Érase una araña, y una hambruna cayó sobre el país, de modo que no había arroz, ni casabe, ni plátanos, ni col, ni carne, ni otro alimento. Una hambruna había caído sobre el país.
Durante mucho tiempo, la araña y su mujer habían tenido hijos, cientos de hijos. No había en el país qué darles de comer. La araña se fingió enferma, y dijo a su mujer:
—Voy a morir.
—No te mueras —dijo la mujer—; trabajaremos.
—No —dijo la araña—; voy a morir. —Y añade—: Cuando me muera, no me dejes aquí, ponme en un hoyo, cúbrelo con tablas y encima amontonas tierra.
La mujer convino en ello. La araña se murió. La mujer dijo a sus hijos:
—Abran un hoyo.
Abrieron un hoyo y pusieron en él a la araña. No la dejaron donde estaba, sino que la metieron en el hoyo, y luego lo cubrieron con tablas. Cuando llega la noche, la araña sale del hoyo y se va por el país adelante. Aún estaba viva: la araña no había muerto.
Camina, camina, y encuentra a una mujer importante, una mujer jefe. La mujer poseía mucho arroz; tenía mucho arroz y casabe en su hacienda; tenía mucho en su almacén. La mujer era estéril; no tenía hijos. La araña le pregunta:
—Madre mía, ¿y tus hijos?
—No tengo —respondió.
—Tengo una medicina —dice la araña—, te la daré, la beberás, de manera que podrás quedar encinta y parir.
—Dame la medicina —dice la mujer—; si paro, y tengo un hijo, te daré un cobertizo lleno de arroz, dos plantaciones de casabe y gran cantidad de plátanos.
La araña acepta, vista la hambruna. Va en busca de la medicina y regresa a la ciudad. La mujer había matado un cabrito y cocido arroz para la araña, y le dice:
—Araña, aquí tienes arroz.
La araña come, hasta quedar satisfecha. Entonces pone la medicina en un jarro, lo llena de agua y revuelve la medicina.
Dice a la mujer:
—Trae una tira de tela.
Tapa con ella los ojos a la mujer, y dice:
—¡Cuidado! Bebe la medicina. Después de beberla no me verás más; me iré muy lejos. Dentro de seis meses darás a luz un hijo varón, y vendré para que me entregues el arroz y los demás víveres.
La mujer consiente. Toma la vasija y bebe la medicina. La araña se arroja en la vasija y la mujer se la traga. La araña está en el vientre de la mujer. La mujer da a luz un niño; era la araña. La mujer le da de beber, cuece arroz excelente y se lo da a comer. La araña había estado en la mujer, la araña era el hijo. La mujer no lo sabía.
Hay en la selva un animal llamado gamo; es muy astuto.
Y dice:
—Voy a ver al hijo de la mujer; durante seis meses, ha comido del arroz de la mujer.
El gamo llega, y dice:
—Madre, vengo a ver a tu hijo.
La mujer se lo entrega. El gamo lo mira, y ve que es la araña.
Se lo devuelve a la mujer. Esta lo toma y le pone unas ropitas.
El gamo se va a la ciudad, toma una vara, regresa y levanta las ropitas al niño y lo azota fuertemente. El niño se suelta y huye. El gamo dice a la mujer.
—Era la araña, no era un niño. ¡La araña es una impostora!
La araña va en busca de su primer mujer; el arroz de su mujer había madurado; tenía muchas gallinas. La mujer molía arroz, y sus hijos mataban reses. La mujer cocía arroz, cocía carne, ponía arroz en un plato y carne en el arroz.
La araña llega una tarde y encuentra a su mujer comiendo arroz. La toca en la mano, pasa, y se detiene. La mujer mete la mano en el arroz. La araña le tira del brazo, y dice:
—He muerto hace mucho tiempo, y ahora reaparezco.
La mujer no responde. Su hijo dice:
—Madre, es mi padre.
—No —responde ella—; tu padre ha muerto hace mucho tiempo.
La araña vuelve a donde la otra mujer, y dice:
—Yo soy la araña.
—La araña ha muerto hace mucho tiempo. La araña es una impostora.
Se acabó.
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