Escuchen el cuento del gato montés. Una vez el gato montés pasa el día entero de caza, sin cobrar pieza. Está cansado. Va a sentarse y reposar, pero las pulgas no lo dejan tranquilo.
Ve pasar un mono, lo llama:
—Mono, ven, por favor, y sácame las pulgas.
El mono consiente, y mientras lo despulga, el gato montés se duerme. Entonces el mono ata la cola del gato montés a un árbol y huye.
El gato montés se despierta; quiere marcharse, pero se encuentra con la cola atada a un árbol. Trabaja mucho por soltarse, pero no lo consigue, y ahí se queda, jadeante.
Pasó una tortuga.
—Te ruego que me desates la cola —grita el gato montés al verla.
—¿Me matarás si te desato? —preguntó la tortuga.
—No; no te haré nada —responde el gato montés.
La tortuga lo desata. El gato montés regresa a su casa. Dice a todos los animales:
—Dentro de cinco días, anuncien que he muerto y que van a venir todos al entierro.
Al quinto día, el gato montés se tumba de espaldas, haciéndose el muerto. Llegan todos los animales y bailan en torno del gato. De pronto, se yergue y se precipita sobre el mono. Pero este brinca a un árbol y huye.
Por eso, el mono vive en los árboles y no baja a tierra. Tiene mucho miedo al gato montés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario