miércoles, 3 de abril de 2019

La Saga del rey Hrolf Kraki

La historia del rey Hrolf Kraki y los personajes asociados con él es una de las fornaldar-sagas (sagas de los tiempos antiguos) o sagas legendarias. Como otras de tales historias, da cuenta de tradiciones legendarias asociadas a reyes (posiblemente reales) de la Edad Pre-Vikinga. En este caso, el rey en cuestión es Hrolf de Dinamarca, del siglo vi. Su apodo, Kraki, hace alusión a que su rostro era largo y delgado como una escalera de mano. Así que su sobrenombre en nórdico antiguo se traduciría más o menos como Hrolf Caralarga.

    La historia original del rey Hrolf Kraki se escribió por primera vez hacia el 1400 en Islandia, pero bebe de tradiciones mucho más antiguas que se encuentran en otras literaturas germánicas (hay resabios de algunas de sus andanzas en un poema incompleto del siglo x llamado Bjarkamál y en la Saga de los Skjoldungs, de finales del siglo xii). Su estructura delata que en realidad es una colección de historias y subtramas. Hay cinco de esas subsecciones y cada una gira alrededor de un grupo distinto de personajes, aunque todos ellos están ligados de alguna manera a Hrolf Kraki y otros miembros de su familia y su corte real.

    En las cuatro primeras subsecciones, el papel de Hrolf Kraki es relativamente menor pero unificador; en la quinta historia, se encuentra en el centro de la acción. Curiosamente, a menudo los personajes femeninos conectan las historias tanto como Hrolf Kraki y, por lo general, las mujeres juegan un papel principal en ellas. Sin embargo, los abusos que sufren Olof y la dama de Hjalti nos recuerdan lo vulnerables que eran las mujeres a la violencia masculina en la Era Vikinga.

    Sobre todo, su paralelismo mayor es con la historia, escrita en inglés antiguo (anglosajón), de Beowulf, que se plasmó en algún lugar de Inglaterra, entre los siglos viii y xi, basándose en tradiciones todavía más antiguas. Ambas historias versan sobre sucesos legendarios que se cree que ocurrieron en el reino danés de los Skjoldungs (Scyldinga en inglés antiguo). Ambas historias se inspiraron en guerreros del pasado (el propio nombre de la familia deriva de skjold, escudo). En ambos relatos aparecen personajes con nombres similares, aunque sus papeles divergen en ocasiones. Lo más sorprendente es que ambas historias dan cuenta de los actos de un guerrero con aspecto de oso. En la Saga del rey Hrolf Kraki, el personaje se llama Bodvar Bjarki (bjarki significa «oso pequeño») y en el Beowulf es el propio Beowulf (cuyo nombre, «abeja-lobo», es un término poético para designar a un oso, por su afición a la miel). Las historias de ambos héroes comienzan en Götaland, en el sur de Suecia (en nórdico antiguo la tierra de los gautar; en inglés antiguo la tierra de los geatas). Hasta la última unificación de Suecia, a partir del siglo x, esa fue una unidad política distinta del reino de Svear (el nombre antiguo de Suecia). En ambas historias, el héroe cruza las aguas hasta la corte danesa de los Skjoldungs y mata a un monstruo que devasta esa tierra.

    La supuesta localización de la colección de historias se centra en la corte real de Hleidargard, en la isla danesa de Sjælland (Zelanda). Sin embargo, se desplaza mucho, desde la Laponia ártica al norte de Inglaterra. Y su relación con la mitología nórdica es patente en las historias de Odín (disfrazado del personaje llamado Hrani), una mujer elfo, hechizos mágicos, brujas, un jabalí monstruoso y Bodvar Bjarki, que aparece en la batalla final de Hrolf Kraki en forma de un oso gigante al que ninguna arma puede detener. Las tardías referencias negativas a Odín y la afirmación de que Hrolf Kraki no adoraba a los dioses antiguos revelan el punto de vista del o de los escritores cristianos que consignaron la historia en su forma actual.

    Las historias asociadas con el rey Hrolf Kraki fascinaron claramente a los islandeses de épocas posteriores. En el Landnámabók (Libro de los asentamientos), libro islandés escrito entre los siglos xii y xiii, se relata como (hacia el 900) uno de los primeros colonos de Islandia, de nombre Skeggi, invadió el túmulo funerario danés del rey Hrolf Kraki y se apoderó de su espada, llamada Skofnung, así como de un hacha y un tesoro. Cuando luego trató de robar la espada de Bodvar Bjarki, se encontró con que ese guerrero, largo tiempo muerto, seguía vigilando el tesoro y se alzó para atacarle. Solo gracias a que el propio rey Hrolf Kraki acudió en ayuda de Skeggi pudo este escapar con el tesoro. Según la tradición islandesa posterior, se oyó hablar por última vez de la espada en la década de 1070, cuando la llevó encima el islandés cristiano Gellir, durante una peregrinación a Roma.

