lunes, 1 de abril de 2019

POETAS CLASICOS

HESÍODO DE ASCRA
Hesíodo de Ascra había nacido hacia el año 700 (a. C.) en una
insignificante aldea de la región de Beocia, limítrofe con el Atica, llamada
Ascra. Hasta aquí se había trasladado su progenitor que, según la opinión más
aceptada, formaba parte de un grupo de emigrantes eolios procedentes de
Tesalia. Después de varios intentos por salir adelante como comerciante, el
padre de Hesíodo decidió dedicarse a la agricultura y a la ganadería y, a tal fin,
se estableció en una zona de Beocia bastante miserable, aunque soportaba un
considerable trasiego de gente que, de forma cíclica, se reunía en aquella región
para ofrecer culto a las Musas del Monte Helicón. El propio Hesíodo, según
narran algunos cronistas, tales como Pausanias, recibió la visita de las míticas
Ninfas y se convirtió en el más grande de los poetas clásicos. De labrar la tierra
pasó a componer versos cargados de premoniciones morales y éticas y llenos de
lirismo. Era tal su pericia como aedo, que se enfrentó al mismísimo Homero,
con ocasión de los célebres juegos de Anfidamante —hijo de un legendario rey
de la mítica Arcadia—, y lo derrotó en buena lid: "El Rey coronó a Hesíodo,
diciendo que era justo que venciera el que incitaba al cultivo de la tierra y a la
paz, no el que describía guerras y asesinatos."
Como premio, el ganador obtuvo un trípode de bronce que, con diligencia y
premura, donó a las Musas del Helicón, sin duda como reconocimiento a la
decisiva ayuda que éstas le prestaron para, así, vencer a su rival. Todo lo
expuesto no sólo prueba que Hesíodo y Homero fueron contemporáneos, sino
que también nos proporciona suficiente luz para reconocer en Hesíodo uno de
los grandes poetas clásicos de todos los tiempos.
"SENTIMIENTO DE JUSTICIA"
En el siglo VIII (a. C.), los griegos eran, en su mayoría, analfabetos y, por
lo mismo, no había leyes escritas, sino que la costumbre se erigía en criterio
válido para determinar lo justo y lo injusto.
Sin embargo, en lo social, había nobles al mando de las diversas polis, o
ciudades estado, que imponían sus leyes al resto de la población. Se erigían en
jueces implacables que veían aumentado su poder en detrimento de los
campesinos. Hesíodo toma partido por estos últimos, puesto que él mismo y su
familia trabajaban la tierra. Además, la agricultura estaba considerada como una
actividad íntimamente relacionada con deidades como Deméter, diosa de la
agricultura, y Dionisio, que originariamente fue un dios de la vegetación. Estas
dos deidades eran objeto de especial culto por la población de Beocia que, en
tiempos de Hesíodo, se reunían en los mercados para tratar asuntos temporales y
espirituales, es decir, relacionados con sus cosechas y con sus deidades
protectoras de sus campos.
Acaso Hesíodo escribió algunos de sus versos para ser recitados en esas
asambleas de los campesinos, con lo que tendrán un tinte reivindicativo. Lo
cierto es que algunas fábulas de tan ilustre poeta, por ejemplo, la titulada "El
Halcón y el Ruiseñor" muestran la importancia que Hesíodo con cede a la
igualdad entre los hombres. Según Hesíodo, el derecho del fuerte no debe de
dominar por encima de los demás seres humanos, pues éstos se diferencian de
los animales, precisamente por el sentimiento de justicia.
FABULA DE EL HALCON Y EL RUISEÑOR
En definitiva, no sólo hay que admirar la carga lírica en la obra de Hesíodo,
sino también la fuerza descriptiva que de ella emana. El poeta realiza un gran
esfuerzo y se propone llamar la atención sobre la sociedad rural, tribal y
campesina de la Beocia de los difíciles siglos VIII y VII (a. C.) Pues,
precisamente a finales de este último siglo señalado, aparecieron los primeros
gobiernos de tiranos en ciudades como Corinto, Megara y Sición. Por otra parte,
el calendario que Hesíodo diseñó para los campesinos y agricultores, pleno de
valiosos detalles sobre las lluvias, la poda y la siega, muestran fehacientemente
que el propio poeta era un hombre de campo.
Por lo demás, siempre que tenía ocasión, defendía a los labradores —los
más necesitados y desamparados, en opinión del poeta—, pues, así, se defendía
a sí mismo y a los suyos. Este afán porque la justicia no beneficiara a los nobles
y poderosos, en detrimento de los miserables y los débiles, llevó al poeta a
profundas meditaciones que, en cuanto se terciaba, exponía en sus propios
escritos. Un ejemplo de todo lo reseñado es la fábula de "El Halcón y el
Ruiseñor", la cual se narra a lo largo de ochenta versos de "Los trabajos y los
días". En ella, Hesíodo, se lamenta de que al injusto se le juzgue con mayor
benevolencia que al justo. Y espera de Zeus que ponga en orden semejante
estado de cosas y que, al mismo tiempo, haga que el justo tenga una
descendencia mejor que el injusto. Así se explica Hesíodo:
"Ahora diré una fábula a los reyes, aunque sean sabios. Así habló el halcón
al ruiseñor de abigarrado cuello, mientras lo llevaba muy alto en las nubes tras
haberlo capturado con sus uñas; éste, atravesado por las curvadas uñas,
miserablemente se lamentaba; aquél, de manera altiva, le dijo estas palabras:
"Infeliz, ¿por qué estás chillando?, ahora te tiene uno mucho más fuerte, de esta
manera irás por donde yo te lleve, por muy cantor que seas, y te comeré, si
quiero, o te soltaré. ¡Insensato!, quien quiere compararse a los más poderosos, se
priva de la victoria y, además de infamias, sufre dolores".
"EL TRABAJO, SUPERIORIDAD SOBRE EL OCIO"
Otro de los títulos sustanciosos, intercalado en "Los trabajos y los días",
nos describe la importancia del trabajo y su superioridad sobre el ocio. Aquí, el
poeta se dirige a su hermano Perses, con quien se enemistó a raíz de la
repartición de la herencia del progenitor de ambos:
"Gran insensato Perses, te hablaré tomando en consideración cosas nobles;
es posible elegir con facilidad miseria, incluso en tropel, el camino es llano y
habita muy cerca; en cambio, delante de la prosperidad, los dioses inmortales
pusieron el sudor y largo y empinado es el camino hacia ella, incluso arduo al
principio, pero cuando se llega a la cima después es fácil, aunque sea duro.
Pues el mejor es quien, reflexionando consigo mismo, comprende todo lo
que después, incluso al final, será lo mejor y a su vez también bueno aquel que
obedece al que bien le aconseja, pero quien ni reflexiona por sí mismo ni oyendo
a otro lo toma en consideración, éste, por el contrario, es hombre inútil.
(...)Nada reprochable es el trabajo, muy reprochable es la inactividad. Pero
si trabajas rápidamente, el hombre inactivo te envidiará a ti que te enriqueces,
pues éxito y prestigio acompañan a la riqueza."
"MITO DE PROMETEO Y PANDORA"
Parece imposible que los dioses, especialmente el poderoso Zeus, puedan
ser objeto de burla y hasta de robo, por parte de los débiles mortales. Mas, según
cuenta Hesíodo, a lo largo de sesenta versos de "Los trabajos y los días", es muy
cierto que Zeus —con ocasión de la mítica reunión de dioses y humanos, en la
que se acordó la separación de ambos— fue engañado por Prometeo quien,
además, burló a todos los demás dioses y les robó el fuego para entregárselo a
los hombres. Cuando Zeus fue informado de tamaña villanía, se irritó
sobremanera y urdió un plan para que, en adelante, los mortales sufrieran
también engaño. El poderoso rey del Olimpo habló así a Prometeo: "Te regocijas
tras robarme el fuego y engañar mi mente, gran pena habrá para ti mismo y para
los hombres venideros. A éstos, en lugar del fuego, les daré un mal con el que
todos se regocijen en su corazón al acariciar el mal".
Terminado que hubo de decir tales palabras, el gran Zeus, ordenó a Hefesto
"mezclar lo más pronto posible la tierra con el agua, infundir voz y fuerza
humanas y asemejar en su rostro a las diosas inmortales, a una hermosa y
encantadora figura de doncella."
El "ilustre cojo" —epíteto con el que Hesíodo designaba a Hefesto— se
puso manos a la obra al instante, pues para él las palabras del poderoso Zeus
eran siempre órdenes.
"MENSAJERA DE LA TIERRA"
Curiosamente, el castigo infligido a los mortales, por haber aceptado el
fuego robado por Prometeo a los dioses, era enviarles una hermosa y
encantadora mujer. Esta, a instancias de Zeus, fue iniciada —la diosa Atenea se
encargó de ello— en el difícil arte de tejer y trabajar las telas. Además, el
poderoso rey del Olimpo, ordenó "a la adorada Afrodita que derramase en torno
a su cabeza encanto, irresistible sexualidad y caricias devoradoras". A todo ello,
se añadió, por parte de Hermes, "cínica inteligencia y carácter voluble".
Terminada la obra —puesto que todos los participantes en la magna tarea
siguieron con premura las órdenes de Zeus—, se le dio a la mujer el nombre de
Pandora (que significa "mensajera en la Tierra"), y fue enviada a la tierra como
un regalo de los dioses a los hombres. Epimeteo —hermano de Prometeo, pero
menos inteligente que éste—, prendado de la hermosura de la mujer, aceptó el
don de los dioses. Y, a continuación, sobrevino el mal sobre la Tierra. Termina
Hesíodo su mito de "Prometeo y Pandora" del modo siguiente:
"Antes vivían sobre la tierra las tribus de los hombres sin males, y sin
arduo trabajo y sin dolorosas enfermedades que dieron destrucción a los
hombres (que al punto en la maldad los mortales envejecen). Pero la mujer,
quitando con las manos la gran tapa de la jarra, los esparció y ocasionó penosas
preocupaciones a los hombres. Sola allí permaneció la esperanza, en infrangible
prisión bajo los bordes de la jarra y otras infinitas penalidades estaban
revoloteando sobre los hombres, llena de males estaba la tierra, lleno el mar; las
enfermedades, unas de día, otras de noche, a su capricho van y vienen llevando
males por los mortales en silencio, pues el providente Zeus le quitó la voz; de
esta manera ni siquiera es posible esquivar la voluntad de Zeus."
EL ORIGEN DEL MUNDO
Tanto Homero como Hesíodo, opinaban que la justicia era el fundamento
del orden del Cosmos.
Ambos, por otra parte, se propusieron jerarquizar las deidades mitológicas
y hallar una explicación al enigma del origen del mundo.
En su libro la "Ilíada", Homero propone que todas las cosas se formaron a
partir del agua: el Océano y Tetis fueron los principios de todas las cosas.
En su obra "Teogonía", nos asegura Hesíodo que el origen de todas las
cosas fue el Caos, materializado en una especie de abismo insondable. Sigue,
después, Gea —la Tierra— que, en sus profundidades abisales, acoge al sombrío
y oscuro Tártaro. Veamos, al respecto, el texto del insigne Hesíodo: "En primer
lugar existió el Caos. Le siguió la Tierra (Gea), redonda y firme sede de todos
los Inmortales que moran en la cima del nevado Olimpo. Y, a continuación, en
las profundidades de la Tierra, se formó el sombrío Tártaro. En el principio
también existía Eros, que es la fuerza motriz y generadora y el más hermoso de
los dioses.
Del Caos nacieron Erebo y la negra Noche. De la Noche, a su vez,
surgieron Eter y Hémera, a los que engendró como fruto de sus amores con
Erebo."
A continuación, Hesíodo, propone una larga lista de criaturas heterogéneas,
tales como el Cielo (Urano) —morada de los dioses—, los grandes Montes, en
los que habitan las Ninfas y, además, el Pontos o mar de impetuosas olas.
