a. El décimo trabajo de Heracles consistió en llevar los famosos
bueyes de Geriones desde Eritrea, una isla situada cerca de la corriente del
Océano, sin pedirlos ni pagarlos. Geriones, hijo de Crisaor y Calírroe, hija
ésta del titán Océano, era rey de Tartesos en España, y tenía fama de ser el
hombre más fuerte del mundo.
Había nacido con tres cabezas, seis brazos y tres cuerpos unidos en la cintura.
Los bueyes rojos de Geriones, animales de una belleza maravillosa, estaban
guardados por el pastor Euritión, hijo de Ares, y el perro bicéfalo Órtro
—anteriormente propiedad de Atlante— nacido de Tifón y Equidna.
b. Durante su paso por Europa Heracles mató muchas fieras y cuando
por fin llegó a Tartesos erigió un par de columnas frente por frente a los dos
lados del estrecho, una en Europa y la otra en África. Algunos sostienen que
los dos continentes estaban unidos en otro tiempo y que él abrió un canal entre
ellos, o separó los riscos; otros dicen que, al contrario, estrechó el paso
existente para impedir que entraran las ballenas y otros monstruos marinos.
c. Helio lanzó sus rayos sobre Heracles, quien encontrando
imposible trabajar con semejante calor, tomó su arco y disparó una flecha
contra el dios. «¡Basta!», exclamó Helio enojado. Heracles se excusó por su
malhumor y aflojó el arco inmediatamente. Para no dejarse superar en cortesía,
Helio le prestó a Heracles su copa de oro, que tenía la forma de un nenúfar, y
se embarcó en ella para Eritia; pero el titán Océano, para probarle, hizo que
la copa se agitara violentamente en las olas. Heracles volvió a estirar su arco,
lo que asustó a Océano y le hizo calmar el mar. Según otra versión, Heracles se
embarcó para Eritia en una urna de bronce, utilizando su piel de león como vela.
d. Cuando llegó, subió al monte Abas. El perro Ortro corrió hacia
él ladrando, pero Heracles lo mató con la clava, y Euritrón, el pastor de
Geriones, que corrió en ayuda de Ortro, murió del mismo modo. Luego Heracles se
llevó el ganado. Menetes, que apacentaba el ganado de Hades en las cercanías
—pero Heracles no había tocado este ganado— llevó la noticia a Geriones.
Desafiado a combatir, Heracles arremetió contra el costado de Geriones y le
atravesó los tres cuerpos con una sola flecha; pero algunos dicen que se
mantuvo firme y le disparó tres flechas. Como Hera se apresuró a acudir en
ayuda de Geriones, Heracles la hirió con una flecha en el pecho derecho, y ella
huyó. Así se apoderó del ganado sin pedirlo ni pagarlo, y se embarcó en el vaso
de oro, en el que navegó hasta Tartesos y se lo devolvió agradecido a Helio. De
la sangre de Geriones nació un árbol que, en la época en que salen las
Pléyades, da frutas sin cuesco parecidas a cerezas. Pero Geriones no murió sin
sucesión. Su hija Eritia llegó a ser por Hermes la madre de Nórax, quien
condujo una colonia a Cerdeña, antes de la época de Hilo, y allí fundó Nora, la
ciudad más antigua de la isla.
e. El paradero de Eritia, llamada también Eritrea o Eritria, es
discutido. Aunque algunos la describen como una isla situada más allá de la
corriente del Océano, otros la sitúan frente a la costa de Lusitania.
