jueves, 4 de abril de 2019

MITOLOGÍA AYMARA-KHECHUA

Los dos principales grupos humanos de Bolivia

Este privilegiado pedazo del mundo –al que llamaron América– a quién besan con amor
los dos gigantes Atlántico y Pacífico, –es incuestionablemente, el sueño originario de
legendarias razas plenas de frescura y vigor. Y el hombre de estas tierras, sin embargo
de constituir una unidad antropológica, presenta variadas modalidades étnicas e
interesantes fases de evolución, resultantes de sus mismas condiciones cósmicas, tan
singulares.
Vamos a detener nuestro aporte de investigación enteramente en el aspecto etnológico–
cultural de dos de los más poderosos grupos étnicos del continente en su parte
occidental: Aymaras y Khechuas. No nos ocuparán las demás razas y sub-razas
americanas (Patagona, Araucana, Mojo, Antilla, Chipcha, etc.) ni las de Bolivia
(Tacahuara, Araona, Cavina, Chiquitos, Izoseña, Penoquiquia, Guaranoca, Taipi,
Otuquis, Guaranaigua, Samuco Choroti, Toba, Matacu, Tapieti, Chiriguana, Chulupi,
Nachtene, Motitina, Mataguaya, Sanapana, Guaycurú, Chamacoca, etc., etc.). Aymaras
y Khechuas, las formidables razas son dignas de nuestras observaciones. Fueron un
día dueñas de una parte del Continente, desde el Ecuador a Tucumán,. Están
distribuidas en todo el Occidente de Bolivia. Los Aymaras son dueños de la Cordillera y

la Meseta. Los Khechuas, del resto.


La naturaleza, origen de la cultura Khechua Aymara

El hombre de los Andes, vencedor del Altiplano inclemente, encontró para su innata
aspiración espiritual, honda raigambre en la estupenda naturaleza que le rodeaba.
Frente a dos infinitos, la Altipampa en que vivía y el cielo que contemplaba, encontró en
esos dos objetivos atributos de la naturaleza, la fuente prima y segura para dar paso a
sus aspiraciones místicas. Dominados del esfuerzo imaginativo que condujo a otros
pueblos a la elaboración diríase intelectual de teogonías, encontraba la explicación de la
fenomenalidad ambiente, en esas dos potencias generadoras de todo cuanto bueno
estaba a su alcance. La tierra y el cielo, y en este el sol fueron sus elementos máximos,
y en los cuerpos y seres que poblaban el universo, vio la teleología inmediata de todos
los fenómenos, y en todos ellos encontró motivo de misticismo y adoración.
Desde los apus primitivos que vivían en el seno de las cavernas andinas; que veían
brotar milagrosamente de la admirable tierra, las plantas que asistían a sus menesteres,
y que con el milagro del sol, que ya intuían vivificador, tenían la explicación del secreto
del origen de la laboriosa alquimia que se producía en la tierra, hasta el culto
Tiwanakhota y el Sabio del Incario vieron en la tierra y en el Sol las más supremas
fuerzas invariables, siempre bondadosas, y ante todo, inermes para analizar, justipreciar,
premiar o castigar los actos humanos.

Es ese el carácter genuino, eminentemente vernáculo de la mitología aymara-khechua .

Influencia de los agentes cosmogónicos.

La situación astronómica de esta parte del Continente, fue escenario propicio para
levantar el espíritu y alumbrar la inteligencia de su sus hombres. A través del estudio de
su Cultura, vemos que el Ande –Aymara y Khechua– identificóse con la misma
naturaleza que le diera sentido del ser desde la lejana estrella, hasta el polvo de tierra
que besara religiosamente en sus arranque de Infinito. Cada estrella, casa astro, era
para el un ser bajo cuya influencia desenvolvía su vida. Una constelación –él conocía
perfectamente todas– le revelaba las normas de su pasado, presente y futuro; las
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épocas, buenas o malas, que advendrían; la conveniencia de emigrar; la oportunidad de
las siembras; iniciar un trabajo; realizar un matrimonio; el estado de salud y las causas y
efectos de todos los acontecimientos astronómicos: estaciones, eclipses, cometas,
lluvia, viento, tempestad, etc., etc., de tal manera que él, integrado a estas revelaciones
–tan palpables en sus latitudes– no ignoraba, no vacilaba. Al contrario, ejecutaba,
decidía, porqué sabía que obraba bajo leyes inmutables. La duda es signo de temor:
éste, de ignorancia; el indio era astrónomo no podía vacilar.
El viento, muy bien estudiado por él , fue siempre el factor determinante de la ubicación
geográfica de sus pueblos y de la orientación de sus ciudades. La altura, ha dado un
matiz muy peculiar a su cultura. Con su atmósfera pura y transparente, sutiliza el alma y
da paso a concepciones superiores.
El sol, siempre ha constituido para él, la representación del principio y fin de las cosas,
dando paso a la creación de una religión sana y fecunda en filosofía incontrovertible de
tal suerte que, toda la grandiosidad de los monumentos de Tiwanaku y de la inkanidad,
emergen de la influencia de este astro. El conocimiento de todos los secretos de la
astrología por nuestro antiguo indio para aplicaciones científicas (la misma farmacopea
es una resultante) patentizada en sus sistemas, leyendas e instrumentos, da señales
inequívocas –es lógico– que se dejó llevar por la admiración absoluta de todos los
fenómenos solares. De esta manera, hace ciento veinte siglos, él fue precursor de la
novísima religión que abrazará la humanidad dentro de ciento veinte siglos: la Eliogonía;

el Gnosticismo; Cristo convertido en el Sol, y Sol convertido en Cristo.



