domingo, 4 de agosto de 2013

162 Nueve años de guerra

a. Se discute en qué momento los griegos enviaron mensajes a Príamo para exigir que devolviera a Helena y la propiedad de Menelao. Algunos dicen que poco después de haber desembarcado la expedición en Tróade; otros que antes de que las naves se reunieran en Áulide; pero se afirma generalmente que la embajada, compuesta por Menelao, Odiseo y Palamedes, partió de Ténedos. Sin embargo, los troyanos, que estaban decididos a retener a Helena, habrían dado muerte a todos ellos si Antenor, en cuya casa se alojaron, no hubiera impedido esa acción vergonzosa.

b. Ofendidos por esta obstinación, los griegos partieron de Ténedos y anclaron sus naves a la vista de Troya. Inmediatamente los troyanos corrieron en tropel a la orilla del mar y trataron de rechazar a los invasores con una lluvia de piedras. Mientras todos los demás vacilaban —inclusive Aquiles, a quien Tetis había advertido que el primero que desembarcase sería el primero que moriría— Protesilao saltó a tierra, mató a varios troyanos y fue muerto por Héctor; o quizá fue Euforbo, o
Acates, el amigo de Eneas.

c. Este Protesilao, tío de Filoctetes e hijo del Ificles al que Melampo curó de la impotencia, se llamaba anteriormente Yolao, pero se le cambió el nombre a causa de la circunstancia de su muerte. Yace enterrado en el Quersoneso tracio, cerca de la ciudad de Eleo, donde se le rinden ahora honores divinos. Altos olmos, plantados por ninfas, se alzan en su recinto y dan sombra a la tumba. Las ramas que hacen frente a Troya al otro lado del mar echan pronto hojas, pero las pierden al poco tiempo, en tanto que las del otro lado siguen verdes en el invierno. Cuando los olmos crecen a tal altura que las murallas de Troya pueden ser vistas claramente por un hombre apostado en las ramas superiores, se marchitan, pero de las raíces vuelven a brotar vastagos.

d. Laodamía, esposa de Protesilao e hija de Acasto (a la que algunos llaman Polidora, hija de Meleagro) lo echaba tanto de menos que tan pronto como él se embarcó para Troya hizo su estatua de bronce, o de cera, y la puso en su lecho. Pero éste era un pobre consuelo, y cuando llegó la noticia de su muerte Laodamía suplicó a los dioses que se compadecieran y permitieran que Protesilao la visitara, aunque sólo fuera durante tres horas. Zeus Omnipotente accedió al pedido de Laodamía y Hermes llevó el ánima de Protesilao desde el Tártaro para que animara la estatua. Hablando con la boca de ésta, Protesilao suplicó a su esposa que no se demorara en seguirlo, y en cuanto hubieron pasado las tres horas ella se mató de una puñalada abrazada a él. Otros dicen que Acasto, el padre de Laodamía, la obligó a volver a casarse, pero ella pasaba sus noches con la estatua de Protesilao, hasta que un día un sirviente que llevaba manzanas para un sacrificio de madrugada miró a través de una grieta en la puerta del dormitorio y la vio abrazada a lo que creyó ser un amante. Corrió a decírselo a Acasto, quien irrumpió en la habitación y descubrió la verdad. Para que su hija no se torturase con un deseo inútil, Acasto ordenó que se quemase la estatua, pero Laodamía se arrojó en las llamas y pereció con ella.

e. Según otra tradición, Protesilao sobrevivió a la guerra de Troya y se hizo a la mar con rumbo a su patria. Llevaba como prisionera a Etna, hermana de Príamo. En el camino desembarcó en la península macedonia de Pelene, pero mientras se hallaba en tierra buscando agua Etila convenció a las otras cautivas para que quemaran las naves, y Protesilao, obligado así a quedarse en Pelene, fundó la ciudad de Sición. Pero esto es un error: Etila, con Astioquea y las otras cautivas, quemó las naves junto al río italiano Naveto, que significa «incendio de barcos», y Protesilao no figuraba entre sus apresadores.