    * * *

    El exilio y el triunfo final de los príncipes
    Hroar y Helgi

    Había una vez dos hermanos de estirpe real y sus nombres eran Halfdan y Frodi. Halfdan era gentil y generoso, mientras que Frodi era cruel y codicioso. Ambos gobernaban reinos, pero el de Halfdan —Dinamarca— era el más deseable de los dos. Eso había hecho que Frodi albergase un profundo resentimiento. Con el tiempo, tal resentimiento creció hasta hacer que Frodi invadiese Dinamarca y matase a Halfan.

    Sin embargo, no pudo capturar a los hijos de Halfdan. Se llamaban Hroar y Helgi. Su padre adoptivo se llamaba Regin (era habitual en aquellos tiempos entregar a los niños a otros nobles para reforzar así los lazos de lealtad). Con gran riesgo para su propia integridad, Regin llevó a los niños a una isla en la que vivía un hombre llamado Vifil, que era tanto un gran amigo del rey Halfdan, como muy versado en magia antigua. Allí se escondieron los niños.

    Ahora bien, Frodi removía cielo y tierras buscando a los jóvenes príncipes. Había ofrecido recompensas a aquellos que pudieran suministrarle información, y lanzado amenazas contra aquellos que pudieran ocultarlos. Al cabo, recurrió a sus propios expertos en magia, que le informaron de que debía buscar la isla que servía de hogar a Vifil, así como de que su casa estaba protegida por una niebla mágica para que no pudieran ver en su interior. En consecuencia, Frodi envió hombres a buscarles

    Una mañana temprano, Vifil se despertó con la sensación de que la isla había sido visitada por magia ajena y, por tanto, mandó los chicos a esconderse. No fue una precaución exagerada, ya que llegaron los hombres de Frodi, aunque no pudieron encontrar a los niños. Cuando esos hombres regresaron junto a Frodi, se enojó y ordenó que volvieran a buscar de nuevo, pero ni aun así fueron capaces de encontrar a los niños.

    Al cabo, el propio Frodi visitó la isla, pero ni siquiera él pudo dar con el paradero de los chicos, porque Vifil los había escondido bien. Tras todo eso, Vifil los envió a refugiarse junto a su cuñado el jarl4 (earl) Saevil. Estaba casado con Signy, su hermana. Así lo hicieron y partieron disfrazados, cubiertos en todo momento con capuchas. Habían pasado ya tres inviernos desde que marchasen al exilio y Frodi todavía no había logrado encontrarlos. Pero este sospechaba que podían estar ocultos junto a Saevil, por lo que le convocó a la corte, a un festín. Cuando el Jarl se negó a que los chicos le acompañasen, ellos le siguieron de todas formas. El más joven, Helgi, era el más valiente y montó en su caballo al revés, para parecer tonto. Su hermano mayor, Hroar, cabalgaba a su zaga. Mientras viajaban, fueron reconocidos por su hermana. Avisó al jarl Saevil, para que instase a los chicos a regresar a su salón, pero ellos rehusaron.

    Cuando llegaron al salón real de Frodi, este convocó a una vidente para que le adivinase dónde estaban los niños. Ella comenzó a hablar, pero, cuando Signy (la hermana de Hroar y Helgi) le arrojó un anillo de oro, dejó de revelar secretos. Por último, viéndose presionada por Frodi para que continuase, la vidente avisó a los chicos de que escapasen y los tres huyeron del salón. Fue entonces cuando Regin, su padre adoptivo, les reconoció. Les siguió hasta los bosques y, hablando con sumo cuidado (pues, aunque no podía romper su juramento de lealtad a Frodi, les quería dar consejos) les intimó a incendiar el salón. Así lo hicieron, y Frodi y sus secuaces se vieron atrapados en el interior y murieron. Pero Regin escapó, lo mismo que el jarl Saevil y Signy. Sin embargo, su madre Sigrid murió en el salón, porque se negó a marcharse.

    Los reinados de Hroar y Helgi

    Hroar se fue a vivir a Inglaterra, donde se casó con Ogn, la hija del rey Nordri de Northumbria. Helgi gobernó Dinamarca. Fue en ese momento cuando Regin, su padre adoptivo, murió.

    Mientras tanto, Helgi recibió la noticia de que en Saxland, en el norte de Alemania, gobernaba una reina bella, pero orgullosa y arrogante, llamada Olof. Portaba armas como si fuera un hombre y era una gobernante decidida. Helgi decidió casarse con ella, tanto si le gustaba como si no. Tras navegar hasta su tierra, la capturó por sorpresa y ella no tuvo otro remedio que invitarle a una fiesta en su salón. Allí, él porfió en casarse y, pese a las protestas de ella, sobre que no era de su agrado una decisión tan precipitada, la voluntad de él prevaleció. Pero Helgi bebió demasiado y se desvaneció en la cama. Olof le puso una espina mágica en el oído para que no pudiese despertar; luego le afeitó, le cogió en vilo y le metió en un saco. Entonces, sus hombres llevaron al rey dormido a su barco. Cuando los hombres de este, informados de que su rey había regresado a su nave, acudieron en su búsqueda, le encontraron dentro del saco. Helgi estaba furioso y quería venganza, pero nada pudo hacer, ya que Olof había reunido a su ejército. Así que zarpo de esa tierra.

