a. Después de la muerte del rey eolio Creteo, Pelias, hijo de
Posidón, que era ya anciano, se apoderó del trono de Yolco, que pertenecía a su
hermanastro Esón, el heredero legítimo. Un oráculo le advirtió poco después que
le mataría un descendiente de Eolo, por lo que Pelias dio muerte a todos los
eolios prominentes a los que se atrevió a atrapar, con excepción de Esón, a
quien
perdonó la vida por respeto a su madre Tiro, pero al que retuvo
preso en el palacio obligándole a renunciar a su herencia.
b. Ahora bien, Esón estaba casado con Polimela, llamada también
Anfínome, Perimede, Alcímede, Polimede, Polifema, Escaria o Arne, quien le dio
un hijo llamado Diomedes.
Pelias habría matado al niño sin misericordia pero Polimela llamó a sus
parientas para que lloraran por él como si hubiera nacido muerto, y luego lo
sacó a ocultas de la ciudad y lo llevó al monte Pellón; allí el centauro Quirón
lo crió, como había hecho antes, o como hizo después, con Asclepio, Aquiles,
Eneas y otros héroes famosos.
c. Un segundo oráculo advirtió a Pelias que se cuidara de un
hombre con una sola sandalia. Un día en que se hallaba en la costa del mar con
un grupo de príncipes aliados para hacer un sacrificio solemne a Posidón su
mirada se fijó en un joven magnesio alto y de larga cabellera, vestido con una
túnica de cuero muy ajustada y una piel de leopardo. Estaba armado con dos
lanzas de ancha hoja y llevaba solamente una sandalia.
d. Había perdido la otra sandalia en el fangoso río Anauro —al que
algunos llaman equivocadamente Eveno o Enipeo— a causa de la estratagema de una
vieja que, apostada en el otro lado del río, suplicaba a los transeúntes que la
pasaran a la otra orilla. Nadie se compadecía de ella, hasta que aquel joven
desconocido se ofreció cortésmente a llevarla en su ancha espalda. Pero se
tambaleó bajo el peso, pues la vieja era nada menos que la diosa Hera
disfrazada. Pelias había ofendido a Hera al no hacerle los sacrificios de
costumbre y estaba decidida a castigarle por su negligencia.
e. Cuando Pelias preguntó al desconocido rudamente: «¿Quién eres y
cómo se llama tu padre?» el otro contestó que Quirón, su padre adoptivo, le
llamaba Jasón, aunque anteriormente le llamaban Diomedes, hijo de Esón. Pelias
le miró funestamente y le preguntó de pronto:
—¿Qué harías si un oráculo te anunciase que uno de tus
conciudadanos estaba destinado a matarte?
—Lo enviaría a Cólquide en busca del vellocino del carnero de oro
—contestó Jasón, sin saber que Hera había puesto esas palabras en su boca—. Y
te ruego me digas con quién tengo el honor de conversar.
f. Cuando Pelias reveló su identidad, Jasón no se alteró.
Audazmente reclamó el trono que le había usurpado Pelias, aunque no los rebaños
y vacadas que lo habían acompañado, y como le apoyaron firmemente su tío Peres,
rey de Peras, y Amitaón, rey de Pilos, quienes habían ido a tomar parte en el
sacrificio, Pelias no se atrevió a negarle sus derechos de nacimiento.
—Pero antes —insistió— te exijo que libres a nuestro querido país
de una maldición.
g. Jasón se enteró entonces de que a Pelias le acosaba el ánima de
Frixo, que había huido de Orcómeno una generación antes, montado en el lomo de
un carnero divino, para evitar que lo sacrificaran. Se refugió en Cólquide,
donde cuando murió se le negó el entierro adecuado; y según el oráculo de
Delfos, el territorio de Yolco, donde se habían establecido muchos de los
parientes minias de Jasón, nunca prosperaría si su ánima no era conducida a su
patria en una nave, juntamente con el vellón del carnero de oro. El vellón
colgaba de un árbol en el bosque de Ares Cólquido, guardado noche y día por un
dragón que nunca dormía. Pelias declaró que una vez que se realizase esa hazaña
piadosa renunciaría de buena gana al reino, que se estaba convirtiendo en una
carga para un hombre de edad tan avanzada como él.
h. Jasón no podía negarle a Pelias ese servicio y en consecuencia
envió heraldos a todas las cortes de Grecia pidiendo voluntarios dispuestos a
embarcarse con él. También consiguió que el tespio Argo le construyera un navio
de cincuenta remos; lo hizo en Págasas, con madera curada del monte Pelión;
después de lo cual Atenea misma puso un mástil oracular en la proa del Argo,
cortado del roble de su padre Zeus en Dodona.
i. Muchas listas diferentes de los Argonautas —como se llama a los
compañeros de Jasón— se han compilado en diversas épocas, pero los autores más
fidedignos dan los siguientes nombres:
Acasto, hijo del rey Pelias.
