a. Desafiados por Heracles, los argonautas emprendieron una
competencia para ver quién podía remar durante más tiempo seguido. Tras muchas
horas de esfuerzo, aliviadas únicamente por la lira de Orfeo, sólo quedaron
Jasón, los Dióscuros y Heracles, pues sus compañeros se habían declarado
sucesivamente vencidos. La fuerza de Castor comenzó a disminuir y Pólux, viendo
que éste era el único modo de hacerle desistir, abandonó su remo. Jasón y
Heracles, no obstante, siguieron haciendo avanzar al Argo, sentados en los
lados opuestos de la nave, hasta que poco después, cuando llegaron a la
desembocadura del río Cío en Misia, Jasón se desmayó. Casi inmediatamente se
partió el remo de Heracles. Miró a su alrededor con ira y disgusto y sus cansados compañeros
volvieron a empuñar los remos y vararon el Argo a la orilla del
río.
b. Mientras preparaban la comida de la noche Heracles fue en busca
de un árbol que pudiera servirle para hacerse un remo nuevo. Desarraigó un
abeto enorme, pero cuando lo arrastró de vuelta para desbastarlo junto a la
hoguera del campamento se encontró con que su escudero Hilas había salido, una
o dos horas antes, en busca de agua al cercano estanque de Pegae y que todavía
no había vuelto. Polifemo había salido también a buscarlo. Hilas había sido el
favorito del Heracles desde la muerte de su padre, Tiodamante, rey de los
dríopes, a quien Heracles había matado por haberse negado a darle un buey
arador. Gritando: «¡Hilas! ¡Hilas!», Heracles se introdujo frenéticamente en el
bosque y no tardó en encontrar a Polifemo, quien le informó: «¡Ay!, oí a Hilas
que gritaba pidiendo ayuda y corrí hacia donde había oído su voz. Pero cuando
llegué al estanque no vi señales de lucha ni con fieras ni con enemigos de otra
clase. Sólo estaba su jarro abandonado junto al estanque.» Heracles y Polifemo
siguieron buscando durante toda la noche y obligaron a todos los misios con los
que se encontraban a que se les unieran, pero en vano. La realidad era que
Dríope y las ninfas de Pegae hermanas suyas se habían enamorado de Hilas y le
habían seducido y convencido para que fuera a vivir con ellas en una gruta
situada bajo el agua.
c. Al amanecer comenzó a soplar un viento favorable y, como no
aparecían Heracles ni Polifemo, aunque todos gritaban sus nombres, que repetía
el eco en las laderas de las montañas, Jasón ordenó que se reanudara el viaje.
Esta decisión provocó fuertes protestas y cuando el Argo se alejaba de la costa
varios de los argonautas le acusaron de que abandonaba a Heracles para vengarse
de su derrota en la competencia de los remos. Inclusive trataron de hacer que
Tifis diera la vuelta a la nave, pero Calais y Zetes se interpusieron, y éste
es el motivo por el que Heracles los mató luego en la isla de Tenos, donde puso
una gran piedra tambaleante sobre su tumba.
d. Después de amenazar con devastar el país de Misia si sus
habitantes no continuaban buscando a Hilas, muerto o vivo, y de realizar una
afortunada irrupción en Troya, Heracles reanudó sus trabajos, pero Polifemo se
estableció cerca de Pegae y construyó la ciudad de Crío, donde reinó hasta que
los cálibes lo mataron en una batalla.
En honor de Heracles, los misios siguen sacrificando una vez al año a Hilas en
Prusa, cerca de Pagae; su sacerdote pronuncia tres veces su nombre en voz alta
y los devotos simulan que le buscan por el bosque.
e. Hilas, en verdad, sufrió el mismo destino que Bormo, o Borimo,
hijo de Upio, un joven mariandino de una belleza extraordinaria que en una
ocasión, en la época de la cosecha, fue a un pozo en busca de agua para los
segadores. También a él lo introdujeron en el pozo las ninfas y no fue visto
nunca más. Los campesinos de Bitinia celebran su memoria todos los años en la
época de la cosecha con canciones quejumbrosas y acompañamiento de flautas.
f. En consecuencia, algunos se burlan de la fábula de Hilas
alegando que era realmente Bormo y que Heracles fue abandonado en la Afete
magnesia, cerca de Págasas, cuando desembarcó en busca de agua, poco después de
haberse iniciado el viaje; el mástil oracular del Argo había anunciado que él
sería demasiado pesado para que lo transportase. Otros, al contrario, dicen que
no sólo llegó a Cólquide, sino que estuvo todo el tiempo al mando de la
expedición.
g. Luego el Argo hizo escala en la isla de Bébricos, y también en
el Mar de Mármara, donde gobernaba el arrogante rey Amico, hijo de Posidón.