Agentes físicos geográficos

El Ande Aymara ha captado en su ambiente de Montaña y Altiplano la asombrosa
disciplina psíquica; la idea de exactitud; de matemática; de línea; de proporción; de
estética que ha dejado en todas sus obras arquitectónicas y que conserva –latente– en
lo profundo de su personalidad.
La puntualidad, las resoluciones infalibles, son hechura de este ambiente geográfico.
El Khechua, esparcido por los valles, plasmó sus costumbres en la dulzura y tibieza de
su Idioma, en los cromos de sus Vestidos, en la melodía de su Música, en sus Casas
altas de aspecto risueño junto a los establos repletos.
La vecindad de los ríos fertilizantes, ha dado confianza a la labor y de esta manera han
tenido fe en sus actos administrativos, lo mismo que el Nilo o el Gangues, los ríos
Desaguadero, Chokheyapu, Huayna, Pilcomayo, han resultado ser creadores de
grandes culturas.
Y así, el Lago Titicaca ha dado vida a culturas avanzadas, cuyos fastos perduran por los

siglos de los siglos.

Influencia de los agentes Zoológicos

El alma pura y salvaje de las bestias con sus manifestaciones de coraje; de nobleza, de
elegancia, de invariabilidad, de perseverancia y lealtad, ha sido recurso de aproximación
del alma india a los planos ignotos de lo inexplicable. Así en el vuelo y la majestad del
Cóndor ha encontrado un soplo divino, de realeza, de libertad y de poder. Y todas sus
interpretaciones de superioridad ha simbolizado en la fuerza subyugante de este
hermoso ser, tan autónomo y tan digno como ningún otro. El Puma y la Llama, la
Vicuña, el Zorro son abstracciones a la vez, de sus concepciones metafísicas.
La naturaleza toda: cielo, aire, tierra, fuego, agua, todo, ha contribuido a desertar su
sentido humano y a contaminarlo muy pronto, con especulaciones superiores de estados
de espíritu idiosincrático, para hacerlo creador auténtico de culturas, también superiores.
No otra explicación tienen las épocas culturales sucesivas de pueblos que perduran en
sus ruinas y reliquias científicas, expuestas en sus interpretaciones mitológicas; en la
idea Tiempo representada en la Ondulada Infinita; en la idea Cielo y Tierra, Noche y Día;
en el Puma, la Llama; en la Naturaleza feraz asimilada a su espíritu, en paisajes
captados a escenarios llenos de colorido y forma; en los aspectos de su Cerámica
Alfarería, Agricultura, en sus representaciones astronómicas; en la Geometría, en las
Matemáticas objetivas; en su Mineralogía, etc., etc.
Culto de los antepasados Adoración del Sol antes de los Inkas

Antes de que los Khápaj conquistaran a Khechuas y Aymaras, todos los antepasados
habían sido paganos, exquisitamente paganos: rendían culto a la Naturaleza y a la Vida
en sus infinitos misterios y manifestaciones. El sol, como fuente de vida, era motivo de
reverencia. Más, no con atributos astronómicos de sus fenómenos ni en la forma
subjetiva y espiritual que se le llegó a adorar durante el imperio. Sin embargo de todo,
esta época de transición no pasó las fases críticas de otras razas. Examinémoslas.


Fetichismo

El Fetichismo, la primera etapa de todo pueblo en transición, pasó por la mente de
aquellos hombres con caracteres interesantes.
El misterio de todos los fenómenos, lógicamente, tuvo que herir en un momento dado, su
criterio y su imaginación. No sólo las manifestaciones objetivas de la naturaleza
atrajeron su atención, sino también la presencia y la existencia de todo aquello que
consideró extraordinario sobre cuyo origen no había explicación posible.
En la época que nos ocupa, se había llegado a crear por propias manos e imaginación,
otros seres, según carácter o psicología atribuibles. La Arqueología nos presenta tipos

de esta naturaleza, de grande interés para la investigación.

Los ídolos
Como inteligente objetivización del ser superior, nos presentan sugerencias dignas de
atención. No solamente los antepasados, los héroes o los hombres privilegiados fueron
objeto de representación, sino también, los mismos animales que beneficiaban y los de
superioridad admirable entre los demás de su especie, en la determinada y
característica zona geográfica: en los lugares vecinos a lagos y ríos, el ídolo Pez; en el
valle, el Puma, y así, en captaciones peculiares. Las aguas, así mismo. Esto no
necesita mayor argumentación.

