jueves, 28 de febrero de 2019

La codorniz y el cangrejo

La codorniz era propietaria de la tierra firme; el cangrejo era dueño del agua.

  Un día, la codorniz, muerta de sed, va a buscar al cangrejo, y le dice:

  —Dame agua para beber.

  El cangrejo se la da, y bebe. Después, la codorniz dice al cangrejo que le envíe a sus hijos para que le traigan alimentos.

  El cangrejo se los envía, y ella les recomienda que antes de llegar la llamen buena ama, y que entonces tendrán su respuesta. Los cangrejitos van y la llaman:

  —¡Buena ama, Angbala!

  La codorniz pregunta:

  —¿Quién llama: buena ama, Angbala?

  —Soy yo, el hijo del cangrejo.

  —¿Qué quieres?

  —Una palabra antigua para ir a Angbala.

  —Si vas allá, dile a tu padre: Angbala, brazo quemado, enfermo, ¡pata quemada, enfermo! ¡Angbala, gran joroba! El ojo, ¿está a la izquierda de la mano?

  Los hijos del cangrejo regresan a su casa y dicen a su padre:

  —Padre, la codorniz te insulta.

  Al ser de día la codorniz vuelve para beber. El cangrejo le pregunta:

  ¿Me has injuriado ayer?

  —Mientes, yo no te he injuriado. —Y añade—: Anda, tráeme agua.

  Después de beber, le dice que debería enviar a sus hijos a buscar de comer en su casa. Los cangrejitos van; el cangrejo se esconde y le dice que llamen a la codorniz. La llaman, e insulta a su padre. Entonces los cangrejos regresan a su casa. A la mañana siguiente se presenta la codorniz y dice que quiere beber.

  —¿Qué agua bebes?

  —Bebo agua clara.

  El cangrejo le dice que se acerque a beber. Se acerca, pero el cangrejo la coge. Los hijos de la codorniz cantan:

  —Madre, vomita el agua, devuélvesela, para que volvamos a casa.

  Por su lado, los hijos del cangrejo cantan:

  —Padre, sujétela bien, sujétela bien, sujétela bien. Los hijos de la codorniz repiten:

  —Madre, vomita el agua, devuélvesela, para que volvamos a casa.

  —Suelten el cuello, agarren la cola —dice la codorniz—; la cola es mi muerte, el cuello es mi vida.

  Entonces el cangrejo suelta el cuello y agarra las plumas de la cola, que se le quedan en la mano.

  Por eso la codorniz no tiene plumas en la cola y desde entonces no bebe en el río.

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