a. El segundo trabajo impuesto por Euristeo fue la muerte de la
Hidra de Lerna, un monstruo nacido de Tifón y Equidna y criado por Hera como
una amenaza para Heracles.
b. Lerna se halla junto al mar, a unos ocho kilómetros de la
ciudad de Argos. Al oeste se alza el monte Pontino, con su bosque sagrado de
plátanos que se extiende hasta el mar. En este bosque, limitado en un lado por
el río Pontino —junto al cual Dánao dedicó un altar a Atenea— y el otro por el
río Amimone se hallan las imágenes de Deméter, Dioniso el Salvador y Prosimna,
una de las nodrizas de Hera; y en la costa una imagen de piedra de Afrodita,
dedicada por las Danaides. Todos
los años se realizan en Lerna ritos nocturnos secretos en honor de
Dioniso, quien descendió al Tártaro en este lugar cuando fue en busca de
Sémele; y no lejos de allí se celebran los misterios de la Deméter lernea en un
recinto que señala el lugar donde Hades y Perséfone descendieron también al
Tártaro.
c. Este distrito fértil y sagrado estuvo en un tiempo aterrorizado
por la Hidra, que tenía su guarida bajo un plátano en la fuente séptuple del
río Amimona y frecuentaba el insondable pantano lerneo de las cercanías
—recientemente el emperador Nerón trató de sondearlo y fracasó—, tumba de
muchos viajeros incautos.
La Hidra tenía un cuerpo prodigioso parecido al del perro, y ocho o nueve
cabezas serpentinas, una de ellas inmortal; pero algunos le atribuyen
cincuenta, o un centenar, o inclusive diez mil cabezas. De todos modos era tan
venenosa que su solo aliento, o el olor de su rastro, podía destruir la vida.
d. Atenea había reflexionado acerca de cómo Heracles podía matar
mejor al monstruo y, cuando él llegó a Lerna, conducido en su carro por Yolao,
le indicó dónde estaba la guarida de la Hidra. Por consejo de la diosa, obligó
a la Hidra a salir arrojándole flechas ardientes y luego contuvo el aliento
mientras la atrapaba. Pero el monstruo se le enroscó en los pies, en un esfuerzo
para hacerlo caer. En vano le golpeaba Heracles las cabezas con su clava, pues
tan pronto como aplastaba una surgían dos o tres en su lugar.
e. Un enorme cangrejo salió del pantano para ayudar a la Hidra y
mordió a Heracles en el pie; Heracles le aplastó furiosamente la concha y gritó
pidiendo la ayuda de Yolao. Yolao incendió una parte del bosque y luego, para
impedir que brotaran nuevas cabezas a la Hidra, chamuscó sus raíces con ramas
ardientes y así contuvo el flujo de la sangre.
f. Utilizando una espada, o una cimitarra de oro, Heracles cortó
la cabeza inmortal, parte de la cual era de oro, y la enterró, todavía
silbante, bajo una pesada roca junto al camino que conducía a Elco. Le sacó las
entrañas al cadáver y empapó sus flechas en la bilis. En adelante la menor
herida causada por una de ellas era invariablemente mortal.
g. En recompensa por los servicios del cangrejo, Hera puso su
imagen entre los doce signos del Zodíaco; pero Euristeo no quiso contar este
trabajo como realizado debidamente, porque Yolao había proporcionado las teas.
1.
La
Hidra de Lerna tenía perplejos a los mitógrafos clásicos. Pausanias sostenía
que podía haber sido muy bien una serpiente de agua gigantesca y venenosa; pero
que «Pisandro fue el primero que dijo que tenía muchas cabezas, pues quería que
pareciera más aterradora y, al mismo tiempo, aumentar la dignidad de sus
propios versos» (Pausanias: ii.37.4). Según el evemerístico Servio (sobre la
Eneida de Virgilio vi.287), la Hidra era un manantial de ríos subterráneos que solían
irrumpir al exterior e inundar el territorio; si uno de sus numerosos cauces
quedaba cerrado, el agua surgía por otra parte, por lo que Heracles
primeramente utilizó el fuego para secar la tierra y luego cerró los cauces.
2.
En
la versión anterior de este mito Heracles, como aspirante a la dignidad de rey,
es probable que luchara sucesivamente con un toro, un león y un jabalí o
escorpión, y luego se sumergiera en un lago para conseguir el oro del monstruo
acuático que vivía en su fondo. Jasón tuvo que realizar trabajos muy parecidos
y el papel de ayudante desempeñado por Medea se atribuye en este mito a Atenea,
como futura novia de Heracles. Aunque la Hidra recuerda a la serpiente marina
que Perseo mató con una cimitarra de oro, o sea, la hoz de la luna nueva, era
un monstruo de agua dulce, como la mayoría de los mencionados por los
mitógrafos irlandeses y galeses —piastres o avancs (véase 148.5)— y como el que
se describe en el epíteto homérico para Lacedemón, a saber, cetoessa «del
monstruo acuático», que sin duda frecuentaba algún charco profundo del Eurotas
(véase 125.3). El cuerpo parecido al del perro es una reminiscencia del
monstruo marino Escila (véase 16.2) y de un monstruo de siete cabezas (en un
sello cilindrico babilonio posterior) que mata el héroe Gilgamesh. Los
astrólogos han introducido al cangrejo en la fábula para hacer que los Doce
Trabajos de Heracles correspondan con los Signos del Zodíaco, pero propiamente
debía haber figurado en su lucha con el león de Nemea, el siguiente signo.
3.
Este
mito ritual se ha unido al de las Danaidas, que eran las antiguas sacerdotisas
acuáticas de Lerna. El número de cabezas atribuido a la Hidra varía
inteligiblemente: como un colegio de sacerdotisas, tenía cincuenta cabezas;
como el pulpo sagrado, disfraz adoptado por Tetis —quien también tenía un
colegio de cincuenta sacerdotisas (véase 81.l)—, tenía ocho brazos serpentinos
que terminaban en cabezas, y otra cabeza en el tronco, que en conjunto hacían
nueve en honor de la diosa Luna; cien cabezas sugieren las centurias o grupos
de guerra, que irrumpieron en Argos desde Lerna; y diez mil es un
embellecimiento típico de Eurípides, quien tenía poca conciencia como
mitógrafo. En las monedas griegas la Hidra tiene habitualmente siete cabezas:
sin duda una referencia a los siete desagües del río Amimone.
4.
La
destrucción de la Hidra por Heracles parece referirse a un acontecimiento
histórico: la tentativa de suprimir los ritos de la fertilidad en Lerna. Pero
nuevas sacerdotisas aparecían siempre en el bosque de plátanos —el plátano
indica la influencia religiosa cretense, lo mismo que el pulpo- hasta que los
aqueos, o quizás los dorios, lo incendiaron. Es evidente que originalmente
Deméter formaba una tríada con Hécate como Anciana, llamada aquí Prosimna,
«dirigida con himnos», y Perséfone la Doncella; pero la Sémele de Dioniso
(véase 27 .k) desalojó a Perséfone. Existía en la costa un culto aparte a
Afrodita-Tetis.
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