a. Se discute en qué momento los griegos enviaron mensajes a
Príamo para exigir que devolviera a Helena y la propiedad de Menelao. Algunos dicen
que poco después de haber desembarcado la expedición en Tróade; otros que antes
de que las naves se reunieran en Áulide; pero se afirma generalmente que la
embajada, compuesta por Menelao, Odiseo y Palamedes, partió de Ténedos.
Sin embargo, los troyanos, que estaban decididos a retener a Helena, habrían
dado muerte a todos ellos si Antenor, en cuya casa se alojaron, no hubiera
impedido esa acción vergonzosa.
b. Ofendidos por esta obstinación, los griegos partieron de
Ténedos y anclaron sus naves a la vista de Troya. Inmediatamente los troyanos
corrieron en tropel a la orilla del mar y trataron de rechazar a los invasores
con una lluvia de piedras. Mientras todos los demás vacilaban —inclusive
Aquiles, a quien Tetis había advertido que el primero que desembarcase sería el
primero que moriría— Protesilao saltó a tierra, mató a varios troyanos y fue
muerto por Héctor; o quizá fue Euforbo, o
Acates, el amigo de Eneas.
c. Este Protesilao, tío de Filoctetes e hijo del Ificles al que
Melampo curó de la impotencia, se llamaba anteriormente Yolao, pero se le
cambió el nombre a causa de la circunstancia de su muerte.
Yace enterrado en el Quersoneso tracio, cerca de la ciudad de Eleo, donde se le
rinden ahora honores divinos. Altos olmos, plantados por ninfas, se alzan en su
recinto y dan sombra a la tumba. Las ramas que hacen frente a Troya al otro
lado del mar echan pronto hojas, pero las pierden al poco tiempo, en tanto que
las del otro lado siguen verdes en el invierno. Cuando los olmos crecen a tal
altura que las murallas de Troya pueden ser vistas claramente por un hombre
apostado en las ramas superiores, se marchitan, pero de las raíces vuelven a
brotar vastagos.
d. Laodamía, esposa de Protesilao e hija de Acasto (a la que
algunos llaman Polidora, hija de Meleagro) lo echaba tanto de menos que tan
pronto como él se embarcó para Troya hizo su estatua de bronce, o de cera, y la
puso en su lecho. Pero éste era un pobre consuelo, y cuando llegó la noticia de
su muerte Laodamía suplicó a los dioses que se compadecieran y permitieran que
Protesilao la visitara, aunque sólo fuera durante tres horas. Zeus Omnipotente
accedió al pedido de Laodamía y Hermes llevó el ánima de Protesilao desde el
Tártaro para que animara la estatua. Hablando con la boca de ésta, Protesilao
suplicó a su esposa que no se demorara en seguirlo, y en cuanto hubieron pasado
las tres horas ella se mató de una puñalada abrazada a él.
Otros dicen que Acasto, el padre de Laodamía, la obligó a volver a casarse,
pero ella pasaba sus noches con la estatua de Protesilao, hasta que un día un
sirviente que llevaba manzanas para un sacrificio de madrugada miró a través de
una grieta en la puerta del dormitorio y la vio abrazada a lo que creyó ser un
amante. Corrió a decírselo a Acasto, quien irrumpió en la habitación y
descubrió la verdad. Para que su hija no se torturase con un deseo inútil,
Acasto ordenó que se quemase la estatua, pero Laodamía se arrojó en las llamas
y pereció con ella.
e. Según otra tradición, Protesilao sobrevivió a la guerra de
Troya y se hizo a la mar con rumbo a su patria. Llevaba como prisionera a Etna,
hermana de Príamo. En el camino desembarcó en la península macedonia de Pelene,
pero mientras se hallaba en tierra buscando agua Etila convenció a las otras
cautivas para que quemaran las naves, y Protesilao, obligado así a quedarse en
Pelene, fundó la ciudad de Sición. Pero esto es un error: Etila, con Astioquea
y las otras cautivas, quemó las naves junto al río italiano Naveto, que
significa «incendio de barcos», y Protesilao no figuraba entre sus apresadores.
