miércoles, 27 de febrero de 2019

Fors y Fortuna

En su origen constituyen el propio masculino y femenino respectivamente de la Casualidad, hasta el punto de confundirse en una sola divinidad, y puede considerarse en forma global que la fortuna es producto del azar o la casualidad.

  En la época clásica, la Fortuna gozó de mayor predicamento que su oponente Fors, especialmente al ser asimilada a la Tike o Tije griega. Su culto en Roma parece haberse introducido, según la tradición, por el rey Servio Tulio, favorito de la diosa más que ninguno. Se decía incluso que había sido su amante, a pesar de la cualidad mortal del monarca, por eso en el templo cada emperador poseyó una Fortuna particular o diferente. Existió también una Fortuna Redux, pública; Huiusce Diei, la fortuna de cada día, etcétera.

  Cada 24 de junio se consagraba una gran multitud en su santuario situado en la orilla del Tíber, para celebrar su fiesta. Nadie se hallaba excluido de los festejos, ni los esclavos, pues a todos podían alcanzar los beneficios de la veleidosa diosa.

  Iconología

  Ha sido representada con una media luna y un sol en la cabeza para indicar que al igual que estos astros, la fortuna preside todo lo que ocurre en esta tierra. Se le ha dado también un timón como símbolo del imperio de la casualidad al albur de los «golpes de mar» («golpes de timón» necesarios para cambiar el rumbo o evitar catástrofes). A veces posee un pie en la proa de la nave, y otro en tierra, presente al mismo tiempo, sobre la tierra y los mares. Las medallas de los emperadores romanos la representan de diferente forma. En una de Adriano aparece como una hermosa mujer alada, tendida con un timón a sus pies. Otra de Antonio Pío nos la muestra también hermosa: apoya su mano derecha sobre un timón y con la izquierda acaricia un cuerno de la abundancia… En otra de Cómodo posee también el cuerno de la abundancia en la izquierda y con la derecha sujeta un callo por la brida. La Fortuna Victoriosa se apoya también sobre un tigre y tiene una rama de laurel. En una medalla del emperador Geta, la buena Fortuna aparece sentada, se apoya con el brazo derecho sobre una rueda la mano izquierda tiene el famoso cuerno. Algunas veces se substituye la rueda por un globo celeste, cuyo movimiento perpetuo anuncia igualmente la inconstancia.

  En el siglo XVIII el pintor francés Gravelot la pintó sentada en un trono, sobre cuyas gradas esparció los atributos de todo lo que objeto de deseo por los hombres; cerca colocó el cuerno de la abundancia y el incienso, que se escapa de un braserillo, pasó a significar las adoraciones de todo el Universo.

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