La adoración de todos los fenómenos astronómicos, llamó también su admiración de
pagano. Este culto marginó sentido de observación e investigación en el Andino, de tal
suerte que, cuando los Inkas, se incrementó hasta llegar a desarrollar en forma
sorprendente el sentido de intuición de que carecen muchas colectividades y pueblos
modernos. No se puede negar al Andino estas dotes despertadas al calor de sus
paganos afanes de religión, costumbres y vida, aspecto que ha sido índice de una
psicología superior
Los antepasados

Constituyen la parte más seria de sus creencias. Los sabios, los conquistadores y
dominadores, los fundadores de un grupo inmortal, de una dinastía, los próceres,
pervivían, a través del tiempo, y las generaciones, en la memoria idólatra, constituyendo

motivo de cultos ostensible en épocas determinadas.

Culto de los muertos
El culto de los muertos, forma de religiosidad de la que ningún pueblo antiguo ni
moderno de ninguna latitud se ha excusado, fue uno de los puntales de su visión sincera
del más allá. Supo intuir la pervivencia del espíritu y aún la reencarnación. El cuerpo
material que es entregado al seno de la madre tierra como tributo, deja de ser, mientras
tanto que el espíritu, necesita culto. Sus ritos, no necesitan mayor argumento, puesto
que son comunes ahora a los demás pueblos, y, la misma tradición inveterada, nos los
muestra hoy en sus formas originarias y misteriosas.
Los de abolengo, y los demás antepasados, forman una cohorte de espíritus ante cuyas
sujeciones e influencias están sometidos los vivos. Con mayor frecuencia y con
verdadera fe –con fe más sutil que ante cualquier otra deidad– se acude al juicio y a la
protección de los espíritus, porque habiéndose vivido vinculados a ellos por lazos de
sangre, de casta, de comunidad, están imbuidos con mayor detenimiento de cuanto se
es y se puede ser.
Frente al misterio de la misma vida, en este siglo, el hombre no ha dado grandes pasos.
El recuerdo subjetivizado de sus antepasados y la incognoscencia del más allá lo
empuja con infalibilidad, hacia el culto, digamos, si, de los suyos.

Wirakhocha
En la lejana oscuridad del despertar de la conciencia humana, surge como primera figura
el Creador y Todopoderoso Wirakhocha. Su misión con los hombres es misericordiosa.
El ha hecho el Universo, y cuando los Aymaras llegan al límite de lo malo, grande es su
amargura y mayor su ira: petrifica a todos os seres y convierte a los hombres en
estatuas de piedra. Tijsi, Khon, Illapa, Pachayacháchej, son diversas formas de la

personalidad de Wirakhocha.

Pachakámaj
Wirakhocha, desengañado de la naturaleza humana y después de castigarla con
crueldad, desaparece de la época, y su divinidad es reemplazada con la de
Pachakhámaj.
No conocía ni valorizaba a lo católico el pecado. Pero si, concebía claramente la noción
de lo bueno y de lo malo, a través de la misma expresión natural.
Sin embargo, el culto de la venganza, como único medio de hacer prevalecer la justicia.
Testigos de estos actos eran los dioses a quienes se solicitaba ayuda para el mejor éxito
del triunfo de la justicia, de tal manera que, resultaba un escarmiento y una enseñanza
para el futuro. Los trofeos eran ofrecidos como digna cosa. Precisamente un Dios de la
venganza, no existía, como sucede en la mitología de muchos pueblos antiguos.
Tampoco entre los dioses se practicaba este sentimiento duro. Las leyes salomónicas,
las leyes de talión, para la norma de civilización, seguramente, tuvieron aquí sus
precursores. Sin que haya nacido aún el Divino Maestro se practicaba “Ojo por ojo”,
“Diente por diente”.
Pese a las formas de idolatría, el antiguo andino jamás llegó al cretinismo vergonzoso en
que se debatieron –y siguen algunos, –otros pueblos al pasar por la época nebulosa de
su evolución. La Honradez, la Verdad, la Justicia, fueron abstracciones que muy
rápidamente tomaron de los fundamentos de sus creencias religiosas.
Ideológicamente lejos de condenar el fetichismo inspirado en el respeto y la adoración
de todo lo respetable y lo adorable, admitimos estos sentimientos, ya que resultan ser
una forma de la admiración, es decir, de la sinceridad, de la espontaneidad, de la
honradez de sentimientos. Lo contrario del egoísmo. El hombre civilizado de hoy con la
cultura de cincuenta siglos y veinte eras que tiene, no otorga fácilmente, con esta
ingenua solidaridad, su admiración. La investigación, la ciencia, lo ha hecho otro
hombre.


Culto al sol
Wirakhocha, Khon, Tijsi, Illapa, Pachayacháchej, los fetiches ni nada, jamás habían
inspirado las concepciones espirituales que ha sabido inspirarlas Inti a los Andes como
finalidad de vida, como razón de existencia, como consecución de liberaciones.
El culto a Inti enaltece aún más a sus hombres en el aspecto ético y religioso.
Inti, padre y creador y Phajsi, maternal, envían a sus hijos en mensaje de paz y
civilización. La sola advocación de sus nombres en labios de estos, obra el milagro de
despertar la conciencia y elevarla a planos desconocidos de moral, de humanidad.
Establecida la eliogonía bajo auspicios sin precedente en otra raza, inspiró desde el
comienzo, una admirable organización social. Todo cuanto ha producido el genio nativo,
es resultante de esta adoración: Monumentos; adoratorios; recogimientos; pompas y
símbolos en el vestido; riqueza; música; arte; estética; etc., etc., habiendo llegado a
entregar al juicio histórico de hoy y de mañana una grandiosa cultura digna de respecto
desde todo punto de vista.
Inti es Dios mismo, supremo creador, omnipotente. A la deducción andina, todos los
dioses de los pueblos antiguos, no son sino creaturas de Inti, enviadas por él para regir
el destino humano. Inti se reveló a los hombres que supieron hacerse dignos de
llamarse “Hijos del Sol” y de representar una forma de gobierno en nombre de él como
llegó la hora de que el Ande lo hiciera.
He aquí la acción histórica creadora de este tipo de cultura y el significado filosófico de
su mitología:

Inti Khakha
Las grandes religiones, los ideales sublimes y las culturas inmortales que han llegado a
absorber la mente humana en las eras más famosas, han sido reveladas en medio de la
grandiosidad y del misterio de una cumbre. La Cristiana, ha sido consagrada en un
monte. Los picos andinos solemnes, poderosos, divinos, crearon una raza. Inti, le
confirió sus poderes al pie de los Antis, Inti Khakha, en una hoya de privilegio: el Lago
Sagrado.
Y sus aguas son vehículo de los poderes infinitos que la época cósmica quisiera
transmitir a las edades por intermedio de esos hombres brotados mágicamente de entre
las nieves y las cumbres del legendario Antis.
Se había comprobado que por entonces, en Inti Khakha, jamás se posaban los pájaros.
Despedía un resplandor que le confería una rara belleza. Y ante todo, la condición
extraordinaria de que en Inti Khakha la inteligencia se habría y daba paso a
concepciones nunca experimentadas en otras latitudes. Por ello peregrinaban hasta allí
hombres desde los puntos más distantes, hasta darle hoy, a través de la Historia, tanta
celebridad como a Delos o Sinai. Y por ello mismo, la tierra que cubría las parcelas de
cultivo de la Isla, la llevaban los vasallos sin ocupación, en el cuenco de la mano, desde
tierras lejanas.
Su poder mental fue de proyecciones tan potentes, que llegó a incubar una psicología
nueva y a plasmar una alma dúctil en los hombres que se albergaron a su arbitrio La fe
que supo inspirar, no se ha extinguido hasta hoy, porque el Lago Sagrado siguió
manteniendo ese puerto de consolación y de esperanzas que hace acudir allá a
peregrinos de todas las naciones de ambos Continentes y de toda condición social y
religiosa. Yupanqui, uno de los últimos vástagos reales del Imperio, ha perpetuado –por
extraordinario caso– este mito edificando a la madre Pachamama en la bellísima imagen
de una Virgencita cristiana. Qué significa la envoltura exterior de esta Virgen María, si el
genio que ha puesto en la obra el autor, sabe que se refiere a una de las Creaturas del
Sol, y nada más que del Sol, puesto que él mismo se encargaría de la pervivencia de su
culto entre los hombres americanos?... Titikhakha ha sido la meta divina de los Hijos de
Inti; hoy, sigue siendo la meta de fe cristiana. Allí está una Virgencita. Para los blancos,
significa una cos. Para los descendientes aymaras y khechuas, otra. Para ambos, un
abrevadero divino y vehículo de espiritualidad.

Templos del Sol
Tiwanaku, el Lago Sagrado, Illimani, la capital Imperial, Pachakhámaj, Inti Khakha, las
islas, eran santuarios natos.
Son símbolo viviente del poderío del culto solar. Todos ellos se comunicaban
subterráneamente con los Palacios Reales de Cuzco y las Islas del Sol y de la Luna.

Los recogimientos de las Ajllas en Khoatí, han sido fuente vital de acontecimientos
epopéyicos. Las vírgenes del Culto, eran también recurso de amnistía: Los Jefes
sometidos, eran invitados a elegir la más bella para esposa, lejos de ser condenados a
la última pena como ha ocurrido casi siempre a través de la Historia de otros pueblos.
Vinculado ya el Jefe, era lógico que todo cuanto le perteneciera pasara, de buena
voluntad, a engrandecer la Corte Imperial.