Actor, hijo del focio Deyon.
Admeto, príncipe de Peras.
Anfiarao, el adivino argivo.
Anceo el Grande de Tegea, hijo de Posidón.
Anceo el Pequeño, lélege de Samos.
Argo, el tespio, constructor del Argo.
Ascalafo de Orcómeno, hijo de Ares.
Asterio, hijo de Cometes, peloponense.
Atalanta de Calidón, la virgen cazadora.
Augías, hijo del rey Forbante de Elide.
Butes de Atenas, el apicultor.
Ceneo el lapita, quien en otro tiempo había sido mujer.
Calais, el hijo alado de Bóreas.
Canto de Eubea.
Castor, el luchador espartano, uno de los Dioscuros.
Ceteo, hijo del arcadio Aleo.
Corono el lapita, de Girtón en Tesalia.
Equión, hijo de Hermes, el heraldo.
Ergino de Mileto.
Estáfilo, hermano de Fano.
Eufemo de Ténaro, el nadador.
Euríalo, hijo de Mecisteo, uno de los Epígonos.
Euridamente, el dólope, del lago
LA ynias.
Palero, el arquero ateniense.
Fano, el hijo cretense de Dioniso.
Heracles de Tirinto, el hombre más fuerte que ha existido, ahora
un dios.
Hilas el dríope, escudero de Heracles.
Idas, hijo de Afareo de Mesene.
Idmón el argivo, hijo de Apolo.
Ificlo, hijo del etolio Testio.
ífito, hermano del rey Euristeo de Micenas.
Jasón, el capitán de la expedición.
Laertes, hijo del argivo Acrisio.
Linceo, el vigía, hermano de Idas.
Melampo de Pilos, hijo de Posidón.
Meleagro de Calidón.
Mopso el lapita.
Nauplio el argivo, hijo de Posidón, célebre navegante.
Oileo de Lócride, padre de Áyax.
Orfeo, el poeta tracio.
Palemón, hijo de Hefesto, etolio.
Peleo el mirmidón.
Peneleo, hijo de Hipálcimo, el beodo.
Periclímeno de Pilos, el hijo de Posidón que cambiaba de forma.
Peante, hijo de Táumaco el magnesio.
Pólux, el pugilista espartano, uno de los Dioscuros.
Polifemo, hijo de Élato, el arcadio. .
Tífis, el piloto beocio de Sifas.
Zetes, hermano de Calais,
y nunca, ni antes ni después se ha reunido una tripulación tan
valiente.
j. A los Argonautas se los llama con frecuencia minias, porque
llevaron de vuelta el ánima de Frixo, nieto de Minia, y el vellón de su
carnero; y porque muchos de ellos, incluyendo a Jasón mismo, provenían de la
sangre de las hijas de Minia. Este Minia, hijo de Crises, había emigrado de la
Tesalia a Orcómeno en Beoda, donde fundó un reino y fue el primer rey que
construyó una tesorería.
1.
En
la época de Homero un ciclo de romances acerca del viaje del Argo al país de
Eetes («poderoso») estaba «en labios de todos» (Odisea xii.40), y coloca a los
Planktai o Simplégadas —por las que había pasado inclusive antes que Odiseo—
cerca de las Islas de las Sirenas y no lejos de Escila y Caribdis. Todos estos
peligros se dan en los relatos más completos del regreso del Argo de Cólquide.
2.
Según
Hesíodo, Jasón, hijo de Esón, después de realizar muchos trabajos penosos
impuestos por Pellas, se casó con la hija de Eetes, que fue con él a Yolco,
donde «ella se le sometió» y le dio su hijo Medeo, a quien educó Quirón. Pero
Hesíodo parece haber estado mal informado: en los tiempos heroicos ninguna
princesa era llevada a la casa de su marido; él iba a la de ella (véase 137.4 y
160.3). Por tanto, Jasón o bien se casó con la hija de Eetes y se instaló en su
corte, o bien se casó con la hija de Pelias y se instaló en Yolco. Eumelo
(siglo viii) informa que cuando Corinto murió sin sucesión, Medea reclamó con
buen éxito el trono vacante de Corinto, pues era hija de Eetes, quien, no
contento con su herencia, había emigrado desde allí a Cólquide; y que Jasón, su
marido, se convirtió por ello en rey.