f. Aquiles fue el segundo griego que desembarcó en la costa
troyana, seguido de cerca por sus mirmidones, y mató a Cicno, hijo de Posidón,
con una piedra bien lanzada. Inmediatamente los troyanos se desbandaron y corrieron
de vuelta a su ciudad, mientras el resto de los griegos desembarcaban y hacían
una carnicería en los vencidos. Según otra versión, Aquiles, recordando la
suerte corrida por Protesilao, fue el último que desembarcó y luego dio un
salto tan prodigioso desde su nave que brotó un manantial donde sus pies
golpearon en la tierra. Se dice que en la batalla que siguió Cicno, que era
invulnerable, mató a centenares de griegos, pero Aquiles, después de probar
inútilmente de abatirle con la espada y la lanza, le golpeó furiosamente en la
cara con el puño de la espada, le obligó a retroceder hasta que tropezó con una
piedra y cayó, y entonces le puso las rodillas en el pecho y le entranguló con
las correas de su yelmo; pero Posidón transformó su alma en un cisne que se
alejó volando. Los griegos entonces sitiaron Troya y colocaron sus naves detrás
de una estacada.
g. Ahora bien, la ciudad estaba destinada a no caer si Troilo
podía llegar a los veinte años de edad. Algunos dicen que Aquiles se enamoró de
él mientras luchaban juntos y le dijo: «¡Te mataré si no aceptas mis caricias!»
Troilo corrió a refugiarse en el templo de Apolo Timbreo, pero Aquiles, sin
tener en cuenta la ira del dios y como Troilo seguía mostrándose esquivo, le
decapitó en el altar, en el mismo lugar en que él pereció posteriormente.
Otros dicen que Aquiles mató de un lanzazo a Troilo mientras adiestraba a sus
caballos en el recinto del templo; o que lo indujo a salir de allí ofreciéndole
unas palomas, y que Troilo murió con las costillas rotas y el rostro lívido,
tan parecida a la del oso fue la forma en que Aquiles le hizo el amor. Otros
dicen que Troilo salió de Troya para vengarse después de la muerte de Memnón y
se encontró con Aquiles, quien le mató; o que fue hecho prisionero y luego matado
públicamente y a sangre fría por orden de Aquiles; y que, como era de edad
madura, de piel morena y con una barba larga, difícilmente podía hacer excitar
la pasión de Aquiles. Pero cualquiera que fuera la manera en que murió, el
causante fue Aquiles y los troyanos lo lloraron tan afligidamente como Héctor.
h. Se dice que Troilo amaba a Briseida, la bella hija de Calcante,
a la que había dejado en Troya su padre y, como ella no había tomado parte en
su deserción, la seguían tratando allí con cortesía. Calcante, quien sabía que
Troya tenía que caer, convenció a Agamenón para que la pidiese a Príamo en su
nombre, con el fin de que no la hiciesen prisionera de guerra. Príamo dio
generosamente su consentimiento y varios de sus hijos acompañaron a Briseida al
campamento griego. Aunque había jurado eterna fidelidad a Troilo, Briseida no
tardó en transferir su afecto al argivo Diomedes, quien se enamoró
apasionadamente de ella y hacía todo lo posible para matar a Troilo cuando se
presentaba en el campo de batalla.
i. En una expedición nocturna Aquiles capturó a Licaón, a quien
sorprendió en el huerto de su padre Príamo, donde cortaba vastagos de higuera
para utilizarlos como barandillas de carro. Patroclo llevó a Licaón a Lemnos, y
lo vendió al hijo de Jasón, el rey Euneo, quien abastecía con vino a las
fuerzas griegas; el precio fue un tazón de plata para mezclas fenicio. Pero
Eetión de Imbros lo rescató y volvió a Troya, sólo para que lo matara Aquiles
doce días después.
j. Aquiles partió entonces con un grupo de voluntarios para
saquear el campo troyano. En el monte Ida aisló al dardánida Eneas de su
ganado, lo persiguió por las laderas boscosas y, después de matar a los
pastores y a Méstor, el hijo de Príamo, se apoderó del ganado y saqueó la
ciudad de Lirneso, donde Eneas se había refugiado. Mines y Epístrofe, hijo del
rey Eveno, murieron en la lucha, pero Zeus ayudó a Eneas a escapar. La esposa
de Mines, otra Briseida, hija de Brises, fue hecha cautiva y su padre se ahorcó.
