miércoles, 3 de abril de 2019

DEMÉTER.

Hija de Crono y de Rea, hermana de Zeus, es la
madre de Perséfone —engendrada con Zeus—, también llamada
Core («la Muchacha»), El amor por su hija única marca el destino
de Deméter, diosa madre de la joven señora del mundo de
los muertos. El Himno homérico a Deméter, uno de los himnos
más bellos y antiguos de nuestra colección, relata muy bien
cómo la joven fue raptada por su tío Hades y cómo su madre
emprendió su larga búsqueda. Logró al final enterarse de la
identidad del raptor y del paradero subterráneo de Perséfone,
a quien Hades desposó y retenía a su lado como reina de su
mundo infernal. Deméter, diosa de los cereales y de la vegetación
amenazó a los dioses con retirarse y dejar los campos
yermos y las semillas sin germinar. Y Zeus exigió a Hades que
dejara volver a la luz a Perséfone. Consintió Hades con la
condición de que la diosa no llevara consigo nada de su mundo
inferior. Pero, como Perséfone había comido unos granos de
una granada, no pudo sin más regresar con su madre. Al final,
los dioses acordaron un arreglo: Perséfone pasaría una temporada
con su esposo en el Hades (los meses de invierno) y retornaría
con su madre durante dos tercios del año. (En la época en
que florecen los campos y maduran las cosechas, por gracia de
Deméter.)
Las dos diosas, madre e hija, recibían culto especialmente
en Eleusis, donde tenían un famoso santuario y donde se celebraban
sus misterios. No sabemos bien en qué consistían los
cultos —qué se hacía y qué se veía en el interior del templo santo
de Eleusis—, pues los ritos estaban reservados a los inicia
dos y debía mantenerse el secreto absoluto sobre ellos. Pero el
motivo de que Eleusis fuera el lugar consagrado a Deméter lo
explica un episodio mítico. Allí se había detenido la diosa en su
búsqueda afligida. Iba vestida como una vieja de hermosa presencia
y fue admitida en el palcio del rey Celeo como nodriza
del pequeño Demofonte. Quiso la diosa hacer inmortal al niño
sumergiéndolo, en un rito iniciático, en el fuego. Pero estaba
acercándolo al hogar encendido cuando la descubrió la reina
Metanira, que chilló espantada ante la escena. Deméter dejó al
niño en el suelo y se mostró en su aspecto divino. No hizo inmortal
al pequeño príncipe, pero guardó gratitud a la familia
por haberla acogido un tiempo. Y luego ofreció a Triptólemo,
hermano de Demofonte, una espiga de trigo, comienzo del cultivo
del cereal en el Ática.
Hay otros relatos sobre Deméter. (De su amor con Yasión
tuvo a Pluto, el dios de la riqueza.) Es una divinidad agrícola y
civilizadora. No una diosa de los aristócratas, sino del pueblo
campesino. Por eso no figura en los poemas de Homero. Ella
aportó el cereal y su cultivo, como Dioniso la vid y el vino, y
Atenea el olivo y el aceite. Eso es lo esencial sobre la diosa y su
hija. En muchas fiestas se las invoca y adora juntas como a «las
dos diosas» (Theó). Las fiestas de Atenas más importantes en
honor de Deméter y su hija eran las Tesmoforias, fiesta sólo de
mujeres, que conocemos por una famosa comedia de Aristófanes:
Las tesmoforiantes.

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