3.
Ni Cólquide ni su capital, Ea, son mencionadas
en estos primeros relatos, que describen a Eetes como hijo de Helio y hermano
de la Circe aeana. Tampoco se debe suponer que la fábula que conocía Homero
tenía mucho en común con la que relatan Apolodoro y Apolonio de Rodas; incluso
la ruta seguida por el Argo en su viaje de ida, y no hablemos de la del viaje
de vuelta, no había sido fijada todavía en la época de Herodoto, pues Píndaro,
en su Cuarta Oda Pítica (462 a. de C.) daba una versión muy diferente de la
suya.
4.
El
mito de Pelias y Diomedes —el nombre original de Jasón— parece haber sido
acerca de un príncipe abandonado en una montaña, criado por cuidadores de
caballos y al que impuso trabajos aparentemente imposibles el rey de una ciuded
vecina, no necesariamente un usurpador: como el uncimiento de toros que
respiraban fuego, y la conquista de un tesoro guardado por un monstruo marino.
Jasón, medio muerto en las fauces del monstruo marino, es el tema de obras de
arte etruscas. Su recompensa sería casarle con la heredera del trono. Mitos
análogos son comunes en la mitología celta —como lo atestiguan los trabajos
impuestos a Kilhwych, el héroe del Mabinogion
cuando deseó casarse con la hechicera Olwen— y al parecer se refieren a las
pruebas rituales del coraje de un rey antes de su coronación.
5.
Es
ciertamente del Cuento de Kilhwych y
Olwen y del análogo Cuento de Peredur hijo de Evrawc, perteneciente también al
Mabinogion, de los que se pueden sacar las deducciones más verosímiles acerca
de la naturaleza de los trabajos de Diomedes.
Kilhwych, al enamorarse de Olwen, recibió órdenes de su padre de uncir
un toro amarillo y un toro mosqueado, para despejar una colina de espinos y
malezas, sembrarla con maíz y luego recoger el grano en un solo día (véase
127.1 y 152.3); y también conseguir un cuerno de la abundancia y una caldera
irlandesa mágica. Peredur, al enamorarse de una doncella desconocida, tuvo que
matar a un monstruo marino, llamado el Avanc, en un lago cercano al Túmulo de
la Aflicción; Eea significa «aflicción». Con la condición de que le jurara
fidelidad, ella le dio una piedra mágica que le permitió vencer al Avanc y
conseguir «todo el oro que un hombre puede desear». La doncella resultó ser la
Emperatriz de Cristinobyl, una hechicera que vivía con gran pompa «hacia la
India»; y Peredur fue su amante durante catorce años. Puesto que el único otro
héroe gales que venció a un Avanc fue Hu Gadarn el Poderoso, antepasado de los
Cymry, quien unciendo dos toros al monstruo lo sacó del río Conwy (Welsh Triads
iii.97), parece probable que también Jasón sacara a su monstruo del agua con la
ayuda de su yunta que exhalaba fuego.
6.
La
caldera irlandesa que fue a buscar
Kilhwych era, al parecer, la mencionada en el Cuento de Peredur: una
caldera de regeneración, como la que utilizó posteriormente Medea; un gigante
la había encontrado en el fondo de un lago irlandés. Pelias pudo haber exigido
que Diomedes fuese a buscar otra análoga. El escenario de sus trabajos sería
alguna región no geográfica situada «hacia el sol naciente». No se menciona
cornucopia alguna en la leyenda de los argonautas, pero Medea, por un motivo
que no queda claro, rejuvenece a la ninfa Macris y sus hermanas, anteriormente
nodrizas de Dioniso, cuando se encuentra con ellas en Drepane, o Corcira. Como
Dioniso tenía mucho en común con el Zeus infante, cuya nodriza, la cabra
Amaltea, le proporcionó la cornucopia original (véase 7.b), Medea puede haber
ayudado a Diomedes a conseguir otra cornucopia de las ninfas prestándoles sus servicios. Los
trabajos de Heracles (como los de Teseo y Orion) se comprenden mejor como
tareas nupciales e incluían «la ruptura de los cuernos de ambos toros» (el
cretense y el aqueloano; véase 134.6).
7.
Este
mito de los trabajos nupciales, una versión del cual parece haber sido
corriente en Yolco, con Pelias como el malvado, y otra en Corinto, con Corinto
como el malvado, llegó a vincularse, evidentemente, con la leyenda
semihistórica de una expedición marítima minia enviada desde Yolco por los
orcómenos. Orcómeno pertenecía a la antigua anfictionía, o liga, de Calauria
(Estrabón: viii.6.14), presidida por el dios eolio Posidón, y que incluía seis
estados costeros de Argos y Ática; era la única ciudad interior de las siete y
estaba estratégicamente situada entre el Golfo de Corinto y el Golfo Tesalio.