    Helgi se tomó venganza de la siguiente manera. Navegó de nuevo hasta la tierra de Olof y escondió un gran tesoro en un bosque. Disfrazado como un mendigo, persuadió a uno de los esclavos de Olof para que le contase a esta que había encontrado un tesoro en el bosque, pero que debía acudir al lugar sola para evitar que cualquier otra persona lo reclamase. Era tan codiciosa que así lo hizo y, de esa forma, el enojado Helgi la capturó. De inmediato se le ofreció en matrimonio, pero él ni quiso oír hablar de tal cosa. Su venganza consistió en tenerla prisionera en su barco, donde se acostó con ella muchas noches.

    Cuando Helgi se cansó de ella, la dejó marchar y regresó a su corte. Sin embargo, Helgi siguió saqueando y conquistando. De regreso a Saxland, Olof descubrió que estaba embarazada de Helgi. Ella ocultó su estado y, en secreto, dio a luz a una niña. Olof odiaba a la chica y la llamó Yrsa, como uno de sus perros. Cuando cumplió los doce años, enviaron a Yrsa a cuidar ganado y le ocultaron su origen.

    Al año siguiente, Helgi volvió a Saxland para ver qué había ocurrido allí desde su última visita. Lo hizo de nuevo disfrazado y se encontró con Yrsa en los bosques. No sabía que era su hija y se enamoró de ella, ya que era muy hermosa. A la fuerza, se la llevó a Dinamarca y se casó con ella. Cuando Olof se enteró de eso, se congratuló, pues sabía que, andando el tiempo, algo así llevaría a la deshonra de Helgi.

    Fue en esa época cuando Hroar y Jelgi resolvieron la cuestión de la herencia danesa. Al principio, Hroar había mantenido su interés por el reino de Dinamarca, pero, con el tiempo, decidió permanecer en Inglaterra y renunciar a sus reclamaciones sobre cualquier tierra en cualquier otro lugar. Navegó hasta Dinamarca para informar de eso a Helgi y, a cambio, Helgi le entregó un anillo magnífico que el propio Hroar deseaba.

    Fue en ese momento cuando el jarl Saevil murió y su viuda, Signy, (hermana de Hroar y Helgi), aconsejó a su hijo, Hrok, que reclamase una recompensa a sus tíos por la ayuda que les prestó Saevil en su día. Así que Hrok fue a Helgi y le exigió un tercio de Dinamarca o el gran anillo. Pero Helgi no estaba dispuesto a darle lo uno, y no podía darle lo otro. Así que Hrok navegó hasta Inglaterra y preguntó a Hroar si podía ver y palpar el anillo. Cuando Hroar aceptó, el otro lo tomó y lo arrojó al mar. Por tal crimen, Hroar hizo que le cortaran un pie a Hrok.

    Con el tiempo, Hrok regresó a Inglaterra y mató a Hroar en batalla. Luego exigió casarse con la viuda de Hroar. Era Ogn, la hija del rey Nordri de Northumbria. El rey Nordri era viejo, pero todavía estaba dispuesto a luchar para defender a su hija, que no deseaba casarse con su sobrino, el asesino de su propio marido. Dado que estaba embarazada de Hroar, pidió que se propusiese el matrimonio y mandó a Helgi una petición de ayuda. Cuando Helgi supo que Ogn había dado a luz a un hijo llamado Agnar, decidió que era hora de pasar a la acción. Navegó hasta Inglaterra, capturó a Hrok e hizo que le rompieran los brazos y las piernas. Así lisiado, le envió de vuelta a su casa.

    Agnar creció hasta convertirse en un guerrero fuerte y, con el tiempo, navegó hasta donde el gran anillo se había perdido entre las olas. Se sumergió tres veces y, al tercer intento, salió a la superficie ¡con el anillo!

    De regreso a Dinamarca, Helgui consiguió renombre gracias al éxito de su incursión estival. Yrsa y él se amaban y tenían un hijo. Así fue cómo nació Hrolf, más tarde apodado Kraki.

    Su felicidad llegó a término cuando la reina Olof visitó Dinamarca y por fin se vengó de Helgi al revelarle a Yrsa la verdad sobre su ascendencia: que ella, Olof, era su madre, pero que Helgi, su marido y padre de su hijo, era nada menos que su propio progenitor. Llena de desazón, Yrsa decidió que no podía quedarse junto a Helgi, por lo que regresó a Saxland con Olof. Helgi quedó desolado. Se metió en la cama, sumido en una profunda depresión, y no fue capaz de gobernar su tierra. Olof se había tomado su terrible venganza.

    Tiempo después, el rey Adils de Suecia pidió la mano de Yrsa en matrimonio. A ella no le entusiasmaba gran cosa tal partido, pero aun así aceptó. Tras estos sucesos, Olof no tiene parte en esta historia.