f. Aquiles fue el segundo griego que desembarcó en la costa troyana, seguido de cerca por sus mirmidones, y mató a Cicno, hijo de Posidón, con una piedra bien lanzada. Inmediatamente los troyanos se desbandaron y corrieron de vuelta a su ciudad, mientras el resto de los griegos desembarcaban y hacían una carnicería en los vencidos. Según otra versión, Aquiles, recordando la suerte corrida por Protesilao, fue el último que desembarcó y luego dio un salto tan prodigioso desde su nave que brotó un manantial donde sus pies golpearon en la tierra. Se dice que en la batalla que siguió Cicno, que era invulnerable, mató a centenares de griegos, pero Aquiles, después de probar inútilmente de abatirle con la espada y la lanza, le golpeó furiosamente en la cara con el puño de la espada, le obligó a retroceder hasta que tropezó con una piedra y cayó, y entonces le puso las rodillas en el pecho y le entranguló con las correas de su yelmo; pero Posidón transformó su alma en un cisne que se alejó volando. Los griegos entonces sitiaron Troya y colocaron sus naves detrás de una estacada.

g. Ahora bien, la ciudad estaba destinada a no caer si Troilo podía llegar a los veinte años de edad. Algunos dicen que Aquiles se enamoró de él mientras luchaban juntos y le dijo: «¡Te mataré si no aceptas mis caricias!» Troilo corrió a refugiarse en el templo de Apolo Timbreo, pero Aquiles, sin tener en cuenta la ira del dios y como Troilo seguía mostrándose esquivo, le decapitó en el altar, en el mismo lugar en que él pereció posteriormente. Otros dicen que Aquiles mató de un lanzazo a Troilo mientras adiestraba a sus caballos en el recinto del templo; o que lo indujo a salir de allí ofreciéndole unas palomas, y que Troilo murió con las costillas rotas y el rostro lívido, tan parecida a la del oso fue la forma en que Aquiles le hizo el amor. Otros dicen que Troilo salió de Troya para vengarse después de la muerte de Memnón y se encontró con Aquiles, quien le mató; o que fue hecho prisionero y luego matado públicamente y a sangre fría por orden de Aquiles; y que, como era de edad madura, de piel morena y con una barba larga, difícilmente podía hacer excitar la pasión de Aquiles. Pero cualquiera que fuera la manera en que murió, el causante fue Aquiles y los troyanos lo lloraron tan afligidamente como Héctor.

h. Se dice que Troilo amaba a Briseida, la bella hija de Calcante, a la que había dejado en Troya su padre y, como ella no había tomado parte en su deserción, la seguían tratando allí con cortesía. Calcante, quien sabía que Troya tenía que caer, convenció a Agamenón para que la pidiese a Príamo en su nombre, con el fin de que no la hiciesen prisionera de guerra. Príamo dio generosamente su consentimiento y varios de sus hijos acompañaron a Briseida al campamento griego. Aunque había jurado eterna fidelidad a Troilo, Briseida no tardó en transferir su afecto al argivo Diomedes, quien se enamoró apasionadamente de ella y hacía todo lo posible para matar a Troilo cuando se presentaba en el campo de batalla.

i. En una expedición nocturna Aquiles capturó a Licaón, a quien sorprendió en el huerto de su padre Príamo, donde cortaba vastagos de higuera para utilizarlos como barandillas de carro. Patroclo llevó a Licaón a Lemnos, y lo vendió al hijo de Jasón, el rey Euneo, quien abastecía con vino a las fuerzas griegas; el precio fue un tazón de plata para mezclas fenicio. Pero Eetión de Imbros lo rescató y volvió a Troya, sólo para que lo matara Aquiles doce días después.

j. Aquiles partió entonces con un grupo de voluntarios para saquear el campo troyano. En el monte Ida aisló al dardánida Eneas de su ganado, lo persiguió por las laderas boscosas y, después de matar a los pastores y a Méstor, el hijo de Príamo, se apoderó del ganado y saqueó la ciudad de Lirneso, donde Eneas se había refugiado. Mines y Epístrofe, hijo del rey Eveno, murieron en la lucha, pero Zeus ayudó a Eneas a escapar. La esposa de Mines, otra Briseida, hija de Brises, fue hecha cautiva y su padre se ahorcó.

