Un hombre, al morir, deja tres hijos. Heredan la hacienda de su padre y se reparten treinta mil cauris. Y caminando uno en pos de otro, llegaron al cruce de tres caminos. Se sientan en la encrucijada. Después, el mayor toma un camino, el siguiente toma el segundo, y el más joven, el tercero. Habían decidido reunirse pasado tres años. Cumplido el tiempo, regresan, en efecto, y se sientan en la encrucijada. Después, levantándose, se encaminan a un estero grande, pero no pueden atravesarlo. El mayor toma entonces una tira de tela, la arroja al agua, y, sirviéndole de camino, pasa; el segundo, reúne flechas de cazador y se sirve de ellas para pasar; el más pequeño se calza un par de sandalias y atraviesa el estero.
—¿Cuál tenía mejor talismán?
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