    Cuando Helgi supo que el rey Adils se había llevado a Yrsa a Suecia como esposa, se hundió todavía más en la depresión. Una noche, en Yule, vio a una pobre mendiga a las puertas y le invitó a pasar a su estancia. Ella le solicitó dormir en su cama y él convino. Cuando esa noche se giró para mirarla descubrió que se había convertido en una hermosa mujer, liberada de un hechizo al haberla aceptado él. La deseó y yació con ella. Se marchó por la mañana, pero le conminó a que fuera un año más tarde al amarradero de los barcos, a recoger a su hijo. Pero él se olvidó de hacerlo y, tres años después, una mujer elfo, que era con la que había dormido tres años antes, le llevó a medianoche su hija, una niña llamada Skuld. Le dijo que recibiría beneficios por haberla librado del hechizo, pero que su familia sufriría porque no había ido a recoger al niño, tal como le había indicado. La chica creció desarrollando un carácter problemático y peligroso.

    El propio Helgi volvió a sus incursiones de verano, pero dejó a Hrolf (que más tarde sería conocido como Kraki), su hijo, en casa. Luego, Helgi navegó hasta Suecia, donde visitó al rey Adils en Uppsala.

    Fue recibido por el rey, y por Yrsa, que ahora era reina de Suecia. Cuando Adils constató lo mucho que Helgi amaba todavía a Yrsa, le tendió una trampa. Cuando Helgi regresaba a su barco, le emboscó junto con los doce berserkers que hacían las veces de guardaespaldas suyos. Atrapado entre ellos y el ejército de Adils, Helgi murió en combate. Así terminó el reinado del rey Helgi de Dinamarca.

    Tras eso, el rey Adils se consideró a sí mismo un rey famoso y poderoso. Era un devoto seguidor de los dioses nórdicos y practicaba la magia. Yrsa se reconcilió a regañadientes con Adils mediante una compensación por la muerte de Helgi, su padre, pero en su interior ansiaba matar a los berserkers del rey y deseaba liberarse del yugo de Adils.

    Svipdag combate contra los berserkers de Adils de Suecia y entra al servicio del rey Hrolf

    Había una vez un rico granjero llamado Svip. Vivía en las montañas de Suecia y tuvo tres hijos. Uno de estos fue llamado Svipdag. Se cansó de vivir lejos de las personas y de la acción, por lo que resolvió ir a la corte del rey Adils y convertirse en guerrero. Su padre lo armó con una gran hacha y una cota de malla, le dio un buen caballo, y él partió hacia Uppsala.

    Cuando llegó a la protegida residencia real, echó abajo la puerta para pasar y todos quedaron asombrados. El rey le saludó, le preguntó quién era, y él se lo dijo. Pero los berserkers del rey Adils querían pelear, porque les provocaba su arrogancia. Sin embargo, el rey les ordenó que se contuviesen. Fue entonces cuando la reina Yrsa le acogió, porque quería matar a los berserkers que habían tendido una emboscada a su padre. Los quería muertos y enviados a Hel. Los berserkers conocían tal circunstancia, pero desafiaban su odio, confiados en su fortaleza y habilidades.

    Al llegar la mañana, tuvieron lugar una serie de combates singulares, hasta que Svipdag mató a cuatro de los berserkers. El rey Adils habría mandado al resto de sus hombres contra Svipdag, pero la reina Yrsa logró acordar una tregua que debía durar hasta el anochecer. Fue entonces cuando los berserkers supervivientes atacaron a Svipdag, aprovechando que salió del salón por su cuenta. El rey les había enviado a atacarle. Svipdag mató a otro de ellos antes de que el rey detuviese la pelea. Luego, desterró a los berserkers supervivientes, porque ya no le impresionaban con sus habilidades marciales. Ellos se marcharon, aunque amenazaron con vengarse. De esa manera, Svipdag sustituyó a los berserkers en la corte del rey Adils y la reina quedó complacida por ese giro de los acontecimientos.

    Al cabo del tiempo, los berserkers reunieron un ejército y regresaron contra el rey Adils. A petición de este, Svipdag marchó como líder del ejército real para hacer frente a los invasores. Antes de que se trabaran en batalla, Svipdag dispuso abrojos en determinados lugares, para herir a los caballos de sus enemigos. Al comenzar la batalla, uno de los berserkers resultó muerto junto con muchos de los del ejército invasor, y los supervivientes volvieron en desorden a sus barcos.

    Tras reunir más guerreros, los berserkers regresaron de nuevo y otra vez enviaron a Svipdag contra ellos, pero con un ejército más pequeño que el de los invasores; aunque el rey prometió apoyarle junto con sus guardaespaldas. Se produjo la batalla y fue una lucha muy comprometida.

    Allí cerca, vivía Svip con sus otros dos hijos. Se despertó y los convocó. Les dijo que debían ir a ayudar a su hermano, porque sabía que había perdido un ojo y sufrido multitud de heridas. Y que, aunque había matado a otros tres berserkers, todavía tres le hacían frente.