¿Quién es Erebo? Un profundo y apestoso río subterráneo, conocido como
"Río del Infierno", que corre debajo de esa mansión de los bienaventurados que
se denomina "Campos Elíseos".
¿Quién es la Noche? La diosa de las tinieblas.
De Eter se tiene como única referencia que era hermano de Hémera; ambos
habían sido el fruto de los amores de Erebo y la Noche.
En cuanto a Hémera, se le identifica con el Día. Daba vueltas alrededor de
la Tierra y producía la luz.
SOBERANO INDISCUTIBLE
Todos los anteriores nombres de personajes, y lugares, mitológicos que
Hesíodo va numerando y definiendo en sus obras quedan anegados por la fuerza
significativa y simbólica del gran Zeus. Este es soberano indiscutible y suprema
deidad; todos los demás dioses ocupan un lugar inferior a él. La voluntad de
Zeus es la voluntad de todos los demás dioses y, los propios mortales, tienen que
aceptar la vida —aunque les resulte dura y absurda, en ocasiones—, con todas
sus implicaciones, porque así lo ordena el poderoso Zeus y todos los demás
dioses.
Hay orden y justicia en el cosmos y en el mundo porque existe Zeus; éste
distribuye el todo en tres estadios bien diferenciados y, al propio tiempo,
relacionados entre sí: dioses, naturaleza y mundo humano.
En realidad, el gran mérito de Zeus, según explica Hesíodo, ha consistido
en instaurar la justicia y el orden en donde antes reinaba el Caos. Aunque para
ello tuvo que provocar a mismo actos de agresión y liberar serios combates.
Zeus es, por tanto, un vencedor que instituye los elementos primordiales: la
Tierra, como soporte de todos los seres; el Caos, especie de espacio vacío en el
que se apoya la propia Tierra y Eros que genera todo movimiento creativo y que
relaciona al cosmos con las diferentes deidades.
HOMERO. POETA ETERNO
El gran cantor Homero se diferencia de Hesíodo porque mientras éste
compone odas para los campesinos de su tierra, aquél narra las hazañas de los
héroes que participaron en la guerra de Troya. Sus dos grandes obras, la "Ilíada"
y la "Odisea", ocupan el primer lugar de la literatura clásica de todos los
tiempos; constituyen, de por sí, dos monumentos humanos de incalculable valor.
No obstante, existe la convicción de que Homero recopiló toda la tradición oral
y la plasmó en las obras aludidas, puesto que hacia el año 750 —fecha
aproximada del nacimiento de Homero— acaeció el advenimiento de la escritura
en Grecia. Algunos estudiosos del mundo clásico afirman que Homero no fue
una persona —aunque se diga que nació en Esmirna, que pasó su vida en Quíos
y que era ciego—, sino que, en torno a ese nombre, se escondía en realidad un
grupo de personas que, con el seudónimo de "Homero", se propusieron la vasta
tarea de reunir todos los testimonios orales de su pueblo y de su tiempo. Sin
embargo, esta tesis apenas tiene, en la actualidad, defensores; y ha quedado
como una leyenda más de las muchas que, a través de los tiempos, se han ido
tejiendo en derredor de la figura del insigne poeta Homero. Nadie como él ha
descrito con más detalle el carácter y la idiosincrasia de los helenos.
