martes, 2 de abril de 2019

La gallina gorda

Hermann Hesse

No ha mucho tiempo, unos monjes de Prüm celebraron una francachela en la
casa de un sacerdote secular; comieron carne varias veces y bebieron excelente vino
hasta la medianoche. Cuando estaban más que hartos de comer, el sacerdote, al
primer canto del gallo, llamó a un discípulo, Juan, al que he conocido bien, y le dijo:
—Por cierto, continuemos comiendo. Ve y tráenos la gallina que encuentres
sentada en el palo al lado del gallo, pues ésa por lo general está más gorda que las
demás, y prepáranosla.

El joven le retorció el pescuezo a la gallina, le abrió el vientre, metió la mano y
creyó sacar todas las entrañas. Pero lo que sacó fue un enorme sapo. Sintió que se
movía en su mano, lo tiró, vio lo que era y atrajo a todos con sus gritos. Al ver
convertidos los intestinos en un sapo, abandonaron sobresaltados el lugar de la
comilona, pues se dieron cuenta de que era obra del Diablo. Esto me lo ha contado
uno de los hermanos allí presentes que lo vio con sus propios ojos.

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