martes, 2 de abril de 2019

Hermod, el Dios Ágil.

Otro de los hijos de Odín era Hermod, su asistente especial, un brillante y joven dios,
que estaba dotado de una gran velocidad de movimiento, por lo que era conocido como
el dios veloz o ágil.
Debido a este importante atributo, Hermod era utilizado habitualmente por los dioses
como mensajero y a la más mínima señal de Odín, siempre estaba dispuesto a correr
hasta cualquier rincón de la creación para cumplir con los deseos de su padre. Allfather
le regaló un magnífico corselete y casco, con los que se ataviaba a menudo, cuando se
preparaba para entrar en batalla y a veces Odín le confiaba el cuidado de la lanza
Gungnir, ordenándole que la arrojara sobre las cabezas de los combatientes a punto de
luchar para que su ardor pudiera ser transformado en un furia asesina.
Recemos a Odín
para que entre en nuestras mentes.
Él entrega y concede
oro al que se lo merezca,
a Hermod le entregó
un caso y corselete.
(Edda de Semund).
Hermod disfrutaba con la guerra y a menudo era denominado "el valiente de la batalla"
y confundido con el dios del universo, Irmin. Se dice que a veces acompañaba a las
valkirias en sus viajes a la Tierra y escoltaba con frecuencia a los guerreros hasta el
Valhalla, por lo que era considerado el líder de los héroes muertos en combate.
El atributo distintivo de Hermod, además de su corselete y casco, era un bastón llamado
Gambantein, el emblema de su cargo, el cual portaba consigo a dondequiera que fuese.
Hermod y el Adivino.
En una ocasión, oprimido por los sombríos temores sobre el futuro, e incapaz de obtener
de las Nornas respuestas satisfactorias a sus preguntas, Odín le ordenó a Hermod que se
pusiese su armadura y que ensillara a Sleipnir, que sólo él, además de Odín, era capaz
de montar y se dirigiera a las heladas tierras de los finlandeses. Estas gentes, que vivían
en regiones glaciares del polo, además de ser capaces de provocar frías tormentas que
procedían del Norte, trayendo consigo mucho hielo y nieve, tenían supuestamente
grandes poderes ocultos.

El más célebre de entre los magos finlandeses era Rossthiof (el ladrón de caballos), que
solía atraer a los viajeros hasta sus dominios usando artes mágicas, para poder robarles
y matarles después. También tenía el poder de predecir el futuro, aunque siempre se
mostraba muy reacio a hacerlo.
Hermod, el Veloz, se dirigió con rapidez hacia el Norte, con intenciones de buscar a este
finlandés y en vez de su propio bastón, llevó consigo la vara rúnica de Odín, el cual le
había entregado Allfather para que disipara cualquier obstáculo que Rossthiof pudiera
hacer aparecer para evitar su avance. Por tanto, a pesar de monstruos fantasmagóricos y
de trampas y peligros invisibles, Hermod alcanzó ileso la morada del mago y, cuando
éste le atacó, fue capaz de manejarlo con facilidad, tras lo cual lo ató de pies y manos,
declarando que no lo liberaría hasta que le hubiese dicho todo lo que deseaba saber.
Rossthiof, viendo que no había posibilidad de escapatoria, cedió a los deseos de su
apresador y, tras ser liberado, comenzó a murmurar encantamientos, a cuyo solo sonido
el Sol se escondió tras las nubes, la tierra tembló y se estremeció y los vientos de
tormenta aullaron como una manada de lobos hambrientos.
Apuntando al horizonte, el mago le ordenó a Hermod que mirara y el veloz dios pudo
divisar en la distancia una gran corriente de sangre enrojeciendo el suelo. Mientras
contemplaba perplejo esta corriente, una hermosa mujer apareció de repente y un
momento más tarde un niño a su lado. Para asombro del dios, este niño creció con una
rapidez tan maravillosa que pronto alcanzó la edad adulta, tras lo cual Hermod se
percató de que blandía furiosamente un arco y flechas.
Rossthiof comenzó entonces a explicar las profecías que sus conjuros habían evocado y
declaró que el río de sangre presagiaba el asesinato de uno de los hijos de Odín, pero
que, si el padre de los dioses cortejaba y se ganaba a Rinda, en la tierra de los Ruthenes
(Rusia), ella le daría un hijo que alcanzaría la edad adulta en unas pocas horas y
vengaría la muerte de su hermano.
Hermod escuchó atentamente las palabras de Rossthiof y, tras regresar a Asgard,
informó a Odín de todo lo que le había visto y oído, cuyos temores se vieron
confirmados y de este modo, averiguó que estaba condenado a perder un hijo en una
muerte violenta. Se consoló, sin embargo, con la idea de que otro de sus descendientes
vengaría el crimen y por tanto obtendría la satisfacción que un verdadero nórdico
siempre requiere, al conseguir la venganza de la sangre por la sangre.
Y la profecía se acabó cumpliendo, tal como vaticinó el mago finlandés, pues el hijo de
Odín que sería asesinado era Balder y aquel que lo habría de vengar, sería Vali.

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