k. Aunque Eneas había conseguido el rapto de Helena por París,
permaneció neutral durante los primeros años de la guerra, pues era hijo de la
diosa Afrodita y Anquises, el nieto de Tros, y le tenía resentido el desdén que
le mostraba su primo Príamo. Pero la incursión provocadora de Aquiles obligó a
los dardánidas a unirse por fin a los troyanos. Eneas demostró que era un
combatiente hábil y ni siquiera Aquiles le menospreciaba, pues si Héctor era la
mano de los troyanos, Eneas era su alma. Su divina madre le ayudaba con
frecuencia en la batalla; y en una ocasión en que Diomedes le rompió la cadera
arrojándole una piedra le salvó de la muerte; y cuando Diomedes la hirió
también a ella con un lanzazo en la muñeca, Apolo sacó a Eneas del campo de
batalla para que le curaran Leto y Artemis. En otra ocasión le salvó la vida
Posidón, quien, aunque era hostil a los troyanos, respetaba los decretos del
destino y sabía que el linaje real de Eneas gobernaría posteriormente en Troya.
l. Muchas ciudades aliadas de Troya fueron tomadas por Aquiles:
Lesbos, Focea, Colofón, Esmirna, Clazomene, Cima, Egialo, Teños, Adramitio,
Dide, Endium, Lineón, Colona, Lirneso, Antandros y otras varias, incluyendo a
las Tebas Hipoplaciana, donde otro Eetión, padre de Andrómaca, la esposa de
Héctor, y su compañero Podes, gobernaban a los cilicios. Aquiles mató a Eetión
y a siete de sus hijos, pero no despojó su cadáver: lo quemó completamente
armado, y alrededor del túmulo que levantó las ninfas de la montaña plantaron
un bosquecillo de olmos.
Entre las cautivas figuraba Astínome, o Criseida, hija de Crises, sacerdote de
Apolo en la isla de Ehmintos. Algunos dicen que Astínome era esposa de Eetión;
otros, que Grises la había enviado a Lirneso para que estuviera protegida, o
para que asistiera a un festival de Artemis. Cuando se distribuyó el botín,
Criseida le tocó a Agamenón, y Briseida a Aquiles. Desde la Tebas Hipoplaciana
Aquiles también se trajo el rápido caballo Pedaso, que unció a su yunta
inmortal.
m. Ayax el Grande se embarcó para el Quersoneso Tracio, donde
capturó a Polidoro, el hermano de Licaón —su madre era Laótoe— y en Teutrania
mató al rey Teutras y se llevó un gran botín, en el que figuraba la princesa
Tecmesa, a la que hizo su concubina.
n. Cuando se acercaba el décimo año de guerra los griegos dejaron
de hacer incursiones en la costa del Asia Menor y concentraron sus fuerzas
delante de Troya. Los troyanos reunieron contra ellos a sus aliados: los
dardánidas encabezados por Eneas y los dos hijos de Antenor; los ciconios
tracios, peonios, paflagonios, misianos, frigios, meonios, caries, licios,
etcétera. Sarpedón, el hijo que Laodamía, la hija de Belerofonte había dado a
Zeus, mandaba a los licios. Ésta es su historia: cuando Isandro, el hermano de
Laodamía, e Hipóloco disputaban el reino se propuso que aquel de ellos que
pudiera hacer pasar una flecha a través de un anillo de oro colgado en el pecho
de un niño sería el rey. Cada uno de ellos exigió acaloradamente como víctima
al hijo del otro, pero Laodamía impidió que se mataran mutuamente ofreciéngose
a atar el anillo alrededor del cuello de su propio hijo, Sarpedón. Pasmados
ante tan noble abnegación, ambos convinieron en renunciar a sus derechos al
reino en favor de Sarpedón, con quien Glauco, el hijo de Hipóloco, gobernaba en
aquel momento como co-rey.
o. Agamenón había enviado a Odiseo a Tracia en una expedición en
busca de forraje y cuando volvió sin nada Palamedes, el hijo de Nauplio, le
reconvino por su pereza y cobardía. «No ha sido culpa mía —dijo Odiseo— que no
hayamos encontrado cereal. Si Agamenón te hubiera enviado en mi lugar no
habrías tenido más éxito que yo.» Desafiado así, Palamedes salió inmediatamente
y reapareció poco después con una nave cargada con cereal.
p. Tras varios días de meditación tortuosa, Odiseo dio por fin con
un plan para vengarse de Palamedes, pues sentía herido su honor. Mandó decir a
Agamenón: «Los dioses me han advertido en un sueño que se prepara una traición.
