a. Aquiles había muerto y los griegos comenzaban a desesperar.
Calcante profetizó que Troya no podría ser tomada sino con la
ayuda del arco y las flechas de Heracles. En consecuencia, Odiseo y
Diomedes fueron enviados a Lemnos para que se los pidieran a Filoctetes, quien
los poseía en aquel momento.
b. Algunos dicen que Fímaco, pastor del rey Actor e hijo de
Dolofión había alojado a Filoctetes y curado su herida apestosa durante los
últimos diez años. Otros afirman que algunos de los soldados melibeos de
Filoctetes se habían establecido a su lado en Lemnos y que los Asclepíadas ya
le habían curado con tierra de Lemnos antes que llegara la delegación; o que
Filio o Pelio, un hijo de Hefesto, lo hizo. Se dice que luego Filoctetes
conquistó ciertas pequeñas islas situadas frente a las costa troyana para el
rey Euneo, desalojando a la población caria, bondad que agradeció Euneo
concediéndole el distrito de Acesa en Lemnos.
Por lo tanto, se explica, Odiseo y Diomedes no necesitaban tentar a Filoctetes
con ofrecimientos de tratamiento médico; fue voluntariamente con ellos,
llevando el arco y las flechas, con el propósito de ganar la guerra para los
griegos y gloria para sí mismo. Según otra versión, la delegación se encontró
con que había muerto hacía tiempo a consecuencia de la herida y convenció a sus
herederos para que les dejaran llevar el arco.
c. La verdad es, no obstante, que Filoctetes se había quedado en
Lemnos, sufriendo mucho, hasta que Odiseo le convenció con engaños para que
entregara el arco y las flechas; pero Diomedes (y no, como algunos dicen
equivocadamente, Neoptólemo) no quiso complicarse en el robo y aconsejó a
Filoctetes que exigiera la devolución de su propiedad. Entonces intervino el
dios Heracles: «Ve con ellos a Troya, Filoctetes —le dijo— y yo enviaré a un
asclepíada para que te cure; pues Troya debe caer por segunda vez con mis
flechas. Te elegirán entre los griegos como el combatiente más temerario de
todos. Matarás a Paris, tomarás parte en el saqueo de Troya y enviarás a tu
casa el botín, reservando la parte mejor para tu padre Pean te. Pero recuerda:
no puedes tomar a Troya sin Neoptólemo, hijo de Aquiles, ¡ni puede hacerlo él
sin ti!».
d. Filoctetes obedeció y cuando llegó al campamento griego lo
bañaron con agua dulce y dejaron que durmiera en el templo de Apolo. Mientras
dormía, el cirujano Macaón le cortó de la herida la carne podrida, vertió en
ella vino y le aplicó hierbas curativas y la piedra serpentina. Pero algunos
dicen que Podalirio, el médico hermano de Macaón, se encargó de la curación.
e. Tan pronto como estuvo curado, Filoctetes desafió a Paris a un
combate con arcos. La primera flecha que disparó no hizo blanco, la segunda
atravesó la mano del arco de Paris, la tercera le cegó el ojo derecho, y la
cuarta le dio en el tobillo hiriéndole de muerte. A pesar del intento de
Menelao de matar a Paris, éste consiguió salir renqueando del campo de batalla
y refugiarse en Troya. Esa noche los troyanos lo llevaron al monte Ida, donde suplicó
a su anterior amante, la ninfa Enone, que le curara, pero inspirada por un odio
inveterado a Helena, ella, cruel, movió negativamente la cabeza y lo llevaron
de vuelta para que muriera. Poco después Enone se arrepintió y corrió a Troya
con un cesto lleno de drogas curativas, pero lo encontró ya muerto. En un
frenesí de dolor saltó desde la muralla, o se ahorcó, o murió quemada en su
pira; nadie recuerda cómo fue la cosa. Algunos excusan a Enone diciendo que
habría curado a Paris inmediatamente si su padre no lo hubiera impedido; se vio
obligada a esperar a que él saliera de casa antes de llevar las drogas y luego
llegó demasiado tarde.