LO MAS BELLO EN UN CORAZON
El propio Hesíodo nos da testimonio en sus obras de la personalidad del
gran poeta Homero. Cuenta Hesíodo que, al morir Homero a consecuencia de
una caída, fue enterrado en los y, en su tumba, se colocó el epigrama que el
propio poeta había compuesto poco antes de su accidente: "Aquí la sagrada
cabeza oculta la tierra, al jefe de héroes, al divino Homero". También se debe a
Hesíodo la expresión "divino Homero", lo cual indica el reconocimiento de un
poeta por la vida y la obra de otro poeta. Ambos se conocían lo suficiente como
para respetarse, y de ello da testimonio el debate que mantuvieron con ocasión
de los famosos juegos fúnebres, instituidos por Ganíctor en recuerdo de su padre
Anfidamante —rey de Eubea—, ya fallecido. Los hombres más sabios fueron
convocados para que demostraran su superioridad de conocimientos ante su
adversario. Por fin, quedaron como únicos finalistas Homero y Hesíodo; este
último recoge en sus escritos el momento en que ambos se inquieren y se
responden. Hesíodo pregunta: "Hijo de Meles, Homero, que conoces los
designios de los dioses, Ea, dime lo primero de todo, ¿qué es lo mejor para los
mortales?" Y Homero responde:" Ante todo, lo mejor para los que habitan sobre
la tierra es no nacer, pero, si han nacido, lo mejor es atravesar lo más pronto
posible las puertas del Hades." De nuevo pregunta Hesíodo: "Ea, dime también
esto, Homero semejante a los dioses, ¿qué piensas que es lo más bello en el
corazón de los mortales?" Y Homero vuelve a contestarle: "Cuando la alegría
reine en el pueblo y en las casas de los comensales oigan al aedo, sentados unos
tras otros, y a su lado las mesas estén llenas de pan y carnes y el escanciador,
sacando la bebida de la crátera, la lleve y la vierta en las copas. Esto me parece
que es lo más bello en un corazón."
NAVEGANTE Y AVENTURERO
Como se ve, por Hesíodo conocemos ciertos datos sobre Homero que de
otro modo no sería posible imaginar. Si analizamos las respuestas del insigne
poeta, no podemos menos que reconocer su hondura de pensamiento y, también,
su preocupación por que lo cotidiano y lo sencillo no se convierte en algo
privativo para muchos de los mortales. No obstante, la popularidad de Homero
se debe a obras como la "Odisea" y la "Ilíada". La primera de ellas narra las
aventuras del mítico héroe griego Odiseo, el mayor de los navegantes de toda la
historia.
¿Quién era Odiseo —o Ulises, como se le conoce de manera más popular?
— "(...) aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra
ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y
conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número
de trabajos en su navegación por el mar, en cuanto procuraba salvar su vida y la
vuelta de sus compañeros a la patria." Así responde Homero a nuestra pregunta,
justamente al inicio de su obra; y, en sucesivas páginas, describir todas las
vicisitudes, aventuras y eventos que acaecerán a Odiseo y sus compañeros hasta
llegar a la isla de Itaca, que tal era su patria. La "Odisea" entera es la historia de
un gran aventurero, paradigma del carácter helénico, que conoce y sabe utilizar
toda una serie de recursos con tal de conseguir arribar a su isla natal; aquí le
espera su fiel esposa Penélope, otro de los prototipos, pero de alcance universal,
de la entereza de carácter de la mujer griega.
DIOSES, GIGANTES Y MORTALES
La "Odisea" consta de veinticuatro capítulos, a los que Homero denomina
"Rapsodias". Cada parte del poema épico, que el rapsoda recitaba de un tirón,
por los pueblos griegos, constituía una "Rapsodia". En cada una de éstas
intervenía algún dios del Olimpo, y no sólo Odiseo junto con sus compañeros.
Por tanto, son tan protagonistas de las "Rapsodias" de Homero los dioses como
los mortales. Y, en la "Rapsodia" novena, el personaje de mayor importancia es
un Cíclope —hijo del gran Poseidón, dios de las aguas— llamado Polifemo,
quien, al decir de Homero, era un "varón gigantesco, solitario, que entendía en
apacentar rebaños lejos de los demás hombres, sin tratarse con nadie, y apartado
de todos ocupaba su ánimo en cosas inicuas. Era un monstruo horrible y no se
asemejaba a los hombres que viven de pan, sino a una selvosa cima que entre
altos montes se represen tase aislada de las demás cumbres."