    Siguiendo su mandato, los dos hermanos acudieron en su ayuda, ya que el rey no lo había hecho. Fue eso lo que salvó a Svipdag y condenó a los berserkers restantes. Mientras, todo el rato, el rey Adils estuvo observando desde el borde del bosque, sin saber quién quería que ganase.

    Así fue cómo Svipdag sobrevivió y fue cuidado por la reina. Pero, cuando se hubo recuperado, decidió marcharse de Suecia, ya que el rey le había brindado tan poco auxilio. Así pues, sus hermanos y él fueron a Dinamarca y ofrecieron sus servicios al rey Hrolf. Este los aceptó y les dio asientos en sus bancadas de hidromiel. Al finalizar el verano, los doce berserkers del rey Hrolf regresaron al salón. Tal como era su costumbre, desafiaron a cuanto hombre había allí, pero solo Svipdag se levantó en esta ocasión. Se habría producido una pelea, pero Hrolf los separó y apaciguó tanto a Svipdag como al jefe de los berserkers. De ahí en adelante, serían iguales en la batalla y amigos cercanos.

    Tras eso, el rey Hrolf estableció su salón en Hleidargard, en Dinamarca. Fue entonces cuando Skuld —la hermanastra medio elfo de Hrolf— se casó con el rey Hjovard (algunos dicen que era rey de Öland, en Suecia y otros que gobernaba sobre los alemanes). Poco después, Hrolf enredó a Hjovard para que se convirtiese en rey tributario suyo. Lo hizo de la siguiente forma. Mientras se aflojaba el cinturón, le pidió a Hjorvard que le sostuviese la espada. Así lo hizo Hjovard y entonces Hrolf recuperó su espada. Luego le recordó a Hjovard que cualquiera que le sujetase la espada a un hombre mientras este se abrochaba el cinturón aceptaba ser alguien de menor rango. Hjovard se enfadó, pero pagó religiosamente tributo a Hrolf, tal como lo hicieron el resto de reyes tributarios.

Hjorvard le sujeta la espada a Hrolf Kraki mientres este se sujeta el cinturón. Grabado de Jenny Nyström realizado en 1895.
     
   

    Y este es el final de la historia de Svipdag, que mató a los berserkers del rey Adils de Suecia y se convirtió en guerrero en la corte del rey Hrolf.

    Cuentos de magia en Noruega y Laponia:
    Bjorn el oso-hombre y sus hijos

    Muy lejos, en el norte de Noruega, había un rey llamado Hring que tuvo un hijo llamado Bjorn. Cuando la reina murió, El rey Hring envió al sur a buscar una nueva esposa. Sin embargo, las tormentas condujeron a sus mensajeros lejos, al norte, donde pasaron el invierno entre la gente de Lapp que vivía en la región fronteriza que los nórdicos llaman Finnmark (frontera finlandesa). Allí, en esa tierra aislada, encontraron a dos hermosas mujeres en una casita. Cuando les preguntaron, resultó que la mayor de ellas era amante del rey de los lapones y la más joven era su hija, de nombre Hvit. Estaban escondidas porque un rey poderoso había exigido casarse con Hvit, pero esta le había rechazado y temían que él la tomase por la fuerza.

    Los mensajeros del rey Hring llegaron a la conclusión de que Hvit sería una novia adecuada para su rey. La convencieron de que les acompañase al sur y el viejo rey se sintió feliz de casarse con una joven tan hermosa.

    Ocurre que el hijo de Hring, Bjorn, amaba a una chica llamada Bera, que era hija de un rico granjero. Cierto día, cuando el rey Hring partió a la guerra, la reina Hvit pidió que Bjorn se quedase a su lado y le ayudase a gobernar. El rey Hring aceptó tal petición porque pensaba que Hvit se estaba volviendo arrogante y a la gente no le gustaba. Así pues, Bjorn se quedó en casa, aunque no le hizo ninguna gracia tal decisión.

    Cuando Hring se hubo ido, la reina Hvit fue a ver a Bjorn e intentó consolarle, pero él la rechazo. Sin embargo, ella volvió y le ofreció compartir su cama. Le dijo que eso sería mejor que lo que experimentaba al estar casada con un hombre tan viejo como Hring. Ante una sugerencia tal, Bjorn la pegó y la echó. Para vengarse, la reina Hvit le abofeteó con su guante hecho de piel de lobo y le maldijo, condenándole a convertirse en oso. Tras eso, él abandonó la corte, ya que estaba atrapado por la magia de la reina.

    Después de este suceso, un gran oso gris comenzó a atacar al ganado del rey y mató a muchas cabezas. Una tarde, mientras Bera, la hija del agricultor, estaba en el campo, el oso se acercó a ella, pero no la amenazó. Ella le siguió hasta su cueva y allí el animal se volvió a convertir en Bjorn. De día era un oso, pero era hombre al caer el sol. Cierta noche, Bjorn le dijo a Bera que los cazadores del rey le matarían a la mañana siguiente, pero que ella daría a luz a tres hijos tras su muerte. Cuando le matasen, debería pedirle al rey que le entregase cuanto hubiese bajo su hombro izquierdo, y la conminó a no comer nada que le ofreciese la reina, que era en realidad un troll. Tras el nacimiento de sus hijos, debía leer las runas talladas en un arcón de madera en la cueva del oso. Le revelarían cuáles debían ser las armas para cada hijo, que estarían incrustadas en la roca.

