a. Heracles decidió atacar a Esparta y castigar a los hijos de
Hipocoonte. No sólo se habían negado a purificarle después de la muerte de
Ifito y luchado contra él a las órdenes de Neleo sino que además habían
asesinado a su amigo Eono. Sucedió que Eono, hijo de Licimio, quien había
acompañado a Heracles a Esparta, se paseaba por la ciudad cuando, al pasar por
delante del palacio de Hipocoonte, un gran sabueso moloso corrió hacia él y
para defenderse, le arrojó una piedra que le golpeó en el hocico. Los hijos de
Hipocoonte acudieron corriendo y le golpearon con garrotes. Heracles corrió en
ayuda de Eono desde el otro extremo de la calle, pero llegó demasiado tarde.
Eono fue muerto a garrotazos y Heracles, herido en la palma de la mano y en el
muslo, huyó al templo de Deméter Eleusina en las cercanías del monte Taigeto,
donde Asclepio le ocultó y curó sus heridas.
b. Heracles reunió un pequeño ejército y fue entonces a Tegea en
Arcadia, donde rogó a Cefeo, el hijo de Aleo, que se le uniera con sus veinte
hijos. Al principio Cefeo se negó, pues temía por la seguridad de Tegea si la
abandonaba. Pero Heracles, a quien Atenea había dado un mechón de la cabellera
de la Gorgona en un jarrón de bronce, se lo regaló a Aérope, la
hija de Cefeo: la dijo que. si la ciudad fuese atacada ella
debía mostrar la guedeja tres veces desde las murallas, dando la
espalda al enemigo, el cual huiría inmediatamente. Pero, como lo
demostraron los acontecimientos Aérope no necesitó utilizar ese talismán.
c. Así Cefeo se unió a la expedición contra Esparta, en la que,
debido a la mala suerte, él y diecisiete de sus hijos mueron. Algunos dicen que
también fue muerto Ificles, pero es probable que fuera el argonauta etolio así
llamado y no el hijo de Anfitrión. El ejército de Heracles sufrió pocas otras
bajas, en tanto que los espartanos perdieron a Hipocoonte y sus doce hijos, más
numerosos soldados de alto grado, y su ciudad fue tomada por asalto. Heracles
restauró luego a Tindáreo, dejándole el reino en administración para sus
propíos descendientes.
d. Como Hera, inexplicablemente, no se le había opuesto en esta
campaña, Heracles le erigió un templo en Esparta y le sacrificó cabras, pues no
tenía otras víctimas a su disposición. Los espartanos son, en consecuencia, los
únicos griegos que apodan a Hera «comedora de cabras» y le ofrecen esos
animales. Heracles erigió también un templo a Atenea de los Justos
Merecimientos; y en el camino a Terapno un altar a Asclepio Cotileo en recuerdo
de la herida que sufrió en la mano y que él le curó. Un templo de Tegea,
llamado «El Hogar Común de los Arcadios», es notable por su estatua de Heracles
con la herida en el muslo.
1.
Aquí
el mito de Heracles se convierte en una saga; y se introduce un seudo-mito para
explicar ciertas anomalías como la Hera Comedora de Cabras, el Asclepio del
Hueco en la Mano, el Heracles del Muslo Herido y la larga inmunidad a la
captura de Tegea. Pero las mujeres furiosas de Hera habían devorado en otro
tiempo a Zagreo, Zeus y Dioniso en la forma de cabra montes; la estatua de
Asclepio probablemente contenía medicinas en el hueco de la mano; la herida en
el muslo de Heracles le sería hecha por un jabalí (véase 157.e) y los tegeos
pueden haber exhibido una cabeza de Gorgona en sus puertas como un amuleto
profiláctico. Atacar a una ciudad protegida de este modo era, por decirlo así,
violar a la diosa doncella Atenea, superstición que fomentaban también los
atenienses.
2.
Siempre
que Heracles deja una ciudad aquea, etolia, siciliana o pelasga en administración
para sus descendientes, se trata de un intento de justificar su toma posterior
por los dorios (véase I52.q y 6; 143.d y I46.f).
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