Una liebre se comió lo que el elefante le había prestado, y se comió lo que le había prestado el hipopótamo. Dijo al hipopótamo:
—Dentro de siete días te daré en pago un buey.
Y dijo al elefante:
—Dentro de siete días te daré en pago un buey.
Cumplidos los siete días, lleva al elefante a la orilla del estero, da al elefante una cuerda, y después al hipopótamo que estaba en el estero, la otra punta de la cuerda. Dice al elefante que tire de la cuerda, que es un buey, y dice al hipopótamo que tire de la cuerda, que es un buey. El elefante tira y el hipopótamo tira. El hipopótamo sale del agua y ve al elefante, y el elefante ve también al hipopótamo. El elefante pregunta al hipopótamo y el hipopótamo pregunta al elefante:
—¿Por qué tiras?
Y el hipopótamo dice al elefante que una liebre le ha comido el préstamo, prometiéndole en pago un buey. El elefante dice al hipopótamo que una liebre le ha comido el préstamo y le ha prometido un buey.
El hipopótamo dice al elefante:
—Ve a buscar la liebre en la manigua.
El elefante dice al hipopótano:
—Ve a buscar la liebre en el estero.
Y el elefante busca a la liebre, ve a la liebre, y dice a la liebre:
—Busco a una liebre.
La liebre le responde:
—En verdad una liebre que llevaba un escupitajo me ha escupido.
Habiendo encontrado la liebre una corza podrida, se disfrazó con la piel. Y la liebre va al estero. Entoces el hipopótamo dice:
—Al salir del agua veo una liebre.
Y la liebre dice al hipopótamo que una liebre a quien reclamaba la devolución de un préstamo le ha escupido, pudriéndola de aquella manera.
Después la liebre se fue a esconder la piel de la corza podrida. Volvió el elefante, y, habiendo regresado la liebre le pidió un cauris; pero la liebre le dijo:
—Voy a escupirte.
Y el elefante, lleno de miedo, huyó.
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