Otros más la identifican con la isla de León, o con un islote de las cercanías
en el que se construyó anteriormente la ciudad de Gades y donde los pastos son
tan abundantes que la leche no da suero, sino sólo cuajada, y al ganado hay que
aplicarle ventosas cada cincuenta días para que no se ahogue por exceso de
sangre. El islote, consagrado a Hera, se llama Eritia o Afrodisia. León, la
ciudad en que se halla la actual ciudad de Gades, se llamaba Cotinusa por sus
olivos, pero los fenicios le cambiaron el nombre por el de Gadira, o «Ciudad
Cercada». En el cabo occidental se hallan el templo de Crono y la ciudad de
Gades; en el oriental un templo de Heracles, notable por una corriente que
mengua con la pleamar y crece con la marea menguante; y Geriones, está
enterrado en la ciudad, igualmente famosa por un árbol secreto que toma formas
diversas.
f. Según otra versión, no obstante, el ganado de Geriones no
pastaba en isla alguna, sino en las laderas de las montañas de la parte más
lejana de España, frente al Océano; y «Geriones era un título del famoso rey
Crisaor que gobernaba en todo el país, y cuyos tres hijos fuertes y valientes
le ayudaban a defender su reino, cada
uno de ellos al frente de un ejército reclutado entre razas belicosas.
Para luchar con éstas, Heracles reunió una gran expedición en Creta, el lugar
de nacimiento de su padre Zeus. Antes de partir los cretenses le rindieron
honores espléndidos y, en recompensa, liberó a su isla de osos, lobos,
serpientes y otros animales dañinos, de los cuales sigue siendo inmune. En
primer lugar se embarcó para Libia, donde dio muerte a Anteo, hizo una matanza
con las fieras que infestaban el desierto y dio al país una fertilidad no
superada. Luego hizo una visita a Egipto, donde mató a Busiris;
a continuación sé dirigió hacia el oeste, a través de África del Norte, y de
paso aniquiló a los gorgones y las amazonas libias, fundó la ciudad de
Hecatómpilo, ahora Capsa, en la Numidia meridional, y llegó al océano en las
cercanías de Gades. Allí erigió columnas en cada lado del estrecho y, cruzando
éste con su ejército hasta España, se encontró con que los hijos de Crisaor,
con sus tres ejércitos, se hallaban acampados a alguna distancia uno de otro.
Los venció y destruyó, a cada uno por turno, y finalmente se llevó los famosos
bueyes de Geriones, dejando el gobierno de España a cargo del más digno de los
habitantes sobrevivientes.
g. A las Columnas de Heracles se las identifica habitualmente con
el monte Calpe en Europa y el Abile, o Abílyx en África. Otros dicen que son
las islitas de las cercanías de Gades, la mayor de las cuales está consagrada a
Hera. Sin embargo, todos los españoles y libios toman literalmente la palabra
«columnas» y las sitúan en Gades, donde hay unas columnas de bronce consagradas
a Heracles, de ocho codos de altura y que llevan inscrito el costo de su
construcción; allí los marineros ofrecen sacrificios siempre que vuelven a
salvo de un viaje. Según los habitantes de Gades mismo, un oráculo ordenó al
rey de Tiro que fundara una colonia cerca de las columnas de Heracles y envió
sucesivamente tres grupos de exploración. El primero, creyendo que el oráculo
se había referido a Abile y Calpe, desembarcó en el estrecho, donde se halla
ahora la ciudad de Exitani; el segundo navegó unas doscientas millas más allá
del estrecho, hasta una isla consagrada a Heracles, frente a la ciudad española
de Onoba; pero a ambos grupos les desanimaron agüeros desfavorables cuando
ofrecieron sacrificios y volvieron a su patria. El tercer grupo llegó a Gades,
donde erigió un templo a Heracles en el cabo oriental y fundó con buen éxito la
ciudad de Gades en el occidental.
h. Sin embargo, algunos niegan que fue Heracles quien erigió esas
columnas y afirman que Abile y Calpe se llamaron primeramente «las Columnas de
Crono» y luego las «Columnas de Briareo», un gigante cuyo poder se extendía
hasta allí; pero que, como el recuerdo de Briareo (llamado también Egeón) se
fue apagando, se les cambió el nombre en honor de Heracles, quizá porque la
ciudad de Tartesos, que se halla a sólo ocho kilómetros de Calpe, fue fundada
por él y se la solía llamar Heraclea. Todavía se ven allí grandes murallas
antiguas y astilleros.
Pero se debe recordar que al
Heracles anterior se le llamaba también Briareo. El número de las
Columnas de Heracles se da habitualmente como dos; pero algunos hablan de tres
o cuatro.