Este Amico se consideraba un pugilista y solía desafiar a los extranjeros a una
lucha que invariablemente terminaba con la muerte de éstos. Pero si se negaban,
los arrojaba sin ceremonia desde lo alto de un risco al mar. En esta ocasión
fue a ver a los argonautas y les negó alimentos y agua a menos que uno de sus
paladines luchase con él. Pólux, que había vencido en la prueba de pugilato en
los Juegos Olímpicos, se adelantó de buena gana y se puso los guantes de cuero
sin curtir que le ofreció Amico.
h. Amico y Pólux se enfrentaron con violencia en un pequeño valle
florido, no lejos de la playa. Los guantes de Amico estaban tachonados con
escarpias de bronce y los músculos de sus brazos velludos sobresalían como
cantos rodados cubiertos con algas marinas. Era con mucho el más pesado de los
dos y varios años más joven que su contrincante; pero Pólux, luchando
cautelosamente al principio y eludiendo sus acometidas parecidas a las de un
toro, no tardó en descubrir los puntos débiles de su defensa y antes que pasara
mucho tiempo le hizo escupir sangre por la boca hinchada. Tras un combate
prolongado, en el que ninguno de los dos mostró la menor señal de flaquear,
Pólux irrumpió a través de la guardia de Amico, le aplastó la nariz con un
golpe directo de la mano izquierda y le castigó sin misericordia en ambos lados
de ella, utilizando para ello ganchos y golpes potentes. Impulsado por el dolor
y la desesperación, Amico asió el puño izquierdo de Pólux y tiró de él con su
mano izquierda mientras descargaba sobre él un tremendo derechazo; pero Pólux
se arrojó en la dirección del tirón. El golpe dio en el vacío y él replicó con
un fuerte golpe de la mano derecha en la oreja de Amico, seguido por un
irresistible golpe de abajo arriba que le rompió los huesos de la sien y lo
mató instantáneamente.
i. Cuando vieron que su rey yacía muerto, los bébrices acudieron a
las armas, pero los compañeros de Pólux los vencieron fácilmente y saquearon el
palacio real. Para aplacar a Posidón, el padre de Amico, Jasón le ofreció un
holocausto de veinte toros rojos que fueron encontrados entre el botín.
j. Los argonautas se hicieron otra vez a la mar al siguiente día y
llegaron a Salmidesos en la Tracia oriental, donde reinaba Fineo, el hijo de
Agenor. Los dioses le habían cegado por profetizar el futuro con demasiada
exactitud, y también le molestaban un par de harpías, criaturas femeninas
repugnantes y aladas que en cada comida entraban volando en el palacio y
arrebataban los comestibles de su mesa, ensuciando los que dejaban, de modo que
hedían y eran incomibles. Una harpía se llamaba Aelo y la otra Ocípete.
Cuando Jasón pidió a Fineo que le aconsejase cómo se podía conseguir el
vellocino de oro, Fineo le contestó: «¡Primeramente líbrame de las harpías!»
Los sirvientes de Fineo sirvieron a los argonautas un banquete, sobre el cual
descendieron inmediatamente las harpías y realizaron sus tretas habituales.
Pero Calais y Zetes, los alados hijos de Bóreas, se levantaron espada en mano y
las persiguieron por el aire hasta el otro lado del mar. Algunos dicen que
alcanzaron a las harpías en las islas Estrófades, pero les perdonaron la vida
cuando se volvieron e imploraron misericordia; pues Iris, la mensajera de Hera,
intervino y prometió que volverían a su cueva en la Dicte cretense y que nunca
molestarían a Fineo. Otros dicen que Ocípete llegó a un arreglo en esas islas,
pero que Aelo siguió volando y se ahogó en el río Tigris del Peloponeso,
llamado ahora Harpis por ella.
k . Fineo instruyó a Jasón sobre la manera de navegar por el
Bosforo y le hizo un relato detallado del tiempo, la hospitalidad y la suerte
que podía esperar en su viaje a Cólquide, país que colonizaron por primera vez
los egipcios y se halla en el extremo más oriental del Mar Negro, a la sombra
de las montañas del Cáucaso. Y añadió: «Y una vez que hayas llegado a Cólquide
¡confía en Afrodita!»
