a. Calcante, el hermano de Leucipe y Teonoé, había aprendido el
arte de la profecía de su padre Téstor. Un día Teonoé caminaba por la orilla
del mar cerca de Troya cuando unos piratas carios la raptaron y se convirtió en
la amante del rey ícaro. Téstor salió inmediatamente en su persecución, pero
naufragó en la costa de Caria y fue apresado por Icaro. Varios años después
Leucipe, que era una niña cuando se produjeron esos tristes acontecimientos,
fue a Delfos en busca de noticias de su padre y su hermana. La Pitonisa le
aconsejó que se disfrazara de sacerdote de Apolo y fuera a Caria en busca de
ellos. Leucipa, obedientemente, se rapó la cabeza y fue a la corte del rey
Icaro; pero Teonoé, que no descubrió el disfraz, se enamoró de ella y le dijo a
uno de los guardias: «¡Trae a ese joven sacerdote a mi dormitorio!» Leucipe,
quien tampoco reconoció a Teonoé, temiendo que la condenaran a muerte como
impostora, la rechazó; en vista de lo cual Teonoé, como no podía pedir a los
sirvientes del palacio que cometieran un sacrilegio matando a un sacerdote,
ordenó que lo hiciera uno de los prisioneros extranjeros y envió una espada
para que la utilizara.
b. Ahora bien, el prisionero elegido fue Téstor, quien fue al
dormitorio en el que estaba encerrada Leucipe, le mostró la espada y
desesperadamente le contó su historia. «No te mataré, señor —le dijo—, ¡porque
yo también adoro a Apolo y prefiero suicidarme! Pero deja que antes te revele
mi nombre: soy Téstor, hijo del argonauta Idmón,. un sacerdote troyano.» Estaba
a punto de hundirse la espada en el pecho cuando Leucipe se la quitó y exclamó:
«¡Padre, padre! ¡Yo soy Leucipe, tu hija! No vuelvas esta arma contra ti mismo;
utilízala para matar a la abominable concubina del rey Icaro. ¡Ven, sigúeme!»
Corrieron a la habitación de bordar de Teonoé. «¡Ah, lasciva! —gritó Leucipe,
irrumpiendo en la habitación y arrastrando tras sí a Téstor—. Prepárate para
morir a manos de mi padre, Téstor, hijo de Idmón.» Al oír eso, fue Teonoé quien
gritó: «¡Padre, padre!». Y después de haber derramado los tres lágrimas de
alegría y dado gracias a Apolo, el rey Icaro los envió generosamente a su
patria, cargados con regalos.
c. Ahora bien, Príamo, después de rechazar la exigencia de
Agamenón de que devolviera a Helena, envió a Calcante, el hijo de Téstor, y
sacerdote de Apolo, a que consultase con la Pitonisa de Delfos. Habiendo
predicho la caída de Troya y la ruina total de la casa de Príamo, ordenó a
Calcante que se uniese a los griegos e impidiese que levantaran el sitio hasta
que obtuvieran la victoria. Calcante hizo luego un juramento de amistad con
Aquiles, quien lo alojó en su casa, y poco después lo presentó a Agamenón.
d. Cuando la flota griega se reunió por segunda vez en Áulide,
pero fue retenida allí durante muchos días por vientos contrarios, Calcante
profetizó que no podrían zarpar si Agamenón no sacrificaba a Ártemis la más
bella de sus hijas. Se discute cuál fue el motivo del enojo de Ártemis. Algunos
dicen que, al matar a un ciervo desde larga distancia, Agamenón se jactó:
«¡Ártemis misma no habría podido hacerlo mejor!»; o que había matado a su cabra
sagrada; o que había prometido ofrecerle la criatura más bella nacida ese año
en su reino, que casualmente resultó ser Ifigenia; o que su padre Atreo le
había negado un cordero dorado que le debía.
De todos modos, Agamenón se negó a hacer lo que se esperaba de él, alegando que
Clitemestra jamás dejaría ir a Ifigenia. Pero cuando los griegos juraron:
«Transferiremos nuestra fidelidad a Palamedes si sigue obstinándose», y cuando
Odiseo, fingiendo que se enojaba, se preparó para volver a su casa, Menelao
intervino como reconciliador. Sugirió que Odiseo y Taltibio fuesen en busca de
Ifigenia para llevarla a Aulíde con el pretexto de casarla con Aquiles como
recompensa por sus temerarias hazañas en Misia. Agamenón aceptó esa artimaña, y
aunque inmediatamente envió un mensaje secreto advirtiendo a Clitemestra que no
creyera a Odiseo, Menelao lo interceptó, y ella, víctima del engaño, dejó que
llevaran a Ifigenia a Áulide.
