jueves, 28 de febrero de 2019

Al fin del Mundo

Las gentes de Asbon trajeron un caballo, hijo de Asbon.

  Desean venderlo; vale muy caro. La venta es difícil, porque el propietario del caballo dice:

  —Yo no vendo mi caballo por dinero; lo vendo por tetas de mujer.

  Acude gente. Preguntan por el propietaio del caballo. Le dicen:

  —¿Cuánto por el caballo?

  Responde:

  —No quiero dinero por mi caballo, denme tetas de mujer, y está vendido.

  La gente dice:

  —Tu caballo tiene un precio difícil. ¿Quién lo comprará?

  Llega un joven y pregunta por el dueño del caballo. Dice:

  —¿Cuánto?

  El dueño del caballo contesta:

  —Se vende por tetas de mujer.

  El joven responde:

  —Bueno, pues no puedo comprarle el caballo.

  Se va.

  Llega un compañero del joven. Sabía que su madre le otorgaría cuanto le pidiese. Pregunta por el dueño del caballo. Le dice:

  —¿Cuánto dinero pides por tu caballo?

  El propietario le contesta:

  —Si puedes cortarme las tetas de tu madre, tráemelas, y el caballo es tuyo.

  El joven dice:

  —Bien. —Se va. Llama a su madre y le pide—. Madre mía, cómprame el caballo con tus tetas.

  Ella dice:

  —Bien. —Y dice más—: Anda, trae un cuchillo, corta.

  El joven va, trae un cuchillo, corta las tetas de su madre.

  Va a entregárselas al dueño del caballo; este le da el caballo. El muchacho regresa. Ha comprado el caballo.

  Pasados tres días dice a su madre:

  —Me voy; quiero ver el fin del Mundo, el sitio en que la Tierra se acaba.

  Su madre le responde:

  —Bien.

  Y su padre, y todos, dicen:

  —Bien. Anda, y que Dios te guíe.

  El joven dice al caballo:

  —Caballo, mírame, te he comprado con la tetas de mi madre. Llévame al fin del Mundo.

  El muchacho se prepara, pone la silla. Parte. Viaja. Un día encuentra a una araña. Esta le dice:

  —¡Eh, joven! ¿Adónde vas?

  Responde él:

  —Ando, ando, hasta el fin del Mundo.

  La araña le dice:

  —Te seguiré.

  Y él le responde:

  —Sígueme.

  La araña se hace una silla con la hoja de un árbol. Viajan, viajan, hasta que llegan al lugar en que no hay suelo. Ven allí a una mujer, la ven de lejos, pero ella no los ve llegar. Está haciendo algo que no es decente. Es una bruja.

  El joven y la araña llegan, la saludan, ella les responde, y dice:

  —¿Están bien, hijos míos?

  Contestan:

  —Sí, bien.

  La vieja dice:

  —Vengan, vamos a mi casa.

  Responden:

  —Bien.

  Entonces viajan sin tierra, sin árboles, tan sólo sobre el viento, tan sólo sobre el agua, tan sólo en oscuro lugar. Llegan a casa de la bruja. Es de noche. La bruja va en busca de un gallo, lo mata. El gallo corre, se esconde en la hierba, ella lo busca, lo busca, no lo encuentra.

  La vieja cocina el alimento, se lo lleva al joven y a la araña.

  Les dice:

  —Aquí tienen la comida, coman.

  Ellos responden:

  —Bien.

  Pero el joven dice:

  —No quiero esta comida.

  La araña dice:

  —No tiene nada, comamos.

  Se sientan, comen.

  La araña posee una varilla de hierro. Después de comer, se van a dormir. A medianoche, la bruja toma un cuchillo y lo afila.

  El gallo grita:

  —¡Cuidado, que viene! ¡Prepárense!

  Y el joven comprende la llamada del gallo.

  La bruja dice:

  —¿Dónde está ese gallo? Todo el día ando buscándolo y no lo encuentro.

  Mira debajo de la cama, mete la mano, palpa, no lo encuentra. Y se sienta.

  De nuevo toma el cuchillo y lo afila. Dice:

  —¡Come carne! ¡Come carne!

  De nuevo grita el gallo:

  —¡Mírenla, ya viene!

  La bruja escucha las palabras del gallo. El gallo gritó tres veces hasta el alba.

  Entonces la vieja va a saludarlos.

  —¿Han dormido bien? ¿Han dormido bien? —les pregunta la bruja y añade—: Ayer me vieron hacer algo no decente.

  La araña le dice:

  —La he visto.

  La bruja se avergüenza. Se va, busca al gallo.

  —Si no mato a este joven y a la araña, llevarán la noticia a su país —se dice.

