viernes, 5 de abril de 2019

El mito del Meta

Meta o Metha, que de ambas formas lo escribieron entonces, era, y es, un río
llanero que desemboca en el Orinoco. Está en la frontera entre Colombia y
Venezuela, que es tanto como decir en el fin del mundo, y ha sido siempre hábitat de
tribus seminómadas como guahivo, piapoco, salivas, piaróas, etcétera. Para unos
pueblos cuya alimentación básica es la yuca brava (mandihot sculenta), a la que
extraen el veneno o ácido prúsico con rudimentarias exprimideras de fibra, con objeto
de convertirla en cazabe o manioco, las referencias sobre el país de los chibchas, que
vivían al otro lado de la cordillera andina, debían ser verdaderamente míticas. Para
los pueblos indígenas del Orinoco, que vivían en plena selva tropical, Meta era el otro
mundo, el llano por el que se iba a la cordillera, a la tierra de los chibchas. Esto debió
ser lo que intentaron explicar a los españoles.
El mito del Meta empezó a generarse en el año 1530, cuando el caballero Diego
de Ordás, antiguo conquistador de México, capituló con la Corona la gobernación del
Marañón (Orinoco), por estar convencido que desde ella, subiendo el río Grande
arriba, llegarla hasta las minas de oro de los incas, que suponía ubicadas a las
espaldas de la costa descubierta por Francisco Pizarro: el fabuloso Perú, cuya
conquista acababa de capitular su descubridor. No podía imaginar que a las espaldas
del Perú no había oro, sino plata, y menos que entre la Orinoquia y la sierra peruana
se interponía el pequeño obstáculo de la Amazonia y los Llanos.
Ordás tardó casi un año en organizar su expedición de 450 hombres, con los
cuales embarcó para el Orinoco. Debido a esta demora, se le anticipó el nuevo
gobernador de Trinidad, don Antonio Sedeño, que mandó construir una fortaleza en
la costa donde desembocaba dicho río. Ordás tomó la fortaleza a su llegada y obligó a
los hombres de Sedeño a seguirle. En San Miguel mandó fabricar unos bergantines
apropiados para navegar por el gran río, y comenzó la navegación fluvial. La
navegación fue muy difícil, pues comúnmente había que arrastrar los bergantines por
medio de maromas y con cuadrillas de hombres que tiraban de las embarcaciones
desde ambas orillas, pero esto no fue obstáculo para que fueran remontando el río. Re
basó la zona del Guárico y el Apure y pasó por la desembocadura del Meta, sin
percatarse de la importancia de éste. Cada vez era más difícil franquear raudales y
cataratas, y al llegar a Atures comprendió que era imposible continuar. Decidió,
entonces, recurrir a lo único que le quedaba, como era preguntar a los indios si más
arriba había oro o plata. Les mostraba ambos metales y los indios respondieron que
oro y con una historia que dio origen al mito.
Veamos ésta en versión del cronista Fernández de Oviedo: Decían aquellos
caribes, mostrándoles oro e plata, que no había plata; mas que hallarían mucho oro,
e que lo cogían en una sierra de la provincia de Meta, y que es tierra muy poblada e
hay mucha fertilidad e de comer en ella. E bien o mal entendidos estos indios loaban
continuamente aquella tierra de Meta… Los naturales, además, le habían dicho a
Ordás que en lo alto de donde baja el agua (del Orinoco), está una grande laguna,
que es el origen e nascimiento deste río; y que aquélla está entre altas y asperísimas
montañas. Vemos así cómo van coincidiendo los elementos precursores del mito de
El Dorado en esta versión temprana del Meta

Expedición española en busca de El Dorado
(grabado del siglo XVI)
Castellanos también nos narra esta versión, pero en verso. Añade algunos detalles
interesantes, como que en dicho país había sal e indios vestidos y el nombre del guía
que era Tagüato, quien informó a Ordás que por el río Arauca arriba:
Yo sé que hallarás gente vestida
Hallarás extendidas poblaciones.
Con toda la grandeza que deseas:
Oro, piedras preciosas, ricos dones,
Muy lucidos ropajes y preseas;
Sus ejercicios son contrataciones,
Ansí ciudades como las aldeas;
Es provincia próspera, pujante,
De sal y bastimentos abundante
Naturalmente, Castellanos concluye que Tagüato le estaba hablando del Nuevo
Reino de Granada o del territorio de los indios mwiska: que decía por este reino
donde residimos, cerrándose la relación de este mito con el de El Dorado. Pero
volviendo a nuestra historia de Ordás, ya dijimos que se encontró próximo a Atures
sin saber cómo seguir navegando hacia arriba, motivo por el cual recurrió a la
información mediante la técnica del muestreo, lo que dio origen a nuestro mito.
Castellanos dice que Tagüato trató de explicarle a Ordás la proximidad de una
catarata y el ruido que hacían sus aguas de una forma onomatopéyica, con una
especie de bumbun, pero los españoles entendieron que ese bumbun no era otro que el
ruido producido por los herreros que fundían el oro en el Meta. El párrafo es tan
grotesco que merece transcribirse, pese a los malos versos:
Bumbun temeretopo le decía,
[(Tagüato a Ordás)
Señalando de piedras gran ruido:
El bárbaro vocablo se entendía,
El propósito fue mal entendido,
Pues allí cada cual interpretaba
Según aquel deseo que llevaba:
Porque decían muchos chapetones
[(españoles)
O señores, que dijo Tagüato
Del gran ruido de las fundiciones
La fuerza y el concurso del contrato:
Con las piedras martillan argollones,
Los golpes dellas suenan grande rato;
Es tal en labrar oro la porfía,
Que suena como gran herrería
Aunque Ordás se animó a seguir adelante, sus hombres le convencieron de que
era mejor regresar a la desembocadura del Orinoco y navegar desde allí hasta la
península de Paria, desde donde seria más accesible la penetración al Meta. Ordás
intentó hacerlo. Salió del Orinoco y fue a Cubagua, donde le objetaron sus títulos de
gobernador y le enviaron a Santo Domingo. Reconocidos sus derechos, embarcó para
España con intención de preparar otra expedición al Meta, pero falleció durante el
viaje. No nos ocuparemos más de este personaje, pero mucho del mito del Meta que
organizó, y que quedó ubicado en un lugar impreciso, desde el río Meta hasta el
territorio chibcha de los mwiska, con los Llanos de por medio y una cordillera
andina, la Oriental.

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