l. Ahora bien, Fineo se había casado la primera vez con Cleopatra,
hermana de Calais y Zetes, y luego, cuando ella murió, con Idea, una princesa
escita Idea estaba celosa de los dos hijos de Cleopatra y sobornó a falsos
testigos para que les acusaran de toda clase de maldades. Sin embargo, Calais y
Zetes descubrieron la conspiración, liberaron a sus sobrinos de la prisión,
donde los azotaban a diario guardianes escitas, y Fineo no sólo volvió a sentir
afecto por ellos, sino que además envió a Idea de vuelta a la casa de su padre.
m. Y algunos dicen que a Fineo le cegaron los dioses después de la
visita de los argonautas porque les habían dado un consejo profético.
1.
En
la leyenda del viaje de los yolcos al este del Mar Negro —aunque no en el viaje
occidental de los minias a Istria— Heracles puede haber estado al frente de la
expedición. La fábula de la desaparición de Hilas fue inventada para explicar
los ritos misinos, que todavía se practicaban en Prusa, cerca de Pegae, en la
época romana, de lamentación por Adonis de los Bosques. E1 destino de Hilas en
poder de Dríope y sus ninfas sería el de Leucipo (váase 21.6), Acteón (véase
22.i), Orfeo (véase 28.d) o de cualquier otro rey sagrado del culto del roble:
a saber, ser desmembrado y devorado por mujeres furiosas que luego se
purificaban en un manantial y anunciaban que había desaparecido inexplicablemente.
«Dríope» significa «picamaderos o pájaro carpintero» (literalmente: «cara de
roble o encina»), pájaro cuyo picoteo en los troncos sugería la búsqueda de
Hilas, dríope de nacimiento, y que, por lo visto, pronosticaba el tiempo húmedo
(véase 56.1); el propósito principal de este sacrificio era provocar las
lluvias de otoño. Heracles, como el nuevo rey, simularía intervenir en la
búsqueda de su predecesor. Bormo, o Borimo, es probablemente una variante de
Brimo, el hijo de Brimo (véase 24.5).
2.
La
fábula de Ámico puede derivarse de una ilustración que mostraba los juegos
fúnebres celebrados después de haber sido arrojado el rey viejo desde un risco
(véase 96.3 y 6). El pugilato, deporte cretense, mencionado en la Ilíada y la
Odisea, parece haber sido bastante limpio hasta que la rivalidad cívica de los
Juegos Olímpicos introdujo el profesionalismo. Los pugilistas del anfitetro
romano utilizan guantes con escarpias y manoplas, y no las correas de cuero sin
curtir tradicionales. Teócrito, en su relato experto de la lucha entre Pólux y
Ámico, lamenta los tiempos gloriosos de la liza. Las harpías eran originalmente
personificaciones de la diosa de la Muerte cretense como un torbellino (Homero:
Odisea i.241 y xx.66 y 77), pero en este contexto parecen haber sido aves
sagradas, milanos o halietos, a los que los tracios aumentaban regularmente.
Diodoro Sículo, cuando describe la visita de los argonautas a la corte de
Fineo, evita cuidadosamente toda mención de las harpías —quizá por temor a
incurrir en su ira—, pero se las ingenia
para insinuar que la segunda esposa del ciego Fineo, que era
escita, le engañaba simulando que las harpías le robaban los alimentos y
ensuciaban lo que dejaban, lo que hacían sus sirvientes por orden de ella.
Fineo se moría lentamente de hambre cuando Calais y Zetes —los hermanos de su
primera esposa— descubrieron la culpabilidad de Idea y sacaron a sus sobrinos
de la prisión en la que los había encerrado Fineo por consejo de Idea.
3.
Las
islas Estrófades («giratorias») se llamaban así porque las naves podían esperar
que el viento girase al acercarse a ellas.
4.
Las
piedras oscilantes, enormes cantos rodados tan cuidadosamente equilibrados que
se inclinaban de un lado a otro al menor impulso, son monumentos fúnebres
erigidos, al parecer, por emigrantes libios constructores de avenidas hacia el
final del tercer milenio. Unas pocas todavía funcionan en Cornualles y Devon, y
otras han sido sacadas de su lugar por los esfuerzos concertados de soldados
ociosos o turistas. La dedicación de una piedra oscilante tenían a Calais y
Zetes, los hijos alados de Bóreas, sugiere que se invocaba a los espíritus de
los héroes para que hicieran oscilar la piedra en forma de vientos y aplastar
así a la víctima viva que se hallaba debajo.
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