  Busca al gallo, lo coge, lo mata, lo cuece. Por la noche, se lo lleva a la araña y al joven. Se lo comen. Van a dormir. La araña dice al muchacho:

  —Ten cuidado esta noche.

  Y él dice:

  —Está bien.

  La araña toma la varilla de hierro y la pone a su lado.

  Dormido el muchacho, la araña se levanta, toma la varilla y va a sentarse cerca del hueco de la puerta. Por la noche, la mujer se prepara, quiere matar al joven y a la araña, y comérselos. Afila el cuchillo, diciendo:

  —¡Come, carne! ¡Come, carne!

  —Mírala, y viene.

  Toma la varilla de hierro y se sienta junto al hueco de la puerta. La bruja avanza sin hacer ruido. La araña toma la varilla de hierro. Cuando la vieja se asoma en el aposento, la araña le aplasta la cabeza con la varilla de hierro.

  La vieja regresa a su choza, se lame la sangre por todo el cuerpo. Espera un poco. Dice: «Ahora se han dormido». Afila de nuevo el cuchillo, se acerca sin ruido. La araña la espera; en cuanto mete la cabeza en el aposento, de nuevo le rompe la cabeza con la varilla de hierro.

  La vieja vuelve a su choza, se lame la sangre que le chorrea por el cuerpo.

  Tres veces, la vieja y la araña se baten de ese modo, la noche entera, hasta el alba. La araña dice a su amigo:

  —Mira, esa mujer ha venido esta noche y le he roto la cabeza.

  El joven dice:

  —¿De veras?

  Responde ella:

  —Sí; es verdad.

  Dice el joven:

  —Preparémonos para esta mañana. Regresaremos a nuestro país.

  La araña dice:

  —Está bien.

  La mujer viene a su encuentro:

  —¿Han dormido bien? ¿Has dormido bien, araña?

  Dice la araña:

  —Muy bien.

  Ambos la saludan y dicen:

  —Hoy nos vamos de viaje. Regresaremos a nuestro país.

  Dice la mujer:

  —Está bien.

  El joven toma unas navajas. Las ata a la cola del caballo; la cola está llena de navajas. Luego pone la silla, se prepara y salta al caballo. La araña monta en la hoja de árbol que le sirve de cabalgadura. Parten. La mujer se transforma en bruja. Quiere apoderarse del joven. Se agarra de la cola. Las navajas le cortan la mano. Se detiene, y lame la sangre.

  De nuevo llega como el viento. Y dice:

  —Deténganse; si los atrapo, me los comeré en una boca de fuego.

  El joven y la araña corren. Llegan al borde de un lago hirviente. Dice al caballo:

  —Líbrame del agua hirviente, que te he comprado por las tetas de mi madre.

  El caballo brinca, y salva el lago hirviente. La araña sube, y se cae en el agua caliente, con su montura. El joven se vuelve rápido y la salva. La bruja llega cerca del agua hirviente. La cruza, agarra la cola del caballo. Las navajas le cortan la mano.

  Suelta la cola y se detiene. Lame su sangre.

  El joven y la araña corren. Llegan a un fuego, que fluye como un río. La bruja les dice:

  —¡Deténganse ahí! Les daré alcance y me los comeré.

  El jinete dice a su caballo.

  —Líbrame del fuego, que te he comprado por las tetas de mi madre.

  Y fustiga al caballo con su látigo. El caballo galopa, salta, traspone el fuego. Se lleva consigo a la araña.

  Salvan el río. La bruja llega como el viento. Pasa el río de fuego. Alcanza al joven y a la araña. Agarra de nuevo la cola del caballo. De nuevo las navajas le cortan la mano. Se detiene, lame su sangre.

  El joven y la araña galopan, llegan cerca de un gran lago de agua fría. El jinete dice de nuevo al caballo:

  —Líbrame de esta agua fría.

  Fustiga al caballo, toma consigo a la araña y trasponen el lago.

  La bruja dice:

  —Estoy molestándome por gusto. Voy a regresar a casa.

  Van demasiado aprisa. No los alcanzaré nunca.

  Vuelven a su aldea. El joven y la araña vencen todavía uno, dos, tres obstáculos, y llegan al sitio donde comienza la tierra. Al fin caminan por la tierra.

  La araña vio los lugares que deseaba ver. El joven también.

  Cuando regresa a su pueblo, va derecho a casa de su madre. Y su madre y su padre y sus hermanos y hermanas le ven y se regocijan mucho. Su hijo volvía del fin del Mundo.

  Aquí concluye la historia del caballo hijo de Asbon. Y del joven y la araña, y también de la bruja. Se acabó.

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