Hay que trasladar el campamento durante un día y una noche.» Cuando Agamenón
ordenó inmediatamente que se hiciera eso, Odiseo enterró en secreto una bolsa
llena de oro en el lugar donde había estado la tienda de Palamedes. Luego
obligó a un prisionero frigio a escribir una carta como si fuera de Príamo a
Palamedes y que decía: «El oro que he enviado es el precio que pediste por
traicionar al campamento griego.» Después de ordenar al prisionero que
entregara esa carta a Palamedes, Odiseo hizo que lo matasen en las
inmediaciones del campamento, antes de que pudiera entregarla. Al día
siguiente, cuando el ejército volvió al lugar anterior, alguien encontró el
cadáver del prisionero y llevó la carta a Agamenón. Palamedes fue sometido a
consejo de guerra y, cuando negó enérgicamente que hubiera recibido oro de
Príamo ni de ningún otro, Odiseo sugirió que se registrase su tienda.
Descubrieron el oro y el ejército entero dio muerte a Palamedes a pedradas como
traidor.
q. Algunos dicen que Agamenón, Odiseo y Diomedes intervinieron en
este complot y que dictaron juntos la carta falsa al frigio y luego sobornaron a
un sirviente para que la ocultara con el oro bajo el lecho de Palamedes. Cuando
éste fue conducido al lugar de la lapidación exclamó en voz alta: «¡Verdad,
lloro por ti, que has muerto antes que yo!».
r. Otros dicen que Odiseo y Diomedes, fingiendo que habían
descubierto un tesoro en un pozo profundo, dejaron que Palamedes se introdujera
en él sujeto a una cuerda y luego le arrojaron grandes piedras sobre la cabeza;
o que lo ahogaron en una excursión de pesca. Y no faltan quienes dicen que
Paris lo mató con una flecha. Ni siquiera se está de acuerdo en si murió en la
Colona troyana, o en Gerestos, o en Ténedos, pero tiene un altar de héroe cerca
de la Metimna lesbia.
s. Palamedes había merecido el agradecimiento de sus compañeros
por la invención de los dados, con los que mataban el tiempo delante de Troya;
dedicó el primer juego en el templo de Tique en Argos. Pero todos envidiaban su
sabiduría superior, pues había inventado también los faros, la balanza, las
medidas, el disco, el alfabeto y el arte de apostar centinelas.
t. Cuando Nauplio se enteró del asesinato se embarcó para Troya y
exigió satisfacción, pero se la negó Agamenón, quien había sido cómplice de
Odiseo y gozaba de la confianza de todos los caudillos griegos. Así, pues,
Nauplio volvió a Grecia con su hijo sobreviviente Éax y llevó falsas noticias a
las esposas de los asesinos de Palamedes, diciendo a cada una de ellas: «Tu
marido trae de vuelta a una concubina troyana como su nueva reina.» Algunas de
esas esposas infelices se suicidaron inmediatamente. Otras cometieron
adulterio, como Clitemestra, la esposa de Agamenón, con Egisto; Egialea, la
esposa de Diomedes, con Cometo, hijo de Esténelo; y Meda, esposa del Idomeneo,
con Leuco.
1.
La
Ilíada trata en orden de sucesión sólo el décimo año del sitio, y cada
mitógrafo ha dispuesto los acontecimientos de los años anteriores en un orden
diferente. Según Apolodoro (Epitome iii.32-3), Aquiles mata a Troilo, captura a
Licaón, se apodera del ganado de Eneas y toma muchas ciudades. Según la Cipria (citada
por Proclo: Crestomatía i), los griegos, al no poder tomar Troya por asalto,
devastan la región y las ciudades de los alrededores; Afrodita y Tetis
consiguen una entrevista de Aquiles y Helena, los griegos deciden volver a sus
casas, pero los contiene Aquiles, quien luego se apodera del ganado de Eneas,
saquea muchas ciudades y mata a Troilo; Patroclo vende a Licaón en Lemnos, se
divide el botín y Palamedes muere lapidado.
2.
Según
Tzetzes (Sobre Licofrón 307), Troilo sobrevive a Memnón y Héctor. Igualmente,
según el frigio Dares, Troilo sucede a Héctor como jefe de las fuerzas troyanas
(Dares: 30), hasta que uno de los caballos de su carro es herido y Aquiles le
atraviesa con la lanza; Aquiles trata de arrastrar el cadáver, pero le hiere
Memnón, a quien mata; los troyanos se refugian en la ciudad y Príamo hace a
Troilo y Memnón un funeral magnífico (Dares: 33).
3.