Por tanto, el libro de Homero no sólo es una epopeya —en este caso de la
guerra de Troya—, sino que también contiene datos mitológicos de gran interés,
sin los que apenas se sabría gran cosa de los atributos de las diversas deidades,
de su poder y de sus cuitas. También se refleja en la "Odisea" el mundo anímico
de sus protagonistas mortales, lo que hace que esta célebre obra haya sido
considerada, en ocasiones, como una muestra de las mejores descripciones
psicológicas de todos los tiempos.
PALABRAS SABIAS
Desde un punto de vista literario, también se ha catalogado a la "Odisea"
como una obra maestra de la literatura universal, con su argumento siempre
interesante y con sus descripciones plenas de lirismo. Muchos pasajes
corroboran lo apuntado y aseveran la sabiduría del héroe Odiseo. Cuando éste
llegó a la corte del rey Alcínoo fue tachado de engreído y, al instante, replicó a
su detractor con palabras firmes y precisas: "Mal hablaste y me pareces un
insensato. Los dioses no han repartido de igual modo a todos los hombres sus
amables presentes: hermosura, ingenio y elocuencia. Hombre hay que, inferior
por su aspecto, recibe de una deidad el adorno de la facundia y ya todos se
complacen en mirarlo, cuando los arenga con firme voz y suave modestia, y le
contemplan como a un numen si por la dudad anda, mientras que, por el
contrario, otro se parece a los inmortales por su exterior y no tiene donaire
alguno en sus dichos. Así tu aspecto es distinguido y un dios no te habría
configurado de otra suerte, mas tu inteligencia es ruda. Me has movido el ánimo
en el pecho con decirme cosas inconvenientes. No soy ignorante en los juegos,
como tú afirmas, antes pienso que no me podían contar entre los primeros
mientras tuve confianza en mi juventud y en mis manos. Ahora me hallo
agobiado por la desgracia y las fatigas, pues he tenido que sufrir mucho, ya
combatiendo con los hombres, ya surcando las temibles olas. Pero aún así,
siquiera haya padecido gran copia de males, probaré la mano en los juegos: tus
palabras fueron mordaces y me incitaste al proferirlas.
RESPLANDECIENTE OLIMPO
La "Ilíada" narra los singulares hechos acaecidos con ocasión del sitio a la
ciudad de Troya. El protagonista principal es el célebre héroe Aquiles, hijo de la
nereida Tetis, quien, al nacer, sumergió todo el cuerpo del niño —excepto la
parte del talón por donde lo sujetaba— en las aguas de la pestilente Laguna
Estigia para hacerle invulnerable.
Por las páginas de este singular poema —compuesto por veinticuatro
cantos—, desfilan héroes y dioses con sus querencias y sus cuitas. También se
nombra en varias ocasiones la morada áurea de los dioses, es decir, el gran
Olimpo. Este es un lugar al que el poeta llena de epítetos, pues lo llama
"dilatado Olimpo," "resplandeciente Olimpo", "nevado Olimpo", "encumbrado
Olimpo"... Sin embargo, todo el libro se halla salpicado de peleas,
desavenencias, agresividad y belicosidad. El gran Aquiles es implacable con
todos los que luchan contra el, porque los dioses le protegen. Pero, muy lejos del
combate, se enamoró de Polixena, hija de Príamo y de Hécuba y, previo
asentimiento paterno, se dispuso a casarse con la muchacha, lo cual simbolizaba
el cese de la rivalidad entre troyanos y griegos. El mismo día de su boda, Paris le
disparó una flecha dirigida a su talón —al único lugar de su cuerpo que era
vulnerable—, y el gran héroe Aquiles, "el de los pies ligeros", murió.
Toda la "Ilíada" es, pues, una especie de relato en el que se intenta describir
la fuerza y el valor de su protagonista principal, así como la ausencia de
contemplaciones para con sus enemigos; es la narración de la "cólera de
Aquiles".
