a. En Traquis Heracles reunió un ejército de arcadios, méllanos y
locrios epimenidios y marchó sobre Ecalia para vengarse del rey Éurito, quien
se había negado a entregarle la princesa Yole, justamente ganada en una
competencia de ballestería, pero lo único que dijo a sus aliados fue que Éurito
imponía injustamente tributos a los cúbeos. Tomó por asalto la ciudad,
acribilló con sus flechas a Éurito y su hijo y, después de enterrar a algunos
de sus compañeros que habían caído en la batalla, entre ellos Hípaso, hijo de
Ceix, y Argeo y Melas, hijos de Licimio, saqueó Ecalia y se llevó cautiva a
Yole.
Antes que entregarse a Heracles, Yole había preferido que matase a toda su
familia ante sus mismos ojos y luego se arrojó desde la muralla de la ciudad;
pero sobrevivió, porque el viento le hinchó las faldas y amortiguó la caída.
Heracles la envió, con otras mujeres ecalias, a Deyanira en Traquis, mientras
él visitaba el promontorio eubeo de Ceneo.
Debe advertirse que cuando se despidió de Deyanira, Heracles divulgó una
profecía: al cabo de quince meses estaba destinado a morir o a pasar el resto
de su vida en completa tranquilidad. Le habían transmitido esa noticia las
palomas mellizas del antiguo oráculo de la encina de Dodona.
b. Se discute cuál de varias ciudades llamadas Ecalia fue saqueada
en esa ocasión: si la mesenia, la tesalia, la eubea, la iraquiniana o la etolia.
La más probable es la Ecalia mesenia, pues el padre de Éurito, Melaneo, rey de
los dríopes —hábil arquero, por lo que se le llamaba hijo de Apolo— fue a
Mesenia durante el reinado de Peñeres, hijo de Eolo, quien le dio Ecalia como
su residencia. Ecalia se llamaba así por la esposa de Melaneo. Allí, en un
bosque de cipreses sagrado, se le hacen sacrificios de héroe a Éurito, cuyos
huesos se conservan en una urna de bronce, y con ello se inician los Misterios
de la Gran Diosa. Otros identifican a Ecalia con Andania, a kilómetro y medio del bosque, donde se
realizaban anteriormente esos Misterios. Éurito era uno de los héroes a los que
los mesenios invitaron a residir entre ellos cuando Epaminondas restableció su
patrimonio peloponense.
1.
Éurito
se había negado a entregar a Yole basándose en que Heracles era un esclavo
(véase 135.a). Aunque el salto suicida de Yole es una fábula verosímil —las
faldas micénicas tenían forma de campana y mi padre presenció en una ocasión
cómo se salvaba una suicida victoriana gracias a su ancho miriñaque—, más
probablemente ha sido deducido de una ilustración micénica en la que se veía a
la diosa revoloteando sobre un ejército mientras éste atacaba a su ciudad. El
nombre de Ecalia, «casa de harina», demuestra que la diosa en cuyo honor se
realizaban los misterior era Deméter.
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