    Así sucedió. Al día siguiente Bjorn, el hombre-oso, fue cazado y muerto. A Bera se le permitió coger el anillo que había bajo su sobaco izquierdo, aunque nadie le vio cogerlo. Pero, después, la reina le obligó a comer un bocado de la carne del oso cocinada, afirmando que con comer ese trozo pequeño tendrían bastante para obrar magia.

    Pasado el tiempo, Bera dio a luz a tres niños: uno era como un alce por debajo de la cintura y se llamaba Alce-Frodi; otro tenía patas de perro y fue llamado Thorir Pataperro; el tercero salió completamente humano y recibió el nombre de Bodvar. Ingerir incluso aquella pequeña porción de la carne del oso había afectado a los niños.

    Alce-Frodi creció violento y resentido. A los doce años, dejó la compañía de las personas, tomó la porción más pequeña del tesoro, así como una espada pequeña, y se convirtió en ladrón y asesino en las montañas.

    Cuando Thorir Pataperro se fue de casa, tomó un hacha de la cueva y su parte del tesoro. Viajó a las montañas para pasar algún tiempo con Alce-Frodi y, luego, siguiendo su consejo, dirigió sus pasos hacia Gotland en el sur de Suecia, donde se convirtió en rey.

    Bera le reveló a Bodvar todo lo que le había ocurrido a su padre por culpa de la reina Hvit. Juntos, acudieron al rey Hring a exigir venganza. Hring les preguntó si no podrían dejarla en paz por el amor que sentía hacia Hvit, y a cambió Bodvar sería compensado con el tesoro y el trono del reino cuando Hring muriese, pero Bodvar quería venganza y el rey no pudo contenerle. Sorprendió a la reina Hvit y la encapuchó con una bolsa de cuero que llevaba consigo. La golpeó y la arrastró por las calles hasta que murió.

    El rey quedó sumamente apenado por aquello y al poco también murió. Así fue cómo Bodvar acabó por convertirse en rey.

    No obstante, así no era feliz, y decidió marcharse. Lo primero de todo, tomó su arma —una espada mágica— de la roca de la cueva. La naturaleza de esta era tal que mataría a un hombre cada vez que la desenvainasen, y solo podía ser usada tres veces por el mismo dueño. La hizo una vaina de corteza de abedul y viajó hasta llegar a la casa de Alce-Frodi, que no le reconoció, ya que llevaba la capucha echada. Lucharon largo rato, hasta que por último Alce-Frodi le reconoció. Entonces le pidió que se quedase con él, pero Bodvar rehusó. Alce-Frodi le dio a beber un poco de su propia sangre para aumentar sus fuerzas. Y prometió que le vengaría si era muerto por otro hombre.

    Cuando Bodvar llegó a Gotland, el rey Thorir Pataperro estaba lejos, pero Bodvar se le parecía tanto que incluso la reina creyó que era su esposo. Esa noche durmieron juntos, pero Bodvar mantuvo una manta entre ellos. Cuando Thorir Pataperro regresó, se llenó de contento al ver a su hermano, pero Bodvar no quiso quedarse, pues deseaba unirse a los compañeros guerreros del rey Hrokf, en Hleidargard, en Dinamarca.

    De camino, una pareja de ancianos le dio alojamiento. La madre estaba llorando porque su hijo Hott era tratado con crueldad por los campeones del rey Hrolf, en Hleidargard. Cada noche, le arrojaban los huesos de su festín.

    Bodvar decidió salvar al chico en gratitud por la hospitalidad que la pareja de ancianos le había brindado. Así que, cuando llegó a Hleidargard y vio cómo Hott estaba oculto tras una pila de huesos, tiró de él y le hizo sentarse a su lado en la bancada de hidromiel. Cuando le arrojaron un gran hueso, Bodvar lo lanzó de vuelta y mató al hombre que lo había tirado. Tras eso, el rey Hrolf —que previamente había dicho a sus hombres que cesasen en su acoso, cosa que estos habían ignorado— pidió a Bodvar que se uniese a sus campeones. Pero Bodvar solo aceptaría la oferta ¡si Hott le acompañaba!

    Una vez que se hubo unido a los campeones, Bodvar supo que, cada Yule5, un troll enorme y alado atacaba la tierra. Esa víspera de Yule, Bodvar y un Hott sumamente reacio salieron al encuentro de la bestia. Sacando su poderosa espada, Bodvar mató al animal. Hizo beber su sangre y consumir su carne a Hott, lo que le hizo fuerte y valeroso. Luego, para mostrar su transformación a todos, levantaron a la bestia para simular que seguía viva. Más tarde, cuando otros acudieron a investigar, Hott se acercó a ella en solitaria y, tomando la espada del rey Hrolf, que se llamaba Empuñadura Dorada, golpeó a la bestia, haciéndola caer al suelo. De esa forma, el rey Hrolf ganó dos campeones: Bodvar y Hott, que cambió su nombre por el de Hjalti, en honor a su transformación personal.