Sus pobladores, como los beocios de Hesíodo, pueden haber sido agricultores en
el invierno y navegantes en el verano.
8.
El
supuesto propósito de la expedición era recuperar un vellón sagrado que había
sido llevado al «país de Eetes» por el rey Frixo, nieto de Minia, cuando estaba
a punto de ser sacrificado en el monte Lafistio (véase 70.d) y acompañar al
ánima de Frixo de vuelta a Orcómeno. Su jefe tuvo que ser un minia —lo que no
era Diomedes, hijo de Esón—, quizá Citisoro (Herodoto: víi.197), hijo de Frixo,
a quien Apolonio de Rodas da un lugar prominente en la fábula (véase 151.f y
152.b), y que mereció el sobrenombre de Jasón
(«curador») en Orcómeno cuando terminó con la sequía y la peste causadas
por la huida de Frixo. Sin embargo, Diomedes era minia por parte de su madre; y
es probable que la descendencia fuese matrilineal tanto en Orcómeno como en la
Yolco pelasga.
9.
En
esta leyenda minia, el país de Eetes no puede haber estado en el otro extremo
del Mar Negro; todos los testimonios primitivos indican la cabecera del
Adriático. Se cree que los argonautas navegaron por el río Po, cerca de cuya
desembocadura, al otro lado del golfo, se halla la Isla de Circe o Eea, llamada
ahora Lussin; y que fueron atrapados por los colquideos de Eetes en la
desembocadura del Ister, no el Danubio, sino, como sugiere Diodoro Sículo, el
pequeño río Istro, que dio su nombre a Istria. Medea mató entonces a su hermano
Apsirto, que estaba enterrado en la vecina Apsirtides; y cuando ella y Jasón se
refugiaron con Alcinoo, rey de Drepane (Corcira), a pocos días de navegación
hacia el sur, los colquideos, defraudados en su venganza, temieron incurrir en
la ira de Eetes sí volvían con las manos vacías y en consecuencia edificaron la
ciudad de Pola en la tierra firme de Istria. Además, el país de las sirenas,
las Rocas Chocantes, Escila y Caribdis, se hallan todos cerca de Sicilia, y al
pasar por allí el Argo fue sacudido por el viento nordeste, con gran violencia.
«Cólquide» puede ser en realidad un error por «Colicaria» en el Po inferior, no
lejos de Mantua, al parecer un apostadero en la Ruta del Ámbar, pues las hijas
de Helio, que lloraron lágrimas de ámbar, aparecen en la fábula tan pronto como
el Argo entra en el Po (véase 42.d). El ámbar estaba consagrado al sol, y
Electra («ámbar»), la isla en la que se dice que tocó el Argo, difícilmente
puede haber sido Samotracia, como creen los escoliastas, sino «la tierra de
Eetes», un puesto comercial al término de la Ruta del Ámbar, quizá corintio,
porque Eetes había llevado su culto del Sol desde Corinto, pero acaso pelasgo,
porque según la Descripción de la Tierra de Dionisios (i. 18), una colonia
pelasga, proveniente de Dodona, en un tiempo mantenía una flota poderosa en una
de las desembocaduras del Po.
10. Al mito no geográfico de Diomedes, ahora
combinado con la leyenda de un viaje minia a la tierra de Eetes, se agregó un
tercer elemento: la tradición de una incursión de piratería anterior a lo largo
de la costa meridional del Mar Negro, realizada a las órdenes de otro rey
minia. La sexta ciudad de Troya, con su dominio del Helesponto, gozaba del
monopolio del comercio en el Mar Negro, al que esta incursión se habrá
propuesto desafiar (véase 137.1). Ahora bien, el supuesto objetivo de los
minias en viaje por el Adriático era un vellocino, no de oro, sino, según
Simónides (citado por escoliasta sobre Apolonio de Rodas: iv.77), de púrpura,
al que el Primer Mitógrafo Vaticano describe como aquel «en el que Zeus solía
ascender al cielo». Dicho de otro modo, era un vellón negro que se llevaba en
un rito regio destinado a producir la lluvia, como el que se realiza todavía
todos los primeros de mayo en la cumbre del monte Pelión, donde un anciano con
una máscara de badana negra es muerto y resucitado por sus compañeros, vestidos
con vellones blancos (Annals of tbe British School at Athens xvi.244-9,
1909-16). Según Dicearco (ii.8), este rito se realizaba en la época clásica
bajo los auspicios de Zeus Acteo o Aereo («de la cumbre»). Originalmente el
hombre con la máscara de badana negra sería el Rey, representante de Zeus, que
era sacrificado al final de su reinado. El empleo de la misma ceremonia en .el
monte Pelión y en el monte Lafistio explicaría la combinación de las dos
tradiciones de Yolco, a saber, el mito de Diomedes y la leyenda de la incursión
en el Mar Negro, con la tradición de un viaje mima para deshacer el daño
causado por Frixo.