También se informa acerca de supuestas Columnas de Heracles en la costa
septentrional de Germania, en el Mar Negro, en la extremidad occidental de
Galia y en la India.
i. Un templo de Heracles se alza en el Promontorio Sagrado de
Lusitania, el punto más occidental del mundo. A los visitantes se les prohibe
entrar en el recinto por la noche, que es cuando los dioses se alojan allí.
Quizá cuando Heracles erigió sus columnas para marcar los límites extremos para
la navegación legítima ese fue el lugar que eligió.
j. Se discute mucho cómo llevó luego el ganado a Micenas Algunos
dicen que unió momentáneamente por la fuerza a Abile y Calpe y pasó a Libia por
el puente que resultó de esa unión; pero según una versión más probable pasó
por el territorio de la que es ahora Abdera, una colonia fenicia, y luego a
través de España, dejando atrás a algunos de sus seguidores como colonos.
En los Pirineos cortejó y enterró a la princesa bébrice Pirene, de la que tornó
su nombre esa cordillera; se dice que el río Danubio tiene allí su fuente,
cerca de una ciudad que también lleva su nombre en honor suyo. Luego visitó
Galia, donde abolió la bárbara costumbre nativa de matar a los extranjeros, y
conquistó tantos corazones con sus hazañas generosas que pudo fundar una gran
ciudad a la que llamó Alesia, o «Viajante», en conmemoración de sus viajes. Los
galos siguen honrando a Alesia como el hogar y la ciudad-madre de todo su país
—no fue conquistada hasta el reinado de Calígula— y pretenden descender de la
unión de Heracles con una alta princesa llamada Calata, quien le eligió como
amante y engendró a ese pueblo guerrero.
k. Cuando Heracles llevaba el ganado de Geriones a través de
Liguria, dos hijos de Posidón llamados Alebión y Dercino trataron de robárselo,
pero ambos fueron muertos. En una etapa de su batalla con las fuerzas ligurias
hostiles a Heracles se le acabaron las flechas y se arrodilló, llorando, herido
y exhausto. Como el terreno era de mantillo blando, no podía encontrar piedras
para arrojarlas al enemigo —Ligis, el hermano de Alebión, era su jefe— hasta
que Zeus, compadecido de sus lágrimas, oscureció la tierra con una nubes de la
que cayó una lluvia de piedras, y con ellas pudo Heracles poner en fuga a los
ligures. Zeus puso entre las estrellas una imagen de Heracles luchando contra
los ligures; es la constelación llamada Engonase. Otro recuerdo de esta batalla
sobrevive en la tierra: es la llanura ancha y circular que se extiende entre
Marsella y la desembocadura del Ródano, a unos veintitrés kilómetros del mar,
llamada la «Llanura Pedregosa» porque en ella hay muchas piedras del tamaño del
puño de un hombre, y también manantiales de agua salada.
l. A su paso por los Alpes Ligurios Heracles abrió un camino
apropiado para sus ejércitos y bagajes y también destruyó todas las cuadrillas
de ladrones que infestaban el paso antes de entrar en la actual Galia Cisalpina
y Etruria. Sólo después de haber recorrido toda la costa de Italia y haber
cruzado a Sicilia se le ocurrió: «¡He tomado un camino equivocado!» Los romanos
dicen que al llegar al Albula —posteriormente llamado Tíber— le recibió el rey
Evandro, un desterrado de Arcadia. Al anochecer cruzó el río a nado, llevando
por delante al ganado, y se acostó para descansar en un lecho de hierbas.
En una profunda cueva cercana vivía un pastor enorme, horrible y de tres
cabezas llamado Caco, un hijo de Hefesto y Medusa, que era el terror y la
deshonra del Bosque Aventino, y arrojaba llamas por cada una de sus tres bocas.
Cráneos y brazos humanos colgaban clavados sobre los dinteles de su cueva y
dentro de ella la tierra relucía con la blancura de los huesos de sus víctimas.