La
guerra de Troya es histórica y, cualquiera que pueda haber sido su causa
inmediata, fue una guerra comercial. Troya dominaba el valioso comercio del Mar
Negro en oro, plata, hierro, cinabrio, madera para la construcción de naves,
lino, cáñamo, pescado seco, aceite y jade chino. Una vez tomada Troya, los
griegos pudieron establecer colonias a todo lo largo de la ruta de comercio
oriental, que llegó a ser tan rica como las del Asia Menor y Sicilia. Al final,
Atenas, como la principal potencia marítima, fue la que más se benefició con el
comercio del Mar Negro, especialmente con la baratura del cereal; y fue la
pérdida de una flota que guardaba la entrada del Helesponto la que arruinó en
Egospótamos en 405 a. de C. y puso fin a las largas guerras con el Peloponeso.
Quizás, en consecuencia, las constantes negociaciones entre Agamenón y Príamo
no se relacionaban con la vuelta de Helena tanto como con la restauración de
los derechos griegos a entrar en el Helesponto.
4.
Es
probable que los griegos se prepararan para el ataque final mediante una serie
de incursiones en las costas de Tracia y el Asia Menor, con el propósito de
descabalar el poderío naval de la alianza troyana; y que mantuvieran un
campamento en la desembocadura del Escamandro para impedir que el comercio del
Mediterráneo llegase a Troya, o que se realizase en la Llanura la anual Feria
de Oriente y Occidente. Pero la Ilíada deja claramente establecido que Troya no
fue sitiada en el sentido de que quedaron cortadas sus líneas de comunicación
con el interior, y aunque, mientras Aquiles estuvo por allí, los troyanos no se
aventuraban a salir de día por la Puerta Dardánida, la única que llevaba al
interior (Ilíada v.789); y las lavanderas griegas temían lavar sus ropas en el
manantial situado a un tiro de arco de distancia de las murallas (Ilíada
xxii.256); sin embargo, los abastecimientos y los refuerzos entraban libremente
y los troyanos en poder de Sestos y Abidos, que los mantenían en estrecho
contacto con Tracia. El hecho de que los griegos se jactaran tanto de una
incursión para robar ganado en el monte Ida, y de otra en el huerto de Príamo,
indica que raras veces iban muy lejos tierra adentro. Los vastagos de higuera
utilizados para la barandilla del carro de Licaón estaban destinados, al
parecer, a ponerlo bajo la protección de Afrodita. En las tablillas anteriores
a la guerra de Troya encontradas en Cnosos se mencionan varios «carros cidonios
pintados de rojo con ensambladura completa», pero sólo se especifica la madera
de las barandillas: es siempre de higuera. Sin embargo, la madera de higuera no
era ni mucho menos tan apropiada para ese propósito como otras muchas de que
disponían los cretenses y troyanos.
5.
Agamenón
realizaba una guerra de desgaste, el buen éxito de la cual confiesa Héctor
(Ilíada xvii.225 y xviii.287- 92) cuando habla del agotamiento de los recursos
troyanos causado por la disminución del comercio y la necesidad de subvencionar
a los aliados. Los paflagonios, tracios y misios eran productores, no
comerciantes, y estaban dispuestos a tratar directamente con los griegos. Sólo
los mercantiles licios, que importaban mercaderías del sudeste, parecen haberse
preocupado mucho por el destino de Troya, que les aseguraba sus rutas
comerciales del norte; de hecho, cuando cayó Troya, el comercio del Asia Menor
fue monopolizado por los aliados rodios de Agamenón y los licios se arruinaron.
6.
El
tratamiento cruel de las mujeres, los suplicantes y los aliados sirve para
recordar que la Ilíada no es un mito de la Edad de Bronce. Con la caída de
Cnosos (véase 39.7 y 89.1) y la consiguiente desaparición de la pax cretensis,
impuesta por la diosa del Mar cretense a todos los países que se hallaban
dentro de su esfera de influencia, aparece una nueva moral de la Edad del
Hierro: la del tirano conquistador, un pequeño Zeus que no reconoce
restricciones divinas. El sacrificio de Ifigenia, la malévola venganza de que
Odiseo hace víctima a Palamedes, la venta de Licaón por una copa de plata, la
desvergonzada persecución de Troilo por Aquiles y el concubinaje forzoso de
Briseida y Criseida son actos típicos de una saga bárbara. Es natural que
Palamedes fuera la víctima inocente de una alianza impía entre Agamenón, Odiseo
y Diomedes, pues representa la cultura cretense implantada en Argólide; los
inventos que se le atribuyen son todos ellos de origen cretense. Su asesinato
en un pozo puede haber sido sugerido por la frase: «Verdad, lloro por ti, que has
muerto antes que yo» y por la conocida relación de la verdad con los pozos.