11. Sin embargo, la misión de los minias
difícilmente pudo ser la de llevar de vuelta el vellón lafistio perdido, que se
podía reemplazar fácilmente; es mucho más probable que fueran en busca de
ámbar, para propiciar con él a la divinidad ofendida, la diosa de la Montaña.
Debe recordarse que los minias tenían una «Pilos Arenosa» en la costa
occidental del Peloponeso —tomada a los léleges por Neleo con la ayuda de
pelasgos de Yolco (véase 94.c)—, y que, según Aristóteles (Mirabilia 82), los
pilianos llevaban ámbar de la desembocadura del Po. En el lugar donde
estaba Pilos (ahora la aldea de Kakovatos) se desenterraron recientemente
enormes cantidades de ámbar.
12. En el viaje oriental este vellocino se
hizo «de oro» porque había que incluir la hazaña de Diomedes al conquistar el
tesoro del monstruo marino; y porque, como señala Estrabón, los argonautas que
irrumpieron en el Mar Negro fueron en busca del oro aluvial del Fasis colquideo
(ahora el Rion), recogido por los nativos en vellones extendidos en el lecho
del río. No fue solamente la confusión de Cólquide con Colicaria, de Ea
(«tierra») con Eea («lamentación»), y del vellón negro pelonio con el lafistio
lo que unión a esas tradiciones diferentes. El palacio de la aurora de Helio,
el padre de Eetes, se halla en Cólquide (véase 42.í), el país más oriental que
conocía Homero; y se decía que había Jasonica, es decir, templos de Heracles
Curador, en el golfo oriental del Mar Negro, donde los eolios habían
establecido factorías. Según algunos autores, Heracles encabezó la expedición
al Mar Negro. Además, como Homero había mencionado a Jasón solamente como el
padre de Euneo, quien proporcionó a los griegos el vino durante el sitio de
Troya (véase 162.»), y como Lemnos se halla al este de Tesalia, se creía que el
Argo también se había dirigido hacia el este. Las Rocas Errantes o Chocantes
que Homero situó en aguas de Sicilia fueron trasladadas por lo tanto al
Bosforo.
13. Cada ciudad necesitaba un representante
argonauta para justificar sus derechos comerciales en el Mar Negro, y a los
bardos errantes no les importaba introducir uno o dos nombres más en este ciclo
mixto de baladas. Han sobrevivido, en consecuencia, varias listas de
argonautas, todas irreconciliables, pero la mayoría basadas en la teoría de que
utilizaron una nave de cincuenta remos, lo que no era, en verdad, imposible en la
época micénica; sólo Tzetzes da un centenar de nombres. Sin embargo, ni
siquiera los escépticos más empedernidos parecen haber dudado de que la leyenda
es en lo principal histórica, o de que el viaje se realizó antes de la guerra
de Troya, en algún momento del siglo XIII a. de C.
14. La sandalia única de Jasón demuestra que
era un combatiente. Los guerreros etolios eran famosos por su costumbre de
hacer la guerra con sólo el pie izquierdo calzado (Macrobio: v. 18-21;
Escoliasta sobre las Odas piticas de Píndaro iv.133), recurso que también
adoptaron durante la guerra del Peloponeso los de Platea para maniobrar mejor
en el barro (Tucídides: iii.22). La causa de que el pie del lado del escudo, y
no el del lado del arma, estuviese calzado puede haber sido que se adelantaba
en la lucha cuerpo a cuerpo y podía utilizarse para golpear al adversario en la
ingle. Por esto el izquierdo era el pie hostil y nunca se ponía en el umbral
de la
casa de un amigo; la tradición sobrevive en la Europa moderna, donde los
soldados marchan invariablemente a la guerra adelantando el pie izquierdo.
15. La disputa entre Hera y Pelias por no
haberle hecho sacrificios indica la tensión que existía entre la dinastía aquea
que rendía culto a Posidón en Yolco y sus subditos eolo-magnesios que rendían
culto a la diosa.
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