miércoles, 3 de abril de 2019

La Saga de los Ynglinga y la historia de dioses y reyes

La Saga de los Ynglinga es la primera parte de la historia de los antiguos reyes noruegos, obra del historiador islandés Snorri Sturluson, llamada Heimskringla (El círculo del mundo). Es una saga legendaria, escrita originalmente hacia el año 1225 en nórdico antiguo. Cubre el periodo que arranca en los orígenes míticos de la monarquía noruega, sigue con gobernantes legendarios y llega a la época histórica. Acaba en 1177 con la muerte de Eystein Meyla, que fue uno de los aspirantes al trono de Noruega durante un periodo de guerra civil.

    La parte más antigua de la saga pretende abordar la llegada de los dioses nórdicos a Escandinavia. Explica cómo eran originarios de una parte de Asia, al este del río Tana-Kvísl, que es como llama Snorri a lo que ahora conocemos como río Don. Snorri lo conocía como río Tanais (siendo Tanais un asentamiento en el delta del Don). Este río fluye desde el sur de Moscú hasta llegar al mar de Azov, que está unido al mar Negro. Esta región está al sur de Rusia, al este de Ucrania, y en su meridión limita con el Cáucaso. Ahí, según Snorri, la ciudad originaria de los dioses se llamaba Asagarth (Asgard en otros mitos) y era la capital de una zona conocida como Asaland (literalmente, tierra de los Æsir o Tierra de Asia).

    La geografía de este relato se inspiró con claridad en el conocimiento sobre tierras extrañas situadas al este y que habían sido de verdad exploradas por los comerciantes de la Era Vikinga, aunque más tarde habrían sido convertidas en Noruega e Islandia de los siglos xii y xiii, en una fabulosa tierra de nunca jamás situada muy, muy lejos. Esto queda de manifiesto por el hecho de que, en el relato de Snorri, el viaje de Odín a Escandinavia se realiza por los ríos Don y Volga y a través de Garðaríki (el nombre en nórdico antiguo para Kiev-Rus); una ruta que, para compensar, sí fue de verdad histórica, pues era el camino histórico de los vikingos hacia el Imperio bizantino y Serkland, que era el nombre que los nórdicos daban al califato abasida islámico.

    La saga Ynglinga dice que el gobernante de esa área era Odín, pero lo describe en una forma que se conoce como evemerista. Significa que una figura mitológica se presenta como si él o ella hubiera sido una vez un personaje heroico real, que más tarde fue considerado divino. De esta forma, Snorri —que escribió en la Islandia cristiana del siglo xiii— presenta las historias tradicionales sobre los dioses nórdicos como si estos hubieran sido antepasados humanos cuya verdadera identidad se vio oscurecida y distorsionada por escritores posteriores. La tradición mitológica sobre un conflicto entre los divinos Æsir y Vanir se plantea como si hubiera sido una guerra real entre los oriundos de Asaland, dirigidos por Odín, y los gobernantes de Vanaland, que fueron invadidos. La posterior tregua e intercambio de rehenes (que en la mitología nórdica explicaría la presencia de Vanir entre los Æsir, como por ejemplo Niord con sus hijos Freyr y Freyia, y de Æsir entre los Vanir, como Haenir y Mimir) se escribe en parte como una reflexión sobre los tipos de compromiso político alcanzados en la Era Vikinga. La confusa naturaleza de todo esto se explica por el hecho de que a Odín se le describe como una figura mágica y al mismo tiempo como un mortal que muere y es incinerado.

    La saga se lanza a explicar cómo Freyr fundó la real dinastía Yngling de Suecia, en Uppsala. Luego la historia sigue el linaje de los reyes suecos hasta Ingjald. Sus descendientes se asentaron en Noruega y se convirtieron en los antepasados de los reyes noruegos. Snorri se toma particular interés en señalarlos como los antecesores del famoso rey noruego, Harald Fairhair (muerto hacia el 933).

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    Odín, el gobernante de Asaland

    Al este del río Tanakvísl hay una tierra que alguna vez fue llamada Asaland, lo que significa Tierra de los Æsir o Tierra de Asia, aunque algunos la recuerdan como Asaheimr o Mundo de los Æsir. La capital de esa tierra se llamaba Asagarth. Odín fue nombrado su gobernante.