k. Aunque Eneas había conseguido el rapto de Helena por París, permaneció neutral durante los primeros años de la guerra, pues era hijo de la diosa Afrodita y Anquises, el nieto de Tros, y le tenía resentido el desdén que le mostraba su primo Príamo. Pero la incursión provocadora de Aquiles obligó a los dardánidas a unirse por fin a los troyanos. Eneas demostró que era un combatiente hábil y ni siquiera Aquiles le menospreciaba, pues si Héctor era la mano de los troyanos, Eneas era su alma. Su divina madre le ayudaba con frecuencia en la batalla; y en una ocasión en que Diomedes le rompió la cadera arrojándole una piedra le salvó de la muerte; y cuando Diomedes la hirió también a ella con un lanzazo en la muñeca, Apolo sacó a Eneas del campo de batalla para que le curaran Leto y Artemis. En otra ocasión le salvó la vida Posidón, quien, aunque era hostil a los troyanos, respetaba los decretos del destino y sabía que el linaje real de Eneas gobernaría posteriormente en Troya.

l. Muchas ciudades aliadas de Troya fueron tomadas por Aquiles: Lesbos, Focea, Colofón, Esmirna, Clazomene, Cima, Egialo, Teños, Adramitio, Dide, Endium, Lineón, Colona, Lirneso, Antandros y otras varias, incluyendo a las Tebas Hipoplaciana, donde otro Eetión, padre de Andrómaca, la esposa de Héctor, y su compañero Podes, gobernaban a los cilicios. Aquiles mató a Eetión y a siete de sus hijos, pero no despojó su cadáver: lo quemó completamente armado, y alrededor del túmulo que levantó las ninfas de la montaña plantaron un bosquecillo de olmos. Entre las cautivas figuraba Astínome, o Criseida, hija de Crises, sacerdote de Apolo en la isla de Ehmintos. Algunos dicen que Astínome era esposa de Eetión; otros, que Grises la había enviado a Lirneso para que estuviera protegida, o para que asistiera a un festival de Artemis. Cuando se distribuyó el botín, Criseida le tocó a Agamenón, y Briseida a Aquiles. Desde la Tebas Hipoplaciana Aquiles también se trajo el rápido caballo Pedaso, que unció a su yunta inmortal.

m. Ayax el Grande se embarcó para el Quersoneso Tracio, donde capturó a Polidoro, el hermano de Licaón —su madre era Laótoe— y en Teutrania mató al rey Teutras y se llevó un gran botín, en el que figuraba la princesa Tecmesa, a la que hizo su concubina.

n. Cuando se acercaba el décimo año de guerra los griegos dejaron de hacer incursiones en la costa del Asia Menor y concentraron sus fuerzas delante de Troya. Los troyanos reunieron contra ellos a sus aliados: los dardánidas encabezados por Eneas y los dos hijos de Antenor; los ciconios tracios, peonios, paflagonios, misianos, frigios, meonios, caries, licios, etcétera. Sarpedón, el hijo que Laodamía, la hija de Belerofonte había dado a Zeus, mandaba a los licios. Ésta es su historia: cuando Isandro, el hermano de Laodamía, e Hipóloco disputaban el reino se propuso que aquel de ellos que pudiera hacer pasar una flecha a través de un anillo de oro colgado en el pecho de un niño sería el rey. Cada uno de ellos exigió acaloradamente como víctima al hijo del otro, pero Laodamía impidió que se mataran mutuamente ofreciéngose a atar el anillo alrededor del cuello de su propio hijo, Sarpedón. Pasmados ante tan noble abnegación, ambos convinieron en renunciar a sus derechos al reino en favor de Sarpedón, con quien Glauco, el hijo de Hipóloco, gobernaba en aquel momento como co-rey.

o. Agamenón había enviado a Odiseo a Tracia en una expedición en busca de forraje y cuando volvió sin nada Palamedes, el hijo de Nauplio, le reconvino por su pereza y cobardía. «No ha sido culpa mía —dijo Odiseo— que no hayamos encontrado cereal. Si Agamenón te hubiera enviado en mi lugar no habrías tenido más éxito que yo.» Desafiado así, Palamedes salió inmediatamente y reapareció poco después con una nave cargada con cereal.

