miércoles, 3 de abril de 2019

CUPIDO

Nombre latino del dios niño del Amor. (Véase
EROS.)
El cuento de Cupido y Psique está incluido en la novela de
Apuleyo La m etamorfosis de Lucio o El asno de oro. Ocupa algo
más de dos libros de los once del texto latino y está en el centro
del relato novelesco, con una función muy interesante. Hay en
El asno de oro muchas novelas breves y cuentos insertados entre
las peripecias de Lucio, pero el cuento de Cupido y Psique
es excepcional por varios aspectos. La historia fantástica del joven
Lucio que por curiosidad entra en el cuarto de una bruja y
se unta un filtro mágico que lo convierte, no en pájaro como esperaba,
sino en un triste burro, tiene un esquema parecido al
de algunos relatos picarescos, pues se trata de las aventuras del
pobre Lucio asnificado y peregrino, siervo de varios amos y
testigo sufriente de extraños casos, hasta su reconversión de
nuevo en hombre, en un final feliz sorprendente por su propaganda
religiosa. Pero no tratamos ahora de la novela, sino de
este curioso cuento inserto en la trama. Es un cuento y no propiamente
un mito, pero tiene un aura mítica singular, como advierte
enseguida el lector. Y, además, se presta a una interpretación
alegórica muy propia de un mito antiguo.
El relato se encuentra inserto en la aventura de Cárite, y el
asno Lucio es un oyente de la narración que, en la cueva de los
bandidos, hace una vieja para distraer y consolar a la joven cautiva.
Que se trata de un cuento maravilloso tradicional está indicado
ya por el novelista al ponerlo en boca de una vieja. «Cuento
de vieja», anilis fabula, es ya una denominación que Platón
daba a un mito tradicional (Gorgias, 527a, República 350e).
El curioso Lucio lamenta, apenas lo ha oído, no tener a mano
tablillas y estilete para ponerlo por escrito, sin recordar que mal
podría escribirlo siendo un burro. Es un cuento de difusión
oral —con la estructura típica de tales cuentos, bien analizada
por V. Propp y otros— y al parecer aún se cuenta en la zona del
norte de Africa, en la Cabilla, de donde era originario Apuleyo.
(El cuento ha tenido una amplia difusión popular; por ejemplo,
en las rondallas mallorquínas hay unas diez variantes del
mismo, con diversos nombres.) El cuento maravilloso —folktale,
Märchen— es, como ha escrito algún estudioso, «el hijo mimado
del mito», lo que en este caso es enormemente cierto. Aquí los
nombres de los personajes vienen del mito y flota sobre el relato
una atmósfera mítica curiosa.
Psique (Psyché) es la palabra griega que significa «alma» y
Cupido es el término latino para Eros (es decir, el Deseo amoroso,
el Amor). Cupido es el hijo de la diosa Venus. Pero no es
ahora el divino niño travieso, armado de arco y fogosas flechas,
sino un joven seductor que acaba cayendo en las redes del
amor y soporta las penas de su pasión. Como reza el título de la
comedia de Calderón inspirada en este cuento: Ni amor se libra
de amor. También la hija de la bella pareja recibe un nombre de
hondo sentido alegórico: Voluptas, el placer, que nace del alma
amorosa que ha conseguido su anhelo.
Todo el relato tiene un valor alegórico. El Alma enamorada
ha de perseguir al Amor huido a lo largo de un camino de perfección.
Psique, abandonada por su amado a causa de su error,
pues quebrantó la promesa al amado por su curiosidad; ha de
ir hasta el mundo de la muerte, a pedirle a Proserpina un mágico
don para aplacar a la rigurosa Venus, que le ha impuesto tan
tremenda tarea. Su peregrinaje es un símbolo del viaje del alma
humana que ha perdido el contacto con el Bien divino y debe
purificarse en pruebas iniciáticas para renovar su encuentro
con lo divino. Ese simbolismo del fondo está combinado con
los ingredientes de rigor en un cuento maravilloso: el oráculo
previsor y fatal, las dos hermanas malignas de la protagonista,
el palacio misterioso, los auxiliares mágicos, etc. Pero los personajes
tienen nombres de mito clásico: Cupido, Venus, Ceres,
Pan, Proserpina.
El itinerario de Psique corresponde a las etapas de una iniciación
(R. Merkelbach afirma que de una iniciación mistérica
del culto de Isis). Repasemos el cuento: la bella Psique, feliz en
su boda con un misterioso príncipe, cede luego al malévolo
consejo de sus hermanas envidiosas y, desobedeciendo el mandato
de su esposo, se le acerca en la noche con una lamparilla
para verlo dormido. Pero una gota de candente cera despierta
al bello durmiente y éste abandona a su esposa, tras reprocharle
la violación de lo acordado. La escena de la lamparilla contiene,
según Merkelbach, una alusión a las ceremonias de la iniciación:
el que ha visto los misterios debe regresar solo al
mundo y comenzar así su peregrinación en pos de la divinidad
entrevista y desaparecida. Sola y desesperada, Psique se arroja
al río. Ahí pudiera haber un eco del baño ritual del iniciado
para lavar sus pecados. Después es arrastrada por sus cabellos,
abofeteada y maltratada, como el iniciado que debe soportar
los castigos corporales para purgar con dura penitencia sus
errores. Emprende su largo y duro viaje al más allá, para cumplir
las penas impuestas: va a por el agua de la Estigia a recoger
áureos vellones de los carneros mágicos, y a pedir a Proserpina,
la diosa infernal, un benéfico don. Así debe el iniciado realizar
un arduo peregrinaje en el santuario sagrado.
Ya de regreso, cuando ha dejado atrás el horrible dominio
infernal custodiado por el Can Cerbero y lleva en sus manos la
cajita con su misterioso don, impulsada por la curiosidad, rompe
de nuevo el tabú y abre su caja. Como le pasó a la antigua
Pandora, el contenido mágico se le escapa volando. Cae entonces
desmayada, como muerta. Todo aparece perdido. «La escena
es una advertencia a abstenerse de la curiosidad pecaminosa
y, de otro lado, refleja un rito de los misterios: la apertura de la
cista mystica.» La visión del objeto sacro mata, de un modo
aparente, al tiempo que su contemplación hace al mystes inmortal.
«El hombre viejo ha muerto, el hombre nuevo puede
ascender hasta los dioses.» Pero queda la gracia divina para salvar
al pecador penitente. La divinidad amorosa acude a socorrer
al alma desfallecida y la salva en el último trance. Acude así
Cupido a reanimar a Psique, y ambos serán felices y sellarán su
unión con el nacimientio feliz de su hija, Voluptas.
El cuento es sencillo y, como se ve, de fácil traducción a lo
alegórico. (En la novela resulta un símbolo de los avatares del
curioso y sufriente Lucio. También él encontrará la salvación
tras muchos penares. Cometió el error de ceder a su curiosidad
malsana, pero peregrina bordeando los tormentos y la muerte,
en su extraña andanza como asno, hasta ser redimido en la fiesta
de Isis y recobrar su figura humana. El agradecido Lucio, al
nacer como hombre, se hace adepto de la diosa Isis en una escena
estupenda, que el novelista Apuleyo deja como colofón
piadoso a su relato.) Detrás del relato estilizado late un mito
de esquema muy general. Las andanzas de Psique en pos del
perdón y el amor de Cupido son una ingenua y memorable
lección, aquí envuelta en un cuento maravilloso y popular.
Un cuento que ha tenido una enorme fortuna literaria y que
fue retraducido por La Fontaine y por W. Pater, entré otros
grandes escritores.

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