    En la ciudad se alzaba un gran templo, y era costumbre del lugar que doce sacerdotes del templo presidieran sus rituales, sacrificios y juicios. Eran conocidos como los diar (los señores). Odín era un famoso guerrero y viajó mucho y lejos, conquistando otras naciones. Venció en todas las batallas que libró y de esa forma su gente llegó a creer que era él quien decidía quién vencía y quién era derrotado. Cada vez que su gente iba a la guerra, los bendecía y ellos creían que eso les aseguraría la victoria. Y, cuando su gente estaba en problemas, invocaba su nombre y creían que los ayudaría y protegería. Hicieron tal cosa en tierra y por mar.

    Odín tenía dos hermanos. Uno se llamaba Ve y el otro Vili. Hacían las veces de regentes cuando él estaba fuera. Sucedió una vez que Odín estuvo fuera tanto tiempo que la gente llegó a pensar que nunca volvería. Entonces Ve y Vili se dividieron la tierra y las riquezas, aunque mantuvieron en común a la esposa de Odín, Frigg. Sin embargo, Odín acabó por regresar y recuperó la tierra y a su esposa.

   

    La guerra entre los Æsir y los Vanir

    Odín y la gente de los Æsir estaban en conflicto con enemigos conocidos como los Vanir. Odín alzó un ejército entre los Æsir e invadió la tierra de los Vanir, pero estos defendieron su territorio con tal determinación, que ninguno de los dos bandos pudo alzarse con la victoria. Finalmente, ambas partes se cansaron del conflicto y organizaron una reunión que llevó, a la postre, a poner fin a la guerra. Como parte de ese tratado, intercambiaron rehenes para salvaguardar la paz y asegurarse de que cada lado cumplía el acuerdo. Para respetar lo convenido, los Vanir entregaron a sus miembros más nobles: Niord, que era muy rico, junto con su hijo Freyr. Los Æsir hicieron lo mismo y dieron como rehenes a Haenir, que era fuerte y apuesto, y de quien los Æsir decían que era un gran líder, y a Mimir, que era muy sabio. Los Vanir también ofrecieron a uno de sus miembros más eruditos, el llamado Kvasir.

    No obstante, las cosas no salieron según lo esperado, ya que Haenir dependía por completo del consejo de Mimir. Si Mimir no estaba presente, siempre respondía: «¡que otros decidan!» Después de que esto sucediera muchas veces, los Vanir decidieron que los Æsir les habían engañado y que Haenir no era tan sabio. En su cólera, decapitaron a Mimir y enviaron su cabeza cortada a los Æsir. Pero Odín tomó la cabeza de Mimir, la cubrió de hierbas que detuvieron la descomposición y recitó hechizos. Eso dio poder mágico a la cabeza cortada, que pudo hablarle y contarle secretos.

    Las cosas les fueron mejor a los rehenes Vanir de los Æsir. Niord y Freyr fueron nombrados por Odín sacerdotes y debían llevar a cabo sacrificios, con la consideración de dioses. La hija de Niord se llamó Freyia y era una sacerdotisa. Fue Freyia la que les enseñó a los Æsir la magia conocida como seithr, que le permitía entrar en contacto con el mundo de los espíritus, ya que tal cosa era común entre los Vanir. Ocurre que Freyr y Freyia eran hijos que Niord había tenido con su propia hermana. Sin embargo, entre los Æsir estaba prohibido tener relaciones sexuales con familiares cercanos.

    Odín guía a los Æsir desde Asaland a Escandinavia

    Gran número de altas montañas corren desde el noreste hasta el suroeste en las cercanías de Asaland. Al sur de las montañas se encuentra Turkland. Odín tenía tierras allí. Fue en esa época cuando los rumvejar (los romanos) se hicieron poderosos, gobernaron muchos pueblos y empujaron a los líderes de estos al exilio.