    Y este es el final de la historia de Bodvar y sus hermanos.

    El reinado del rey Hrolf: conflictos con el rey Adils de Suecia. Bodvar Bjarki el hombre-oso. Odín disfrazado de Hrani. La muerte de Hrolf

    Era costumbre que, siempre que los berserkers del rey Hrolf regresaban de una campaña, desafiasen a todos los hombres del salón del rey, ¡del rey mismo abajo! Creían que nadie estaba a su altura. Pero, la siguiente vez que los berserkers regresaron, las cosas habían cambiado, pues Bodvar y Hjalti (que una vez fue llamado Hott) ¡estaban sentados en las bancadas de hidromiel! Cuando desafiaron a Bodvar, este dijo al berserker que hizo tal cosa que era hijo de una yegua ¡y le habría matado de no haber impuesto orden el rey Hrolf! Hjalti hizo otro tanto. Ahora que los dos nuevos campeones estaban allí, las cosas eran diferentes en el salón. Al lado derecho del rey se sentaban Bodvar y Hjalti, al izquierdo Svipdag y sus tres hermanos; cerca estaban los doce berserkers. Tanto destacó Bodvar que se casó con la única hija del rey Hrolf, Drifa.

    Un día, mientras el rey Hrolf y Bodvar estaban de banquete, hablaron acerca de la grandeza de los reyes. Fue entonces cuando Bodvar advirtió al rey de que su grandeza se vería aminorada mientras el rey Adils de Suecia conservase el tesoro del padre de Hrolf, Helgi, en Uppsala. El rey Hrolf estuvo de acuerdo en ese extremo, pero añadió que no se podría recuperar con facilidad, ya que Adils era ducho en los usos tenebrosos de la magia. Así que iniciaron viaje hacia Uppsala. De camino, se quedaron tres noches con un granjero llamado Hrani y, cada noche, hubieron de pasar una prueba: de frío, de sed y de calor. Hrani aconsejó al rey Hrolf que mandase de vuelta a casa a aquellos que no las pasasen. Nadie lo sabía en aquellos momentos, pero ese granjero que se hacía llamar por el nombre de Hrani era en realidad Odín disfrazado. Al final, tan solo doce compañeros cabalgaron con el rey hacia Uppsala.

    Cuando llegaron a su destino, Svipdag fue abriendo paso, porque conocía el salón del rey Adils y había multitud de obstáculos en el camino que hubieron de superar hasta llegar donde el rey se sentaba. Había pozos trampa y hombres armados ocultos detrás de tapices. Hubieron de enfrentarse a todos ellos. Finalmente, el rey Adils mandó a sus hombres que se apaciguasen y —haciendo hincapié en los pocos hombres que el rey Hrolf traía consigo— les pidió que se sentaran. Encendieron un fuego para calentarlos, pero este ardió con tanta furia que amenazó con quemarlos, ya que el rey Adils pretendía separar a Hrolf de sus hombres, pues suponía que no soportaría el calor tan bien como sus campeones. Sin embargo, Bodvar, Svipdag y Hjalti arrojaron a algunos deudos del rey Adils al fuego y el propio Adils solo pudo evitarlo usando la magia para escapar a través de un árbol hueco situado en el centro de la sala.

    Entonces, la reina Yrsa envió a un sirviente a atender las necesidades del rey Hrolf. Cuando este vio al rey, constató que su cara era larga y delgada como una escala tallada en un poste alto. En Escandinavia, una escalera así tallada se conoce como kraki, y de esa forma ¡el rey Hrolf fue conocido como Hrolf Kraki!

    El criado advirtió al rey de que Adils usaría la magia para hacer que un troll con forma de jabalí les atacase y, en efecto, eso es lo que ocurrió. Solo se retiró cuando el sabueso de Hrolf Kraki le atacó. Entonces, el rey Adils prendió fuego al salón y los compañeros solo pudieron escapar al abrirse paso a través de las paredes. Se produjo una tremenda batalla en el exterior, de la que Hrolf Kraki y sus campeones salieron victoriosos; tanto, que incluso su halcón mató a todos los halcones del rey Adils en las caballerizas reales. Tras eso, Adils huyó y los victoriosos guerreros tomaron asiento en la parte que quedaba en pie de su salón. La reina Yrsa les llevó el tesoro de Adils, incluido el anillo más precioso de los que el rey Adils tenía; y les entregó doce buenos caballos, porque Adils había ordenado que mutilasen a sus monturas. Se marcharon y Hrolf Kraki dio a su madre una emotiva despedida.