f. Heleno y Deífobo disputaron entonces la mano de Helena, y
Príamo apoyaba a Deífobo fundándose en que había mostrado el mayor valor; pero,
aunque su casamiento con Paris había sido dispuesto por los dioses, Helena no
podía olvidar que seguía siendo reina de Esparta y esposa de Menelao. Una noche
un centinela la sorprendió tratando de deslizarse por una cuerda de la muralla
con el propósito de escaparse. La llevaron ante Deífobo, quien se casó con ella
por la fuerza, con gran disgusto de los otros troyanos. Heleno abandonó
inmediatamente la ciudad y fue a vivir con Arisbe en las laderas del monte Ida.
g. Al enterarse por Calcante de que solamente Heleno conocía los
oráculos secretos que protegían a Troya, Agamenón envió a Odiseo para que le
acechara y lo llevara al campamento griego. Dio la casualidad de que Heleno se
hallaba como huésped de Crisis en el templo de Apolo Timbreo cuando llegó
Odiseo en su busca, y se mostró bastante dispuesto a revelar los oráculos con
la condición de que se le diera un hogar seguro en algún país lejano. Explicó
que había abandonado Troya, no porque temiera la muerte, sino porque ni él ni
Eneas podían perdonar el sacrilego asesinato de Aquiles por París en aquel
mismo templo y por el que todavía no se había dado cumplida satisfacción a
Apolo.
h. —Así sea. No me ocultes nada y te garantizaré la vida y la
seguridad —le dijo Odiseo.
—Los oráculos son breves y claros —respondió Heleno—. Troya caerá
este verano si cierto hueso de Pélope es llevado a vuestro campamento, si
Neoptólemo sale a combatir, y si el Paladio de Atenea es robado de la
ciudadela, porque no se puede abrir brecha en las murallas mientras siga allí.
Agamenón envió inmediatamente mensajeros a Pisa en busca del
omóplato de Pélope. Entretanto Odiseo, Fénix y Diomedes se embarcaron para
Esciros, donde convencieron a Licomedes para que dejara que Neoptólemo fuera a
Troya; algunos dicen que entonces sólo tenía doce años de edad. El ánima de
Aquiles se le apareció a su llegada, y en adelante se distinguió tanto en el
consejo como en la guerra. Odiseo le entregó de buena gana las armas de Aquiles.
i. Eurípilo, hijo de Télefo, reforzó a los troyanos con un
ejército de misios, y Príamo, que había ofrecido a su madre Astíoque una vid de
oro si él iba, lo desposó con Casandra. Eurípilo demostró que era un
combatiente resuelto y mató al cirujano Macaón; éste es el motivo por el que en
el templo de Asdepio en Pérgamo, donde todos los servicios religiosos comienzan
con un himno celebrando a Télefo, no se puede pronunciar en ocasión alguna el
nombre de su hijo Eurípilo. Néstor llevó a Pilos los huesos de Macaón y los
enfermos son curados en el templo de Gerania; su estatua de bronce
enguirnaldada domina el lugar sagrado llamado «El Rosal». El propio Eurípilo
fue muerto por Neoptólemo.
j. Poco antes de la caída de Troya las disensiones entre los hijos
de Príamo se hicieron tan feroces que autorizó a Antenor para que negociara la
paz con Agamenón. A su llegada al campamento griego, Antenor, por odio a
Deífobo, convino en entregar traidoramente el Paladio y la ciudad a Odiseo; su
precio fue la dignidad de rey y la mitad del tesoro de Príamo. Le dijo a
Agamenón que se podía contar también con la ayuda de Eneas.