Calendario Andino
Intiwatana
Instrumento sagrado que ocupaba el lugar sobresaliente en los Templos y Palacios,
destinado para marcar la hora solar matemática. Un reloj de precisión admirable con la
imagen de Inti en la parte central.
El Calendario Inka para el cómputo del Tiempo como Instrumento del Sol, es
maravilloso.
Estaba regido por lunas. El año era dividido en doce meses entre los que se repartían
todos los días.
El primer mes del año comenzaba con el solsticio de verano –en diciembre del
almanaque latino– con la fiesta de Khápak Raymi, cuya denominación tomaba todo el
mes. Entonces, era cuando se hacían las ceremonias de la fiesta de Kinsa Inti o de la
“Trinidad”, concebido y simbolizada en “Apu Inti” Kusip Inti”, “Intip Auki” “Padre Sol”, “Hijo
Inka” “Hermano Mayor” , en un solo dios: “Inti”.
Los animales de sacrificio debían llevar una cinta de tres borlas en la cabeza. Se
encendían grandes hogueras en la Isla, a cuya vista, debían encenderse
consecutivamente en todo el Imperio.
La Concepción Inka de esta Trinidad se evidenciaba en tres soles de oro que
centelleaban tanto, que ni los mismos pájaros podían mirar ni aproximarse allí. Y en la
“Fuente de Inka”, con tres chorros que preconizaban un idioma universal y único en el
Planeta, además de los dos ya conocidos: el de los antepasados, el de la Cultura del
día y de la del futuro.
En este primer mes del año se armaban caballeros y Capitanes, vistiéndolos de túnicas
con borlas a la cabeza. Los armados nobles y valerosos eran sometidos a varias
pruebas en que demostraban voluntad.
Los delincuentes entonces, debían comer pan amasado en ese ceremonias.

Los demás meses del año
Khámaj, dedicado a Wirakhocha. Las cenizas de los sacrificios y otras ofrendas, eran
echadas al Río para que las aguas las llevasen a Wirakhocha.
Jatun Pokhoi, mes en que las doncellas se hacían su peinado que significaba su
disposición a casarse.
Pacha Pokoi, equinoccio de otoño.
Ali Aukin, quinto mes. De la devoción, en que las ofrendas eran adornadas
especialmente con flores de todo color.
Jatun Auki, sexto mes o fiesta del maíz y cosecha, en que se recogían los marlos más
grandes para semilla.
Aukiy Kusik Intip Raymi, mes del solsticio de invierno, de grande solemnidad. Vestidos,
Música y pompas. Se echaban flores silvestres por los cominos. El mismo Inka bailaba
este mes. Grandes bailes de Inti, de Phajsi, de Pachamama, de Mallku, de la Wari, de
Wirakhocha, de Khoyllur, de los Guerreros, de los Callawayos, de los Kullawa de las
hilanderas de los Marinos, de los Inkas aparecidos.
Chchawuar Auki, mes dedicado a la Luna.
Yupa Auki, mes de primavera, dedicado a los lares, antepasados y muertos, con
ofrendas destinadas a quemarse en loor de las cementeras y de Pachamama.
Kho Raymi, décimo mes, del equinoccio de primavera y de la gran fiesta Citúa, dedicado
a la primavera y a la Luna Nueva. Realización de los grandes baños colectivos en las
fuentes, durante las noches de luna, haciendo de esto, motivo de delicadeza social. Las
jóvenes que eran por primera vez madre, hacían ofrenda de sus primogénitos a la luna,
invocándola: “Madre”.
Uma Raymi, Ppunchai Auki, undécimo mes, dedicado a las cumbres y al agua: UMA.
Aymara, Aya Mara, duodécimo y último mes, en que los jóvenes y los ancianos
acostumbraban bailes con una serie de vueltas, como interpretando el curso de la vida y
de los astros.
Intip Raymi, Sitúa, Tthu Raymi, Kusip Raymi, Jatun Raymi, Khápaj Raymi

Grandes solemnidades de introducción a una época determinada de actividades:
Coniqustas; oráculos; recoger Ñusttas; efectuar alianza entre pueblos conquistados;
comenzar edificaciones; abrir cominos, puentes y acueductos; realizar olimpiadas, etc.,
etc., en la invocación sistemática de Inti.

Wirakhocha
La concepción Aymara admitió a Wirakhocha como el supremo creador de origen.
Pero la figura omnipotente y a la vez severa y enojadiza de Wirakhocha, desapareció
tras duras enseñanzas a los hombres delincuentes. Wirakhocha, durmió para siempre el
sueño que, a su turno, le cupo en el destino fantástico de la mente humana en la
efervescencia del misterio.
En cambio resurgió, cuando el culto de Inti, otro Wirakhocha más humano, más divino,
enviado por Inti para bienaventuranza de sus prosélitos. De la espuma pura e
inmaculada del Lago Sagrado, surgió y reveló a los sacerdotes el culto de su designio.
Los Pachakútej, son los elegidos para el advenimiento de este insigne mensajero.
La misión que trajo fue de paz, de progreso, como dádiva de Inti a los hombres de bien.
Su figura no se materializó. Sus enseñanzas las reveló en espíritu. Bendijo al pueblo de
Inti. Favoreció sus conquistas y su obra. Ellos en cambio, inmortalizaron su nombre en
el sino de uno de sus monarcas.