VIRGILIO. POETA LATINO
El vasto poema la "Eneida", del gran poeta latino Virgilio, está compuesto
por doce libros, repartidos en dos mitades bien diferenciadas. La acción de los
seis primeros cantos —que, por lo demás, forman cada uno de ellos un universo,
una especie de aventura completa, si se me permite la expresión—, transcurre a
lo largo de más de media docena de años y todo se desarrolla en lugares muy
diversos, y muy distantes entre sí. Mientras que los seis restantes libros
presentan un relato urdido en un mismo espacio geográfico, y acaecido en un
tiempo mínimo, en apenas unas semanas. Las diferencias entre ambas partes han
dado pie a numerosas lucubraciones y disquisiciones, por parte de la mayoría de
los estudiosos de los autores clásicos y sus obras.
Aunque se sabe que Virgilio nació en la Galia Cisalpina, lugar cercano a
Mantua, sin embargo, también los diversos investigadores de sus obras se han
preocupado por conocer sus orígenes más primigenios. Y, así, se ha especulado
con la idea de que Virgilio era de origen ligur; otras versiones explican que su
origen era céltico, y algunos etnólogos de prestigio han defendido la teoría de
que Virgilio era de origen etrusco. Sin embargo, en lo que a nosotros respecta,
nos preocupa —en este hic et nunc— lo que el propio Virgilio pensaba de su
obra y, para ello, nada más apropiado que escuchar el epitafio que el poeta
compuso próximo a morir: "Nací en Mantua y he muerto en Calabria. Durante
mi vida canté a los pastores, a los campos y a los héroes." Virgilio, por lo demás,
intentó en su "Eneida" describir la guerra como el peor de los horrores, aunque
le pareciera inevitable, y sintió compasión por quienes tuvieron que participar en
la lucha, fueran del bando que fueran:
Desde arriba los míseros troyanos
techos, torres y almenas deshacían
y, viéndose la muerte ya en las manos,
con ellas a los griegos resistían;
vigas, do en oro escudos soberanos
de sus abuelos y el blasón tenían,
con que inmortal renombre procuraban,
sobre sus enemigos arrojaban.
OVIDIO. MEMORIA DE SI MISMO
En cuanto a Ovidio, sabemos de él mucho más que de cualquier otro
escritor latino, pues en muchas de sus obras aparecen suficientes datos de su
vida. Por los demás, se le reconoce como uno de los creadores de la "elegía de
carácter autobiográfico". El mismo Ovidio se llama a sí mismo "cantor de los
delicados amores", y aclara que su patria "es Sulmona (ciudad de Abruzzo
Citerior), que dista noventa millas de Roma y abunda en frescos y riquísimos
manantiales. Allí nací, en el año en que perecieron dos cónsules con una muerte
igual (20 de marzo del año 43 a. C.)".
Quince libros componen "Las Metamorfosis" y, en todos ellos, aparecen
dioses y héroes y demás personajes mitológicos, cada cual con sus propias
leyendas. El primer libro expone cómo se formó el mundo a partir del caos y, al
mismo tiempo, se da cuenta de la creación de los seres humanos: "Antes de
existir el mar, la tierra y el cielo, continentes de todo, existía el caos. El Sol no
iluminaba aún el mundo. Todavía la Luna no estaba sujeta a sus vicisitudes. La
Tierra no se encontraba todavía suspensa en el vacío, o tal vez quieta por su
propio peso."
Los demás libros contienen las más fabulosas leyendas de toda la
mitología, y se narran las distintas aventuras amorosas del poderoso, y
enamoradizo, Zeus, También hay un pasaje en el que se describe la leyenda de
Faetón que intentó conducir el carro del Sol, pero no supo sujetar las bridas y
abrasó la tierra entera: "El mismo es muerto por un rayo, y su desdicha hiere a
su propia familia: sus hermanas se convierten en árboles y Cicno, su pariente, en
cisne. Hasta el propio Sol, progenitor —según la leyenda— de Faetón, se
entristece por la muerte de su hijo y profiere lamentos, a la vez que busca
consuelo. Entretanto, el Sol, dolorido por la pérdida de su hijo, empalideció. Y
todo el universo hubo de conllevar su pena". Entonces, la Tierra quedó sumida
en profunda oscuridad y tuvo que intervenir el propio Zeus —a instancias de los
humanos— ante el Sol para que volviera a alumbrarla.

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