Cuentan los navajos que dos héroes, hijos de dos hermanos y del
Sol, fueron dotados por su padre con una armadura de pedernal: sombrero,
jubón, pantalones (leggings) y mocasines, todo era de piedra.
Como armas recibieron el relámpago, el trueno, un gran cuchillo, etcétera.
Buscaron después al gigante Yeitso que vivía en Tsotsil y había
devorado a casi todos los miembros de la tribu de los dos héroes. En el
encuentro, Yeitso empieza el ataque con relámpagos, pero los hermanos,
gracias a su poder mágico, evitan ser alcanzados (interesantes los
detalles en el relato original), y tiran contra él sus flechas terribles que
le hacen tambalear. Después del cuarto flechazo Yeitso cae de rodillas
al suelo; quiere levantarse, pero no puede, se tumba al suelo y muere.
Al tocarle las flechas, su armazón se rompe en pedazos que saltan hacia
todas las regiones. Manda el héroe mayor que estos pedazos deben ser
útiles al género humano y, efectivamente, los indios se sirven de ellos
para hacer las puntas de sus flechas. Ambos hermanos le cortan después
al gigante la cabeza y la tiran al lado este del Tsotsil, donde ahora
se ve como una gran roca volcánica llamada El Cabezón. La sangre del
muerto empezó a correr hacia abajo; para que no llegara a donde moraban
los compañeros de Yeitso y éste resurgiera a nueva vida, el héroe
mayor con su cuchillo hace un surco a través del valle; cesó la sangre
de correr, llenó el valle y representa hoy en día una masa volcánica al
sudoeste de los cerros de San Mateo.
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sábado, 16 de marzo de 2019
El origen de la guerra I (mito navajo)
Ciento ocho veranos habían transcurrido desde la creación de la Tierra
y sus habitantes, cuando Kichi Manitto, el Gran Espíritu, miró abajo,
hacia la Tierra, por primera vez.
Vio entonces a un anciano y una anciana que salían de su cabaña,
con las cabezas blancas y tropezando, hasta que cayeron hechos pedazos
por la extrema edad.
El Gran Espíritu pensó que él había hecho a los indios para una larga
vida y que ellos se habían propagado rápidamente. Cambió entonces
su primer plan, y envió los cuatro espíritus del Trueno para que les
dijeran a los indios que debían pelear.
Los indios obedecieron y guerrearon, y su número decreció rápidamente.
Pero a los indios que morían en combate el Gran Espíritu les
ponía sus almas a su alrededor.
y sus habitantes, cuando Kichi Manitto, el Gran Espíritu, miró abajo,
hacia la Tierra, por primera vez.
Vio entonces a un anciano y una anciana que salían de su cabaña,
con las cabezas blancas y tropezando, hasta que cayeron hechos pedazos
por la extrema edad.
El Gran Espíritu pensó que él había hecho a los indios para una larga
vida y que ellos se habían propagado rápidamente. Cambió entonces
su primer plan, y envió los cuatro espíritus del Trueno para que les
dijeran a los indios que debían pelear.
Los indios obedecieron y guerrearon, y su número decreció rápidamente.
Pero a los indios que morían en combate el Gran Espíritu les
ponía sus almas a su alrededor.
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