jueves, 1 de agosto de 2013

107 Los Epígonos

a. Los hijos de los siete paladines caídos en Tebas juraron vengar a sus padres. Se los llama los Epígonos. El oráculo de Delfos les prometió la victoria si Alcmeón, hijo de Ánfiarao, se hacía cargo del mando. Pero él no deseaba atacar a Tebas y discutió acaloradamente la conveniencia de la campaña con su hermano Anfíloco. Al ver que no lograban ponerse de acuerdo sobre si debían o no hacer la guerra, sometieron la decisión a su madre Erifile. Como esta situación no se daba por primera vez, Tersandro, el hijo de Polinices, siguió el ejemplo de su padre: sobornó a Erifile con la túnica mágica que Atenea había dado a su antepasada Harmonía al mismo tiempo que Afrodita le había entregado el collar mágico. Erifile se decidió por la guerra y Alcmeón asumió el mando a regañadientes.

b. En la batalla librada ante las murallas de Tebas los Epígonos perdieron a Egialeo, hijo de Adrasto, y Tiresias, el adivino, advirtió a los tébanos que su ciudad sería saqueada. Anunció que las murallas estaban destinadas a resistir sólo mientras permaneciera vivo uno de los siete paladines originales, y Adrasto, el único sobreviviente, moriría de pena cuando se enterara de la muerte de Egialeo. En consecuencia, lo mejor que podían hacer los tebanos era huir esa misma noche. Tiresias
añadió que le daba igual que siguieran o no su consejo, pues estaba destinado a morir tan pronto como Tebas cayera en poder de los argivos. Así pues, a cubierto de la oscuridad, los tebanos escaparon hacia el norte con sus esposas, hijos, armas y unos cuantos bienes, y cuando se hallaron lo bastante lejos hicieron alto y fundaron la ciudad de Hestiea. Al amanecer, Tiresias, que iba con ellos, se detuvo para beber en el manantial de Tilfusa y falleció repentinamente.

c. Ese mismo día, que fue el mismo en que Adraste se enteró de la muerte de Egialeo y murió dé pena, los argivos, al ver que había sido evacuada Tebas, entraron en ella, demolieron las murallas y recogieron el botín. Enviaron la mejor parte a Apolo en Deífos, incluyendo a la hija de Tiresias, Manto o Dafne, que se había quedado en la ciudad y que llegó a ser su pitonisa[1].

d. Con esto no terminó el asunto. Casualmente, en presencia de Alcmeón, Tersandro se jactó de que la mayor parte del mérito por la victoria argiva se le debía a él, pues había sobornado a Enfile, como su padre Polinices había hecho anteriormente, para que diera la orden de marcha. Alcmeón supo así por primera vez que la vanidad de Erifile había causado la muerte de su padre, y podía haber causado también la suya. Consultó al oráculo de Delfos y Apolo le contestó que Erifile merecía la muerte. Alcmeón interpretó equivocadamente la respuesta de Apolo como una exhortación al matricidio y a su regreso mató a Erifile, según algunos con la ayuda de su hermano Anfíloco. Pero Erifile, moribunda, maldijo a Alcmeón y gritó: «¡Tierras de Grecia y Asia y de todo
el mundo: negad asilo a mis asesinos!» Inmediatamente las Erinias vengadoras lo persiguieron y enloquecieron.

e. Alcmeón huyó primeramente a Tesprocia, donde le negaron la entrada, y luego a Psófide, donde el rey Fegeo le purificó por consideración a Apolo. Fegeo le casó con su hija Arsínoe, a quien Alcmeón dio el collar y la túnica que había llevado en su equipaje. Pero las Erinias, sin tener en cuenta esa purificación, siguieron molestándole y la tierra de Psófide se hizo estéril a causa de él. Entonces, el oráculo de Delfos aconsejó a Alcmeón que se acercara al dios fluvial Aqueloo, que le purificó una vez más. Se casó con la hija de Aqueloo, Calírroe, y se instaló en un terreno recientemente formado por el aluvión del río y que no estaba incluido en la maldición de Erifila. Allí vivió en paz durante un tiempo.