Mientras Heracles dormía, Caco le robó sus dos mejores bueyes, así como cuatro
novillos, que arrastró hacia atrás tirándoles de los rabos a su guarida .
m. A la primera luz de la aurora Heracles se despertó e
inmediatamente advirtió que la faltaban aquellos animales. Después de buscarlos
en vano, estaba a punto de seguir adelante con los demás cuando una de las
novillas robadas mugió a causa del hambre. Heracles observó que el sonido
provenía de la cueva, pero encontró la entrada cerrada por una roca que ni
siquiera habrían podido mover diez yuntas de bueyes; sin embargo, la apartó a
un lado como si hubiera sido un guijarro y, sin atemorizarse por las llamas
humeantes que arrojaba Caco, luchó con él y le machacó la cara hasta dejarla
hecha pulpa.
n. Ayudado por el rey Evandro, Heracles erigió un altar a Zeus y
sacrificó en él a uno de los bueyes recuperados, y luego tomó disposiciones
para organizar su propio culto. Pero los romanos relatan esta fábula para
glorificarse a sí mismos; pues la verdad es que no fue Heracles quien mató a
Caco y ofreció sacrificios a Zeus, sino un pastor gigantesco llamado Gárano o
Recáranos, aliado de Heracles.
o. El rey Evandro gobernaba mediante su ascendiente personal más
bien que por la fuerza: le veneraban particularmente por su conocimiento de las
letras, adquirido de su madre proíética, la ninfa arcadia Nicóstrata o Temis;
era hija del río Ladón, y aunque estaba casada con Equeno, tuvo a Evandro con
Hermes. Nicóstrata persuadió a Evandro para que matara a su supuesto padre, y
cuando los arcadios desterraron a ambos, fue con él a Italia, acompañado por un
cuerpo de pelasgos.
Allí, unos sesenta años antes de la guerra de Troya, fundó la pequeña ciudad de
Palantino, en la colina junto al río Tíber, llamada posteriormente monte
Palatino; el sitio lo eligió Nicóstrata: y pronto no hubo un rey más poderoso
que Evandro en toda Italia. Nicóstrata, llamada ahora Carmenta, adaptó el
alfabeto pelasgo de trece consonantes que Cadmo había traído de Egipto para
formar el latino de quince consonantes. Pero algunos afirman que fue Heracles
quien enseñó a los subditos de Evandro el uso de las letras, que es por lo que
comparte un altar con las Musas.
p. Según los romanos, Heracles liberó al rey Evandro del tributo
que debía pagar a los etruscos, mató al rey Fauno, quien tenía la costumbre de
sacrificar a los extranjeros en el altar de su padre Hermes; y engendró a
Latino, el antepasado de los latinos, con la viuda, o la hija, de Fauno. Pero
los griegos sostienen que Latino era hijo de Circe y Odiseo. En todo caso,
Heracles suprimió el sacrificio cronio anual de dos hombres, que eran arrojados
al Tíber, y obligó a los romanos a utilizar en su lugar muñecos; inclusive
ahora, en el mes de mayo, cuando la luna está llena, la principal virgen
Vestal, colocada en el Pons Sublicius de madera de roble, arroja imágenes
blanqueadas de ancianos, hechas con juntos y llamados «Argivos» a la corriente
amarilla. Se
cree también que Heracles fundó Pompeya y Herculano, luchó con gigantes
en los Campos Flegreos de Cumas y construyó una calzada de una milla de
langitud a lo largo del golfo Lucrino, a la que ahora se llama el Camino
Heracliano, por el cual condujo al ganado de Gerión.
q. Se dice, además, que se acostó para descansar cerca de la
frontera de Regio y Lócris Epicefiria y como le molestaban mucha las cigarras,
suplicó a los dioses que las acallasen. Su súplica fue atendida inmediatamente
y desde entonces nunca se ha oído cantar a las cigarras en el lado regiano del
río Alece, aunque cantan fuertemente en el lado locrio. Ese día un toro se
separó del rebaño, se introdujo en el mar y nadó hasta Sicilia. Heracles lo
persiguió y lo encontró oculto entre los rebaños de Érix, rey de los elimos,
hijo de Afrodita y de Butes.