Kuntur Mallku
El símbolo que había sido el centro de las excursiones en el misterio de lo lejano del
Imperio Tiwanaku, vino a constituir emblema valioso en los imperios sucesores.
Mallku: infinito, alto, autónomo. Su poderío y su privilegio: él sólo podía asomar la
cabeza a los reinos de Inti. Fue captado para la expresión de supremacía y de poder
dentro de sus divagaciones de infinito y dentro de sus normas de gobierno.


Khaura
El señorío, la limpieza, la sobriedad, la elegancia aristocrática de este bello ser,
constituyeron interesantes captaciones para cofres de ofrenda en manos de las vírgenes
del sol. Y son ofrendas propicias para todas las oblaciones. Sus entrañas y su sangre
fueron derroteros de revelaciones accesibles solamente a la prudencia de los sumos
Huillaj Humu y de los clarividentes Yatiri. Una llamita blanca equivalía a una doncella de
la Luna, del Sol o de Khoyllur, la estrella mayor. Existe infinidad de cerámica con el
símbolo llama. Lleva la espalda oradada. No se comía su carne sino en casos de
sacrificio. Su caza constituye uno de los juegos de olimpiadas para dar dignidad a los
muchachos jóvenes; era objeto de un verdadero rito en fiestas oficiales.
Puma
Su elasticidad, su finura, su arrojo, no pasaron inadvertidos. La cabeza y las patas son
símbolo elocuente en toda la Historia Mítica del Andino.

Tunupa
Tiene igual misión que Wirakhocha. Magnifica su poder con actos que maravillan a
grandes y pequeños. Por eso lo llaman Taápaj, hijo del creador. A su paso, cede la
naturaleza y sus plantas dejan huellas en la roca; aves de hermoso aspecto presiden
sus pasos; navega en las aguas del Lago sobre su manto tendido; traza caracteres,
como de escritura, sobre la roca. Algunos hombres malos tratan de quemarlo vivo, pero
él sale tranquilo e ileso de entre las llamas de la hoguera ...... Hasta que por fin, se
pierde en el Lago Sagrado, adonde los malos lo echaron amarrado. Más, se sorprenden
al ver que la figura de una joven hermosísima guía su balsa y llegando al límite del Lago,
abre una senda formando un río que sigue su curso hasta perderse en el lejano
horizonte.
Prácticas de culto
Son sus prácticas tan elevadas y sinceras, que se hacen dignas del mejor culto cristiano
de hoy.
El ayuno
Es practicado desde el mismo Inka hasta el último vasallo, absteniéndose de carne y sal.
El primer Jefe llega a ayunar hasta un año entero, en ciertos casos.

Las vírgenes
Ñustas, educadas desde la tierna infancia en el recogimiento, eran desposadas con Inti,
en la persona del Inka, a los diez y seis años, en oportunidad de los Raymi.
Tres categorías de vírgenes elegidas por su belleza: Guayrurus, Yuraj-ajllas y
Pakhoajllas. Todas las prendas del culto y los vestidos del Inka y de los personajes de
la Corte, eran tejidos por estas manos virginales, a quienes repartía la labor sagrada, la
suprema Mamakuna. Elas mismas hacían la Akha sagrada; pero, sin beberla por
razones de rito. Cada una dormía sola en su celda. Varias veces al día recibía la visita
de la doncella suprema. El gobierno les señalaba sus rentas y además, las
comunidades les hacían sus siembras. Para admitirlas eran escogidas rigurosamente
por su belleza física. La infiel, era castigada con la pena de muerte. Para sus
desposorios reales, salían por primera vez a la Plaza Mayor, Aukhapata.
Su misión en la vida era hacer el culto. Esto se lo recordaban constantemente los
símbolos que tenían en el templo: Inti, un Inka de oro macizo con piedras preciosas;
Khoatí, una Khoya de plata; Chchaska Khoylur, una Ñusta, también de plata.

La confesión
Antes de arribar al Templo Sagrado, todo peregrino debía purificarse en la confesión, por
la que acusaba sus defectos por voluntad propia y era perdonado. Los grandes
Sacerdotes recibían este ritual, situados en todas las estaciones por las que transitaría el
peregrino. En la misma Isla existían tres oráculos: “Puma Punku”, “Kkhentipunku”
“Pillkhopunku” donde se hacían los últimos ejercicios de disciplina y voluntad

La comunión
Era una práctica que se realizaba en forma muy espiritual, a la hora de la primera salida
del sol. Consistía en la entrega de una flor emblemática por el sacerdote del Culto. A
las Ñustas, entregaba el mismo Inka con estas palabras: “Ama sua; ama Kehella; ama
llulla”. “Trátame bien. Soy yo mismo”.