    Como Odín tenía poderes mágicos, podía prever que sus descendientes vivirían en las regiones del norte del mundo y las regirían. En consecuencia, nombró a sus hermanos Ve y Vili gobernantes de Asagarth; sin embargo, él, todos los dioses y gran cantidad de habitantes abandonaron Asaland y se dirigieron a su nuevo hogar. Al principio, viajaron hacia el este, hasta Garthariki (Rusia); desde allí siguieron hacia el sur, hasta llegar a Saxland (Alemania). Odín se convirtió en rey de grandes áreas de Saxland y dejó allí a sus muchos hijos para que asegurasen la tierra. Tras hacer eso, dirigió a su pueblo hacia el norte, a la costa, y se establecieron en la isla danesa de Funen, en el lugar que más tarde sería llamado Odinsey (santuario de Odín). Luego, Odín envió a Gefion al norte, por mar, a buscar más tierras. Ella llegó hasta el rey Gylfi de Suecia y él le entregó una tierra de labranza. Tras eso, viajó a Giantland y allí tuvo cuatro hijos con un gigante. Al cabo del tiempo, los transformó en bueyes y los unció al arado. Esos gigantes-bueyes arrastraron la tierra al mar y eso es lo que se conoce como Zelanda. Allí construyó su casa y se casó con un hijo de Odín. Atrás quedó un lago. Es lo que se llama Logrinn o Mälaren. Los fiordos de Logrinn se corresponden con los cabos de Zelanda. Cuando Odín oyó hablar de tierra buena y fértil al este de su hogar, se dirigió hacia allí en su busca. Fue entonces cuando Gylfi llegó a un acuerdo con Odín, tras decidir que no era lo suficientemente fuerte como para resistir a los Æsir. A pesar de ello, Odín y Gylfi competían a menudo para decidir quién era más hábil en el arte de los artificios e ilusiones. Pero el Æsir ganaba siempre. Odín levantó su salón en el lugar que ahora se llama Old Sigtunir. Fue allí donde construyó un gran templo y llevó a cabo sacrificios a la manera de los Æsir. Dio a los distintos sacerdotes que servían en su templo lugares donde habitar: Niord vivía en Noatun, Freyr en Uppsala, Heimdall en Himinbjorg, Thor en Thrudvangar y Baldr en Breidablik.

    La transformación de Odín y sus victorias en la batalla

    Cuando Odín entraba en combate, siempre aterrorizaba a sus enemigos, pues podía cambiar de apariencia y hablar de tal forma que todos creían sus palabras. Se pronunciaba siempre con rimas, lo que dio origen a lo que ahora llamamos poesía. Esa poesía se originó en las tierras del norte gracias a Odín y sus sacerdotes.

    Además de eso, Odín podía cegar o ensordecer a sus enemigos, o sumirles en el pánico. Cuando eso sucedía, las armas de estos no valían más que pedazos de madera. Por el contrario, sus propios hombres nada temían y se comportaban con tanto salvajismo como si fueran perros o lobos. Mordían los bordes de sus escudos y se hacían tan fuertes como osos o toros. Mataban a muchos, pero nadie podía llegar a tocarlos. Esa ira salvaje de los guerreros es a la que llaman furia de berserk.

    Además de eso, Odín podía también cambiar de forma. Entonces su cuerpo parecía estar dormido o muerto. Pero, mientras esto ocurría, en realidad, Odín había adoptado la forma de un pájaro, un pez, o una serpiente y había sido transportado de manera instantánea a lejanas tierras. Además, también podía apagar el fuego, calmar una tormenta marina o hacer rolar el viento. Podía lograr todo eso tan solo con palabras. Era dueño de un barco que, aunque lo bastante grande como para transportarlo a él y a sus guerreros, se podía también doblar y llevar en un bolsillo.

    Odín tenía la cabeza de Mimir a su lado porque de ella aprendía secretos sobre diversos mundos. Aparte de eso, a veces despertaba a los muertos y otras se sentaba bajo las horcas con los cuerpos de los hombres colgados balanceándose sobre él. Por tal razón, a veces se le llamaba Draugadrottinn (el señor de los fantasmas) o Hangadrottinn (el señor de los ahorcados).

