miércoles, 3 de abril de 2019

El Ragnarok y el fin del mundo

En la sección de El engaño de Gylfi, de la Edda Prosaica, se recoge esta historia que nos habla del fin del mundo. Otras tradiciones sobre este suceso trascendental se hallan también en el capítulo 17.

    Ragnarok significa «la condenación de los dioses», en nórdico antiguo. La palabra nórdica rok (condenación) se ha confundido a veces con rokkr (crepúsculo), llevando a la traducción alternativa de Crepúsculo de los dioses o Götterdämmerung (así utilizado por Richard Wagner en la parte final de su Ciclo del Anillo).

    El Ragnarok está formado por una serie de sucesos entre los que se encuentra una gran batalla en la que casi todos los dioses mayores nórdicos morirán. Eso va acompañado por una serie de desastres naturales que, en última instancia, llevan a la inundación del mundo. Tras eso, el mundo comenzará de nuevo con una generación más joven de dioses y los humanos que habrían conseguido sobrevivir escondiéndose en Yggdrasil (el árbol mítico que conecta los nueve mundos del cosmos nórdico antiguo). No está claro si el nuevo mundo mitológico estará libre de la maldad o si se conservará la misma mezcla de bien y mal.

    Lo que ha de suceder en el Ragnarok es inevitable y no hay nada que los dioses puedan hacer para impedir que ocurra. Será así a pesar de la fortaleza de Thor y la continua búsqueda de sabiduría y conocimiento por parte de Odín. Esto nos muestra a los dioses bajo una óptima extrañamente vulnerable, como seres que, a pesar de sus poderes sobrenaturales, están tan atados por el mismo poder del destino (en nórdico antiguo urðr) que los humanos. Lo único bueno parece ser que el mundo se renovará, aunque sea con una nueva generación de dioses.

    * * *

    La liberación de las fuerzas del caos

    El fin del mundo vendrá anunciado por tres inviernos durante los cuales el mundo se verá desgarrado por los conflictos. La guerra rugirá sobre la tierra y el hermano matará al hermano. Los lazos de familia se romperán; el hijo matará al padre y el padre matará al hijo. Será una era de hachas y una era de espadas. Una era de vientos, una era de lobos. Llevará a la ruina del mundo.

    Llegará un viento extraño y gélido que se llamará Viento Poderoso. La nieve alta cubrirá la Tierra y habrá vientos amargos y grandes heladas. El sol no tendrá la fuerza necesaria para descongelar ese gran frío. Tres de esos inviernos se producirán de manera consecutiva y no habrá verano entre esos periodos de frío extremo.

    Tras esas seis temporadas, el lobo llamado Skoll, que persigue al sol, le alcanzará por fin y se lo comerá, lo que sembrará el desastre sobre todas las gentes. Y el lobo llamado Hati Hrodvitnirsson, que persigue a la luna, también la atrapará y se la tragará. Entonces, las estrellas desaparecerán del cielo, se estremecerá la tierra, las montañas se derrumbarán y los árboles se desarraigarán. Las trabas que hasta ese momento contenían a las fuerzas del caos se romperán durante el terremoto y el lobo Fenrir quedará libre. Pero no será todo…

    En su furia, la serpiente Midgard se arrojará contra la costa y el mar inundará la tierra. A medida que el mar vaya arrasando la tierra, el buque Naglfar romperá sus amarras fabricadas con las uñas de los dedos de las manos y de los pies de los muertos. Esa es la razón por la que se cortan las uñas de los muertos, para que sirvan para ayudar a construir ese barco terrible. Porque ese es un barco que ni dioses ni hombres desean que acabe nunca de construirse, pues su finalización sembrará la destrucción. Cuando Naglfar navegue en la gran inundación, será dirigido por un gigante llamado Hrym, que oficiará de capitán del barco.

    Cuando todo eso suceda, el lobo Fenrir abrirá sus grandes mandíbulas hasta que la superior toque el cielo y la inferior repose sobre la tierra. De sus ojos y hocico saldrá fuego con llamaradas y estallidos.

    Al mismo tiempo, la serpiente Midgard escupirá su veneno a través del mar y el cielo, y Fenrir estará a su lado cuando avancen hacia la batalla.

    Mientras Midgard y Fenrir causan estragos, el cielo se abrirá y de él llegarán los hijos de Muspell, procedentes de la sede del fuego. Montados a caballo, avanzarán desde Muspell y romperán el puente Bifrost que conecta cielo y tierra. El primero de los jinetes se llama Surt. Mientras galopa, causa incendios delante y detrás. Una espada en su mano fulgura con un resplandor tan enorme que sobrepasa el brillo del mismísimo sol.

