martes, 26 de julio de 2016

Demonios, vampiros y otros seres fantasmales en la mitología japonesa

Los japoneses adoptaron a los ángeles budistas y los inmortales taoístas con muy pocas modificaciones, pero no ocurrió así con los demonios y otros seres fantasmales tomados de las fuentes indias o chinas, y a veces resulta extremadamente difícil seguir el rastro de la identidad de tales concepciones. Es un hecho, no obstante, que los espíritus malvados de la antigua mitología nativa son objetos vagos y sombríos, apenas algo más que nombres[47]. Casi todos los demonios o seres fantasmales del folclore japonés son de origen extranjero, aunque la imaginación japonesa les ha dado formas muy distintas de las que tienen en otros países.
Los seres de esta especie pueden dividirse en tres clases, aunque sean borrosas las fronteras que las separan. Son:
           Fantasmas, puros y simples, o formas deterioradas de almas humanas errantes.
Demonios, seres de origen infernal, creados para castigar a los malvados, pero a menudo ocupados en verdaderas travesuras, en cuyo caso son de carácter cómico.
Vampiros aéreos, llamados Tengu, y semejantes a los espíritus furiosos que rabian en el aire.
Aquí puede ser conveniente decir algo referente a la doctrina budista acerca de la transmigración del alma. Además de las cuatro etapas superiores del budismo, hay varias clases de espíritus inferiores, no perfectos. Los más elevados viven en los cielos (elevas). Ya hemos hablado de esos seres celestiales o angélicos. No hay que confundir esos cielos con los paraísos, porque sus habitantes celestiales están sujetos a cambios y corrupción. Después viene la humanidad, cuyas almas inferiores se convierten a su vez en fantasmas hambrientos (en japonés, gakis, en sánscrito, pretas). Algunos de estos fantasmas están solamente atormentados por un hambre y una sed perpetuas, pero otros son espíritus vengativos que vagan por el mundo y causan males a los que odian e incluso a seres inocentes. La clase siguiente es la de los asuras, o espíritus furiosos, crueles y arrogantes y mucho más poderosos que los fantasmas ordinarios. Estos suelen ser personalidades renacidas de los que murieron en combates; siempre ávidos de venganza, vuelan por los espacios celestiales, luchando entre sí o atacando a los seres humanos que fueron sus enemigos. El orden de existencia más bajo se halla en las regiones infernales (Naraka). Los espíritus nacidos en tan sombrío y lóbrego paraje raras veces aparecen por el mundo, pero el diablo, oni, que habita en los infiernos tiene un papel preponderante en el folclore popular.
 [47] La antigua mitología sintoísta habla de los Maga-tsumi, los espíritus malignos, cuyo jefe es Oh-maga-tsumi, el Gran Maligno, cuyas hordas son los servidores del Dios-Tormenta y sus descendientes, especialmente El Gran Amo De la Tierra. Pero jamás se describieron su aspecto ni sus malvadas hazañas. Esos seres quedaron completamente eclipsados por los demonios budistas, y fue Hiraa, el revivalista seudo racionalista del shinto, quien resucitó el temor a esos malignos en el siglo XIX. Pero su influencia no llegó a la mente popular.

 

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