domingo, 4 de agosto de 2013

161 La segunda reunión en Aulide

a. Calcante, el hermano de Leucipe y Teonoé, había aprendido el arte de la profecía de su padre Téstor. Un día Teonoé caminaba por la orilla del mar cerca de Troya cuando unos piratas carios la raptaron y se convirtió en la amante del rey ícaro. Téstor salió inmediatamente en su persecución, pero naufragó en la costa de Caria y fue apresado por Icaro. Varios años después Leucipe, que era una niña cuando se produjeron esos tristes acontecimientos, fue a Delfos en busca de noticias de su padre y su hermana. La Pitonisa le aconsejó que se disfrazara de sacerdote de Apolo y fuera a Caria en busca de ellos. Leucipa, obedientemente, se rapó la cabeza y fue a la corte del rey Icaro; pero Teonoé, que no descubrió el disfraz, se enamoró de ella y le dijo a uno de los guardias: «¡Trae a ese joven sacerdote a mi dormitorio!» Leucipe, quien tampoco reconoció a Teonoé, temiendo que la condenaran a muerte como impostora, la rechazó; en vista de lo cual Teonoé, como no podía pedir a los sirvientes del palacio que cometieran un sacrilegio matando a un sacerdote, ordenó que lo hiciera uno de los prisioneros extranjeros y envió una espada para que la utilizara.

b. Ahora bien, el prisionero elegido fue Téstor, quien fue al dormitorio en el que estaba encerrada Leucipe, le mostró la espada y desesperadamente le contó su historia. «No te mataré, señor —le dijo—, ¡porque yo también adoro a Apolo y prefiero suicidarme! Pero deja que antes te revele mi nombre: soy Téstor, hijo del argonauta Idmón,. un sacerdote troyano.» Estaba a punto de hundirse la espada en el pecho cuando Leucipe se la quitó y exclamó: «¡Padre, padre! ¡Yo soy Leucipe, tu hija! No vuelvas esta arma contra ti mismo; utilízala para matar a la abominable concubina del rey Icaro. ¡Ven, sigúeme!» Corrieron a la habitación de bordar de Teonoé. «¡Ah, lasciva! —gritó Leucipe, irrumpiendo en la habitación y arrastrando tras sí a Téstor—. Prepárate para morir a manos de mi padre, Téstor, hijo de Idmón.» Al oír eso, fue Teonoé quien gritó: «¡Padre, padre!». Y después de haber derramado los tres lágrimas de alegría y dado gracias a Apolo, el rey Icaro los envió generosamente a su patria, cargados con regalos.

c. Ahora bien, Príamo, después de rechazar la exigencia de Agamenón de que devolviera a Helena, envió a Calcante, el hijo de Téstor, y sacerdote de Apolo, a que consultase con la Pitonisa de Delfos. Habiendo predicho la caída de Troya y la ruina total de la casa de Príamo, ordenó a Calcante que se uniese a los griegos e impidiese que levantaran el sitio hasta que obtuvieran la victoria. Calcante hizo luego un juramento de amistad con Aquiles, quien lo alojó en su casa, y poco después lo presentó a Agamenón.

d. Cuando la flota griega se reunió por segunda vez en Áulide, pero fue retenida allí durante muchos días por vientos contrarios, Calcante profetizó que no podrían zarpar si Agamenón no sacrificaba a Ártemis la más bella de sus hijas. Se discute cuál fue el motivo del enojo de Ártemis. Algunos dicen que, al matar a un ciervo desde larga distancia, Agamenón se jactó: «¡Ártemis misma no habría podido hacerlo mejor!»; o que había matado a su cabra sagrada; o que había prometido ofrecerle la criatura más bella nacida ese año en su reino, que casualmente resultó ser Ifigenia; o que su padre Atreo le había negado un cordero dorado que le debía. De todos modos, Agamenón se negó a hacer lo que se esperaba de él, alegando que Clitemestra jamás dejaría ir a Ifigenia. Pero cuando los griegos juraron: «Transferiremos nuestra fidelidad a Palamedes si sigue obstinándose», y cuando Odiseo, fingiendo que se enojaba, se preparó para volver a su casa, Menelao intervino como reconciliador. Sugirió que Odiseo y Taltibio fuesen en busca de Ifigenia para llevarla a Aulíde con el pretexto de casarla con Aquiles como recompensa por sus temerarias hazañas en Misia. Agamenón aceptó esa artimaña, y aunque inmediatamente envió un mensaje secreto advirtiendo a Clitemestra que no creyera a Odiseo, Menelao lo interceptó, y ella, víctima del engaño, dejó que llevaran a Ifigenia a Áulide.