El embalsamamiento
Culto que el Ande llegó a revelarlo hasta convertirlo en Ciencia.
Ninguna otra civilización llegó a conquistarla en esa forma perfecta. Y aún más: lo
significativo y elevado de un monumento funerario, nos ha sido legado por la
espiritualidad de la raza. En la mayor parte de las latitudes, se tenía cuidado de guardar
la posición del cuerpo embalsamado por razones de orden mágico: Los Chullpas, eran
acomodados de cuclillas, tal como los indios se sientan con los pies bajo los muslos para
orar, y los cristianos, de rodillas.
Lo grande del culto al sol ha sido la tolerancia con el culto y los ídolos de los pueblos
conquistados y vencidos. Sus ídolos eran conducidos juntamente con sus caudillos, a
los templos de Lago donde se les daba un lugar, y, adonde podían acudir cuantas veces
quisieran, siempre que oficialmente rindieran culto al sol. De esta manera, los templos
eran museos y así se enriquecían más con las ofrendas valiosas que esos pueblos
llevaban para los suyos....
Gracias a esta táctica, los soberanos Inkas enriquecían su Imperio y sometían a sus
cautivos a una sujeción indefinida, voluntaria. Se conquistaban, pues, naciones, incluso
sus dioses Qué mandatario podría hacerlo hoy? Poco a poco, por su mismo concepto,
frente al brillo humillante de Pancha, –la faz del sol en pedrería maravillosa– llegaban los
conquistados a la certidumbre de que sus dioses no servían para nada y que la única
religión debería ser la de Inti...
Por fidelidad, por razón rotunda, la cultura de mañana de Indo-América, tiene que volver
a tomar la filosofía de la cultura de ayer. Nuevas y atrevidas asersiones de la filosofía
gnóstica pretenden, hoy mismo, llevar la vista del espíritu contemporáneo hacia la
omnipotencia del sol.
Y el Indio de ahora?

Es el mismo que hacen diez siglos: honrado, puro en sus creencias; fiel al legado de sus
mayores, pese a la obra corruptora del coloniaje y al mal ejemplo del blanco.
Los católicos han pretendido imbuirle una religión sobre cuya moral jamás se han
preocupado en darle explicaciones. Símbolo de esta obra queda en pie la actitud del
padre Valverde. Ante él y ante la legión de ministros católicos que se le han presentado
impositivos y despóticos, ha permanecido mudo, ciego y sordo, por culpa de ellos
mismos y de la idea pobre que abrigan de su conciencia y de su criterio. El no ha hecho
sino enmudecer y acatar, en apariencia, enterrando en el fondo de su alma su juicio de
su cultura antepasada, testigo de todas sus angustias de siglos.
En la imagen de la religión de “los otros”, el indio rinde culto subjetivizado a la de sus
antepasados; más misericordiosos; menos codiciosos. Porque, en nombre de la religión,
hoy se le golpea y se le despoja y se le abomina; ayer, en nombre de sus dioses, se le
daba tierra, amor, porvenir, felicidad.
Por acatamiento “al más fuerte”, parece católico. Muchas veces se manifiesta fanático y
llega hasta a reunir con denodados esfuerzos, pequeños capitales que significan sudor a
través de mucho tiempo, para derrocharlos en una fiesta católica, cuando, precisamente,
en esas imágenes está latiendo el sol para sus ojos fieles de Aymara o Khechua.
Desde los cuatro puntos cardinales del antiguo Khollasuyu, en lo elevado de las
cumbres, sigue sus rituales legendarios.
En las fases astronómicas del sol. Madruga al amanecer y con grandes incensarios de
arcilla fina, espera de rodillas la aparición del astro, rodeando en esta actitud, sus altares
tradicionales, donde todavía yacen algunos de sus antepasados, a quienes hace testigos
de sus actos. A medida que aparece el sol, va soplando el incensario, extendiendo
ambas manos en señal de adoración y besando con la frente el suelo. Pocas veces el
blanco burgués presenta este culto, porque “a la hora” que despierta él, ya se ha
consumado el culto.
En tros centros son agrupados los Jilakhatas, para asistir a sus cultos y marchan en
representación de la idea íntima de sus pueblos, acompañados de una cohorte de
jóvenes que tocan música ritual y de jovencitas que deben cantar los ritmos que se
transmiten a través de generaciones y siglos.
De esta elevada religión ha salido una elevada ética. Representa para él alguna moral
la simulación del blanco? No. El indio es y ha sido honrado, justiciero, legalista,
solidario; respetuoso, por amor a su religión y a su moral, no por imposición ni temor.
Exacto, generoso, demócrata como el mismo sol a quien copia su alma y su infinitud;
fuerte, altivo, como el Mallku a quién admira; invencible, tenaz, como la cumbre que
respeta; capaz de todo sacrificio por los suyos como sus antepasados.