p. Tras varios días de meditación tortuosa, Odiseo dio por fin con un plan para vengarse de Palamedes, pues sentía herido su honor. Mandó decir a Agamenón: «Los dioses me han advertido en un sueño que se prepara una traición. Hay que trasladar el campamento durante un día y una noche.» Cuando Agamenón ordenó inmediatamente que se hiciera eso, Odiseo enterró en secreto una bolsa llena de oro en el lugar donde había estado la tienda de Palamedes. Luego obligó a un prisionero frigio a escribir una carta como si fuera de Príamo a Palamedes y que decía: «El oro que he enviado es el precio que pediste por traicionar al campamento griego.» Después de ordenar al prisionero que entregara esa carta a Palamedes, Odiseo hizo que lo matasen en las inmediaciones del campamento, antes de que pudiera entregarla. Al día siguiente, cuando el ejército volvió al lugar anterior, alguien encontró el cadáver del prisionero y llevó la carta a Agamenón. Palamedes fue sometido a consejo de guerra y, cuando negó enérgicamente que hubiera recibido oro de Príamo ni de ningún otro, Odiseo sugirió que se registrase su tienda. Descubrieron el oro y el ejército entero dio muerte a Palamedes a pedradas como traidor.

q. Algunos dicen que Agamenón, Odiseo y Diomedes intervinieron en este complot y que dictaron juntos la carta falsa al frigio y luego sobornaron a un sirviente para que la ocultara con el oro bajo el lecho de Palamedes. Cuando éste fue conducido al lugar de la lapidación exclamó en voz alta: «¡Verdad, lloro por ti, que has muerto antes que yo!».

r. Otros dicen que Odiseo y Diomedes, fingiendo que habían descubierto un tesoro en un pozo profundo, dejaron que Palamedes se introdujera en él sujeto a una cuerda y luego le arrojaron grandes piedras sobre la cabeza; o que lo ahogaron en una excursión de pesca. Y no faltan quienes dicen que Paris lo mató con una flecha. Ni siquiera se está de acuerdo en si murió en la Colona troyana, o en Gerestos, o en Ténedos, pero tiene un altar de héroe cerca de la Metimna lesbia.

s. Palamedes había merecido el agradecimiento de sus compañeros por la invención de los dados, con los que mataban el tiempo delante de Troya; dedicó el primer juego en el templo de Tique en Argos. Pero todos envidiaban su sabiduría superior, pues había inventado también los faros, la balanza, las medidas, el disco, el alfabeto y el arte de apostar centinelas.

t. Cuando Nauplio se enteró del asesinato se embarcó para Troya y exigió satisfacción, pero se la negó Agamenón, quien había sido cómplice de Odiseo y gozaba de la confianza de todos los caudillos griegos. Así, pues, Nauplio volvió a Grecia con su hijo sobreviviente Éax y llevó falsas noticias a las esposas de los asesinos de Palamedes, diciendo a cada una de ellas: «Tu marido trae de vuelta a una concubina troyana como su nueva reina.» Algunas de esas esposas infelices se suicidaron inmediatamente. Otras cometieron adulterio, como Clitemestra, la esposa de Agamenón, con Egisto; Egialea, la esposa de Diomedes, con Cometo, hijo de Esténelo; y Meda, esposa del Idomeneo, con Leuco.

1.      La Ilíada trata en orden de sucesión sólo el décimo año del sitio, y cada mitógrafo ha dispuesto los acontecimientos de los años anteriores en un orden diferente. Según Apolodoro (Epitome iii.32-3), Aquiles mata a Troilo, captura a Licaón, se apodera del ganado de Eneas y toma muchas ciudades. Según la Cipria (citada por Proclo: Crestomatía i), los griegos, al no poder tomar Troya por asalto, devastan la región y las ciudades de los alrededores; Afrodita y Tetis consiguen una entrevista de Aquiles y Helena, los griegos deciden volver a sus casas, pero los contiene Aquiles, quien luego se apodera del ganado de Eneas, saquea muchas ciudades y mata a Troilo; Patroclo vende a Licaón en Lemnos, se divide el botín y Palamedes muere lapidado.

2.      Según Tzetzes (Sobre Licofrón 307), Troilo sobrevive a Memnón y Héctor. Igualmente, según el frigio Dares, Troilo sucede a Héctor como jefe de las fuerzas troyanas (Dares: 30), hasta que uno de los caballos de su carro es herido y Aquiles le atraviesa con la lanza; Aquiles trata de arrastrar el cadáver, pero le hiere Memnón, a quien mata; los troyanos se refugian en la ciudad y Príamo hace a Troilo y Memnón un funeral magnífico (Dares: 33).

