El
amor y el matrimonio entre diferentes animales o entre un animal y un ser
humano son temas frecuentes en el folclore japonés. La historia más famosa es
la de la zorra Kuzu-no-ha, que se enamoró de un guerrero y se casó con él. Se
ha dramatizado el episodio de la separación de la zorra de su hijo, nacido de
aquel matrimonio, y es a ese drama que debe la historia su popularidad, ya que
el cuento en sí carece de originalidad e interés.[83] En una historia similar,
el espíritu de un sauce añoso, llamado O-Ryu, se casa con un guerrero y ha de
separarse de su esposo cuando talan el árbol. En la forma dramatizada de esta historia,
el motivo principal es la agonía que el árbol-esposa manifiesta cada vez que el
hacha penetra más profundamente en el tronco.
Un
popular cuento infantil que habla de un matrimonio animal es «El casamiento del
Ratón». La historia relata cómo se casan dos ratoncitos, tal como lo hacen los
seres humanos. Pero otra versión tiene un tono didáctico e inculca la moral de
que el casamiento debe ser efectuado entre los iguales y no entre personas que
están en diferentes estaciones de la vida. Relata que una venerable pareja de
ratones sentíase muy orgullosa de su única hija y deseaban casarla con una
persona de alto rango. Pero cuando la joven se vio rechazada sucesivamente por
la Luna, la Nube y el Viento, los padres decidieron al fin darla en matrimonio a
uno de sus ratones empleados.
«El
Búho y el Águila» es otra historia popular de este tipo. Érase una vez, cuenta,
que vivía un búho llamado Eukuro. Éste se enamoró de una camachuela llamada
Uso-dori, que vivía en otro bosque, atraído por la belleza de sus cantos.
Fukuro consultó con sus seguidores, el grajo Kurozaemon y la garza Shimbei,
para saber cómo podía obtener los favores de Uso-dori. Le respondieron que la
joven había rechazado las pretensiones del águila, el señor Uye-minu («Nunca
mirando arriba» o sea «Sin temor»), y le aconsejaron que perdiera sus
esperanzas. Pero el búho no siguió este consejo y envió una carta de amor a
Uso-dori por medio de Shiju-gara (el gran herrerillo manchú).
La
carta era ingeniosa y apasionada,[84]
y Uso-dori se sintió tan conmovida que respondió como sigue:
«No
soy digna de tu amor y admiración y no deseo despertar los celos de otros
aceptando tu amor, especialmente los de Uye-minu. Pero en el distante futuro,
cuando las flores se abran en el Cielo y los frutos maduren en la tierra, nos
encontraremos en el paraíso occidental de Ainita-Buda.»
Fukuro
creyó que esta respuesta aludía a un encuentro después de la muerte, y por lo
tanto un rechazo cortés a su amor. Alicaído por este fracaso y luchando entre
su pasión y su determinación a resignarse, de repente halló consuelo en el
consejo de una deidad a la que adoraba. Esta deidad le reveló el significado
oculto de la carta: las flores del Cielo eran las estrellas, los frutos de la
tierra el alba, y el paraíso una capilla de Amita-Buda situada en la vertiente
occidental de la montaña. Fukuro, entonces, se sintió transportado de felicidad
gracias a esta dichosa interpretación y al instante se dirigió a la capilla y
al encuentro de su amada.
Las
otras aves se enteraron de aquella reunión y escribieron poesías quejándose de
la buena suerte de Fukuro. Por tales poemas, el águila Uye-minu supo lo que
ocurría y echó a volar presa de una furiosa rabia. Sus servidores atacaron a
los amantes cuando los encontraron en el santuario de Amita, y Fukuro consiguió
huir pero Uso-dori cayó víctima de la violencia de los asaltantes[85]. Fukuro,
el búho, se sintió tan apesadumbrado por la muerte de su amada que vistió ropas
monásticas y empezó a recorrer el país como monje itinerante. Por esta razón
siempre se encuentra al búho en los bosques próximos a los templos budistas.
[84]
La carta está escrita imitando el lenguaje de las aves, y alude poéticamente a
las características de varios pájaros.
[85]
El nombre Uso-Dori podría significar “pájaro yacente”, nombre que pudo ser el
origen de la historia.
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