Érix, que era luchador y púgil, le desafió a un torneo quíntuple. Heracles
aceptó el desafío, con la condición de que Érix apostase su reino contra el
toro huido, y venció en las cuatro primeras pruebas; finalmente, en la lucha,
levantó a Érix a gran altura en el aire, lo arrojó contra la tierra y lo mató,
con lo cual demostró a los sicilianos que no todos los nacidos de una diosa son
necesariamente inmortales. De esta manera Heracles conquistó el reino de Érix,
que dejó a sus habitantes para que disfrutaran de él hasta que uno de sus
propios descendientes fuera a reclamarlo.
r. Algunos dicen que Érix —cuyo campo de lucha se muestra— tenía
una hija llamada Psófide, quien dio a Heracles dos hijos: Equefrón y Prómaco.
Habiendo sido criados en Erimanto, cambiaron el nombre de esta ciudad por el de
su madre Psófide y construyeron un altar a Afrodita Ericina del que hoy sólo
quedan las ruinas. Los altares dedicados a los héroes Equefrón y Prómaco
perdieron su importancia desde hace mucho tiempo y a Psófide se la considera
habitualmente como una hija de Janto, el nieto de Árcade.
s. Continuando su viaje a través de Sicilia, Heracles llegó al
lugar donde ahora se halla la ciudad de Siracusa; allí ofreció sacrificios e
instituyó el festival anual junto al precipicio sagrado de Cíane, por el cual
Hades llevó a Core al mundo subterráneo. A los que honraron a Heracles en la
llanura de Leontini les dejó un recuerdo imperecedero de su visita. Cerca de la
ciudad de Agirio las huellas de los cascos de su ganado quedaron impresas en un
camino de piedra como si hubiera sido de cera;
y, considerando eso como un indicio de su inmortalidad, Heracles
aceptó que los habitantes le rindieran los honores divinos que hasta entonces
había rechazado firmemente. Luego, en agradecimiento por sus favores, formó un
lago de cuatro estadios de circunferencia fuera de las murallas de la ciudad y
erigió templos locales a Yolao y Geriones.
t. De vuelta a Italia en busca de otro camino que le lelvara a
Grecia, Heracles condujo su ganado por la costa oriental hasta el Promontorio
Lacinio, donde el gobernante, el rey Lacinio, pudo jactarse más tarde de que
había hecho huir a Heracles, lo que hizo simplemente construyendo un templo a
Hera, a la vista del cual Heracles se marchó disgustado. Nueve kilómetros más
adelante Heracles mató accidentalmente a Crotón, lo enterró con todos los honores
y profetizó que en el futuro se alzaría allí una gran ciudad que llevaría su
nombre. Heracles cumplió esa profecía después de su deificación: apareció en un
sueño a uno de sus descendientes, el argivo Miscelo, y le amenazó con un
castigo terrible si no conducía un grupo de colonos a Sicilia y fundaba la
ciudad; y cuando los argivos estaban a punto de condenar a Miscelo a muerte por
violar su prohibición de emigrar cambió milagrosamente todos los guijarros
negros de la votación en blancos.
u. Heracles se proponía luego llevar el ganado de Geriones a
través de Istria al Epiro, y desde allí al Pelopo neso por el Istmo. Pero a la
entrada del Golfo Adriático Hera envió un tábano que hizo huir espantado al
ganado y lo llevó a través de la Tracia al desierto escita. Allí Heracles lo
persiguió y una noche fría y tormentosa se envolvió en la piel de león y se
quedó dormido en una colina pedregosa. Cuando se despertó se encontró con que
las yeguas de su carro, a las que había desunido para que pacieran, también faltaban.