3.      La guerra de Troya es histórica y, cualquiera que pueda haber sido su causa inmediata, fue una guerra comercial. Troya dominaba el valioso comercio del Mar Negro en oro, plata, hierro, cinabrio, madera para la construcción de naves, lino, cáñamo, pescado seco, aceite y jade chino. Una vez tomada Troya, los griegos pudieron establecer colonias a todo lo largo de la ruta de comercio oriental, que llegó a ser tan rica como las del Asia Menor y Sicilia. Al final, Atenas, como la principal potencia marítima, fue la que más se benefició con el comercio del Mar Negro, especialmente con la baratura del cereal; y fue la pérdida de una flota que guardaba la entrada del Helesponto la que arruinó en Egospótamos en 405 a. de C. y puso fin a las largas guerras con el Peloponeso. Quizás, en consecuencia, las constantes negociaciones entre Agamenón y Príamo no se relacionaban con la vuelta de Helena tanto como con la restauración de los derechos griegos a entrar en el Helesponto.

4.      Es probable que los griegos se prepararan para el ataque final mediante una serie de incursiones en las costas de Tracia y el Asia Menor, con el propósito de descabalar el poderío naval de la alianza troyana; y que mantuvieran un campamento en la desembocadura del Escamandro para impedir que el comercio del Mediterráneo llegase a Troya, o que se realizase en la Llanura la anual Feria de Oriente y Occidente. Pero la Ilíada deja claramente establecido que Troya no fue sitiada en el sentido de que quedaron cortadas sus líneas de comunicación con el interior, y aunque, mientras Aquiles estuvo por allí, los troyanos no se aventuraban a salir de día por la Puerta Dardánida, la única que llevaba al interior (Ilíada v.789); y las lavanderas griegas temían lavar sus ropas en el manantial situado a un tiro de arco de distancia de las murallas (Ilíada xxii.256); sin embargo, los abastecimientos y los refuerzos entraban libremente y los troyanos en poder de Sestos y Abidos, que los mantenían en estrecho contacto con Tracia. El hecho de que los griegos se jactaran tanto de una incursión para robar ganado en el monte Ida, y de otra en el huerto de Príamo, indica que raras veces iban muy lejos tierra adentro. Los vastagos de higuera utilizados para la barandilla del carro de Licaón estaban destinados, al parecer, a ponerlo bajo la protección de Afrodita. En las tablillas anteriores a la guerra de Troya encontradas en Cnosos se mencionan varios «carros cidonios pintados de rojo con ensambladura completa», pero sólo se especifica la madera de las barandillas: es siempre de higuera. Sin embargo, la madera de higuera no era ni mucho menos tan apropiada para ese propósito como otras muchas de que disponían los cretenses y troyanos.

5.      Agamenón realizaba una guerra de desgaste, el buen éxito de la cual confiesa Héctor (Ilíada xvii.225 y xviii.287- 92) cuando habla del agotamiento de los recursos troyanos causado por la disminución del comercio y la necesidad de subvencionar a los aliados. Los paflagonios, tracios y misios eran productores, no comerciantes, y estaban dispuestos a tratar directamente con los griegos. Sólo los mercantiles licios, que importaban mercaderías del sudeste, parecen haberse preocupado mucho por el destino de Troya, que les aseguraba sus rutas comerciales del norte; de hecho, cuando cayó Troya, el comercio del Asia Menor fue monopolizado por los aliados rodios de Agamenón y los licios se arruinaron.

6.      El tratamiento cruel de las mujeres, los suplicantes y los aliados sirve para recordar que la Ilíada no es un mito de la Edad de Bronce. Con la caída de Cnosos (véase 39.7 y 89.1) y la consiguiente desaparición de la pax cretensis, impuesta por la diosa del Mar cretense a todos los países que se hallaban dentro de su esfera de influencia, aparece una nueva moral de la Edad del Hierro: la del tirano conquistador, un pequeño Zeus que no reconoce restricciones divinas. El sacrificio de Ifigenia, la malévola venganza de que Odiseo hace víctima a Palamedes, la venta de Licaón por una copa de plata, la desvergonzada persecución de Troilo por Aquiles y el concubinaje forzoso de Briseida y Criseida son actos típicos de una saga bárbara. Es natural que Palamedes fuera la víctima inocente de una alianza impía entre Agamenón, Odiseo y Diomedes, pues representa la cultura cretense implantada en Argólide; los inventos que se le atribuyen son todos ellos de origen cretense. Su asesinato en un pozo puede haber sido sugerido por la frase: «Verdad, lloro por ti, que has muerto antes que yo» y por la conocida relación de la verdad con los pozos. Palamedes significa «sabiduría antigua» y, como Hefesto, su equivalente lemnio, era un héroe oracular. Sus inventos le muestran como Thoth o Hermes (véase 17.g). Los dados tienen la misma historia que los naipes: eran instrumentos oraculares antes que se los utilizara en los juegos de azar (véase 17.3).

