Me encontré ante nombres y términos que había oído en otras partes en las más odiosas relaciones: Yuggoth, el Gran Cthulhu, Tsathoggua, Yog-Sothoth, R’lyeh, Nyarlathotep, Azathoth, Hastur, Yian, Leng, el Lago de Hali, Bethmoora, L’mur-Kathulos, el Signo Amarillo, Bran, y el Mágnum Innominandum… y fui llevado a través de eones innombrables y dimensiones inconcebibles hasta mundos más antiguos y remotos que los que el enloquecido autor del Necronomicón había apenas muy vagamente vislumbrado. Se me habló acerca de los abismos de la vida primigenia así como de las corrientes que habían fluido desde allí, y por último, acerca de los más ínfimos arroyos derivados de aquellas corrientes y que habían llegado a mezclarse con los destinos de nuestra propia Tierra.
El que susurra en la oscuridad
1930
No hay comentarios:
Publicar un comentario