e. Cuando Aquiles descubrió que se había abusado de su nombre, se encargó de proteger a Ifigenia de todo daño, pero ella consintió noblemente en morir por la gloria de Grecia y ofreció su cuello al hacha de los sacrificios sin una palabra de queja. Algunos dicen que en el momento perentorio Ártemis la llevó al Quersoneso Táurico, sustituyéndola en el altar por una cierva, o una osa, o una anciana. Otros dicen que se oyó un trueno y que, por orden de Ártemis y súplica de Clitemestra, intervino Aquiles, quien salvó a Ifigenia y la envió a Escitia; o que se casó con ella, y que ella, y no
Deidamía, dio a luz a Neoptólemo.

f. Pero muriera o salvara su vida Ifigenia, dejó de soplar el fuerte viento del nordeste y la flota por fin zarpó. Primeramente hicieron escala en Lesbos, donde Odiseo entró en la liza contra el rey Filomélides, quien obligaba siempre a sus huéspedes a luchar con él; y entre los vítores de todos los griegos presentes lo venció ignominiosamente. Luego desembarcaron en Ténedos, que es visible desde Troya, y estaba entonces gobernada por Tenes, quien, aunque según la opinión común era hijo de Cicno y Proclea, hija de Laomedonte, podía llamar padre a Apolo.

g. Este Cicno, hijo de Posidón y Cálice, o Harpale, gobernaba en Colona. Había nacido en secreto y fue abandonado en la orilla del mar, pero lo encontraron unos pescadores que vieron cómo un cisne descendía volando para consolarle6. Después de la muerte de Proclea se casó con Pilonóme, hija de Trágaso; ella se enamoró de su hijastro Tenes, pero como no pudo seducirlo le acusó vengativamente de haber tratado de violarla. Llamó al flautista Molpo como testigo, y Cicno, que les creyó, encerró a Tenes y su hermana Hemítea en una urna y los dejó a la deriva en el mar. Fueron arrojados a tierra en la isla de Ténedos, desde entonces llamada Leucofris, que significa «frente blanca». Más tarde, cuando Cicno supo la verdad, hizo que lapidaran a Molpo, enterró viva a Pilonóme y, enterado de que Tenes sobrevivía y se hallaba .en Ténedos, se apresuró a ir allá para confesar su error. Pero Tenes, inexorablemente, cortó con un hacha los cables de la nave de Cicno; y de aquí proviene la expresión proverbial para una negativa airada: «Le cortó con un hacha de Ténedos.» Sin embargo, al final Tenes se ablandó y Cicno se estableció cerca de él en Ténedos.

h. Ahora bien, Tetis había advertido a Aquiles que si alguna vez mataba a un hijo de Apolo moriría a manos de Apolo; y un sirviente llamado Mnémon le acompañaba con el único propósito de recordarle eso. Pero Aquiles, cuando vio que Tenes arrojaba una gran piedra desde un risco contra las naves griegas, nadó hasta la costa e irreflexivamente le atravesó el corazón con la lanza. Luego los griegos desembarcaron y saquearon Ténedos; y dándose cuenta demasiado tarde dé lo que había
hecho, Aquiles condenó a muerte a Memnón porque no le había recordado las palabras de Tetis. Enterró a Tenes donde se halla ahora su templo; ningún flautista puede entrar en él, ni se puede mencionar el nombre de Aquiles. Aquiles mató también a Cicno con un golpe en la cabeza, su única parte vulnerable; y persiguió a Hemítea, quien huyó de él transformada en una cierva, pero la habría alcanzado y violado si no la hubiera tragado la tierra. Fue también en Ténedos donde Aquiles se peleó por primera vez con Agamenón, a quien acusó de que le había invitado a unirse a la expedición como una ocurrencia tardía.

i. Palamedes ofreció una hecatombe a Apolo Esminteo en agradecimiento por la victoria en Ténedos, pero mientras lo hacía una culebra de agua se acercó al altar y mordió a Filoctetes, el arquero famoso, en el pie. Ni ungüentos ni fomentos sirvieron para nada, y la herida se puso tan fétida y Filoctetes lanzaba gemidos tan fuertes que el ejército ya no podía tolerar su compañía. En consecuencia, Agamenón ordenó a Odiseo que lo llevara a tierra y lo dejara en un distrito desierto de Lemnos, donde vivió durante varios años matando pájaros, y Medón asumió el mando de sus tropas.

j. Según otra versión, el accidente se produjo en Crise, un islote frente a Lemnos que luego ha desaparecido bajo el mar. Allí, o bien la ninfa Crise se enamoró de Filoctetes y, cuando él hechazó sus requerimientos, hizo que una víbora le mordiese mientras excavaba la tierra de un altar subterráneo de Atenea Crise; o bien una serpiente que guardaba el templo de Atenea le mordió cuando se acercó demasiado.