    Cuando se alejaban, el rey Adils le persiguió, pero Hrolf Kraki arrojó oro sobre el camino y los que les perseguían ¡se retrasaron para poder recogerlo! Incluso Adils se detuvo cuando vio su anillo más valioso en el suelo. Cuando se inclinó a recogerlo, Hrolf Kraki se mofó de él por arrastrase como un cerdo y le hirió en las nalgas con un tajo de espada. Luego mataron a los hombres más cercanos a Adils y los dos reyes acabaron por separarse.

    Esa noche llegaron a una granja y una vez más fueron recibidos por el granjero llamado Hrani. El granjero ofreció armas al rey, pero este las rechazó. Ante eso, Hrani se ofendió sobremanera y, pese a que estaba oscuro, Hrolf Kraki y sus campeones no tuvieron otro remedio que marcharse. Ni Hrolf Kraki ni Hrani se despidieron el uno del otro.

    Mientras estaban ya en camino, Bodvar reflexionó sobre que se habían equivocado al no aceptar los regalos del granjero y afirmó que solo saldráin males de eso. Hrolf Kraki se mostró de acuerdo y dijo que ahora sabía que se habían encontrado con Odín el Viejo, y que por eso el granjero solo tenía un ojo. Volvieron atrás, pero tan solo para descubrir que la granja y el granjero habían desaparecido. Hrolf Kraki manifestó que sería inútil buscar más, ya que el granjero era un espíritu maligno.

    Al llegar a casa, Bodvar aconsejó a Hrolf Kraki que no debiera ir más a la batalla, porque temía que la buena suerte del rey en la guerra se hubiese agotado por culpa del encuentro en el camino. Pero él rey replicó que el destino decide sobre la vida de un hombre y no el espíritu maligno que era Odín.

    No mucho después de eso, Skuld —la hermanastra medio elfo de Hrolf— incitó a su marido, el rey Hjovard, a negar el tributo al rey Hrolf Kraki. Era el tributo debido por cuando había sido engañado por aquel episodio del cinturón y la espada. Skuld usó sus poderes mágicos para convocar a los elfos, las nornas y muchas criaturas horribles, que se sumaron al ejército que estaba reuniendo.

    Hrolf Kraki no estaba advertido de tales preparativos cuando Skuld y Hjovard llegaron a Hleidargard con su ejército; confiaba demasiado en la fuerza de su gobierno y en sus campeones, y estaba muy ocupado en disfrutar de la vida en Hleidargard. No decimos que sus guerreros y él adorasen a los viejos dioses, sino más bien que confiaban demasiado en sus propias habilidades y valor.

    Fue entonces cuando Hjalti (que una vez se llamó Hott) fue a acostarse con su amante fuera de la fortaleza y vio a los enemigos reunidos. Al mismo tiempo, le mordió a ella en la nariz (algunos dicen que por su infidelidad) y declaró que la traición puede cegar a cualquiera durante un rato. Eso desató la alarma. Hrolf reunió a sus campeones, incluido Bodvar, al que los hombres llamaban Bjarki (oso pequeño) desde que derrotase a los berserkers.

    El rey y sus campeones bebieron a fondo y salieron luego a combatir. ¡Y terrible fue esa batalla!: los cadáveres formaban pilas y la espada de Hrolf Kraki, Skognung, cantaba al destrozar huesos. En todo momento, un oso enorme peleó al lado de Hrolf Kraki. Desgarraba y trituraba hombres y caballos, y no había arma que pudiese herirle.

    Fue entonces cuando Hjalti advirtió que Bodvar Bjarki había desaparecido y mandó a llamarle al salón, afeándole que se hubiese quedado allí. Pero, cuando Bodvar Bjarki apareció en el campo de batalla, el gran oso se desvaneció y la batalla se volvió en contra de Hrolf Kraki. Porque de esa forma Skuld pudo hacer su magia y que un terrible jabalí apareciera e hiciera una matanza entre los hombres de Hrolf Kraki. Bodvar Bjarki advirtió también que los guerreros muertos de ejército enemigo volvían a la vida.

    Recurrió a Hjalti que, aunque había despedazado al rey Hjovard, no había conseguido hacerle caer, lo que era claramente obra de Odín, el hijo del diablo, aunque no podía verle. Fue entonces cuando el rey Hrolf Kraki cayó, rodeado de enemigos y abrumado por la magia. No pudo vencer porque no conocía al verdadero Dios.

    Así fue como Skuld se impuso, aunque bien poco provecho sacó de ello. Porque Bodvar Bjarki fue vengado por sus hermanos Alce-Frodi y el rey Thorir Pataperro, y un ejército sueco enviado por la reina Yrsa. Vencieron a Skuld y su magia, la torturaron y mataron, y devolvieron a Dinamarca el gobierno del linaje de Hrolf Kraki a través de sus hijas. Luego, alzaron un gran túmulo funerario sobre la tumba de Hrolf Kraki y su espada Skofnung, y levantaron túmulos sobre las tumbas de todos los campeones.

    Así acaba la historia del rey Hrolf Kraki y sus campeones.
   

   
     
        4 Rango nobiliario de origen nórdico con fuerte componente militar. (N. del t.).
     

     
        5 El solsticio de invierno. (N. del t.).

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