Palamedes significa «sabiduría antigua» y, como Hefesto, su equivalente lemnio,
era un héroe oracular. Sus inventos le muestran como Thoth o Hermes (véase
17.g). Los dados tienen la misma historia que los naipes: eran instrumentos
oraculares antes que se los utilizara en los juegos de azar (véase 17.3).
7.
El
olmo, que no forma parte del calendario de árboles (véase 53.3), está asociado
principalmente con el culto de Dioniso, pues los griegos espaldaban las vides
con vastagos de olmo; pero las ninfas plantaron olmos alrededor de las tumbas
de Protesilao y Eetíón probablemente porque las hojas y la corteza obraban como
vulnerarios (Plinio: Historia natural xxiv.33) y prometían ser todavía más
eficaces si se las tomaba de las tumbas de príncipes que habían muerto a
consecuencia de muchas heridas.
8.
El
afecto perverso de Laodamía a la estatua de Protesilao puede haberse deducido
de la ilustración de una boda sagrada: en algunos sellos nupciales hititas el
rey postrado está grabado tan tiesamente que parece una estatua. Las manzanas
llevadas por un sirviente y la entrada súbita de Acasto indican que la escena
representaba la traición de un rey por una reina en favor de su amante el
sucesor, quien corta la manzana fatal que contiene su alma, como en la leyenda
irlandesa de Cuchulain Dechtire y Curoi. Briséis (en acusativo Briseida) fue
confundida con Crises, o Criseis, hija de Crises, quien había dado un bastardo
a Agamenón (véase 116.4), y la leyenda latina medieval de Criseis (en acusativo
Criseida) se desarrolló vigorosamente hasta el Testament of Cresseid de
Henrysoun y Troilus and Cressida de Shakespeare.
9.
Teutrania
puede haberse llamado así por el teuthis o pulpo, consagrado a la diosa cretense
(véase 81.1), cuya suma sacerdotisa era Tecmesa («la que ordena»). Aunque el
mito de Sarpedón es confuso, todos sus elementos son conocidos. Al parecer, el
reino de Licia, fundado por otro Sarpedón, tío de otro Glauco —cretenses de
habla griega de origen eolio o pelasgo que fueron arrojados al otro lado del
mar por los aqueos— era doble, con sucesión matrilineal, y el título de la
sacerdotisa de la Luna era Laodamía («domadora del pueblo»). Su rey sagrado
parece haber nacido ritualmente «de una yegua» (véase 81.4 y 167.2) (y de aquí
su nombre, Hipóloco) e Isandro («hombre imparcial») actuaba como su sucesor. El
nombre de Sarpedón («regocijándose en un arca de madera») se refiere, al
parecer, a la llegada anual del Niño del Año Nuevo en una embarcación. Aquí el
Niño es el interrex, al que Hipóloco entrega su reinado durante un solo día;
luego debe ser ahogado en miel, como el Glauco cretense (véase 71.d), o muerto
en un accidente de carro, como el Glauco del Istmo (véase 90.1), o traspasado
con una flecha por el Hipóloco resucitado, como Learco, el hijo de Atañíante
(véase 70.5).
10. Disparar contra una manzana colocada en la
cabeza, o contra una moneda colocada en la gorra del propio hijo era una prueba
de puntería prescrita a los arqueros medievales, cuyo gremio (como aparece en
el Malleus Maleficarum y en la Little Geste of Robín Hood) pertenecía al culto
de las brujas pagano tanto en Inglaterra como en la Germania celta. En
Inglaterra la prueba tenía por finalidad, al parecer, elegir un «gudeman» para Maid
Marian, casándose con la cual se convertía en Robín Hood, señor de la Selva
Frondosa. Como el culto de las brujas nórdico tenía mucho en común con la
religión neolítica del Egeo, es posible que los licios no pusiesen el anillo en
el pecho de un niño, sino en su cabeza, y que representara una serpiente dorada
(véase 119.4); o que fuese el anillo de un hacha lo que sostenía en la mano,
como aquellos a través de los cuales disparó Odiseo cuando recuperó a Penélope
de los pretendientes (véase 17l.h). El mitógrafo ha confundido, quizás, la
prueba de la puntería que se exigía a un nuevo candidato a la dignidad de rey
con el sacrificio de un interrex.
11. Etila significa «madera ardiente», y el
incendio anual de una embarcación puede haber dado origen a la leyenda de
Sición. Protesilao («primero del pueblo») tiene que haber sido un título regio
tan común que varias ciudades reclamaban su tumba.
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