Culto a la tierra
La tierra, es decir, el laboratorio milagroso que convierte la inmundicia en perfumada flor;
el recinto de donde aparecieron los hombres de admirable conciencia humana; el lugar
donde van a morar los despojos queridos; la tierra, receptáculo de donde salen todos los
misterios; de donde sacan todas las riquezas concebibles, había dado en llamar el
Andino, acertando en forma intuitiva, PACHAMAMA.
Y no sólo porque es la representación de todo cuanto podía tener y desear, sino, porque
es lecho de Inti. Por eso es MAMA.
Pachamama tiene poderes y atribuciones como Inti, ya que es infinitamente
misericordiosa como él. Ella, como madre piadosa, tenía que presidir todo el culto del
sol.
Las primeras preces eran para Pachamama; las primeras gotas de sangre de las
víctimas de sacrificio; la primera flor de comunión; los desbordes del cáliz de ofrendas,
Chchalla, para ella, cuyo cuerpo se abría en mil bendiciones y magnanimidades.
Los Lagos sagrados son hijos de la tierra, alimentados en su seno, y de los montes de
cuya venas emergen los ríos, los valles, la meseta, la cumbre. Todo estaba concebido
en la tierra por obra de Inti, poder que da vida.
La existencia de un edén lejano, alto, que espera después de la vida, se llama
JANAJPACHA, tierra lejana. Allí está presente –como aquí también– Pachakhámaj, el
poderoso que vigila los actos humanos y a quién hay que implorar como a mediador
ante el Sol.
Hacia la tierra se dirigían las plegarias fúnebres del doliente por el ser querido.
Entonces, se improvisaban –como hoy mismo– canciones que tenían consejos y
encargos y ruegos a la madre tierra. El doliente, no lloraba: cantaba quejumbroso. De
vuelta a la casa se hacía la “Chchalla” a Pachamama para que sea hospitalaria. Las
intenciones debían elevarse hasta Janajpacha. En el aniversario, se hacían banquetes
adonde eran convidados los que debían implorar. Los espíritus de los muertos tenían
influencias: los justos, los jefes y personas de confianza. Se les podía implorar
protección y ayuda. Estos espíritus vivían a través de los siglos en la morada de la
madre tierra. Generalmente preferían las cumbres, Apachitas, por donde los vivos, al
pasar, debían descubrirse y saludar. Los espíritus malos moraban en los lugares
solitarios; en los sitios de tragedia y de dolor.
Cuando la madre tierra quería mostrarse generosa y dotar los tesoros que otros pueblos,
en épocas pretéritas, le habían dado, lanzaba llamaradas de fuego durante la noche,
que no era visible para todos, sino, para los hombres de paz y de bien.
El culto de la tierra, jamás ha deformado ni ha corrompido el alma del Khechua y
aymara; al contrario, ella, es el símbolo de la generosidad que pide de los hombres
solamente moral para colmarlos de bienaventuranzas.
Este culto, particularmente en la región astronómica del altiplano, donde el límite con el
infinito es la cumbre, y sólo la cumbre, ha despertado como el sol, culturas
completamente originales. Y esta existencia, se conserva aun intacta en el fondo
insondable del ama india.
En el seno mismo del Altiplano, hoy, en presencia de todos, el indio practica su culto a
los antepasados en el altar de la tierra: la cumbre más elevada del próximo horizonte
donde tienen su sede sus Achachilas, con los que se persigna y comulga íntimamente.
La cumbre noroeste vecina del río Chchokheyapu, frente al majestuoso e inmaculado
Illimani, es escenario, una vez por semana, de un rito asaz espiritual: El Yatiri, el más
digno y anciano sacerdote del culto milenario. Al amanecer espera la salida del sol en el
sitio más elevado. Lo saluda con rituales tradicionales. Deja caer a Pachamama
algunas gotas de licor y ora hasta que el sol se haya colocado perpendicular al suelo
donde esté parado. Entonces, empieza a humear un incensario que él sopla hacia los
cuatro puntos pronunciando palabras que, deben tener la virtud y el poder de un
“mántram”. Los circunstantes, –blancos o indios– poseídos de unción religiosa siguen
con respeto todos sus movimientos. Un amplio poncho es el altar donde caen las hojas
de coca, que se desprenden lentamente de sus dedos, al mismo tiempo que musita
plegarias. Invoca de acción y de palabra a los Achachilas y, pide favores. Los blancos,
sin saber por qué, también hacen uso de los servicios de Yatiri... Allá, en pleno día...hoy.
a la una en punto termina la ceremonia.
Y esto se realiza desde hacen diez siglos...Hasta cuándo?
Bendita sea la fe concebida en el recuerdo y en las enseñanzas de los antepasadas.
Mucho más, si es tregua al dolor sin consuelos de una raza que sufre la injusticia social.
Hasta cuándo? Esta es la palabra de crucifixión.

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