Anduvo por todas partes en su busca hasta que llegó a un distrito boscoso
llamado Hilea, donde un ser extraño, medio mujer y medio serpiente, le gritó
desde una cueva. Le dijo que ella tenía sus yeguas, pero sólo se las devolvería
si se hacía su amante. Heracles accedió, aunque con cierta renuencia, y la besó
tres veces; en vista de ello la mujer con cola de serpiente le abrazó
apasionadamente, y cuando, por fin, Heracles quedó en libertad para irse, ella
le preguntó: «¿Qué será de los tres hijos que tengo ahora en el seno? Cuando
lleguen a la virilidad, ¿quieres que los instale aquí, donde soy la dueña o que
te los envíe?»
v. «Cuando crezcan, obsérvalos cuidadosamente —contestó Heracles—.
Y si alguno de ellos encorva este arco como yo lo encorvo y se ciñe con este
cinturón como yo me ciño, elígelo como el gobernante de tu país.» Dicho eso, le
dio uno de sus dos arcos y su cinturón, que tenía una copa de oro colgando de
su broche; y luego siguió su viaje. Ella llamó a los trillizos Agatirso, Gelono
y Escítes. Los dos mayores se mostraron incapaces de realizar las tareas que
había indicado su padre, por lo que ella los desterró; pero Escites consiguió
hacer las dos cosas y dejó que se quedara, convirtiéndose en el antepasado de
todos los reyes escitas, que hasta el presente llevan copas de oro en sus
cinturones. Sin
embargo, otros dicen que fue Zeus y no Heracles quien se acostó con la mujer con cola de serpiente, y
que, cuando los tres hijos que tuvo con ella gobernaban todavía el país cayeron
del firmamento cuatro objetos de oro; un arado, un yugo, un hacha de combate y
una copa. Agatirso fue el primero que corrió para recogerlo, pero cuando se
acercó el oro llameó y le quemó las manos. Gelono fue rechazado del mismo modo.
Pero cuando se acercó Escites, el más joven, el fuego se apagó inmediatamente y
así él pudo llevar a su casa los cuatro tesoros de oro y los hermanos mayores
accedieron a cederle el reino.
w. Heracles, después de haber recuperado sus yeguas y la mayor
parte del ganado extraviado, los llevó a través del río Estrimón, que represó
con piedras para ese propósito, y no encontró más aventuras hasta que el pastor
gigante Alcioneo, quien se había apoderado del Istmo de Corinto, arrojó una
roca sobre el ejército que una vez más seguía a Heracles y aplastó no menos de
doce carros y el doble de jinetes. Este era el mismo Alcioneo que robó dos
veces el ganado sagrado de Helio: desde Eritia y desde la ciudadela de
Corintio. Corrió hacia adelante, recogió la roca y esta vez la lanzó contra Heracles,
quien la devolvió con su clava y así mató al gigante. Todavía se ve esa roca en
el Istmo.
1.
El
tema principal de los trabajos de Heracles es su ejecución de ciertas hazañas
rituales antes de ser aceptado como consorte de Admete, o Auge, o Atenea, o Hipólita,
o como quiera que se llamara la reina. Este extravagante décimo trabajo puede
haberse relacionado originalmente con el mismo tema si es que se refiere a la
costumbre helénica patriarcal según la cual el marido compraba a su novia con
los procedimientos de un robo de ganado. En la Grecia homérica se las valoraba
según el ganado, como sucede todavía en algunas partes del África Oriental y
Central. Pero se han agregado al mito otros elementos que no vienen al caso,
como la visita a la Isla Occidental de los Muertos y su regreso afortunado
cargado con el botín; la fábula irlandesa antigua análoga es la de Cuchulain,
quien penetró en el Infierno —Dun Scaith, «ciudad de las sombras»— y volvió con
tres vacas y una caldera mágica, a pesar de las tormentas que los dioses de los
muertos desencadenaron contra él. La urna de bronce en la que Heracles navegó a
Eritia era una nave apropiada para una visita a la Isla de los Muertos, y quizá
se la ha confundido con la caldera de bronce. En la Undécima Tablilla de la
epopeya de Gilgamesh babilonia, Gilgamesh hace un viaje análogo a una isla
sepulcral a través del mar de los muertos, utilizando como vela sus ropas. Este
episodio llama la atención a muchos puntos de semejanza entre los mitos de
Heracles y Gilgamesh; la fuente común es probablemente sumeria. Como Heracles,
Gilgamesh mata a un león monstruoso y lleva su piel (véase 123.e); ase a un
toro del cielo por los cuernos y lo domina (véase 129.b); descubre una hierba
secreta que proporciona la invulnerabilidad (véase 135.h); hace el mismo viaje
que el Sol (véase 132.d); y visita el Jardín de las Hespérides, donde, después
de matar a un dragón enroscado en un árbol sagrado, es recompensado con dos
objetos sagrados procedentes del mundo subterráneo (véase 133.e). Las relaciones
de Gilgamesh con su compañero Enkidu se parecen mucho a las de Teseo, el
Heracles ateniense, con su compañero Pirítoo, quien desciende al Tártaro y no
logra regresar (véase 103.C y d); y la aventura de Gilgamesh con los
escorpiones ha sido atribuida al beocio Orion (véase 41.3).