f. Un año después Calírroe, temiendo perder su belleza, se negó a admitir a Alcmeón en su lecho a menos que le diese el collar y la túnica célebres. Por amor a Calírroe se atrevió a volver a Psófide, donde engañó a Fegeo: sin mencionar su casamiento con Calírroe, inventó una predicción del oráculo de Delfos según la cual nunca se libraría de la persecución de las Erinias hasta que hubiera dedicado la túnica y el collar al templo de Apolo. Fegeo hizo inmediatamente que Arsínoe se las entregara, de lo que se alegró ella, pues creía que Alcmeón volvería a ella tan pronto como le dejaran las Erinias, quienes volvían a perseguirle con ahínco. Pero uno de los sirvientes de Alcmeón reveló indiscretamente la verdad acerca de Calírroe, y Fegeo se irritó de tal modo que ordenó a sus hijos que tendieran una emboscada y mataran a Alcmeón cuando saliera del palacio. Arsínoe presenció el asesinato desde una ventana, y como no estaba enterada de la doblez de Alcmeón, vituperó en voz alta a su padre y hermanos por haber violado el derecho de hospitalidad y haberla hecho viuda. Fegeo le suplicó que guardara silencio y escuchase mientras él se justificaba, pero Arsínoe se tapó los oídos y les deseó una muerte violenta a él y sus hermanos antes de la siguiente luna nueva. En represalia, Fegeo la encerró en un arca y la regaló como esclava al rey de Nemea, y al mismo tiempo dijo a sus hijos: «Llevad esta túnica y estecollar a Apolo Deifico. Él procurará que no causen más desgracias.»

g. Los hijos de Fegeo le obedecieron. Pero, entretanto, Calírroe, informada de lo que había sucedido en Psófide, rogó que sus hijos infantes tenidos de Alcmeón se convirtieran en hombres maduros en un día y vengaran su asesinato. Zeus oyó su súplica, y los hijos de Calírroe se convirtieron de pronto en hombres maduros, tomaron las armas y fueron a Nemea, donde, como ya sabían, los hijos de Fegeo habían interrumpido su viaje de regreso de Delfos con la esperanza de convencer a Arsínoe para que retirara su maldición. Trataron de decirle la verdad acerca de Alcmeón, pero ella no quiso escucharles tampoco, y los hijos de Calírroe no sólo los sorprendieron y mataron, sino que además se apresuraron a ir a Psófide y mataron también a Fegeo antes que la siguiente luna apareciera en el firmamento. Como ningún rey o dios fluvial de Grecia consintió en purificarlos de sus crímenes, viajaron hacia el oeste hasta el Epiro y colonizaron Acarnania, llamada así por el mayor de los dos, Acarnán.

h. La túnica y el collar eran exhibidos en Delfos hasta la Guerra Santa [siglo iv a. de C.], cuando el bandido focio Failos los robó, y no se sabe si el collar de ámbar engastado en oro que los habitantes de Amatos pretenden que es el de Erifile es auténtico o falso[2].

i. Y algunos dicen que Tiresias tuvo dos hijas, Dafne y Manto. Dafne permaneció virgen y llegó a ser una Sibila, pero Alcmeón engendró a Anfíloco y Tisífone con Manto antes de enviarla a Apolo en Delfos; confió ambos niños al rey Creonte de Corinto. Años después, la esposa de Creonte, celosa de la belleza extraordinaria de Tisífone, la vendió como esclava, y Alcmeón, sin saber quién era, la compró para que le sirviera como criada, pero afortunadamente se abstuvo del incesto. En cuanto a Manto, Apolo la envió a Colofón en Jonia, donde se casó con Racio, rey de Caria; su hijo fue Mopso, el famoso adivino[3].

1.      Esto es una narración de bardo popular que contiene pocos elementos míticos y que podía ser relatada en Tebas o Argos sin ofender a nadie; tenía interés para los habitantes de Psófide, Nemea y el valle del AqueÍoo, se proponía explicar la fundación de Hestiae y la colonización de Acarnania y poseía un fuerte sabor moral. Enseñaba la inestabilidad del juicio femenino, la insensatez de los hombres que complacen la vanidad o la codicia de las mujeres, la prudencia de escuchar a los adivinos que están fuera de toda sospecha, el peligro de interpretar equivocadamente los oráculos y la inevitable maldición que recae sobre cualquier hijo que mata a su madre aunque sea para aplacar al espíritu de su padre asesinado (véase 114.a).

2.      La continua facultad de Erifile de decidir entre la guerra y la paz es la característica más interesante de la fábula. El verdadero significado de su nombre, «muchas hojas», indica que era una sacerdotisa argiva de Hera a cargo de un oráculo de árbol, como el de Dodona (véase 51.1). Si es así, ese árbol era probablemente un peral, consagrado a Hera (véase 74.5). Tanto la «Guerra de los Siete contra Tebas», a la que Hesíodo llama la «Guerra del rebaño de Edipo», como su continuación aquí relatada, parecen haber precedido a la expedición de los Argonautas y a la Guerra de Troya y de primera intención se las puede referir al siglo XIV a. de C.

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