k. Trazaron juntos un plan, y para realizarlo Odiseo le pidió a
Diomedes que le azotara sin piedad; luego, manchado con sangre, sucio y
cubierto de harapos, consiguió que le admitieran en Troya como un esclavo
fugitivo. Sólo Helena le conoció a pesar de su disfraz, pero cuando le
interrogó en privado la engañó con respuestas evasivas. Sin embargo, no pudo
rechazar una invitación para que fuera a su casa, donde ella le bañó, le ungió
y le vistió con ropas finas; y una vez establecida su identidad sin duda
alguna, Helena juró solemnemente que no lo denunciaría a los troyanos —hasta
entonces sólo había confiado en Hécabe— si él le revelaba todos los detalles de
su plan. Helena le explicó que la tenían como prisionera en Troya y deseaba
volver a su patria. En aquel momento entró Hecabe. Odiseo se arrojó a sus pies,
llorando de terror, y le suplicó que no lo denunciara. Cosa sorprendente, ella
accedió. Odiseo se apresuró a volver, guiado por Hecabe, y llegó a donde
estaban sus amigos a salvo y con abundante información; pretendió haber matado
a varios troyanos que no querían abrirle las puertas.
l. Algunos dicen que Odiseo robó el Paladio en esta ocasión, él
solo. Otros dicen que a él y a Diomedes, como favoritos de Atenea, los
eligieron para hacerlo y que subieron a la ciudadela por un túnel estrecho y
fangoso, mataron a los guardias que dormían y juntos se apoderaron de la imagen
que la sacerdotisa Teano, esposa de Antenor, les entregó voluntariamente.
La versión común, no obstante, es que Diomedes escaló la muralla subiéndose a
los hombros de Odiseo, porque la escala era corta, y entró en Troya solo.
Cuando reapareció con el Paladio en los brazos los dos volvieron al campamento
juntos, bajo la luna llena, pero Odiseo deseaba para sí toda la gloria. Se
colocó detrás de Diomedes, a cuyos hombros estaba atada la imagen, y lo habría
matado si Diomedes no hubiera visto la sombra de su espada, pues la luna estaba
todavía baja en el firmamento. Se volvió, desenvainó su espada, desarmó a
Odiseo, le ató las manos y lo llevó a las naves dándole repetidamente puntapiés
y golpes. De aquí la frase «coacción de Diomedes» aplicada con frecuencia a
aquellos cuyos actos obedecen a una coerción.
m. Los romanos pretenden que Odiseo y Diomedes se llevaron
solamente una copia del Paladio exhibida públicamente, y que Eneas, cuando cayó
Troya, rescató la imagen auténtica, pasándola a escondidas con el resto de su
bagaje sagrado y la llevó sin peligro a Italia.
1.
Todo
esto es pura novela o drama, con excepción del robo del Paladio, la misteriosa
negativa de Hécabe a denunciar a Odiseo (véase 168J) y la muerte de París a
consecuencia de una herida en el tobillo (véase 92.10, 126.3 y 164.l). El
omóplato de Pélope era probablemente de marfil de marsopa (véase 109.5). La
versión que hace a Filoctetes morir envenenado —por las flechas de Heracles
empapadas en la sangre de la Hidra— parece ser la más antigua (véase 162.1).
2.
Pausanias
informa (v.13.3): «Cuando los griegos volvían de Troya, la nave que
transportaba el omóplato de Pélope se hundió frente a Eubea durante una
tormenta. Muchos años después un pescador eritreo llamado Damármeno («domador
de velas») recogió en su red un hueso que era de un tamaño tan asombroso que lo
ocultó en la arena mientras iba a preguntar al oráculo de Delfos de quién era
aquel hueso y qué debía hacer con él. Apolo había dispuesto que una embajada
elea llegase el mismo día en busca de un remedio para una peste. La Pitonisa
respondió a los eleos: 'Recuperad el omóplato de Pélope'. Y a Damármeno le
dijo: 'Entrega tu hueso a estos embajadores'. Los eleos le recompensaron bien
haciendo la custodia del hueso hereditaria en su casa. Ya no podía verse cuando
visité Elide: sin duda el tiempo y la acción del agua marina en la que había
estado durante tan largo tiempo lo habían convertido en polvo.»
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