k. Según una tercera versión, Filoctetes fue mordido en Lemnos misma por una serpiente que envió Hera como castigo porque se había atrevido a encender la pira fúnebre de Heracles. En aquel momento contemplaba extasiado el altar erigido a Atenea por Jasón y se proponía erigir otro a Heracles.

l. Según una cuarta versión, Filoctetes fue mordido mientras admiraba la tumba de Troilo en el templo de Apolo Timbreo. Según una quinta, le hirió una de las flechas envenenadas de Heracles. Se dice que Heracles le había hecho jurar que nunca divulgaría el paradero de sus cenizas enterradas, pero cuando los griegos se enteraron de que Troya no podía ser saqueada sin utilizar las flechas de Heracles, fueron en busca de Filoctetes. Aunque al principio negó todo conocimiento de Heracles, terminó diciéndoles exactamente lo que había sucedido en el monte Eta, por lo que le preguntaron ansiosamente dónde podían encontrar la tumba. Se negó a responder a esa pregunta, pero ellos insistieron tanto que fue al lugar, y allí, sin hablar, pisoteó el terreno. Posteriormente, cuando pasaba junto a la tumba en su camino a la guerra de Troya, una de las flechas de Heracles saltó de la aljaba y le atravesó el pie: advertencia de que no se pueden revelar los secretos divinos ni siquiera mediante una señal o insinuación.

1.      La obra dramática perdida de la que Higinio ha tomado la fábula de Téstor y sus hijas muestra a los dramaturgos griegos en su aspecto más teatral; carece de valor mitológico.

2.      Una versión del mito de la «hija de Jefté» (véase 169.5) parece haber sido confundida con el sacrificio por Agamenón de una sacerdotisa en Áulide, acusada de levantar vientos contrarios mediante la hechicería; Sir Francis Drake ahorcó en una ocasión a uno de sus marineros, un espía a sueldo de Cecil, basándose en la misma acusación. Al parecer, la acción despótica de Agamenón ofendió a la opinión conservadora en su patria, pues las mujeres estaban tradicionalmente exentas del sacrificio. Los taurios, a los que, según se dice, envió Ártemis a Ifigenia, vivían en Crimea y adoraban a Ártemis como matadora de hombres; Orestes, el hijo de Agamenón, cayó en sus garras (véase ll6.í).

3.      La lucha de Odiseo con el rey Filomélides, cuyo nombre significa «amado por las ninfas de las manzanas», está tomada probablemente de una ilustración conocida que mostraba la contienda ritual en la que el rey viejo es vencido por el nuevo, que recibe una rama de manzano (véase 53.b).

4.      Aquiles mató a un segundo Cicno (véase 162.l); Heracles mató a un tercero (véase 143.g) y Zeus impidió que matara a un cuarto (véase 133.á). El nombre implicaba que los cisnes conducían a esas almas regias al Paraíso Septentrional. Cuando Apolo aparece en las obras de arte antiguas montado en un cisne, o en un carro tirado por cisnes (Overbeck: Griechische  Kunstmythologie) en una visita a los Hiperbóreos, es una manera cortés de representar la muerte anual de su representante en el solsticio estival. Entonces los cisnes cantores vuelan hacia el norte para dirigirse a sus criaderos en el círculo Ártico, y mientras vuelan hacen oír dos notas como de trompeta. Por eso dice Pausanias (i.30.3) que los cisnes están versados en el arte de las Musas. «Los cisnes cantan antes de morir»: el alma del rey sagrado parte al son de la música.

5.      Se ha asociado a la herida de Filoctetes con muchas localidades diferentes porque la ilustración de la que se deriva esta fábula era muy corriente. Es el rey sagrado de Ténedos, Lemnos, Eubea o cualquier otro Estado de Hélade al que hiere en el pie una flecha envenenada (véase 126.3, 164.l y 166.e) junto al altar de la diosa.

6.      Heracles no fue el único rey sagrado cuya tumba siguió siendo un secreto; ésta parece haber sido una práctica común en el Istmo de Corinto (véase 67.;) y entre los hebreos primitivos (Deuteronomio xxxiv.6).

7.      Tenes arrojando piedras puede ser una interpretación errónea de una ilustración que muestra a un héroe-sol empujando el canto rodado del sol hacia el cénit (véase 67.2), pues Talos, un héroe-sol cretense, también arrojaba piedras cuando se acercaban los barcos (véase 154.h). En esta ilustración las naves sólo indicarían que Creta, o Ténedos, era una potencia naval.



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