro, que luego cerró y guardó sin decir a Heracles una palabra del asunto.

k. Según otra versión de la fábula, Neso ofreció a Deyanira la lana empapada en su propia sangre y le dijo que tejiera con ella una camisa para Heracles. Según una tercera versión, le dio su propia camisa manchada con sangre como un talismán amoroso y luego huyó a la vecina tribu de los locrios, donde murió a consecuencia de la herida, pero su cuerpo se pudrió sin que lo enterraran al pie del monte Tafiaso e inficionó a la región con su hedor malsano, y de aquí que a los locrios se los llame ozolios. El manantial junto al cual murió todavía hiede y contiene coágulos de sangre.

l. Por Deyanira, Heracles era ya padre de Hilo, Ctesipo, Gleno y Hodites, así como de Macaría, su única hija[.

1.      La fábula de las hermanas de Meleagro tiene por fin explicar un culto de la pintada dedicado a Ártemis en Leros (véase 80.3).

2.      La afición de Deyanira a la guerra la revela como una representante de la diosa de la batalla pre-olímpica Atenea, con cuyos casamientos sagrados en diferentes localidades se relaciona principalmente esta parte de la leyenda de Heracles (véase 141.1).

3.      La lucha de Heracles con Aqueloo, como la de Teseo con el Minotauro, debe ser interpretada como parte del ritual del casamiento regio. El Toro y la Serpiente representan al año creciente y menguante —«el toro que es el padre de la serpiente, y la serpiente cuyo hijo es el toro»— y a ambos dominaba el rey sagrado. Un cuerno de toro, considerado desde los tiempos más primitivos como la sede de la fertilidad, hacía rey al candidato a la dignidad regia que lo asía cuando luchaba con un verdadero toro o con un adversario con máscara de toro. El héroe babilonio Enkidu, mellizo mortal de Gilgamesh y devoto de la Reina del Cielo, asió al Toro del Qelo por los cuernos y lo mató con su espada; y la conquista de una cornucopia era un trabajo nupcial que se impuso al héroe gales Peredur en el Mabinogion (véase 148. j). En Creta, el culto del toro había sucedido al de la cabra montes, cuyo cuerno era igualmente potente. Pero parece que la ilustración que mostraba esta pugna ritual fue interpretada por los griegos como una ilustración de la lucha de Heracles con el río Aqueloo: a saber, la represa y el desagüe del Paraqueloitis, un trayecto de tierra formado con el aluvión del Aqueloo, que había ido uniendo lentamente las islas Equínades con la tierra firme; y la consiguiente recuperación de una gran zona de tierra de labrantío. Se atribuía con frecuencia a Heracles proezas de ingeniería como éstas (Estrabón: x.2.19; Diodoro Sículo: iv.35). El sacrificio ordenado por el oráculo de Dodona difícilmente pudo haber sido para el río Aqueloo; más probablemente se le impuso a Aquelois, la diosa Luna «que ahuyenta el dolor».

4.      Éunomo y Ciato serían muchachos víctimas, sustitutos del rey sagrado al término de su reinado.

5.      La violación de Deyanira intentada por Neso recuerda las escenas turbulentas en la boda de Pirítoo, cuando Teseo (el Heracles ateniense) intervino para salvar a Hipodamía del ataque del centauro Euritión (véase 102.d). Como a los centauros se los representaba originalmente como hombres cabras, la ilustración en que se basa el episodio mostraba probablemente a la Reina cabalgando en la espalda del rey cabra, como hacía en las celebraciones de la Víspera de Mayo de la Europa septentrional antes de su casamiento sagrado; Euritión es el «intruso», un personaje estereotipado que hicieron familiar las comedias de Aristófanes y que todavía aparece en las fiestas nupciales del norte de Grecia. El ejemplo mítico más antiguo de intruso es el mismo En la idu: interrumpió el casamiento sagrado de Gilgamesh con la diosa Erech y le desafió a luchar. Otro intruso es Agenor, quien trató de arrebatar Andrómeda a Perseo en su fiesta nupcial (véase 73.l).

6.      Los primeros pobladores de Cerdeña, libios neolíticos, consiguieron sobrevivir en las partes montañosas; las posteriores inmigrantes —cretenses, griegos, cartagineses, romanos y judíos— trataron de retener los distritos de la costa, pero la malaria los venció siempre. Sólo durante los últimos pocos años se ha contenido la mortalidad rociando los charcos donde se crían los mosquitos de la malaria.

7.      «Ozolio» («hediente»), el apodo dado a los lóenos instalados en las cercanías de Focis, para distinguirlos de sus parientes opuntianos y epicefirios, probablemente se refería a su costumbre de llevar pieles de cabra sin curtir que exhalaban un olor fétido cuando el tiempo estaba húmedo. Los locrios mismos preferían derivar esa palabra de ozoi, «sarmientos de vid» (Pausanias: x.38.i), a causa de la primera cepa plantada en su país (véase 38.7).



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