    Tenía dos cuervos que volaban lejos y le llevaban noticias. Gracias a todo eso, se hizo muy erudito y sabio. Era ducho en el empleo de las runas y los hechizos mágicos. Por eso los Æsir son llamados Galdrasmithir (fabricantes de magia). Odín practicó lo que se llama seithr, una forma de magia que le permitía conectar con el mundo de los espíritus. Gracias a ella, era capaz de predecir los destinos de los hombres y de prever sucesos que aún no habían ocurrido; también le permitía provocar la muerte de hombres o causar calamidad y enfermedad; a veces la empleaba para apoderarse de la capacidad de pensar y de la fuerza de algunos hombres, para entregárselas a otros de su elección. Esa era la forma de magia que Freyia de los Vanir había introducido entre los Æsir.

    Las leyes establecidas por Odín

    Las leyes de los nórdicos se originaron con las establecidas por Odín. Porque fue Odín quien decretó que todos los muertos debían ser quemados junto con todas sus posesiones. Él fue quien decretó que esos guerreros muertos acudan a su salón del Valhalla y que lleguen con tantas riquezas como las que se amontonen en sus piras funerarias y se quemen con ellos. Sin embargo, sus cenizas deben ser entregadas al mar o enterradas en túmulos funerarios. Y se deben alzar piedras conmemorativas para atestiguar las hazañas de los muertos ilustres. Esa fue una costumbre que se mantuvo durante innumerables años.

    Las leyes de Odín también decretan que haya tres épocas anuales para el sacrificio: uno debe hacerse al aproximarse el invierno, para tener una buena estación; otro ha de llevarse a cabo en mitad del invierno para conseguir buenas cosechas al año siguiente; y el tercero debe realizarse en verano, para asegurarse la victoria en la guerra.

    La muerte de Odín

    Cuando Odín estaba a punto de morir, él mismo se marcó con la punta de una lanza. Apoyándose en tal acto, reclamó para sí a todos los hombres que mueren en batalla. Manifestó que partía hacia Gothheimr (hogar de los dioses), donde se reuniría con sus viejos compañeros. Las gentes de Svear (es decir, Suecia) creían que había regresado a Asagarth, desde donde había llegado mucho tiempo atrás. Pensaban que allí viviría para siempre.

    Los svear consideraban que se aparecía antes de que se celebrasen grandes batallas. Era entonces cuando les aseguraba la victoria a unos, y a otros les permitía morir para que se uniesen a él en el Valhalla.

    Cuando Odín murió, le incineraron en una ceremonia magnífica. Se creía que, cuanto más subiera el humo, más arriba en el reino de los cielos estaría el poseedor de dicho humo funerario. Y sería más rico en el Valhalla si sus riquezas se quemaban con él.

    Tras la muerte de Odín, Niord se convirtió en el gobernante de las gentes de Svear y continuó la forma de adoración establecida por Odín. Recibió tributos procedentes de toda Suecia. Durante su reinado, hubo paz y buenas cosechas, por lo que los svear creían que tenía poder sobre la agricultura y era capaz de asegurar la prosperidad del reino.

    Durante el reinado de Niord, murieron la mayoría de los dioses y les quemaron, tal como habían hecho antes con Odín. Tras eso, les rindieron culto. Por último, el propio Niord cayó enfermo y murió. Antes de morir, se marcó a sí mismo para Odín, tal como este había hecho, con la punta de una lanza. Los svear quemaron su cuerpo y le echaron mucho en falta.

    Freyr establece el linaje real de Suecia

    Freyr gobernó a los svear después de Niord. Era popular entre las gentes y, como ocurrió con su padre, las cosechas fueron buenas durante su reinado. Construyó un gran templo en Uppsala e hizo de ese lugar su capital. Gobernó desde allí y también era allí donde se llevaban los impuestos y los tributos. Freyr era también conocido como Yngvi y, tras él, ese nombre se convirtió en un título honorífico. Sus herederos fueron llamados los Ynglings (que significa «los descendientes de Yngvi»).