    Los hijos de Muspell cabalgarán hacia el campo de batalla llamado Vigrid. Lo harán al frente de todos sus guerreros reunidos. En ese lugar se encontrarán con Fenrir y la serpiente Midgard. Los acompañará Loki (ya desencadenado) y con él estará la gente de Hel. Todos los gigantes de hielo acudirán también, al mando del gigante de nombre Hrym. Ese campo de batalla es muy grande, de cuatrocientos kilómetros en todas direcciones, porque serán muchos los que se congreguen en él.

    La destrucción de los dioses

    Cuando todos estos enemigos de los Æsir se reúnan, amenazarán su existencia. Heimdall tocará su cuerno para convocar a los dioses, a fin de decidir el orden de batalla para contrarrestar la amenaza, pero antes Odín acudirá al pozo de Mimir para buscar consejo, y el fresno Yggdrasil se sacudirán con tal fuerza que el miedo cundirá entre todos los seres vivientes. Entonces los Æsir se armarán para la batalla y avanzarán para enfrentarse a sus enemigos en el campo de Vigrid.

    A la cabeza cabalgará Odín, con su casco dorado, una cota de malla y empuñando su lanza. Atacará a Fenrir con Thor a su lado para asistirle; pero Thor no podrá ayudarle porque estará ocupado en su lucha contra la serpiente Midgard. Freyr luchará contra Surt, el hijo de Muspell, y el combate será feroz hasta que Freyr caiga bajo el arma de Surt. Será derrotado porque no tendrá su espada, la que dio a su criado Skirnir cuando viajó a Giantland para encontrar una esposa para su amo.

    Tyr también caerá en batalla, pero su adversario será el perro maligno llamado Garm, que habrá roto también sus cadenas. Sin embargo, al caer, Tyr matará a su vez a Garm. Thor, empero, vencerá a la serpiente Midgard y por fin la destruirá. Pero su victoria será efímera, ya que no dará más de nueve pasos antes de caer muerto por el veneno que la serpiente le escupa. Odín también morirá, devorado por el lobo Fenrir. Pero el lobo no dispondrá de mucho tiempo para regocijarse con su victoria, pues no tardará en acudir el dios Vidar a plantar un pie sobre su mandíbula inferior, la agarrará y desgarrará su boca. Fenrir morirá. El pie que Vidar empleará para pisar la mandíbula inferior del lobo estará calzado con un zapato hecho a lo largo del tiempo con piezas de cuero cortadas de la punta y el talón de los zapatos humanos. Esas piezas de cuero deben, por tanto, tirarse, ya que de esa forma se ayuda a los Æsir en su guerra contra las fuerzas del caos. Loki y Heimdall se matarán el uno al otro en la batalla y Surt arrojará fuego que consumirá el mundo entero.

    Al final del combate, los dioses, gigantes y toda la humanidad habrán muerto y todo lo creado será consumido por el fuego…

    El mundo después de Ragnarok

    A pesar de tanta destrucción, no todo estará perdido. La tierra volverá a surgir una vez más del mar y de nuevo será verde, con cultivos que crecerán sin que nadie los haya sembrado. Los dioses Vidar y Vali sobrevivirán a la matanza y vivirán en Idavoll, donde una vez estuvo Asgard. A tal lugar acudirán los hijos de Thor, Modi y Magni, llevando con ellos a Miollnir, el martillo de su padre. A ese sitio también irán Baldr y Hod, tras escapar del confinamiento de Hel. Ambos hablarán sobre los misterios por ellos conocidos y los viejos tiempos y contarán relatos sobre la serpiente Midgard y el lobo Fenrir. Mientras, encontrarán dispersas por entre la hierba las piezas de juego de oro que una vez pertenecieran a los Æsir.

    Además, dos personas se habrán escondido en el bosque de Hoddmimir, huyendo del fuego de Surt que destruyó el resto del mundo. Se llamarán Life y Leifthrasir, y ambos beberán rocío de la mañana y repoblarán la Tierra. Sobre esta nueva Tierra, la hija de Sol, no menos bella que su madre, brillará y surcará los cielos como una vez lo hiciera su madre antes que ella. Y lo que ha de suceder después nadie lo sabe, pues el conocimiento no llega más allá de todo esto.

    Los Æsir reflexionaron sobre todos estos cuentos y llegaron a la conclusión de que no debían olvidarse. Para asegurarse de que se recordaban, dieron los nombres de los personajes y lugares de la historia a gentes y lugares de Suecia. Así, los nombres de los antiguos dioses y sus historias se contaron de nuevo en tiempos posteriores. A los portadores de los nombres se les atribuyeron las aventuras y hazañas de los dioses antiguos, para que nunca fuesen olvidadas por la gente.

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