2.
Las
colonias griegas pre-fenicias instaladas en España, Galia e Italia bajo la
protección de Heracles han contribuido al mito; y en el sentido geográfico las
Columnas de Heracles —a las que un grupo de colonos llegó alrededor del año
1100 a. de C.— son Ceuta y Gibraltar.
3.
No
obstante, en un sentido místico celto-ibérico, las Columnas son abstracciones
alfabéticas. «Marwnad Ercwlf», antiguo poema gales del Libro Rojo de Hergest,
trata del Heracles celta —a quien los irlandeses llamaban «Cara Solar de Ogma»
y Luciano «Ogmio» (véase 125.1)— y cuenta cómo Ercwlf erigió «cuatro columnas
de la misma altura coronadas con oro rojo», al parecer las cuatro columnas de
cin- co letras cada una que formaban el alfabeto bárdico de veinte letras
llamado el Boibel-Loth (Diosa Blanca, p. 175). Parece que, alrededor del año
400 a. de C., este nuevo alfabeto, cuyos nombres de las letras griegas se
referían al viaje celestial de Heracles en la copa del sol, su muerte en el
monte Eta y sus poderes como fundador de ciudades y juez (Diosa Blanca, p. 263)
reemplazó al alfabeto de los árboles Beth-Luis-Nion, los nombres de las letras
del cual se referían al sacrificio homicida de Crono por las mujeres salvajes
(Diosa Blanca, p. 391). Puesto que las Gorgonas tenían un bosquecillo en Eritia
—«Isla Roja», identificada por Ferécides como la isla de Gades— y puesto que
«árboles» en todos los idiomas celtas significan «letras», yo interpreto «el
árbol que toma diversas formas» como el alfabeto Beth-Luis-Nion, cuyo secreto
guardaban las Gorgonas en su bosquecillo sagrado hasta que Heracles las
«aniquiló». En este sentido, la incursión de Heracles de Eritia, donde mató a
Geriones y el perro Ortro —el astro Sirio— se refiere a la sustitución del
alfabeto de Crono por el alfabeto de Heracles.
4.
Hesíodo
(Teogonia 287) llama a Geriones tricephalon, «de tres cabezas»; otra
interpretación de lo cual es tricarenon, que significa lo mismo. «Tricarenon»
recuerda a Torvos Trigarenus, el dios celta con dos manos izquierdas que
aparece en compañía de grullas y un toro en el altar de París derribando un
sauce. Geryon, palabra que no tiene significado en griego, parece ser una forma
desusada de Trigaranus. Puesto que lo mismo en la tradición griega que en la
irlandesa las grullas están asociadas con los secretos alfabéticos (véase 52.6)
y con los poetas, Geriones parece ser el guardián de la Diosa del alfabeto
anterior: en realidad Crono acompañado por los dáctilos. En la isla sepulcral
de Eritia, Crono- Geriones, quien era en un tiempo un héroe solar del tipo de
Heracíes-Briareo, se había convertido en un dios de los muertos, con Ortro como
su Cerbero; y este décimo trabajo, por tanto, ha sido confundido con el
duodécimo y Menetes figura en ambos. Aunque el «fruto sin cuesco parecido a la
cereza» nacido de la sangre de Geriones puede haber sido la baya de madroño,
que se da en España, ha influido en la fábula el carácter sagrado que para
Crono-Saturno tiene el cornejo de frutos más tempranos (Diosa Blanca p. 223),
que produce un tinte rojo como el coscojo. El papel de Crisaor en la fábula es
importante. Su nombre significa «falce de oro», el arma asociada con el culto
de Crono, y se decía que era hijo de la gorgona Medusa (véase 33.b, 73.h y
138.j).
