Menos
temible pero quizá más desdichados que los onis son los gakis, o fantasmas hambrientos, que sufren perpetuamente de hambre
y de sed, y ante quienes cualquier alimento o bebida se consume entre llamas.
En las obras budistas hay varias descripciones de esos fantasmas, pero en el
folclore japonés se han convertido en seres infelices, terriblemente demacrados
salvo por el vientre, que está anormalmente hinchado. Ese vientre hinchado y la
boca muy ancha simbolizan su hambre nunca saciada, y por eso se agrupan allí
donde quedan residuos de comida o bebida. Pocas leyendas se refieren a ellos,
pero todo ser humano lleno de gula o ávido de riquezas se asemeja a un gaki.
Así, además de las pinturas de gakis, muy comunes, existen frecuentes
referencias a esas criaturas desdichadas, tanto en los cuentos como en los
proverbios.
El
tercer orden de espíritus introducidos en la mitología japonesa por el budismo
es el de los shuras, «Espíritus
Enfurecidos». La morada de los shuras es el cielo donde se reúnen para luchar
entre sí en grupos hostiles. Su aspecto es el de los guerreros; sus gritos de
rabia son como truenos, mientras que sus apiñados grupos a veces oscurecen el
sol o la luna. Los shuras son reencarnaciones de guerreros muertos en combate.
No hay valkirias en el folclore japonés, ya que esos seres enfurecidos son
todos machos, y encarnan el espíritu del odio y la venganza. A los shuras se
les confunde más o menos con otro tipo de seres, probablemente de origen chino,
una especie de ogros aéreos muy comunes en el folclore japonés, bajo el nombre
de tengu.
El
tengu es de dos clases: la principal
y la subordinada. El jefe tengu lleva un ropaje rojo como el de un obispo, y
una pequeña corona como el de un sacerdote montañés, luciendo en la mano
derecha un abanico hecho de plumas. Tiene la expresión iracunda y amenazadora,
y presenta una nariz muy prominente que se supone simboliza el orgullo y la
arrogancia. Los jefes tengus poseen personalidades y títulos distintos, y se
cree que cada uno reside en un alto pico de su propiedad. Por otra parte, los
tengus inferiores están sujetos a un jefe y deben servirle siempre. Su boca se
parece al pico de un pájaro y el cuerpo posee unas pequeñas alas. A ese
respecto son muy similares al Garuda hindú, aunque más pequeños de estatura. Se
congregan en bandadas en una criptomeria[50] gigante, cerca de la residencia
del jefe, y desde ese árbol vuelan para ejecutar las órdenes dadas por su amo.
Por eso se les llama Koppa Tengu o «tengus de reparto».
Los
tengus son, como dijimos, reencarnaciones de aquellos cuyo espíritu arrogante y
vengativo jamás fue abatido, de los orgullosos y altivos, especialmente
sacerdotes, o de los que murieron en combate. Esos seres mantienen conferencias
en lo alto de una gran criptomeria y, según la decisión adoptada, atacan a los
que odian o a los que desean imbuir su propio espíritu orgulloso. En la época
de las guerras, o sea los tres siglos que siguieron al XIV, los japoneses
estuvieron obsesionados por terribles supersticiones sobre los tengus,
abundando las leyendas respecto a ellos.
Estrechamente
aliados con los tengus y los onis están los genios del viento y el trueno,
llamados rai-jin y fu-jin respectivamente. Su nacimiento es incierto pero se
parecen mucho a los onis. El espíritu del trueno es un oni rojo y el espíritu
del viento, azul. El rai-jin lleva un marco redondo a la espalda, al que van
unidos unos pequeños tambores. El fu-jin lleva un gran saco, del que salen
rachas de viento, desde una brisa a un huracán según que el fu-jin abra más o
menos el saco. No existen leyendas especiales sobre ellos, aunque se hallan
frecuentemente representados en estatuas y pinturas, a veces cómicamente, como
cuando se muestra a un rai-jin tambaleándose como un borracho, o a un fu-jin arrastrado
por el viento que él mismo ha desencadenado.
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