7.      El olmo, que no forma parte del calendario de árboles (véase 53.3), está asociado principalmente con el culto de Dioniso, pues los griegos espaldaban las vides con vastagos de olmo; pero las ninfas plantaron olmos alrededor de las tumbas de Protesilao y Eetíón probablemente porque las hojas y la corteza obraban como vulnerarios (Plinio: Historia natural xxiv.33) y prometían ser todavía más eficaces si se las tomaba de las tumbas de príncipes que habían muerto a consecuencia de muchas heridas.

8.      El afecto perverso de Laodamía a la estatua de Protesilao puede haberse deducido de la ilustración de una boda sagrada: en algunos sellos nupciales hititas el rey postrado está grabado tan tiesamente que parece una estatua. Las manzanas llevadas por un sirviente y la entrada súbita de Acasto indican que la escena representaba la traición de un rey por una reina en favor de su amante el sucesor, quien corta la manzana fatal que contiene su alma, como en la leyenda irlandesa de Cuchulain Dechtire y Curoi. Briséis (en acusativo Briseida) fue confundida con Crises, o Criseis, hija de Crises, quien había dado un bastardo a Agamenón (véase 116.4), y la leyenda latina medieval de Criseis (en acusativo Criseida) se desarrolló vigorosamente hasta el Testament of Cresseid de Henrysoun y Troilus and Cressida de Shakespeare.

9.      Teutrania puede haberse llamado así por el teuthis o pulpo, consagrado a la diosa cretense (véase 81.1), cuya suma sacerdotisa era Tecmesa («la que ordena»). Aunque el mito de Sarpedón es confuso, todos sus elementos son conocidos. Al parecer, el reino de Licia, fundado por otro Sarpedón, tío de otro Glauco —cretenses de habla griega de origen eolio o pelasgo que fueron arrojados al otro lado del mar por los aqueos— era doble, con sucesión matrilineal, y el título de la sacerdotisa de la Luna era Laodamía («domadora del pueblo»). Su rey sagrado parece haber nacido ritualmente «de una yegua» (véase 81.4 y 167.2) (y de aquí su nombre, Hipóloco) e Isandro («hombre imparcial») actuaba como su sucesor. El nombre de Sarpedón («regocijándose en un arca de madera») se refiere, al parecer, a la llegada anual del Niño del Año Nuevo en una embarcación. Aquí el Niño es el interrex, al que Hipóloco entrega su reinado durante un solo día; luego debe ser ahogado en miel, como el Glauco cretense (véase 71.d), o muerto en un accidente de carro, como el Glauco del Istmo (véase 90.1), o traspasado con una flecha por el Hipóloco resucitado, como Learco, el hijo de Atañíante (véase 70.5).

10.  Disparar contra una manzana colocada en la cabeza, o contra una moneda colocada en la gorra del propio hijo era una prueba de puntería prescrita a los arqueros medievales, cuyo gremio (como aparece en el Malleus Maleficarum y en la Little Geste of Robín Hood) pertenecía al culto de las brujas pagano tanto en Inglaterra como en la Germania celta. En Inglaterra la prueba tenía por finalidad, al parecer, elegir un «gudeman» para Maid Marian, casándose con la cual se convertía en Robín Hood, señor de la Selva Frondosa. Como el culto de las brujas nórdico tenía mucho en común con la religión neolítica del Egeo, es posible que los licios no pusiesen el anillo en el pecho de un niño, sino en su cabeza, y que representara una serpiente dorada (véase 119.4); o que fuese el anillo de un hacha lo que sostenía en la mano, como aquellos a través de los cuales disparó Odiseo cuando recuperó a Penélope de los pretendientes (véase 17l.h). El mitógrafo ha confundido, quizás, la prueba de la puntería que se exigía a un nuevo candidato a la dignidad de rey con el sacrificio de un interrex.

11.  Etila significa «madera ardiente», y el incendio anual de una embarcación puede haber dado origen a la leyenda de Sición. Protesilao («primero del pueblo») tiene que haber sido un título regio tan común que varias ciudades reclamaban su tumba.


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