a. Medea huyó en primer lugar a Tebas para ver a Heracles, quien
le había prometido ampararla si Jasón se mostraba alguna vez infiel, y le curó
de la locura que le hizo matar a sus hijos; pero los tebanos no le permitieron
que fijase su residencia entre ellos porque había matado a Creonte, su rey. En
consecuencia fue a Atenas, y el rey Egeo se casó gustosamente con ella. Luego,
desterrada de Atenas por haber intentado envenenar a Teseo, se embarcó para
Italia y enseñó a los marrubios el arte del encantamiento de las serpientes;
todavía la adoran como la diosa Angitia.
Tras una breve visita a Tesalia, donde compitió sin buen éxito con Tetis en un
certamen de belleza juzgado por el cretense Idomeneo, se casó con un rey
asiático cuyo nombre no ha sobrevivido, pero del que se dice que fue el
verdadero padre de Medeo.
b. Finalmente, cuando supo que el trono de Eetes en Cólquide había
sido usurpado por su tío Perses, Medea fue a la Cólquide con Medeo, quien mató
a Perses, volvió a poner a Eetes en su trono y ensanchó el reino de Cólquide
incluyendo en él el territorio de Media. Algunos alegan que para entonces Medea
se había reconciliado con Jasón y lo llevó con ella a Cólquide, pero la
historia de Medea, por supuesto, ha sido embellecida y deformada por las
fantasías extravagantes de muchos dramaturgos.
La verdad es que Jasón, habiendo perdido el favor de los dioses, cuyos nombres
había invocado en vano cuando fue infiel a Medea, erró de ciudad en ciudad
odiado por los hombres. En la ancianidad volvió una vez más a Corinto y se
sentó a la sombra del Argo para recordar sus glorias pasadas y lamentar los
desastres que le habían sobrevenido. Estaba a punto de ahorcarse de la proa
cuando de pronto la nave se volcó hacia adelante y le mató. Posidón puso luego
la imagen de la popa del Argo, que era inocente de homicidio, entre las
estrellas.
c. Medea no murió sino que se hizo inmortal y reinó en los Campos
Elíseos, donde, según dicen algunos, fue ella y no Helena quien se casó con
Aquiles.
d. En cuanto a Atamante, quien por no haber sacrificado a Frixo
fue la causa de la expedición de los argonautas, estaba a punto de ser
sacrificado él mismo en Orcómeno, como el sacrificio propiciatorio exigido por
el oráculo de Zeus Lafistio, cuando su nieto Citísoro volvió de Eea y le salvó.
Eso molestó a Zeus, quien ordenó que en adelante el hijo mayor de los
Atamántidas debía evitar la Sala del Consejo perpetuamente, bajo pena de
muerte, orden que ha sido observada desde entonces.
e. La vuelta a su patria de los argonautas dio origen a muchas
fábulas, pero la del Gran Anceo, el timonel, es la más instructiva. Habiendo
sobrevivido a tantas penalidades y peligros, volvió a su palacio de Tegea,
donde un adivino le había advertido en otro tiempo que no probaría nunca el
vino de una viña que había plantado algunos años antes. El día de su llegada
informaron a Anceo que su mayordomo había cosechado las primeras uvas y el vino
le esperaba. En consecuencia llenó una copa de vino, la llevó a los labios,
llamó al adivino y le reprochó por haber profetizado falsamente. El adivino le
respondió: «Señor, entre el plato y la boca se pierde la sopa», y en aquel
momento los sirvientes de Anceo entraron gritando: «¡Señor, un jabalí! ¡Está
haciendo estragos en tu viña!» Dejó la copa no probada, tomó su lanza y salió
apresuradamente, pero el jabalí se había ocultado detrás de un arbusto, le
acometió y le mató.
1.
Un
culto ático de Deméter como diosa Tierra ha dado origen a la fábula de la
estada de Medea en Atenas (véase 97.b). Cultos análogos explican sus visitas a
Tebas, Tesalia y el Asia Menor; pero los marrubios pueden haber emigrado a
Italia desde Libia, donde los psilos eran peritos en el arte del encantamiento
de las serpientes (Plinio: Historia natural vii.2). El reinado de Medea en los
Campos Elíseos es comprensible: como la diosa que manejaba la caldera de la
regeneración podía ofrecer a los héroes la oportunidad de otra vida en la
tierra (véase 31.c). Helena («luna») sería uno de sus títulos (véase 159.1).
2.
Parece
que en la edad heroica el rey de Orcómeno, cuando terminaba su reinado, era
llevado para sacrificarlo a la cumbre del monte Lafistio. Este rey era también
un sacerdote de Zeus Lafistio, un ministerio hereditario en el clan minia
matrilineal; y en la época de las guerras persas, según Herodoto, se esperaba
todavía que el jefe del clan asistiera a la Sala del Consejo cuando se lo
convocaba para el sacrificio. Sin embargo, nadie le obligaba a obedecer esa
convocatoria, y por el relato de Herodoto parece que le representaba un
sustituto, excepto en las ocasiones de un desastre nacional, como una peste o
una sequía, ocasiones en las que se sentía obligado a asistir personalmente.
Las muertes de Jasón y de Anceo son fábulas morales que destacan los peligros
de la fama, la prosperidad y el orgullo excesivos. Pero Anceo muere regiamente
en su ciudad, herido por el colmillo de un jabalí (véase 18.7), en tanto que
Jasón, como Belerofonte (véase 75.f) y Edipo (véase 105.d), vaga de ciudad en
ciudad, odiado por los hombres, y finalmente muere de accidente. En el Istmo,
donde había reinado Jasón, era costumbre que el pharmacos regio fuese arrojado
desde un risco, pero le salvaba en el mar una embarcación que esperaba, y luego
vivía la vida de un mendigo anónimo que llevaba la mala suerte consigo (véase
89.6 y 98.7)
.
3.
Sir
Isaac Newton fue el primero, por lo que yo sé, que señaló la relación entre el
Zodíaco y el viaje del Argo; y la leyenda puede muy bien haber sido influida en
Alejandría por los signos del Zodíaco: el Carnero de Frixo, los Toros de Eetes,
los Dioscuros como los Mellizos Celestiales, el León de Rea, la Balanza de
Alcínoo, los Aguadores de Egina, Heracles como Arquero, Medea como Virgen, y la
Cabra, símbolo de lujuria, para recordar los amoríos en Lemnos. Cuando se
utilizan los signos del Zodíaco egipcios aparecen los elementos que faltan: la
Serpiente por Escorpión, y el Escarabajo, símbolo de regeneración, por el
Cangrejo.
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