5.
Nórax,
nieto de Geriones por Eritia y Hermes —se dice que Hermes llevó el alfabeto de
árboles de Grecia a Egipto y volvió con él—, parece ser una grafía errónea de
Norops, la palabra griega para «cara solar». Esta genealogía ha sido invertida
por los mitógrafos irlandeses; según éstos, su propio Geriones, cuyas tres
personas se llamaban Brian, Iuchar e Iucharba —una forma de Varuna, Mitra e
Indra— tenía a Ogma por abuelo, y no por nieto, y su hijo era el dios Sol
celtíbero Lugh, Llew o Lugo. También insisten en que el alfabeto les había
llegado de Grecia por España. El cuervo de Crono estaba consagrado a Lugo,
según Plutarco, quien constata (Sobre los ríos y las montañas v) que «Lugdunum»
—Lyón, la fortaleza de Lugo— «se llamaba así porque un auspicio de cuervos
sugirió la elección de su ubicación, pues lug significa cuervo en el dialecto
alobrógico».
6.
Verrio
Flaco parece haber sido mal interpretado por Servio; es más probable que dijera
que «Garano (Gerión) tricéfalo, y no Caco, era el nombre de la víctima de
Heracles, y que Evandro ayudó a Heracles». Esto estaría de acuerdo con la
versión de que la madre de Evandro, Carmenta, suprimió el alfabeto de trece
consonantes, el Beth-Luis-Nion de Crono, en favor del Boibel-Loth de quince
consonantes de Heracles-Ogma (Diosa Blanca p. 380). El rey Juba, al que
Plutarco cita como diciendo que Heracles enseñó a los subditos de Evandro el
empleo de las letras, era un magistrado honorario de Gades, y sin duda conocía
muy bien la ciencia alfabética local. En esta fábula de Evandro se describe
claramente a Heracles como un enemigo del culto de Crono, puesto que suprime el
sacrificio humano. Sus andanzas por Italia y Sicilia han sido inventadas para
explicar los numerosos templos que se le erigieron en esos países; y su
quíntupla competencia con Érix, para justificar las expediciones colonizadoras
del siglo vi que el heráclida Peníatlos de Cnido y el espartano Dorio hicieron
a la región de Érix. El Heracles venerado en Agirá, ciudad siciliana, puede
haber sido un antepasado que llevó a los sículos a través del estrecho desde
Italia alrededor del año 1050 a. de C. (Tucídides: vi.2.5). También se le hace
visitar Escitia; los colonos griegos de las costas occidental y septentrional
del Mar Negro incorporaron a un Heracles escita, un héroe arquero (véase 119.3)
en el misceláneo décimo trabajo. Su desposada, la mujer con cola de serpiente,
era una diosa Tierra, madre de las tres tribus escitas principales mencionadas
por Herodoto; en otra versión del mito, representada por la balada inglesa de
The Laidley Worm, cuando él le ha besado tres veces se transforma en «la mujer
más bella que jamás se había visto».
7.
La
anécdota de Alcioneo parece haberse desprendido del mito del ataque de los
gigantes al Olimpo y de su derrota a manos de Heracles (véase 35.rf-é>).
Pero el robo por Alcioneo del ganado de Helio en Eritia, y otra vez en la
ciudadela de Corinto, es una versión más antigua del robo del ganado de Gerión
por Heracles, pues su propietario era un consorte solar activo de la diosa
Luna, no un dios de los muertos desterrado y debilitado.
8.
La
flecha que Heracles disparó contra el sol del mediodía sería la que disparó
contra el cénit durante la ceremonia de su coronación (véase 126.2 y 135.1)
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