e. Cuando Aquiles descubrió que se había abusado de su nombre, se
encargó de proteger a Ifigenia de todo daño, pero ella consintió noblemente en
morir por la gloria de Grecia y ofreció su cuello al hacha de los sacrificios
sin una palabra de queja. Algunos dicen que en el momento perentorio Ártemis la
llevó al Quersoneso Táurico, sustituyéndola en el altar por una cierva, o una
osa, o una anciana. Otros dicen que se oyó un trueno y que, por orden de
Ártemis y súplica de Clitemestra, intervino Aquiles, quien salvó a Ifigenia y
la envió a Escitia; o que se casó con ella, y que ella, y no
Deidamía, dio a luz a Neoptólemo.
f. Pero muriera o salvara su vida Ifigenia, dejó de soplar el
fuerte viento del nordeste y la flota por fin zarpó. Primeramente hicieron
escala en Lesbos, donde Odiseo entró en la liza contra el rey Filomélides,
quien obligaba siempre a sus huéspedes a luchar con él; y entre los vítores de
todos los griegos presentes lo venció ignominiosamente. Luego desembarcaron en
Ténedos, que es visible desde Troya, y estaba entonces gobernada por Tenes,
quien, aunque según la opinión común era hijo de Cicno y Proclea, hija de
Laomedonte, podía llamar padre a Apolo.
g. Este Cicno, hijo de Posidón y Cálice, o Harpale, gobernaba en
Colona. Había nacido en secreto y fue abandonado en la orilla del mar, pero lo
encontraron unos pescadores que vieron cómo un cisne descendía volando para
consolarle6. Después de la muerte de Proclea se casó con Pilonóme, hija de
Trágaso; ella se enamoró de su hijastro Tenes, pero como no pudo seducirlo le
acusó vengativamente de haber tratado de violarla. Llamó al flautista Molpo
como testigo, y Cicno, que les creyó, encerró a Tenes y su hermana Hemítea en
una urna y los dejó a la deriva en el mar. Fueron arrojados a tierra en la isla
de Ténedos, desde entonces llamada Leucofris, que significa «frente blanca».
Más tarde, cuando Cicno supo la verdad, hizo que lapidaran a Molpo, enterró
viva a Pilonóme y, enterado de que Tenes sobrevivía y se hallaba .en Ténedos,
se apresuró a ir allá para confesar su error. Pero Tenes, inexorablemente,
cortó con un hacha los cables de la nave de Cicno; y de aquí proviene la
expresión proverbial para una negativa airada: «Le cortó con un hacha de
Ténedos.» Sin embargo, al final Tenes se ablandó y Cicno se estableció cerca de
él en Ténedos.
h. Ahora bien, Tetis había advertido a Aquiles que si alguna vez
mataba a un hijo de Apolo moriría a manos de Apolo; y un sirviente llamado
Mnémon le acompañaba con el único propósito de recordarle eso. Pero Aquiles,
cuando vio que Tenes arrojaba una gran piedra desde un risco contra las naves
griegas, nadó hasta la costa e irreflexivamente le atravesó el corazón con la
lanza. Luego los griegos desembarcaron y saquearon Ténedos; y dándose cuenta
demasiado tarde dé lo que había
hecho, Aquiles condenó a muerte a Memnón porque no le había
recordado las palabras de Tetis. Enterró a Tenes donde se halla ahora su
templo; ningún flautista puede entrar en él, ni se puede mencionar el nombre de
Aquiles.
Aquiles mató también a Cicno con un golpe en la cabeza, su única parte
vulnerable; y persiguió a Hemítea, quien huyó de él transformada en una cierva,
pero la habría alcanzado y violado si no la hubiera tragado la tierra. Fue
también en Ténedos donde Aquiles se peleó por primera vez con Agamenón, a quien
acusó de que le había invitado a unirse a la expedición como una ocurrencia
tardía.
i. Palamedes ofreció una hecatombe a Apolo Esminteo en
agradecimiento por la victoria en Ténedos, pero mientras lo hacía una culebra
de agua se acercó al altar y mordió a Filoctetes, el arquero famoso, en el pie.
Ni ungüentos ni fomentos sirvieron para nada, y la herida se puso tan fétida y
Filoctetes lanzaba gemidos tan fuertes que el ejército ya no podía tolerar su
compañía. En consecuencia, Agamenón ordenó a Odiseo que lo llevara a tierra y
lo dejara en un distrito desierto de Lemnos, donde vivió durante varios años
matando pájaros, y Medón asumió el mando de sus tropas.
j. Según otra versión, el accidente se produjo en Crise, un islote
frente a Lemnos que luego ha desaparecido bajo el mar. Allí, o bien la ninfa
Crise se enamoró de Filoctetes y, cuando él hechazó sus requerimientos, hizo
que una víbora le mordiese mientras excavaba la tierra de un altar subterráneo
de Atenea Crise; o bien una serpiente que guardaba el templo de Atenea le
mordió cuando se acercó demasiado.
k. Según una tercera versión, Filoctetes fue mordido en Lemnos
misma por una serpiente que envió Hera como castigo porque se había atrevido a
encender la pira fúnebre de Heracles. En aquel momento contemplaba extasiado el
altar erigido a Atenea por Jasón y se proponía erigir otro a Heracles.
l. Según una cuarta versión, Filoctetes fue mordido mientras
admiraba la tumba de Troilo en el templo de Apolo Timbreo.