    Con el tiempo, Freyr cayó enfermo y, según su salud se desvanecía, sus lugartenientes tomaron decisiones, aunque a pocos se les permitió acercarse hasta él. Los líderes le construyeron una gran tumba con un portal y tres ventanas.

    Cuando Freyr murió, lo colocaron en la tumba y le dijeron a los svear que seguía vivo. Mantuvieron tal ficción durante tres años. En ese periodo de tiempo, llevaron todos los tributos acumulados en Uppsala hasta el montículo: echaban el oro por una ventana, la plata por la segunda y el cobre por la tercera. Así prosiguió la paz y la prosperidad asociadas con el reinado de Freyr.

    Su hermana Freyia siguió con los sacrificios tradicionales, ya que era la única de todos los dioses que seguía viva. El resultado fue que se convirtió en la más conocida de las deidades y todas las aristócratas llegaron a usar su nombre como título honorífico.

    El sacrificio de un rey para traer prosperidad
    a la tierra

    Había una vez un rey de los svear llamado Domaldi. Sucedió a su padre, Visburr, y gobernó Suecia. Sin embargo, en su época, el infortunio cayó sobre la tierra y hubo hambruna. El pueblo pasó mucha hambre.

    Fue entonces cuando se reunieron los svear y celebraron grandes sacrificios en Uppsala. Lo hicieron durante tres otoños. El primer año, sacrificaron bueyes, pero no se produjo mejoría de la situación y los cultivos siguieron sin producir. El segundo año, hicieron un sacrificio humano, pero las cosechas continuaron siendo fallidas y algunos dicen que la situación incluso empeoró. El tercer año, los svear acudieron de nuevo en otoño a Uppsala, en gran número. Porque era la época para celebrar sacrificios y había mucho sufrimiento en la tierra.

    Fue entonces cuando los nobles suecos celebraron un gran consejo. Discutieron la crisis y llegaron a un acuerdo. Convinieron en que su rey, Domaldi, podía ser el causante de tan terrible hambruna. En consecuencia, decidieron que habían de sacrificarlo si querían devolver la prosperidad a la tierra. Y eso hicieron. Le mataron y su sangre corrió roja sobre el altar de Uppsala.

    Un rey sacrifica a sus propios hijos para alargar
    su vida y reinado

    Había una vez un rey de Suecia llamado Aun que gobernaba desde Uppsala. Cuando llegó a los sesenta años de edad, celebró un gran sacrificio con el objeto de tener una larga vida. Sacrificó a su propio hijo a Odín. Y entonces Odín le manifestó que viviría otros sesenta años.

    Aun fue rey durante veinte años, hasta que fue expulsado de su trono por un rival. Estuvo en el exilio durante veinte años más. Luego, cuando ese rival murió, el rey Aun regresó a Uppsala y reinó allí durante otros veinte años. Eso completaba los sesenta que Odín le había prometido.

    Al cabo de este tiempo, celebró otro gran sacrificio e inmoló a su segundo hijo. Hecho eso, Odín le dijo que viviría para siempre, pero solo si le sacrificaba uno de sus hijos cada diez años. Y, al mismo tiempo, debía dar un nombre a una región de su tierra que recordase el número de hijos que había sacrificado a Odín.

    Así continuó hasta que fueron siete sus hijos sacrificados. Luego vivió durante diez años incapacitado para andar. Sus sirvientes le transportaban en una silla.

    Cuando sacrificó a su octavo hijo a Odín, vivió otros diez años, pero ya confinado en su cama.

    Después sacrificó a su noveno hijo y vivió otros diez años más, pero tenía que beber de un tazón de comida como si fuera un bebé.

    Por último, al rey Aun le quedó solo un hijo. Decidió sacrificarlo, e iba a dar a Odín toda la región de Uppsala, a la que llamaría Tiundaland (Décima Tierra).

    Pero las gentes de Svear le impidieron hacerlo. Así pues, no se celebró ningún sacrificio. El resultado fue que el rey Aun murió y fue enterrado en Uppsala.

    De estos antiguos reyes descendían los linajes de los reyes de Suecia y Noruega, que remontaban sus estirpes a los Æsir y Vanir.

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