jueves, 4 de abril de 2019

Mitología Aymara-Khechua Obra de la Colonización

Supersticiones
Más tarde, vino la colonización. Con ella, la desviación de rito elevado e inteligente
hasta caer en la superstición y el embrujo, vicios en los que sigue envuelto el indio, hace
cuatro siglos. Sin embargo, aun a través de su práctica, pervive la intención
bienaventurada del hombre de ayer.

Pachamama...
La madre tierra así como acoge en si a buenos y malos, en señal de vinculación de las
cosas, cuando se reincide en el error se enoja, y entonces, hecha a perder las cosechas,
abre el cauce de los ríos e inunda; se raja en precipicios; lanza pestes e insectos
dañinos. Para volver a sus indulgencias, es necesario rociarla con licores; perfumarla
con yerbas; incinerar objetos valiosos y enterrarlos.. Desenojada así, vuelve los ojos a
los hombres...
Los incautos que han caído en tierra o los mismos que han despertado su enojo, son
despojados de su “ánimo” y se convierten en dementes, mudos, locos... En desagravio,
el Laica tiene que “Picharar” (limpiar con medicamentos el cuerpo) y llevar las prendas
de su vestido al lugar donde se produjo la desgracia. Saludar a la tierra; agitar los
vestidos llamando a gritos su nombre... Regresar con los mismos ademanes... A su
vuelta encuentra al enfermo en perfectas condiciones.
La tierra se desagravia más pronto que cualquier peste...; su enojo no requiere gasto de
médico...
El Kallawaya, alquimista sabio y prudente de ayer, es ahora, un malabarista cualquiera;
pero, con mayor honradez que todos los demás. Sus instrumentos son: –Pinray,
compuesto mineral que sirve de centro de gravedad y atracción... para todas las
felicidades concebibles...


Pinray Rujas.– Huayruru.– Luskha.– Luskha.– Millu Llinki.– Kuti Phirpi.–Karhua Likki.–
Thikas Phirpi.–Uthurunku Barba, cerda endurecida del animal que vive en la montaña; su
color, es amarillo dorado en contraste con el café de sus polos. Donde se clava el
Uthurunku barba, no entran los espíritus malos...
La Kkapachekha, que es una clasificación infinita de semillas, tierras, trocitos de piedras,
hojas, raíces, flores, animalitos disecados, piel de víbora, fósiles, fetos, pescaditos
secos, conchas de molusco, estrella de mar, figuras de animales y hombres vaciados en
plomo, miniaturas, lana teñida y escarmenada, algodón en semilla, yerbas, grasas,
tinturas.– “Huira–Huira”, “Marancela”, “urphu Apia”, “ayrampo”, “achihuete”, “Juira Kkoa”,
“thola”, “mankhappaki”, “sillu-sillu”, “huayronkho”, “Mina-nina”, retama, ruda, etc., et.,
atribuidos a talismanes... y medicamentos... El yatiri compra las especies, según la
categoría de ceremonia supersticiosa...
La Chchalla, una casa nueva; un negocio, una despedida o llegada, todo que se va a
emprender, se “chchalla”... así hay prosperidad... El Kharhua sullu, es instrumento
principal de estos actos. Lo arregla el padrino de la fiesta con enjalme lujoso. Debe ser
enterrado bajo tierra. Se le hace cargar miniaturas de productos, objetos y prendas...
La llama en sus diferentes estados, tiene la misma tradición supersticiosa que el
Ekhekho enano, quién sabe mimar con fortuna y bienes, como castigar, cuando no se le
rinde la debida pleitesía a su dignidad... Es el personaje de la Feria (Alasita).
El Kkoanaku que lo practican antes de entrar en traslados, y contra las enfermedades.
Una combinación de yerbas, la mayor parte de las enunciadas en las “Kkapachekhas”,
son esparcidas en un incensario para pasearlo por toda la casa...
El uriju, el mal de consunción o raquitismo imprescriptible que suele atacar algunos
párvulos. Se cura introduciéndolos en un agujero caliente del suelo... de cuyo hueco se
los saca para bañarlos, comenzando desde entonces, su robustez...También se les
cuelga al cuello la nariz disecada del zorro... o una haba extremadamente grande... o
metiéndolos, hasta el cuello. A la “panza” de la vaca.
Huijsa-chujcha, cuando una niña ha llegado a los siete años, es necesario practicar el
primer rito de su vida: Rutuchi. Una madrina peina en multitud de trencitas su cabello, y
las adorna con hilos de todo color. Todas las amigas concurren llevando obsequios y
pueden cortar una trencita que le sirve, en lo sucesivo, de buena suerte...
Chchusekha, otra superstición adquirida en el coloniaje: el grito de la lechuza es de mal
augurio... Es necesario ahuyentarla echando sal en la dirección donde se ha producido
el grito... o de otra manera, haciendo humear cuerno de vaca.
Contra la pulmonía y el embrujo, se come gato negro y se aplica su piel...
No se duerme bajo un árbol, porque este roba la razón... para curar habrá que dormir
otra vez, con precauciones...

Si se quiere descubrir a un criminal, se reúne a todos los presuntos alrededor de un
árbol. Se empieza a azotar el árbol pidiéndole indique al culpable. A quién salta la
primera astilla, es el que se busca...
Regar con agua al fuego que empieza a crepitar, es neutralizar la maldad de los
enemigos...
Cuando los animales de carga se encuentran con espíritus malos, empiezan a
encabritarse y muchas veces arrojan a los viajeros... y cuando la desgracia es peor... los
arrastran y los sacrifican...
Las “Kkapachekhas” y demás supersticiones se han ahondado en el alma del indio a
partir de la conquista y de su consiguiente decadencia. Ha venido a ser para él una
tabla de salvación en la que le ha valido la sugestión, factor, que, por otra parte, lo lava
de toda culpabilidad y le ayuda en su abandono supremo.

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