Según una quinta, le hirió una de las flechas envenenadas de Heracles. Se dice
que Heracles le había hecho jurar que nunca divulgaría el paradero de sus
cenizas enterradas, pero cuando los griegos se enteraron de que Troya no podía
ser saqueada sin utilizar las flechas de Heracles, fueron en busca de
Filoctetes. Aunque al principio negó todo conocimiento de Heracles, terminó diciéndoles
exactamente lo que había sucedido en el monte Eta, por lo que le preguntaron
ansiosamente dónde podían encontrar la tumba. Se negó a responder a esa
pregunta, pero ellos insistieron tanto que fue al lugar, y allí, sin hablar,
pisoteó el terreno. Posteriormente, cuando pasaba junto a la tumba en su camino
a la guerra de Troya, una de las flechas de Heracles saltó de la aljaba y le
atravesó el pie: advertencia de que no se pueden revelar los secretos divinos
ni siquiera mediante una señal o insinuación.
1.
La
obra dramática perdida de la que Higinio ha tomado la fábula de Téstor y sus
hijas muestra a los dramaturgos griegos en su aspecto más teatral; carece de
valor mitológico.
2.
Una
versión del mito de la «hija de Jefté» (véase 169.5) parece haber sido
confundida con el sacrificio por Agamenón de una sacerdotisa en Áulide, acusada
de levantar vientos contrarios mediante la hechicería; Sir Francis Drake ahorcó
en una ocasión a uno de sus marineros, un espía a sueldo de Cecil, basándose en
la misma acusación. Al parecer, la acción despótica de Agamenón ofendió a la
opinión conservadora en su patria, pues las mujeres estaban tradicionalmente
exentas del sacrificio. Los taurios, a los que, según se dice, envió Ártemis a
Ifigenia, vivían en Crimea y adoraban a Ártemis como matadora de hombres;
Orestes, el hijo de Agamenón, cayó en sus garras (véase ll6.í).
3.
La
lucha de Odiseo con el rey Filomélides, cuyo nombre significa «amado por las
ninfas de las manzanas», está tomada probablemente de una ilustración conocida
que mostraba la contienda ritual en la que el rey viejo es vencido por el
nuevo, que recibe una rama de manzano (véase 53.b).
4.
Aquiles
mató a un segundo Cicno (véase 162.l); Heracles mató a un tercero (véase 143.g)
y Zeus impidió que matara a un cuarto (véase 133.á). El nombre implicaba que
los cisnes conducían a esas almas regias al Paraíso Septentrional. Cuando Apolo
aparece en las obras de arte antiguas montado en un cisne, o en un carro tirado
por cisnes (Overbeck: Griechische
Kunstmythologie) en una visita a los Hiperbóreos, es una manera cortés
de representar la muerte anual de su representante en el solsticio estival.
Entonces los cisnes cantores vuelan hacia el norte para dirigirse a sus
criaderos en el círculo Ártico, y mientras vuelan hacen oír dos notas como de
trompeta. Por eso dice Pausanias (i.30.3) que los cisnes están versados en el
arte de las Musas. «Los cisnes cantan antes de morir»: el alma del rey sagrado
parte al son de la música.
5.
Se
ha asociado a la herida de Filoctetes con muchas localidades diferentes porque
la ilustración de la que se deriva esta fábula era muy corriente. Es el rey
sagrado de Ténedos, Lemnos, Eubea o cualquier otro Estado de Hélade al que
hiere en el pie una flecha envenenada (véase 126.3, 164.l y 166.e) junto al
altar de la diosa.
6.
Heracles
no fue el único rey sagrado cuya tumba siguió siendo un secreto; ésta parece
haber sido una práctica común en el Istmo de Corinto (véase 67.;) y entre los
hebreos primitivos (Deuteronomio xxxiv.6).
7.
Tenes
arrojando piedras puede ser una interpretación errónea de una ilustración que
muestra a un héroe-sol empujando el canto rodado del sol hacia el cénit (véase
67.2), pues Talos, un héroe-sol cretense, también arrojaba piedras cuando se
acercaban los barcos (véase 154.h). En esta ilustración las naves sólo
indicarían que Creta, o Ténedos, era una potencia naval.
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